Mi madrastra siempre me pareció una auténtica potra, con ese enorme culo, que apenas le entra en los jeans y pantalones, esa cola fue deseo de muchas de mis pajas, hasta que pude probarla y deleitarme con ella, o con sus nalgas.
Soy Adam, tengo 30 años, mis padres son separados, mi trabajo queda un tanto cerca de la casa de mi padre así que suelo visitarlo de forma más frecuente. Ha habido ocasiones en las que cuando lo visito no está él y me recibe su novia, con la cual llevarán unos 6 años de relación.
Ella por los años y el cariño me trata casi como un hijo, más sin embargo siempre ha sido objeto de deseo y morbo para mí, y al parecer también en parte, para ella. Tiene 48 años, una mujer muy potra, piernuda y un culo que difícilmente le cae en pantalones normales, sus tetas un tanto caídas por la edad, y unos pezones que en casa se le logran transparentar, me dejan una deliciosa imagen de su cuerpo.
Todo comenzó cuando llegó el verano, a veces me suelo duchar en la casa de mi padre, dejo la puerta junta del baño y luego solo salgo con toalla, mi madrastra un par de veces me vio y al principio solo disimulaba o me sonreía, mi verga se suele marcar y su mirada a menudo se iba hacia abajo, o a mis pectorales, que sin ser el hombre más trabajado del gym, me mantengo en constante ejercicio.
Esa tarde calurosa para variar o para mi suerte, mi papá estaba en el banco, haciendo diligencias y giros de dinero por un viaje que harían los dos de vacaciones, yo me había ido a tomar un baño para refrescarme, pero cuando salí de la ducha, vi que en el cesto de la ropa sucia habían unos calzones muy lindos de color blanco, sabía que eran de ella y los tomé.
Comencé a oler y a sentir el rico aroma y fragancia de toda la concha y lo que era mi mayor deseo, el rico aroma de ese enorme culo de mi madrastra, mi verga quedó como un palo y me toque con ellas enrollándolas en todo mi tronco hasta casi venirme, pero preferí volver a dejarlas ahí para evitar mancharlas.
Mi madrastra pasó por fuera del baño, noté que se me quedó viendo unos segundos extras antes de seguir hacia la cocina, yo llevaba la verga erecta, y con la toalla salí hacia la cocina también a dejar preparado una merienda antes de cambiarme de ropa, en ese momento veo a mi madrastra con una falda corta de textura de jeans y sus piernas muy relucientes, una blusa blanca transparente y sin brasier mirándome fijamente en la puerta de la cocina.
Se me acercó y me dijo al oído sé qué has estado oliendo y tocándote con mis calzones en el baño, me causó un poco de nervios e incertidumbre pero para ser honesto intuí que si me había visto, pero el escuchar decírmelo en el oído me dio un golpe de adrenalina. Al momento en el que le iba a responder ella solo me dijo shhh, silencio, me gustó lo que vi, pero esto no puede salir de aquí o tu papá nos echa de la casa a los dos.
En ese momento ella comenzó a tocarme la verga por encima de la toalla que llevo puesta, sus manos maduras con esas uñas bien arregladas me provocaron agarrar firme su brazo, hacer que mi toalla cayera al suelo y dejar todo mi palo parado, ella me mencionó lo delicioso que se ve y comenzó a hacerme la paja de mi vida al tiempo que nos empezamos a besar con lengua.
Debo admitir que sus besos son muy morbosos y ricos, su lengua la sabe mover muy bien en mi boca, me gusta oírla suspirar, sentir que gime suave, mientras que mi corazón palpita a mil de la adrenalina, mientras con mi mano le voy acariciando sus nalgas por encima de la falda, puedo notar como ella comienza a agitarse.
-Qué me quieres hacer? Qué te gustaría hacerme hijo?
Me preguntó mi madrastra, esa forma y tono en como me lo decía solo hizo que me mojara aún más. Le dije que quiero probarle ese rico culo enorme que tiene, así que la tomé de los brazos y se los puse en la cocina mientras yo me pongo a sus espaldas.
Comencé a subirle la falda, ella tuvo que ayudarme a hacerlo con sus manos hasta que rebotaron y salieron esas dos enormes nalgas a mi vista, mi respiración se cortaba y mi boca se secaba de la calentura que sentía. Un rico tangas negro metido en el culo podía verle, junto a esas blancas y paradas nalgas con varices, rápido me puse de rodillas y comenzaba a estrujarme con mi cara.
Dale besitos y…
-Muérdeme hijo, pásale esa lengua a mi tanguita y pon tu nariz en medio para que me puedas oler todita.
Me decía mi madrastra, yo del placer y el morbo jugueteaba con mis labios y mi lengua en sus nalgas, dejándoselas bien besuqueadas, le pedí que se abriera el culo con las dos manos y ese rico aroma a su orto me causó una semi sensación orgásmica, le corrí el tanga hacia un lado y mi lengua entraba dentro de su cola, con un sucio y delicioso sabor, mis manos temblaban de placer al tiempo que se las agarraba y les apretaba esas nalgas, sentir y saborear ese orto arrugado y marroncito me provocaba unas ganas de estar dentro de ella como nunca antes.
-Quiero sentirte dentro de mí, dentro de mi cola, párate, ponte de pie -me decía ella.
Yo me pare y mi verga la presione dentro de sus nalgas con mucha saliva, intentando que entrara en su cola ella se agachó un poco más y se escupió dos dedos, se los metió en el orto y se le dilato un poco más, luego se llevó esos dos dedos a la boca, para posteriormente llenarlos de saliva y tocarse su propio clítoris.
Poco a poco mi verga comenzaba a entrar, sentía que iba a explotar de placer, su orto arrugado y marrón se sentía muy mojado ahora pero estaba apretado, ella se succionaba y contraía sus músculos del ano, entonces toda la cabeza entró.
-Qué rico tener tu verga en mi cola hijo -me decía mi madrastra.
Yo muy caliente me movía rápido hacia adelante intentando meterlo más adentro, notaba cómo le dolía pero lo disfrutaba, muévete fuerte, quiero que me dejes la cola abierta, me seguía diciendo ella, al tiempo que mis manos se fueron a su blusa por debajo, y le agarré firme sus tetas, sentirlas todas caídas y un tanto arrugadas me causaba mucho más placer, sus pezones estaban muy duros, apenas me creía tenerlos en mis manos.
Ella toda empinada hacia atrás y yo dándole duro me hacía escuchar el rico sonido del choque de sus enormes nalgas en mis caderas, una de mis manos se fue a su cabello, se lo tiré hacia atrás mientras le mordía el cuello.
-eso hijo, así es como se coje un culo maduro, muévete fuerte, así de rico, sigue, sigue hijo, que placer escuchar mis nalgas como te chocan -me empezaba a decir mi madrastra.
De pronto ya no daba más del placer, mi respiración estaba muy agitada, mi verga muy adentro de su ano y muy apretada, mi leche quería salir a chorros, me acerque a su oído y le dije que quería correrme en su boca.
-Claro que sí hijo, ve sacándome tu verga despacio para darme vuelta y probar el rico sabor de mi culito y tu verga para que te vengas en mi lengua y mi boca -me dijo mi madrastra.
A medida que mi verga salía, su expresión era de algo de dolor y placer, ella continuaba tocando su clítoris, notaba que estaba muy mojada. Una vez que salió todo, vi su enorme culo abierto, dilatado y rico, como un desesperado me agache a lamer todo ese agujero y meter por dentro mi lengua y moverla, disfrutarme del rico sabor de su culo madurito y el rico y morboso aroma de éste.
Rápidamente ella se dio vuelta y nos dimos un beso con lenguas.
-mmm que rico sabe mi culo a través de tu lengua hijo, te gusta?
-Claro que sí -le respondí al tiempo que le subía toda la blusa y comenzaba a bajar con mi boca y succionar esos ricos pezones marroncitos, me los metí todos a la boca y se los escupí.
A medida que yo me seguía pajeando, me di un tiempo de lamer su clítoris de rodillas, su conchita estaba muy mojada, un poco velluda, corriéndole el tanga hacia un lado me estrujaba con mi cara, sentía lo mojada que estaba, y el rico sabor de sus fluidos en mi lengua, ese aroma a concha madura me enloquecía de placer, mi lengua entraba y se la besuqueaba como si fuera su propia boca, ella me agarraba de la cabeza con sus manos y cerraba los ojos.
Mi verga ya iba a explotar y le pedí que se agachara rápido, ella se puso de rodillas, yo me pare y comenzó a chuparme la verga muy vigorosamente.
-Dame leche hijo, quiero sentir tu lechita caliente en mi boca, dámela, déjamela en toda mi lengua.
En ese momento mi verga explotó de placer, un chorro de leche salió y comencé a correrme en toda su boca, su lengua, y su cara, ella iba tragándose al tiempo, lo mucho de leche que me iba saliendo.
-Eso hijo que rica leche y con el rico sabor de mi culo mezclado, sigue así, me la voy a tragar todita, que delicia tu leche calentita -me decía.
Ella seguía esperando toda la leche hasta que me vacío por completo, con sus dedos se los pasaba por la cara buscando más rastros de mi leche para meterlos a su boca y tragarse todo sin dejar rastros.
De pronto sus manos se fueron a su conchita y comenzó a tocarse muy rápido, cerró sus ojos y comenzó a venirse de una manera muy deliciosa y morbosa.
-ayy que rico, ayy sí, qué placer, uyy qué rico imaginarte dentro de mí, hijo.
Pude darme cuenta qué se había corrido y que sus dedos quedaron llenos de sus fluidos, fue un auténtico espectáculo verla acabar y verle su carita arrodillada.
Una vez que acabamos por completo, se volvió a poner de pie, nos besamos muy rico unos minutos, compartiendo parte de mi propia leche y el sabor de su orto con nuestras salivas, ella volvió a acomodarse su falda y su blusa y yo me puse la toalla para irme al cuarto a ponerme la ropa, quedamos muy agitados.
-Hijo ya se hace tarde, tu papá podría llegar en cualquier momento, es mejor que cada uno siga en lo suyo -me decía mi madrastra.
Yo le sonreí y le dije que había sido mi mayor fantasía hecha realidad, ella me dijo que se volvía a sentir una mujer deseable y que quería que volviéramos a hacerlo en otro momento después de las vacaciones cuando llegaran, y así fue como sucedió, pero ese relato lo dejaré para otro momento.