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Madura y divorciada, orgullosa de mí misma
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Trabajaba en una entidad financiera y con 55 años recién cumplidos me dijeron que podía irme a casa prácticamente ingresando lo mismo en mi cuenta. Corría 2015 y hacía un par de años que me había divorciado y aunque sexualmente siempre he sido muy activa lo cierto era que para evitar habladurías llevaba bastante tiempo (prácticamente no había probado polla desde mi divorcio) en el "dique seco". Como digo soy bastante activa y me resultaba bastante gratificante satisfacerme a mi misma y sinceramente, tampoco echaba mucho en falta los polvos con mi ex aunque el muy cabrón había intentado en varias ocasiones tener sexo conmigo después de divorciarnos. En el último año había comenzado a navegar por webs porno y de contactos y… desde luego sin intención alguna de relacionarme personalmente con desconocidos si había llegado algo lejos. Tan lejos como aceptar conexiones a través de chats y masturbarme mirando como a su vez un hombre se pajeaba oyéndome gemir mientras miraba alguna foto subida de tono (y con el rostro tapado) que le había enviado previamente.

En noviembre de 2016 recién cumplidos 56 años acepté, vestida, mostrarme para una pareja de Barcelona con los que llevaba chateando algunas semanas. Ana y Luis, un matrimonio un año más joven que yo y que se mostraban abiertamente para mi; no pedían que correspondiera de la misma forma, ya les había visto intimar en tres ocasiones y me había masturbado mirándoles tener sexo oral y follar. Luis era normal físicamente, una buena polla pero ni guapo ni feo, normal. Ana era muy alta, delgada pero con unas nalgas bien hechas y unos pechos grandes, ligeramente caídos por la edad y el tamaño pero que me excitaba verlos bailar con los empujones de Luis, algo que llamó mi atención desde el primer momento que la vi desnuda era su imponente mata de vello púbico que a decir de Luis era lo que más excitaba a los hombres que la habían tenido.

Estaba claro que en todo seguía las instrucciones de él y lo que me atraía más de ella era su cara angulosa con labios carnosos y una mirada sensual que parecía pedir sexo continuamente. Tenía cara de viciosa, y sin hacer mohínes o gestitos imitando a actrices porno resultaba para mí excitante mirarla, y si esto fuera poco contribuía a alimentar mis fantasías las continuas frases y expresiones de Luis diciendo que su objetivo era pervertirla, pervertir a su esposa hasta el punto de hacer de ella (eran sus propias palabras) una puta capaz no solo de satisfacer a todos los hombres sino de disfrutar con ello y sentirse plenamente feliz. Como he dicho les vi tener sexo y me excité cada vez que conectábamos escuchando las frases de Luis hacia su mujer y que en cuanto me mostré receptiva también me dirigía a mi. Las últimas semanas recibía todos los días la invitación para visitarlos y, puesto que disponía de tiempo, a permanecer con ellos hasta que fuera también pervertida y disfrutar de mi nueva vida.

Viajé en tren y fueron a esperarme a la estación de Sants, tras pensarlo detenidamente acepté quedarme en su casa en lugar de reservar un hotel. Si ocurría algo raro siempre quedaba el recurso de decir adiós; llegué a la hora de comer del dos de enero de 2017 con intención de regresar el domingo ocho, a ver que pasaba. Para nada me defraudó ninguno de los dos, nunca había tenido nada con otra mujer pero nada más cruzar la mirada con Ana supe que ocurriría, sin saber la razón sentí que me humedecía nada más mirarnos. Y Luis no se andaba con rodeos. Ya en el coche y tras preguntarme por el viaje me dijo que aunque no lo necesitaba se había tomado una "pastilla" para darme la bienvenida y que estaba seguro que una vez les conociera no iba a arrepentirme de haber viajado. a Barcelona. El coche ya me decía que al menos gozaban de cierto nivel económico pero al llegar a su casa en la calle Lepanto ya me cercioré de que su nivel social era alto.

No hubo excesivos preliminares, probablemente en cualquier otra ocasión eso me hubiera parecido demasiado precipitado e incluso vulgar pero también yo estaba caliente. Cuando Ana se quitó el abrigo la vi solamente con un bustier de vinilo negro con unos ligueros que sujetaban unas medias negras…. su coño con una abundante mata de pelo… metió su lengua en mi boca para besarme, era la primera vez que tenía una relación de ese tipo con una mujer y sentía como me mojaba, como mi flujo se deslizaba desde el interior de mi coño. Luis se colocó a mi espalda y sentí como sus manos se enredaban en mi ropa tratando de despojarme de ella y cuando eché hacia atrás una de mis manos para tocarle observé que él ya estaba totalmente desnudo… en unos segundos también yo desnuda estaba arrodillada frente a él y meneando despacio su polla fui acercándola a mis labios… ¡si! era gruesa, muy gruesa, y estaba dura como un hierro.

El calentón que llevábamos hizo que en los tan solo cinco u ocho minutos siguientes hiciéramos de todo para probarnos: Ana me había echado sobre la cama y con su cara metida entre mis piernas lamía y succionaba mi clítoris y labios vaginales mientras Luis, arrodillado junto a mi cabeza pasaba su polla entre mis labios hasta que me la metí en la boca. La de Ana, con su lengua revoloteando alrededor de mi "pepita" me hizo correr en los dos primeros minutos y al darse cuenta de ello se tumbó sobre la cama separando sus piernas en una clara invitación a que yo correspondiera con ella… mi primer coño, la primera vez que lamía un coño, estaba húmeda y me excitaba el sabor y todo lo demás.

Sentí a Luis a mi espalda, pasaba su glande entre mis labios vaginales y casi sin darme cuenta le sentí entrar hasta el fondo. Con sus manos agarrando fuerte mis caderas inició un polvo casi agresivo en el que su pelvis al chocar fuerte contra mis nalgas ofrecía un sonido igual que si estuviera dándome cachetes… estuvo apenas dos minutos follándome y salió sin llegar a correrse; Ana volvió a inclinarse sobre mi y succionó mi pepita hasta hacerme sentir un inmenso orgasmo… ¡joder! lo que había sentido antes evidentemente no había sido un orgasmo, esto que sentía ahora me estaba haciendo casi perder el sentido… Luis se tumbó boca arriba sobre la cama y me invitó a sentarme sobre él; de nuevo metió su polla hasta el fondo, le sentía tan adentro que tenía la sensación de que me iba a taladrar… agarrando fuertemente mis nalgas dirigía mis movimientos arriba y abajo limando las paredes de mi coño con su verga.

Las manos de Ana acariciaban mis nalgas, se inclinó sobre ellas y sentí su lengua pasear entre las mismas antes de comenzar a jugar en la aureola de mi ano… ¡joder! otra vez tenía la sensación de que iba a correrme salvajemente. Metió ligeramente la punta de la lengua pero el movimiento de su marido al follarme añadía dificultad… Luis aferrado a mis nalgas como si sus manos fuesen garras empujó hacia abajo de mi como si pretendiera meterse más todavía, me dijo unas cuantas palabras y frase obscenas que me encendieron más aún y añadió que iba a vaciarse dentro de mi… Ana volvió a pasar su lengua alrededor de mi ano y despacio pero con decisión comenzó a introducir en mi ano uno de sus dedos. Fue una sensación extraña, un poco incómoda al principio pero la novedad y situación me producía un morbo inesperado… al tiempo que sentí que lo tenía totalmente dentro Luis empujó otra vez de mis nalgas hacia él y le sentí vaciarse en mi coño al tiempo que lanzaba un gemido más parecido a un gruñido. Al menos escupió cuatro veces dentro de mi hasta vaciarse y entonces estallé en un orgasmo como pensaba que nunca había tenido…

A lo largo de la noche, entre risas Luis me advirtió que no me acostumbrara a lo bueno, se refería a que gracias a la pastilla que se había tomado logró empalmarse cuatro veces, se corrió tres, la cuarta vez estuvo jodiéndonos a Ana y a mi más de una hora pero él, aunque con su polla dura como un hierro, no logró correrse una cuarta vez. Fue la primera noche con ellos y al despertarnos tuvimos Ana y yo sexo oral casi una hora mientras Luis preparaba nuestro desayuno y ocasionalmente nos grababa en vídeo. Hablamos en el desayuno, Luis me iba a "joder" todos los días, pero evidentemente todos los días no podían ser como la noche anterior. Él se encargaría de dirigirnos a su mujer y a mi hasta que, según sus palabras, yo alcanzara el grado de "vicio y depravación" que ya tenía Ana y esperaba de mi. Volvieron a insistir si estaba preparada y de acuerdo con ello y al responder afirmativamente mi cabeza daba vueltas a muchas cosas: estaba decidida, caliente, deseando experimentar todo como había experimentado con Ana sorprendiéndome a mi misma por ello, pero no sabía hasta donde estaban dispuestos a ir ellos y si en algún momento llegaría a arrepentirme.

Era el martes tres de enero, hacía frío y Ana me prestó un abrigo de visón, debajo llevaba un body rojo y ella un bustier. Comencé a mojar en el mismo instante en el que me dijeron que salíamos así a la calle y aunque hacía frío la mañana estaba despejada y en el coche nos dirigimos a los jardines de Horta, donde está el laberinto. Eran poco más de la una del mediodía, no había mucha gente y Luis había llevado una cámara de fotos… era provocar, sin más. Luis nos hacía fotos con los abrigos entreabiertos lo suficiente para que aquellas personas que decidía Luis pudieran vernos o al menos intuir lo que llevábamos bajo los abrigos. Yo me encontraba tan libre y cómoda como si eso fuera algo que hiciera todos los días… Ana y yo nos tocamos y besamos en la boca en presencia de varias personas que estaban por los jardines. Evidentemente no pudimos quitarnos los abrigos para comer en un restaurante de la zona, supuestamente teníamos demasiado frío, aunque a lo largo de la comida uno de los camareros desde luego que fue consciente de lo único que llevábamos bajo los abrigos.

Luis tenía todo previsto, a las seis de la tarde era noche cerrada y a pesar de ser vísperas de Reyes a excepción del centro y zona de tiendas no había mucha gente por la calle; nos dirigimos nuevamente a la zona alta de la ciudad y entramos en una especia de bar, pub, discoteca… no sabría definirlo, ni siquiera decir la media de edad de la clientela. Había jóvenes solos y pandillas de ambos sexos que no superaban mucho los veinte años, hombres de mediana edad imagino que buscando alguna jovencita y parejas y hombres solos que se veía superaban mucho la sesentona… y prostitutas, brujeando al borde la larga barra del pub había no menos de media docena de mujeres que por su actitud y vestimenta no podía ocultar lo que buscaban y desde luego su profesión.

Fuimos al fondo, al extremo de la barra en una esquina que doblaba ligeramente y hacía un pequeño rincón desde donde se podía controlar casi todo el local. Luis no tardó en hacerse notar, con nuestras copas sobre la barra y las manos de Luis en la cintura de ambas besaba ahora a una de nosotras y segundos después a la otra… En no más de quince minutos éramos un grupo de siete personas charlando y riendo ostensiblemente: nosotros tres y cuatro hombres, dos de ellos de unos cuarenta y los otros dos superando la sesentena… Luis no se cortaba. a la hora de hablar, Ana era su esposa y estaba allí para jugar y disfrutar, en mi caso, estaba comenzando mi adiestramiento, era mi primer día y tanto él como su esposa estaban guiando mi camino…

Uno de los hombres pasó su mano abierta entre las piernas de Ana manoseando su coño y ella se limitó a suspirar dejándole hacer. Ese gesto animó a los demás, Luis me tomó de la mano y nos dirigimos al fondo del local seguidos de los demás, no se trataba de ningún reservado o cosa por el estilo, era simplemente un lugar al fondo del local con bastante menos luz que el resto… Ana llevaba un bustier con ligueros y eso suponía que su sexo estaba a la vista de todos, las manos de unos estaban en él y otras acariciando o magreando sus pechos a la vista mía y de Luis; éste comenzó a acariciar mis pechos y pasar su mano sobre mi sexo apartando levemente el body… uno de los hombres que nos acompañaban decidió que yo estaba más asequible que Ana acosada por los otros tres y Luis sin dejar de manosear mi sexo le dijo" estamos adiestrándola… puedes usarla si quieres "… el hombre comenzó a hacerme una paja maravillosa, la escasa las no permitía ver con claridad lo que estaba ocurriendo en aquel rincón de disco-bar pero las siluetas de las personas que allí estábamos si permitían adivinar lo que allí ocurría.

Yo estaba sentada en un sofá con Luis a mi izquierda y un hombre a. mi derecha moviendo su mano sobre mi coño con tal intensidad que comenzaba a revolverme en el sofá. En unos minutos estábamos rodeados de un grupo que impedían al resto ver lo que estaba ocurriendo, yo había cogido la polla del que me estaba masturbando y le masturbaba a él… en cuanto uno de los presentes se sacó la polla y comenzó a masturbarse los otros no tardaron ni cinco segundos en imitarle… en apenas quince minutos siete u ocho personas habían finalizado su paja corriéndose sobre mi; más que limpiar el semen de mi cuerpo y mi body lo estaba extendiendo, Luis se masturbaba casi violentamente y cogiéndome de la cintura hizo que me sentara sobre él… sentí sus huevos pegado a mi cuerpo y sus manos agarradas a mis nalgas me hacían subir y bajar sobre él con su polla metida hasta en fondo de mis entrañas, mientras lamía mi oreja me susurraba que estaba a punto de correrse, que era la mejor puta que había adiestrado nuca y sentí como otro se corría sobre mi espalda, Luis aflojó un poco, noté su mano agarrando fuertemente su polla cuando salió de mi y haciendo mover mis nalgas sentí como la enfilaba a mi ano… poco a poco le sentí entrar en él, estaba tan excitado que en apenas cuatro movimientos de mis nalgas sentí como se vaciaba en mi ano al tiempo que al menos otros dos se corrían sobre mi hombro y mi espalda… apenas descansamos tres minutos y salimos del bar buscando a Ana. estaba dentro del coche, en la parte trasera con dos jóvenes, Luis se sentó al volante y yo pasé atrás con ellos… uno de ellos me la metió mientras el otro follaba a Ana y Luis conducía despacio bajando de la parte alta de la ciudad…

Pasé seis noches en casa de Ana y Luis, seis noches y seis días, intensos, dedicaba al menos un par de horas al día a comer el coño de Ana; no solo la satisfacía a ella, aprendí a disfrutar de ello de tal manera que en alguna ocasión al sentir como alcanzaba su clímax llegaba también yo al mío. Y el sentirme o saberme objeto, sobre todo objeto de placer era en esos días algo inigualable para mí.

Sé que para muchas personas es algo incomprensible pero lo he disfrutado tanto o más que el sexo en sí. El cinco de enero estuvimos los tres en una fiesta particular que se celebraba en una nave industrial reconvertida en sala de fiestas; nos movimos por algunos bares de ambiente latino, comimos a base de tapas, luego entramos en una casa rodeada de un pequeño jardín; dentro un grupo de latinos charlaban entre ellos bebiendo, aunque siempre me despisto con la edad de esta gente no parecían muy mayores. Mayoritariamente eran bolivianos, aunque también había algún ecuatoriano. Ellas vestían tan provocativamente que en principio no llegué a tener claro si ejercían la prostitución o simplemente era esa su manera de vestir habitual.

A Ana y Luis los conocían sobradamente y en los primeros minutos me presentaron a tanta gente que olvidé sus nombres a medida que me los decían. Éramos un grupo de unas quince o veinte personas, los hombres tremendamente jóvenes y me cercioré de mi primera impresión cuando observé en dos ocasiones a dos parejas que tras hablar brevemente entre ellos se retiraban a otro lugar de la casa. Alguien comenzó a bailar o mejor dicho a contonearse alrededor de Ana y quitándose el abrigo bailó con él mientras Luis la observaba morbosamente.

Nadie se sorprendió de su semidesnudez y apenas tres minutos después me encontraba viéndola bailar desde una esquina de la habitación ataviada con mi body rojo y un joven detrás mío pasando uno de sus brazos por mi cintura apretándome contra él y haciéndome sentir como estaba de dura su verga pegada a mis nalgas… deslizó su mano entre mis piernas y sentí como apartaba ligeramente la tela de mi tanga y jugueteaba con sus dedos entre los labios de mi coño mientras pasaba la lengua por mi cuello. Me encontraba a gusto pero desconcertada. Todavía no sabia si era un lugar donde se reunían para tener sexo, una especie de club de intercambio de parejas o si no era mas que un sitio donde se ejercía la prostitución. Lo que si me sorprendía era que la gran mayoría de los hombres eran chicos muy jóvenes.

Se había sacado la polla y la metió entre mis piernas casi juntas…. se movía como si en realidad me estuviera follando y básicamente se estaba haciendo una paja frotando su polla entre mis piernas, sentí su aliento en mi cuello al tiempo que su caliente y pegajoso esperma se resbalaba entre mis muslos. Vi a Luis hablando con una de las mujeres y segundos después me hizo una señal con la mano para que me acercara a ellos, salimos de la casa y a través de un patio trasero entramos en otra casa parecida a ésta, pero se veía que estaba preparada para encuentros de sexo. Ana venía tras de nosotros acompañada de un joven que con toda seguridad no tenía veinte años.

Entramos en una habitación que ocupaba toda la planta baja de la casa y en la que había dos amplias camas bastante alejadas una de la otra y en uno de los rincones de la habitación colgado de unas cadenas un columpio con el asiento en piel o skay y dos reposapiés del mismo material. Había visto este tipo de columpio en un par de películas porno a las que me había aficionado en el último año y comencé a entender que previo a algún tipo de compensación era un lugar donde se facilitaban encuentros ya que en una de las camas había una mujer probablemente mayor que yo con un par de jóvenes también latinos.

Ana se había echado sobre la otra cama y sus muslos sujetaban o estrujaban la cara del joven que había entrado con nosotros y la estaba haciendo una lamida de coño magnífica a juzgar por los jadeos de ella; Luis me hizo sentarme en el columpio preguntándome si quería correrme como nunca lo había hecho. Evidentemente asentí y mientras me masturbaba metiendo sus dedos entre los labios de mi coño decía que lo de esa tarde formaba parte del proceso para pervertirme… Incorporándome ligeramente me desvestí totalmente y me recosté en el columpio mientras Luis colocaba mis piernas en el lugar adecuado dejándome medio recostada, con mis manos agarrando las cadenas que sostenía el columpio y totalmente abierta y ofrecida a él… volvió a acariciar mi coño, metió alguno de sus dedos, se inclinó para lamerlo y volvió a acariciarme mientras vi como entraba otro joven en la habitación y se dirigía a nosotros.

También se acercaron Ana y el joven que estaba con ella, el que acababa de entrar la besó en la boca mientras el que había estado con ella se colocó frente a mi en el columpio y tras lamer mi raja jugó con su verga frotando con ella mis labios vaginales, entrando ligeramente y volviendo a salir causándome unas sensaciones impagables. Ana se inclinó sobre mi y comenzó a lamer mis pechos, ¡Dios! era inigualable, antes de cerrar los ojos para dejarme llevar observé como el otro chico detrás de ella comenzaba a metérsela y sentí cuando entró en ella por el suspiro que dejó escapar al tiempo que succionaba uno de mis pezones. Nada más cerrar los ojos sentí como el otro joven entraba en mi… iba a ser el primero de una intensa tarde, me estuvo jodiendo ocho o diez minutos antes de que Ana, arrastrando los pies y enganchada al otro, se acercase a nosotros y se inclinara a comer mi coño mientras la follaban a ella.

La puerta se abrió, oí algunas palabras de mujer y de hombre, el joven que me había follado en primer lugar se acercó y puso algo pegajoso entre mis piernas… mermelada o yogurt, no supe que era y eso animó a Ana a mostrarse más hábil con su lengua en mi coño. Luego ocupó su lugar uno de los jóvenes y se fueron intercambiando varios minutos incluido Luis comiéndome el coño. Me corrí como una cerda en menos de diez minutos y fue entonces cuando Luis me colocó un antifaz de los que utilizas en los viajes para dormir evitando la luz. No protesté, al menos un par de minutos me mantuve expectante sabiendo que algo iba a ocurrir pero sin saber qué; y lo primero que sentí fue una húmeda lengua lamiendo mi coño, eran lengüetazos rápidos y que lamían casi a la vez mi coño y mi ano… era extraño, demasiado extraño pero estaba recibiendo unas sensaciones que no quería preguntar, simplemente comencé a mojarme y me dejé llevar.

Eran unos estímulos casi imposibles de soportar, todo el mundo soltó una carcajada al ver la expresión de mi cara cuando me quité el antifaz pero sin embargo Luis apuntó un "ya lo sabías o imaginabas, ¿eh viciosa?"… No se había apartado y de momento le dejé que continuara, era un bóxer que habiendo tomado confianza a ratos golpeaba suavemente con el hocico en mi pelvis… cada vez se movía más y Luis me dijo que si no quería llegar más lejos lo apartaba de mi. Efectivamente, el olor de mi sexo lo estaba excitando y comenzaba a mostrar el pene fuera de su funda y trataba de colocar sus patas sobre mi… Ana estaba en una de las camas en posición de cúbito supino y un joven la estaba montando mientras otra mujer al lado de ambos les miraba pajeándose supuse que esperando su turno.

Estaba tan atenta a Ana que ni me había enterado que otro joven se colocaba de pie entre mis piernas y comenzaba a rozar mi vulva con su glande, fue maravilloso sentirle entrar e iniciar un mete-saca que con mis jugos producía unos ruiditos como de chapoteo. Luis le advirtió que aguantara, que tratara de no correrse para hacernos gozar pero el joven siguió a su ritmo diciendo que íbamos a estar sobradamente servidas. No sabría calcular cuanto tiempo estuvo follándome sin pausa, salió de mi y comenzó a masturbarse hasta que eyaculó sobre mi vientre; como si no quisiera dejarme enfriar Luis comenzó a masturbarme pero entró otro joven en la habitación totalmente desnudo y empalmado; fue como el inicio o el toque de salida para todos porque en unos minutos había en la habitación al menos un decena de jóvenes machos y dos mujeres de unos 40 años que se colocaron sobre las camas dispuestas al sexo.

Me penetró el primero que había entrado, me estuvo culeando varios minutos y sin llegar a correrse salió de mi para dejar el puesto a otro… oía jadear a Ana y decir palabras inconexas pidiendo que no parasen y dando gracias… el que había salido de mi me preguntó si me gustaba recibir en la boca, me limité a sonreír y se masturbó casi violentamente. En menos de dos minutos comenzó a eyacular sobre mi cara y le busqué con mi boca para recibir su corrida en ella. Regresamos a casa a eso de las once; no estaba segura pero pensaba que me habrían penetrado unas seis o siete veces. No estaba muy cansada e incluso pensaba que me hubiera gustado estar más tiempo pero los chicos, al menos con los que estuve yo, no aguantaban mucho tiempo dentro sin correrse.

El día de reyes caía en viernes y tenían toda la semana de vacaciones, nos levantamos tarde, la boca de Ana hizo una limpieza de mi coño que por un momento pensé que sería innecesario ducharme. Estábamos desayunando en la cocina y entre un café y otro surgió la conversación sobre la tarde anterior; Luis dijo no sorprenderse de mi reacción al ver a Ron, el bóxer que me había hecho correr lamiendo mi raja. Decía estar seguro de que yo era más viciosa que Ana, su mujer, y ésta me preguntó tras llevar algunos minutos de conversación sobre el animal si me gustaría probarlo…

Yo estaba entendiendo perfectamente lo que quería decirme pero evidentemente no quería entenderlo o al menos darles muestras de que lo estaba haciendo pero lo cierto era que volvía a mojarme. Finalmente fue Ana la más directa, me dijo que había follado tres veces con Ron y que sin ser algo para repetir frecuentemente sin duda era una experiencia inigualable. No son los treinta o cuarenta minutos y a veces más de mete-saca constante y sin parar, decía, es que continuamente está corriéndose y esa sensación no te la va a dar ningún hombre… tampoco es el tamaño de la polla, decía, será como la de Andrés poco más o menos, es cuando saca su bola y te engancha… eso tampoco te lo da un tío…

Este tipo de conversaciones me pone muy perra, estábamos los tres desnudos y por supuesto Luis empalmado, me levanté para servirme otro café y Luis, como si estuviera esperando ese momento se levantó a continuación, pasó su brazo por mi cintura y sujetando su polla con la otra mano se metió dentro de mi… ¡joder! fue intenso, estuvo jodiéndome un par de minutos como si no hubiera un mañana, antes de llegar a correrse salió de mi, tampoco yo llegué al clímax pero fueron dos minutos intensos. Ya me he acostumbrado (es más lo deseo) a estas situaciones en estos siete años; me refiero a un polvo de dos/tres minutos, dicho así parece que una se queda mal pero no…

Ocurre siempre cuando pasas un fin de semana completo en casa de alguien con otras seis o incluso diez o doce parejas más y algunos hombres solos, todo el mundo, ellos, procuran reservarse lo más posible para mantener el ritmo pero tratando de disfrutar al máximo. En reuniones de fin de semana, 36 o 48 horas de fiesta en casa de alguien estamos todo el mundo desnudos y disponibles para cualquiera la mayor parte del tiempo, raramente, sobre todo las mujeres, nos negamos a una relación rápida y ellos tampoco quieren quedarse sin fuelle a las pocas horas de llegar así que cuando una de nosotras dice o piensa que has echado siete polvos o se la han follado siete nos referimos a las veces que nuestra pareja, acompañante o compañero de juegos se ha corrido con una de nosotras durante la penetración.

En realidad, aunque apenas hayan sido dos o tres minutos todos los asistentes te han penetrado más de una vez. Trataba de calcular mentalmente… ¿cuántas veces me la habían metido? Decidí pensar que cuantas veces se habían corrido dentro de mi con condón o sin él en el caso de Luis… al principio me parecían exagerado mis cálculos y comencé a tirar hacia abajo pero por mucho que quisiera pensaba que serían no menos de 45 0 50… si, muchísimos. Pero si pensaba en las mamadas, las veces que se habían corrido masturbándose sobre mi cuerpo o que me la habían metido unos instantes sin llegar a correrse… pudieran ser más de cien…

Cuando regresé a mi casa el domingo me consideraba una mujer diferente y nueva, en algunos momentos durante el viaje pensaba si estaba actuando bien o si esto que había hecho a lo largo de la semana era lo que realmente quería hacer y me satisfacía. Con Ana y Luis había conocido a muchas personas de mi misma escala social y cultural que estaban en ese ambiente y disfrutaban sin cuestionarse nada e incluso algunos de ellos sin importarles que pudieran enterarse de sus actividades en su entorno social. Repasaba mentalmente los amigos que tenía en la ciudad donde vivía y me preguntaba si realmente me importaba lo que ellos pudieran opinar de mi sobre todo cuando me había estado planteando años atrás, incluso estando todavía casada, que cuando llegara el momento de mi jubilación posiblemente me fuera a vivir a alguna ciudad al sur. Bueno, en esto pensaba en las horas del viaje de regreso llegando al convencimiento de que en realidad nunca lo había pasado tan bien ni había disfrutado tanto como la semana pasada en Barcelona.

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