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Fantasía en la Cordillera
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Hola a todos, soy nuevo en la página y este será mi primer relato, espero les guste. Empiezo por presentarme, mi nombre es Frank, tengo 43 años, vivo en Chile hace ya varios años, pero de nacionalidad colombiana.

Soy separado, padre de un niño. Les contaré una fantasía que tuve hace poco entre dormido y despierto, aun hasta hoy no sé si fue un sueño o una fantasía creada por mi mente.

A finales de octubre se cumplirá dos años de conocer a Martina, debido a mi trabajo me enviaron cubrir una sucursal diferente a la mía, ella es la encargada de recibir los pedidos de la sucursal y revisarlos, yo era su jefe en ese momento pero en otro relato les contaré los pormenores de cómo nos conocimos y empezamos a salir.

La cuestión es que hace poco Martina tuvo un turno nocturno, un inventario, del que salía tarde del trabajo, yo estaba pendiente que me escribiera cuando llegara a casa para saber que había llegado bien.

Esa madrugada desperté a las 5 de la mañana, miré el teléfono y vi su mensaje avisando que se quedaría en casa de su mamá, ya que inicialmente se quedaría donde una prima cercana al trabajo. Vi el mensaje medio dormido, me tranquilizó saber que estaba bien y traté de seguir conciliando el sueño.

Justo esa noche recordé que había un lugar en la cordillera cerca de la ciudad que me gusta ir mucho a desconectarme del stress de la metrópolis y que hacía mucho tiempo no iba, así que de pronto empecé a divagar en mi mente estar en ese lugar con Martina en una tarde de primavera.

Estábamos a la orilla de un rio, había que bajar por la carretera por un camino empinado, casi un barranco en el cual hay varios senderos, sostenía a Martina de la mano para que no resbalara. Martina llevaba un vestido de flores suelto hasta la rodilla, -yo se lo había pedido así-, anticipando nuestras lujuriosas intenciones.

Llegamos hasta la orilla del rio donde había grandes rocas y una pequeña planicie donde extendimos una manta, nos recostamos en el suelo a escuchar el sonido del rio pasar entre las rocas.

Había algunos otros visitantes que también disfrutaban de la tarde de primavera, pero cada quien en lo suyo. Después de unas cervezas la naturaleza hizo efecto y Martina me pide buscar un lugar donde orinar.

Obviamente no había baños en el lugar, así que debíamos buscar un lugar entre los matorrales, lejos de los ojos curiosos de las demás personas del lugar.

Subimos un poco por el sendero donde habíamos llegado, nos salimos del camino hasta una gran roca rodeada de matorrales y arboles grandes. Nos ocultamos detrás de ella mientras Martina desocupaba su vejiga yo hacía guardia por si alguien venía, pero me di cuenta que ese lugar estaba muy alejado de los demás y que era poco probable que alguien se acercara.

Vi a Martina subir su pantaleta y recostarse en la roca sin intenciones de irse aún, y ya sabía lo que eso significaba, me acerque, la tomé de la cintura y nuestras bocas se juntaron en un beso, nuestras lenguas se acariciaban intensamente mientras metía mis manos bajo su vestido y apretaba sus nalgas con mis manos.

Sentir la piel de su culo en mis manos me ponía muy arrecho en ese momento, el culo de Martina era grande, voluptuoso, como me encantan a mí, solo verla en su trabajo con pants apretados, mirar cómo se le veía ese culo rico y apretado me ponía muy caliente.

Besaba su cuello, mordisqueaba su oreja, sentía el aroma de su cuerpo, de su sudor. Martina pasaba su mano sobre mi pantalón y podía sentir cuan dura me había puesto la verga en ese momento.

Después de unos minutos así, le hablé al oído:

-Quiero comerte la panocha, quiero chupártela toda.

-mmmm que rico, hazlo… méteme la lengua bien adentro.

Me agaché justo frente de ella, le saque la pantaleta, la que llevé a mi nariz y aspiré tan profundo para quedarme con el recuerdo del olor de su panocha…

Se sentía tan delicioso su aroma, me ponía cada vez más arrecho. Subí una de sus piernas sobre mi hombro y quede cara a cara –por decirlo así – con su rica vulva, sus labios ya estaban mojaditos de sus fluidos, se veían carnosos, provocativamente exquisitos… metí mi nariz primero entre sus labios para volver a sentir su aroma y luego abrir mi boca y meter ambos labios en ella, como si quisiera tragar toda su panocha de un solo mordisco.

Al morderla sentí como se estremeció de placer, me tomó la cabeza con sus manos y apretó mi cara contra su entrepierna mojándomela toda de néctar delicioso, con mi lengua saboreaba su clítoris, su vulva para luego meter mi lengua dentro su vagina y lamer todo su sexo.

– Sí que rico mi vida… cómetela toda así… no pares que me vengo- murmuraba Martina, mientras disfrutaba del delicioso manjar que tiene entre sus piernas.

Sin darle tiempo a respiro, le doy vuelta para quedar con su enorme y exquisito culo frente a mi…empiezo a lamer su nalgas, -el sentir su suave piel al pasar mi lengua es tan placentero-, las mordisqueaba mientras con mis dedos acariciaba su vulva y los introducía en su vagina para masturbarla suavemente.

Sentía como en mi mano chorreaba a borbotones del néctar que salía de su panocha mojadita, mientras Martina movía sus caderas al ritmo de mis dedos en su conchita.

En ese momento sentimos una rama romperse al paso de una persona…

nos quedamos congelados, me levanto, y abrazados nos quedamos pegados a la roca. – Nuestras miradas se cruzaban y nos reíamos en silencio de la deliciosa travesura en que estábamos envueltos- al sentir que ya no había nadie cerca y con la adrenalina en nuestra sangre de la posibilidad de ser descubiertos nos excitó mucho más.

Volvimos a lo nuestro, me agaché rápidamente, la separé un poco de la roca, Martina se inclinó hacia adelante –sabiendo exactamente cuál era mi próximo objetivo- ella misma con sus manos separó sus nalgas y dejó al descubierto ese exquisito culo que tanto deseaba comerme, ese pequeño agujero del placer tan delicioso de Martina..

Lo escupí con mucha saliva y pase mi lengua alrededor de su chiquito, sintiendo como se contraía y dilataba al pasar mi lengua, empecé a recorrer cada resquicio entre sus nalgas de abajo a arriba, una y otra vez mientras Martina bajaba y subía su culo para sincronizarlo con el movimiento de mi lengua, como si de un ballet erótico entre su culo y mi boca danzaran.

Martina Tomaba mi cabeza con fuerza en sus manos y me apretaba la cara contra su culo, sentir el sabor de su panocha y su culo restregarse en mi cara era muy excitante, en ese punto mi pantalón estaba que explotaba, mi verga pedía libertad, salir de su prisión de lo erecta que Martina me la ponía. Sentir el sabor y aroma de su culo me prendía más y más… hasta que escuche que Martina me dijo:

– Ven. Ahora me toca a mí, sácate la verga que te la voy a mamar. A lo que yo respondí.

– Que rico, quiero que me mames hasta los huevos, trágatelos.

Ahora fue mi turno recostarme en la roca, Martina saca mi cinturón, baja mi pantalón y acariciaba mi verga sobre el bóxer, dándole mordiscos ricos sobre él, hasta que de un tirón me baja el bóxer hasta las rodillas, dejando mi pene erecto al descubierto.

Empieza mamándome los huevos, metiéndolos en su boca, succionándolos de una forma tan deliciosa… veía como mis cocos se perdían entre sus labios, como la mirada de Martina se cruzaba de manera cómplice con la mía, mientras sacaba mis cocos de su boca y poco a poco iba engullendo mi verga sintiendo como su lengua lamía la cabeza de mi pene para luego introducírsela entera dentro de ella.

Veía en su rostro de placer que lo disfrutaba tanto como yo, así que la tome de su cabello y metía una y otra vez mi verga en su boca, ver como salía mojada de su saliva era muy excitante, tanto que la tomé de su cabeza con mis dos manos y me la follaba por la boca hasta el fondo, hasta sentir sus arcadas.

Pasaba su lengua sobre mis cocos nuevamente hasta llegar a mi perineo donde la caricia de sus labios y lengua me hicieron ver estrellas.

Mi pene mojado de su saliva rozaba sus mejillas cuando metía mis bolas en su boca, en ese momento ya sentía que iba a explotar y que mi leche se derramaría en su cara.

La detuve, y la puse arrodillada sobre la hierba – que me vas a hacer, murmuró.

-quiero verte ese culote en cuatro, respondí. Eché su espalda hacía adelante, apoyándose ella sobre sus antebrazos, elevando y dejando a mi completa disposición su trasero.

No pude evitar darle un par de nalgadas –escupí un poco en mi mano- la que pasé por toda su concha, -que es muy grande y eso me encanta- agarre mi verga, la restregué un poco entre sus labios y de un empujón se la hundí toda dentro.

Sentía en cada embestida como su panocha apretaba mi verga, con mis manos separaba sus nalgas para ver como mi miembro se perdía dentro de ella una y otra vez, hasta que la escuché gemir de placer cuando se vino.

Mi abdomen chocaba en su trasero en cada penetración, ver ese culo desde mi vista era un espectáculo, así estuvimos unos minutos hasta que sentí que estaba cerca de correrme.

-Quiero venirme en tu cara- le dije

-Dámela – respondió sin titubear.

En un rápido movimiento me levanto, se pone de rodillas frente a mí, y con mi verga entre sus manos y unos pocos pajazos, mi leche sale derramándose en sus mejillas, escurriendo en sus labios, mientras mi cuerpo experimentaba el más delicioso clímax.

Verla a mis pies, cual sumisa, con su rostro lleno semen, era muy excitante… al terminar los espasmos en mi cuerpo, la agarro de su barbilla, me acerco y le doy un beso en sus labios mojados de esperma.

Nos dimos un largo beso, sentía el sabor de mi semen en sus labios, pero ambos disfrutábamos pasar nuestras lenguas de una boca otra saboreando el néctar de nuestra aventurilla.

Nos quedamos unos minutos recostados en la hierba, riéndonos de manera cómplice de lo que habíamos hecho…

-En ese momento suena el despertador, vuelvo a la realidad-, me doy cuenta que era un sueño o fantasía de mi mente. Y con algo de pereza sé que debo ir a trabajar.

En el trascurso del día le hablo a Martina sobre el sueño que tuve- lo haremos realidad- me dice ella.

Ojalá sea pronto queridos lectores, y serán los primeros en saberlo. Espero les haya gustado mi primer relato y aún quedan más historias con mi querida Martina que más adelante les estaré contando.

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