Saludos, me llamo Daniela y para no tener que poner de nuevo la parrafada en mi primera historia me describí físicamente, así podéis imaginar a la pequeña punk morbosa que os escribe. En este relato voy a contar como siguieron mis travesuras en el pequeño pueblo de Torre Val de San Pedro en él que me hospede 10 días que se convirtieron en toda una experiencia. Tras los hechos narrados anteriormente.
No os voy a mentir, no hubo cura milagrosa (lo de los polvos mágicos, solo funcionan en los cuentos de hadas jajaja). Tras dejarme otros cuantos hielos envueltos en la toalla, ahí estaba yo despatarrada todavía oliendo a sexo y sudor. Como pude acerque la silla y puse la pierna de nueva en alto y desnuda, y me quedé dormida durante una hora, despertándome medio-zombie. Por lo que para despejarme, pues me puse a jugar al Stray (un juego muy simpático futurista sobre un gato buscando volver con su familia). Y todo ello todavía desnuda, ya que la calefacción estaba a buena temperatura y yo tres cuartos de lo mismo. Y francamente, si puedo estar desnuda en mi casa prefiero estarlo y más si es en casa alquilada.
Así pasaron un par de horas, donde tuve que ir a la pata-coja dos veces para coger de nuevo hielos y volver a ponerme en posición, aunque ya sentada. Aunque me sentía algo más aliviada, no me atreví a poner el pie en el suelo. No sea que la liase de verdad, prefería intentarlo a última hora para ver si podía. Suponía que si no iba yo, él vendría a casa. Intentaba no pensar en lo de la noche, que si no iba a acabar de nuevo tocándome y prefería darlo todo.
Pero no era plan ir oliendo a semen, por lo que me fui a la bañera… que estaba en el piso de arriba. Por lo que tuve que ir muy despacito para no caerme por las escaleras (sí, tenía que habérselo dicho a Víctor, lo sé…) Y como mal pude conseguí ducharme sin apoyar el pie gracias a que puse un taburete de plástico y pude sentarme. Me note mucho más relajada y pensé que no era plan de ir con la misma ropa de todo el día o que quizás estaría bien llevar algo especial, si llegara el caso de que de todas formas tuviera venir él.
Tras secarme e ir con mucho cuidado a mi habitación, me dirigí donde tenía la maleta (la había dejado a un lado de la habitación, abierta) y saqué una camiseta negra muy repegada, una falda corta de color rojo borgoña, unas medias de rejilla, un tanga minúsculo negro (aunque por un momento pensé en ir sin nada… creía que el hombre merecía un recuerdo mío y se me ocurrió ese). En principio pensé en vestirme por completo. Pero al final, pensando que a lo mejor no podía ir allí, no me puse la camiseta, sino que la llevé conmigo abajo.
Al llegar de nuevo al comedor, está vez intentando apoyarme un poco, me di cuenta de que había estado pasando horas sin cerrar por completo las cortinas… El pensamiento sobre esto me calentó bastante y mi tanga termino poniéndose húmedo. Aunque caliente por la idea, al final cerré las cortinas y fui a tomarme algo del frigorífico para no andar pensando en lo de siempre e intentar despejarme.
Entonces llamaron a la puerta, me quedé muy sorprendida y miré al reloj. Las siete de la tarde, ni de coña había terminado de trabajar Víctor… aunque algún pensamiento intrusivo referente a quien estaba hablando por teléfono con Víctor y él presentándose en la casa con intenciones no muy pías, se me metió en la cabeza. Pero decidí no hacerme ilusiones y no pensar con lo de abajo. Por lo que me puse la camiseta y fui a abrir. Pero la puerta empezó a abrirse y me quede algo helada.
Pero para alivió mío, era la mujer que me había alquilado la casa. La llamaré María. Aunque nuestro trato había sido por teléfono mayormente, ya me había encontrado con ella cuando me dio las llaves de la casa (vino aposta desde Segovia a entregármelas en mano). La buena mujer ronda los cuarenta y muchos, y está algo entrada en carnes. Su ropa no la hacía destacar (físicamente hablando). Si se cuidase un poco no diría que no levantaría el animo a más de uno. Aunque su mirada es bonita y me gusta mucho su sonrisa. También es simpatiquísima y de voz dulce que me hacía sentir muy tranquila. Además, su pelo rizado caía por sus hombros y bueno… su busto me hizo pensar en que muchos hombres no le tenían que mirar precisamente a los ojos. Ya entonces pensé, seguro que trabaja de cara al público. Y no me equivocaba. Porqué además de su trabajo en Segovia, tenía también el único bar del pueblo los fines de semana. Allí pude verle en su salsa, certificar lo del busto y conocí más partes de ella… pero ya eso lo contaré en otro momento.
Le pregunté que hacía por allí y ella me dijo que iba a recoger unas cosas de la cochera. Que me había mandado unos mensajes hacía un rato y no le había contestado, por lo que tomo que no estaba. Y necesitaba esas cosas si o si. Tengo que reconocer que había dejado el móvil en mi habitación por la mañana cargando y en silencio… por lo que no podía contradecirla. Aunque claro, también me molesto un poco bastante que hubiera entrado sin mi permiso mientras no estaba. Pero ya os digo que la mujer es un amor y no pude quejarme tras sus muchas disculpas.
Por lo que empezamos a hablar de como me estaba yendo en el pueblo, donde había ido, con quien me había encontrado… y cuando le comenté mi amistad con Víctor y Mario, quizás el tono como lo dije o algo me tuvo que descubrir, ya que me preguntó juguetonamente si me había vestido así por ellos. Al principio no dije nada y al final me reí un poco y le pregunte siguiéndole el juego: – ¿Y por qué debería vestirme así para ellos?
María que ya había sacado las cosas que necesitaba de la cochera se sentó en la butaca y me dijo:- Cielo, que una ha vivido aquí y el señor Víctor ha tenido roces con la mayoría de las señoras del pueblo en sus tiempos más mozos y Mario hasta que salió de aquí, pizca de lo mismo.-Su mirada se volvió ligeramente soñadora, para luego comentar algo jocosa:- Que la pobre … descanse en la gloria y la ex de Mario tenían buenos cuernos las pobres… aunque no es que ellas fuesen precisamente angelitos jajaja Qué hay unos cuantos amigotes suyos que tampoco te los pierdas de vista. Si vienes al bar el viernes o las tardes-noches del fin de semana ahí tendrás a todos.
Supongo que esperaba que me escandalizara un poco, pero teniendo en cuenta el tamaño de la aldea y lo perdida que está hasta comprendía que se dedicaran a eso. Por lo que comente divertida: -Esto lo conoces de oídas ¿o por experiencia? Y de ser el segundo caso, de uno de ellos o de ambos…-
María se ríe: – Oyeee… creo que casi prefiero dejarte con la duda. Y se lo preguntas a ellos…- Pensándolo un poco me dijo:- Aunque si ves que te superan… siempre puedes contactarme.- Entonces no pude más que unirme a las risas. Dudé un poco en comentarle lo que había pasado, pensé que la siguiente vez… al fin al cabo estaría en el bar ¿No? Ya había pasado un rato y temía que al final nos pillara Víctor a las dos en la casa, pero María se terminó yendo tras darme dos besos de despedida.
Entre una cosa y otra casi era la hora de cenar y andaba que me subía por las paredes. Además aunque doliéndome un poco podía plantar el pie, pero dudaba si podría llegar a la casa de Víctor. Y sí sería buena idea hacerlo. Al fin al cabo, esto había surgido, pero mi plan seguía siendo salir de rutas y distraer mi mente, aunque mi parte viciosa me decía que entre una cosa y otra iba a terminar más tiempo horizontal que vertical en esa aldea.
Me bajé el móvil y lo dejé en el comedor, a mano por si volvían a hacerme una llamada o similar. No quería nuevas visitas sorpresa, por lo que estuve entre jugando a la Play y mirando por si en cualquier momento hubiera otro mensaje o similar. Pero al final no hubo nada.
Ya eran las ocho y media y era noche cerrada. Aunque me lo había prohibido, estaba tan cachonda que tuve que tocarme sentada en uno de los sillones cercanos a la puerta de entrada, esperando que llegara… Con la falda levantada y el tanga a un lado, acariciándome con dos dedos, que al poco tiempo fueron tres, que terminaron introduciéndose en mi coño necesitado. Mientras recordaba la charla con María. Y cuando estaba a punto de tener un orgasmo bien fuerte llamaron a la puerta.
Pensé de perdidos al río, sin pensarlo me quité la camiseta y con el tanga todavía retirado me puse de pie, levantando mi falda con una mano y abriendo la puerta con la otra. Necesitaba una polla ya. Pero en vez de mi amante de casi setenta años, me encontré que estaba Mario en la puerta, con una bolsita de la farmacia donde tenía una caja de pomada para hacer masaje para aliviar el dolor. Se veía que venía del trabajo, ni se había duchado.
Un silencio se impuso entre los dos, mirándole con la puerta entre abierta y él observando como me encontraba en ese momento. La mirada de él me decía que en cuanto entrase me iba a follar como un animal necesitado y me di cuenta de como cierta parte de su cuerpo reaccionaba a lo que veía. Di unos pasos atrás y abrí mi coño con dos dedos sin dejar que la falda lo tapara. Sonreí ligeramente para luego ponerme de espaldas y alce mi falda para que viera mi culo y le comente: -¿Esto era lo que te interesaba cuando salía al campo?
Mario mientras entraba dentro y cerraba la puerta con un portazo, con una voz ligeramente atona, que evidenciaba que iba a ser la calma antes del vendaval me dijo: – Ya veo que mi padre no tenía que preocuparse… Estás bien… Pero que muy bien, pequeña puta- Mientras empezaba a quitar la correa y a bajarse los pantalones. El corazón me iba a cien y espere apoyada en el quicio de la puerta de la cocina a ver como se desnudaba de la parte de abajo
La polla que se descubrió cuando se bajo los pantalones se parecía a la de su padre, quizás algo menos ancha, pero si más larga, aunque la pelambrera era más negrea que blanca. Creo que en ese momento trague algo de saliva, con lo mojada que estaba en ese momento sabía que me entraría sin problemas. No sé que me dio en ese momento, pero me apoye sobre la mesa de espaldas a él, abriéndome de piernas para que pudiera darme en esa posición o lo que le viniera en gana, solo necesitaba sentir algo dentro de mi.
Me abrí con las manos mi sexo… aunque todo hay que decir que si hubiera querido coger mi culo no creo que hubiera puesto muchas pegas. Miré hacía delante sin preocuparme y frívola dije: -Estoy cogiendo frío…- Ni siquiera puede terminar la frase para burlarme cuando Mario recorrió el espacio que nos separaba, puso su polla en mi entrada y me la clavo… no hay otro término para decirlo. De tenerla en la entrada hasta casi notarla hasta el fondo. Pegué un grito que pronto se convirtió en gemidos de placer mientras me jodía bien duro.
Ya sabía que significaba, había pasado un día de mierda en su trabajo y quería desquitarse. Nada mejor que el cuerpo de una veinteañera respondona que le había estado zorreando durante días.- Sí, joder, mira que lo tienes estrecho zorra… ufff Ahora ya no te ríes tanto.- Cosas similares salían de su boca, mientras que nunca mejor dicho, me usaba para desahogarse.
Aunque para que mentir, yo andaba igual. Aunque sabía que una cosa así terminaba pronto y conmigo insatisfecha. Tenía que enfriarle. Por lo que grite con mi voz más perra y ligeramente lastimosa: – Follame la boca, lléname tu garganta de tu polla. Mi hombre…
Mario al principio parecía que no iba a ceder, que iba a joderme hasta correrse como un animal. Escuchaba el chapoteo de mi coño muy mojado mientras su polla entraba y salía de mi, notaba los azotes que me daba de vez en cuando "aleccionándome por zorra". Pero finalmente cedió y retirándose un poco me dejo espacio.
Me levanté de la mesa y me giré con algo de dificultad para verle. Tenía perlas de sudor bajando por su frente y su camisa tenía la zona de las axilas manchada. Su mirada era bastante sucia y respiraba con cierta dificultad. Me pegué a su pecho, mientras me deslizaba hacía abajo, para terminar de rodillas frente a él. Mario me grito imperioso y casi pensé que me iba a dar un guantazo por la mirada que me dedico: – Cómemela ya, joder…
Sabiendo que le gustaría, dije muy sumisa: – Lo hago, mi hombre. -No me fui por las ramas empecé a meterme la polla en la boca como si fuera un helado, jugando con ella con mi lengua mientras acariciaba sus pelotas (bastante grandes, por cierto). Creí que me iba a marcar el ritmo, pero me dejo hacer, eso si, no le di descanso, excepto para comerle en cierto momento las bolas. Lo que le agrado bastante.
-Arriba putita- Me levanté lo más rápido (tuve que apoyarme un poco en la mesa) y nos quedamos así cara a cara, con él mirándome desde arriba. No sé que me dio, salte y me puse como un koala, agarrándome con las piernas y los brazos mientras busque con mi boca, su boca. Porqué me pudo poner en la mesa, sino nos habríamos caído. Nos morreamos un buen rato mientras acariciaba mi culo y yo intentaba arañar su espalda a través de la tela.
Tras un rato me abrí de piernas y con un mano guíe su polla de nuevo a mi entrada. Entendió la indirecta me empezó a darme de nuevo, mientras yo me tiraba hacía atrás y gemía mirándole con placer. Agarrándome de la cintura volvió a darme fuerte. Aunque se notaba que ya no estaba enfadado, sino movido más por el deseo. Fueron un rato de buscarnos las manos o la boca, de decirnos guarradas mientras sonreíamos.
Entonces se separó de mí y viéndole las intenciones le dije un No, que le hizo parar un momento. Pero antes de que preguntase. Me bajé de la mesa y volví a arrodillarme para comerle la polla, mientras jugaba con sus huevos, no tuve que esperar mucho a que su semen empezará a llenarme la garganta, aunque el capullo saco su polla de mi boca y repartió parte de él por mi cara. Suerte que había cerrado los ojos.
Él se río, me acaricio el cabello como si fuera una niña pequeña y me dijo: – Lo siento, pero tenía que hacerlo. Estuve fantaseando con eso desde que te vi con esa cara de niña puta que tienes. Bufff ha sido brutal Dani.- Tras tragar el semen que tenía en la garganta, me levante y fui al baño de la planta baja para verme en el espejo.
Mientras veía mi reflejo no pude más que reírme ¡Qué pintas! Fui al comedor para coger mi móvil y pude escuchar como Mario, tras ponerse los pantalones, abría el frigorífico. Antes de que preguntase le dije: – Tomate una cerveza a mi salud. – Y con la cerveza en la mano él me miro desde fuera y me dijo:- ¿Qué haces?- Me reí un momento antes de hacerme el selfie: – Para recordar…- Hice el símbolo de victoria mientras saque mi lengua.
Divertido Mario me sonrío, para luego beber la cerveza pensativo y mirando el móvil, ya eran casi las nueve y media dijo: – Bufff Dani, mueve ese culo, que nos vamos a cenar con mi padre. Me dijo que te recogiera para cenar los tres en su casa… -Por un momento, se quedo en silencio y me miro, quizás le había salido la vena sentimental, no sé. – Me caes bien, pero sabes que los dos vamos a tomar Viagra y vamos a darte por lo menos hasta las dos de la madrugada ¿No?
Mientras estaba en esas me limpiaba un poco y volvía a colocarme la ropa, está vez con la camiseta también, como si nada hubiera pasado… excepto por la excitación que se me notaba de lejos y el olor a sexo que despedía… claro. Sin responder a lo último, me dirigí a la puerta de la calle y la abrí: – Ya estás tardando…
A lo qué el sonrío divertido para ir a donde estaba su coche (enfrente de mi puerta, no es que haya muchos coches precisamente), abrirme la puerta del copiloto. Y me preguntó de nuevo: – ¿Preparada? – A lo que con una sonrisa viciosa y meneando el culo me senté en el asiento mientras le dije: – ¿A ser la zorra de dos generaciones?… Solo después de la cena. – De nuevo me sentía cachonda y con ganas de más.