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La primera vez de Rosa
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola, me llamo Carmen y este es mi primer relato y espero les guste, más adelante iré publicando más.

Desde los 18 años que me declaré formalmente lesbiana y he vivido sola una gran parte de mi vida, por mi alcoba han entrado y salido muchas mujeres pero hoy les contaré sobre Rosa la única mujer de la cual me he enamorado completamente y en su momento lo llegué a dar todo por estar a su lado.

Rosa y yo nos conocimos trabajando juntas, ella era una morena de pelo castaño de aproximadamente 1.65 de estatura y algo gordita como me gustan a mi, para ese entonces ella tenía 38; ella es de esa clase de mujeres que les gusta tener la atención de los demás por su bello cuerpo y su inteligencia que deja boquiabierto a más de uno. Desde el primer momento que comenzamos a hablar hubo una muy buena química como jamás la había tenido con absolutamente ninguna chica antes, siempre esperaba la hora del almuerzo para hablar con ella y así irla conociendo cada vez.

En nuestras largas conversaciones hablábamos de política, religión, deportes, de absolutamente todo y aprovechábamos de chismear sobre lo que ocurría en el trabajo, cada día que transcurría nos íbamos volviendo muy buenas amigas y mi sentimientos por ella iban cada día iban creciendo, al punto que siempre que cobraba le obsequiaba chocolates y rosas; algo que a ella al inicio le parecía raro hasta que después con la frecuencia de los regalos empezó a ver normal.

Un vienes en nuestra hora del almuerzo le pedí que fuéramos a una tienda por departamento que estaba muy cerca del trabajo para comprar algo de ropa interior ya que con tanto trabajo llegaba bastante exhausta del trabajo y casi no me daba tiempo de lavar mi ropa. Al entrar una hermosa joven muy amablemente nos atendió, y nos preguntó en qué podía ayudarnos a lo cual yo le respondí que estábamos buscando algo de ropa interior para mí. La chica muy atenta nos dirigió a la zona donde está la ropa interior y empezamos a ver, le pedí a Rosa que me ayudara a escoger algo bonito y se puso a buscar.

Enseguida vi una tanga que me encanto demasiado y era de mi talla, para mí es algo difícil encontrar algo que me guste y que me quede ya que al sufrir de sobrepeso se limitan algunos diseños yo soy algo selectiva con mi ropa ya que si compró algo es porque me encanta. Cuando busco a Rosa para mostrarle la tanga ya ella venía con unos modelos que tan bien estaban bien lindos, después de pagar le pregunté a Rosa si le había gustado mis selecciones y me dijo que si, que me vería demasiado sexy, lo cual me sorprendió bastante ya que era la primera vez que mi amiga me decía algo así, mientras caminábamos a nuestro lugar de trabajo empecé a acariciar su mano sutilmente y ella simplemente sonreía y pude notar como poco a poco su vellos se erizaban con cada caricia, le pregunté si podíamos caminar tomadas de la mano hasta la entrada del trabajo, lo cual accedió algo nerviosa.

Al llegar al trabajo ella se fue a su oficina y yo empecé a hacer mi recorrido correspondiente por las instalaciones para chequear que todo estuviera en orden, durante las próximas horas no nos perdíamos de vista, algo muy poco común ya que suelo ser muy enfocada con mi trabajo pero esa vez era diferente. Al salir le pregunté si me quería acompañar a comer unas hamburguesas ya que tenía bastante hambre por el largo turno y me dice: ¡Claro que sí mi amor! Eso era algo demasiado raro en Rosa, ya que era la primera vez que me llamaba mi amor.

Pedimos un taxi y mientras íbamos en la ruta ella se me acerca y me pregunta: ¿Carmen te puedo hacer una pregunta? Yo: claro cielo dime. ¿Tú eres lesbiana cierto? Me quedé en estado de shock, ya que era la primera vez que me hacía tal pregunta, siempre solíamos hablar de sexo pero jamás me había preguntado sobre mi sexualidad, yo muy nerviosa le respondo que si, que siempre me habían gustado las mujeres y jamás había estado con un chico. Ella lentamente se me acerca y me susurra al oído- porque no vamos a tu casa y hablamos más del tema. Eso me calentó bastante y enseguida le dije al taxista que mejor nos llevará a mi casa.

Al llegar ella tomo mi mano fuertemente y entrando sin encender las luces ni nada se abalanzó sobre mi y me dio un beso, yo le seguí y empecé a besarla con mucha pasión la tomé por sus nalgas y le dije: no sabes cuántas veces había soñado con este momento, a lo que ella responde: yo también, siempre supe que eras lesbiana, y poco a poco me empezaste a gustar.

No le quise preguntar sobre su sexualidad para no dañar el momento, al llegar a mi habitación le desabotone la camisa y empecé a besarla por todo el cuello, ella no dejaba de besarme y noté como empezó a gemir fuertemente, nos desnudamos y pude ver una vagina algo velludita pero muy gordita y rica, la cual empecé a lamer sin parar y mientras lo hacía ella colocaba sus pies sobre mis hombros, era exquisito ver cómo temblaba y como me hundía mi cabeza en su vagina y me pedía que no me detuviera, sus fluidos eran dulce néctar para mí, al cabo de un momento me acerco a sus tetas y empecé a lamerlas y Dios que pezones más más ricos y duros, eran divinos y a ella le encantaba podía verlo en su mirada, después de disfrutar de sus tetas le di la vuelta busque mi arnés para colocármelo y empecé a penetrarla, sus gemidos eran muy fuertes, eran una maravilla de mujer, se movía como ninguna, y a mi me encantaba complacerla.

Después de penetrarla me quite el arnés y pícaramente le dije: ahora te toca a ti, le acerque mi coño a su boca y empezó a lamerlo como jamás me lo habían hecho antes, era algo inexperta pero sabía cómo producirme placer, yo empecé a temblar como loca era demasiado rico, jamás me habían lamido como lo estaba haciendo rosa esa vez, ella subió hasta mi pecho y empezó a jugar con mis pezones y lamerlos mientras hablábamos.

Me comentó que hacia un par de días había dejado a su marido porque le descubrió unos mensajes con una chica, también me comentó que ella era bisexual pero que jamás había pasado de unos besos con una chica, me sentí súper feliz de ser su primera vez, ella no sabía que había pasado, que solo se dejó llevar, pero que desde que estábamos en la tienda no dejaba de imaginarse estar conmigo. Nos arropamos y dormimos juntas como novias, esa sería la primera de tantas noches a su lado…

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