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El secreto de mi hermana (tercera parte)
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Me dolía la espalda, ya no podía encontrar una posición cómoda para seguir escondido bajo la cama de mi hermana.

Cuando la descubrí tomándome fotos, honestamente no sabía que hacer o qué pensar. Estaba emocionado y tenía miedo a la vez.

Intenté hablar de eso con mi amigo más cercano, pero sabía que me etiquetaría de loco o enfermo. Quería gritarlo, pues era una sensación tan genial que quería compartirlo con todos.

Amigo lector, te agradezco el tiempo que me prestas al descubrir conmigo el secreto de mi hermana.

11:40 y… p.m.

El frío del suelo me estaba congelando la espalda, tan solo esperaba una oportunidad para salir de ahí.

Mi hermana tomó el bóxer que tenía escondido y lo llevó con ella a la cama, escuché su pantalón rozar su piel al quitárselo. Milagrosamente dejé de sentir frío el cuerpo, ahora, un calor tremendo me recorría de pies a cabeza. Escuché como olfateaba algo, podía escuchar sus pies presionar la cama. No hubo mucho que escuchar por los próximos 5 minutos, pero después de eso, pude escuchar unos delicados gemidos. Sonaba hermoso y tierno a la vez.

Comencé a escuchar una especie de crema, creí que mi hermana se estaba colocando crema en las manos o algo así, pero tomó el rollo de papel higiénico y cortó un pedazo. Sabía que se estaba limpiando algo de entre las piernas. Gemía mientras pasaba el papel por ahí. Sin esperarlo, arrojó el papel bajo la cama. Casi casi le digo “gracias, hermana".

Cuando vi el papel caer, el corazón se me aceleró. Ocho segundos después, otro papel cayó bajo la cama.

Tomé uno de ellos, estaba completamente húmedo. Sin pensarlo lo llevé a mi nariz e inhalé profundo. Nada se compara con aquel delicioso y excitante olor.

Ya había tenido la cara entre las piernas de mi “casi algo", pero esto era diferente. Mi hermana olía delicioso. Aun lado de que era mi hermana, eso lo hacía más placentero, sabía que era algo prohibido, estaba listo para pecar.

Cuando por fin terminó de limpiarse, subió su ropa interior y su pantalón y se levantó. Abrió la puerta de su recámara y fue al baño.

Tomé el otro papel y salí de mi escondite, miré la cama de mi hermana y sí, ahí estaba mi bóxer también húmedo, luego de que mi hermanita se divirtiera con él. Me dirigí a mi habitación y cerré la puerta con llave.

Estuve alrededor de una hora jugando con aquellos papeles que mi hermana había arrojado bajo su cama.

Durante las próximas dos semanas no hubo nada interesante, pero después de ese tiempo, mi prima me añadió a sus amigos en Facebook. Al día siguiente, de camino a la universidad, me encontré con ella. Al principio no la reconocí, tengo problemas de vista en el ojo derecho y no le gusta usar lentes en la calle, así que me dí cuenta que era ella hasta que se detuvo frente a mí y me cerró el paso.

Algo que siempre odié de ella fue su escándalo para hablar. Hablaba y reía tan fuerte y sin ningún recato, que todos en la calle la volteaban a ver. Incluso a mi hermana eso le molestaba también.

Ese día no fue la excepción. Se detuvo frente a mí impidiendo que siguiera caminando.

—Holaaa, primo.

Me habló con un tono de burla.

—Hola.

Le respondí mientras entrecerraba los ojos para ver bien quien era.

Hacía preguntas tan obvias que me daban ganas de ignorarla y seguir caminando, pero podía ver que ahora me miraba diferente. Su mirada iba dirigida hacía mi pantalón.

Si fuera un descarado ya le habría propuesto ir a algún motel. Después de todo, su esposo estaba de indocumentado en Estados Unidos, y ella, bueno, ella estaba sola en su casa.

Su piel parecía brillar con el Sol. Era como un planeta reflejando aquella luz de esa estrella. Su piel morena se veía bastante bien. No dejo de odiarla, pero admito que es bastante linda.

Cuando por la noche llegué a mi casa, mis padres no estaban. Me encontré con mi hermana en la cocina, la saludé y subí a mi habitación. Dejé la mochila en mi escritorio y me tiré en la cama. Estaba tan cansado que sin sentir me comencé a quedar dormido. Fue ahí cuando un empujón me despertó por completo. Mi hermana había entrado a mi cuarto y se había ido sobre mí.

Admito que sí quería, pero no era forma de pedirlo.

Mi hermana comenzó a forcejear conmigo, y yo intentaba detener sus manos. Ya se me estaba poniendo duro, fue ahí cuando mi hermana rozó su mano con él y al parecer sí lo sintió.

Yo me hice como que no me di cuenta, y seguí peleando. Aproveché y “sin querer" toqué uno de sus pechos. Fue ahí cuando se me quedó viendo fijamente a los ojos.

En ese momento el claxon de la camioneta de mis padres nos interrumpió. Habían llegado y tenía que ir corriendo a abrir la cochera.

Al subir, mi hermana ya no estaba ahí.

Después de hacer algo de tarea, me fui a bañar y llevé conmigo los recuerdos de mi hermana.

Al llegar, quité mi almohada para prepararme para dormir, y me quedé sin palabras. Mi hermana había dejado una de sus bragas debajo de mi almohada.

No sabía que hacer, si no decía nada y me quedaba con ella, podía ser una trampa para agarrarme y etiquetarme de depravado. Podía ir al cuarto de mi hermana en “Modo serio" y pedirle explicaciones como si yo fuera un santo recién bajado del cielo que no sabe nada sobre el incesto. O podía simplemente actuar como si todo fuera una broma y hacerme el tonto.

Después de sentir aquella tela, después de oler y tenerla en las manos, fui hacía la habitación de mi hermana, pero no estaba.

Cuando regresé a mi cuarto mi hermana estaba dentro y sentada en mi cama. Yo tenía sus bragas en las manos y me quedé helado y sin poder moverme.

—¿Te gustó tu regalo? Te lo manda tu prima.

—¿Qué?

Solo contesté eso. No sabía que otra cosa decir.

Mi hermana se levantó y caminó hacía mí.

—Mi prima quiere hablar contigo, me dijo que te diera eso. Que lo disfrutes.

Caminó hacía la puerta y la cerró después de salir.

Seguía sin poder moverme. Mi hermana, la que hace unos momentos parecía feliz forcejeando conmigo, ahora parecía odiarme.

Al menos ahora podía quedar en algo con mi prima. Que recalco, la odio, pero me pone loco.

Al día siguiente, buscaba una escoba para barrer mi habitación, y al entrar a la habitación de mi hermana me encontré con su celular conectado a un enchufe y desbloqueado. Sin pensarlo dos veces lo tomé y abrí su conversación con su prima.

No podía creer lo que estaba viendo. Las supuestas bragas de mi prima no eran de ella, eran de mi hermana. Las dos seguían conversando sobre mí, y mi prima le dió la idea a mi hermana para que dijera que aquellas bragas eran de ella, de mi prima, y no de mi hermana. Todo esto para luego preguntarme qué cosas había hecho yo con ellas.

Ahora sí, tenía que hacer algo para que mi hermana me confesara todo eso. Todo lo que hacen ella y mi prima.

Salí de su habitación y fui a la mía.

No sé de qué manera hacer que mi hermana caía sola en su juego.

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