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Sigo explorando lo que descubrí con mi ex
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Después de haber encontrado una nueva veta de excitación en aquel descubrimiento fortuito que me sucedió con mi novia, que ya conté en los dos relatos anteriores, empecé a buscar la manera de ser yo, el que esté del otro lado del teléfono, mientras el novio o el esposo se exciten con su pareja, sin saber que yo esté ahí.

Lo primero que hice fue ponerme en contacto con mujeres que yo sabía que tenían pareja, siempre me han parecido las mujeres más fáciles de conquistar porque están aburridas de su monótona vida familiar y porque tener relación siempre con la misma persona durante un tiempo extenso, despierta otros deseos ocultos que, al pasar los años se hacen irrefrenables. Ahí es donde aparezco yo, no lo considero como algo malo, más bien me siento como una válvula de escape de determinadas situaciones y si bien, a veces la pareja se termina rompiendo, pues ellas o bien se enamoran (o creen hacerlo) de mí, o se dan cuenta todo lo que han perdido de sentir por una relación. A veces, las menos pero preferibles, luego de esos primeros momentos, que puede llevar algunos meses, se dan cuenta que perderían mucho como pareja y siguen con sus relaciones paralelas, a veces conmigo y a veces buscando otras experiencias. De hecho mi idea no es ser siempre el tercero porque eso también a la larga, genera una relación y ella vuelve a lo mismo que quiso salir de su pareja.

Explicada esta situación y luego de ponerme en contacto con una mujer casada, con dos hijos, doctora, yendo incluso a atenderme alguna vez por un algún dolor inventado, arreglamos encontrarnos.

Lo dicho anteriormente, una mujer de familia ya estructurada, apenas sale del trabajo, el marido sabe a qué hora sale y si se demora manda mensaje o llama para ver si le ha pasado algo o por donde anda.

Este fue el caso ya en la primera cita, nos encontramos en un lugar alejado, bastante solitario, un camino de tierra en el medio de la nada casi podríamos decir. Empezamos a besarnos, me tocó por arriba del pantalón y sonrió, pregunté qué le causó risa y mirándome a los ojos me dijo, es que no sabés lo que me encanta chupar pijas, es mi debilidad. “Bueno, veamos si hacés que tus labios sean mi debilidad”.

Después de eso se sintió en libertad de sacar mi pija abriendo el cierre de mi vaquero y debo decir que era cierto, su lengua y cada parte de su boca me hacían sentir algo que no había sentido antes, era como una vagina mejorada, la suavidad interna de su boca, la profundidad con la que se la metía que si bien, no llegaba a tragarla toda, el esfuerzo por hacerlo me encantaba. Intentó tres o cuatro veces tragarla toda y al no poder y con la boca llena de baba y los ojos llorosos me dijo “Hijo de puta, que divina verga tenés” Dale, mamala toda y llevale la leche en la boca a tu marido hoy, se sonrió (muchas guardan un rencor por hacerlos responsables a ellos de sus frustraciones como mujer) y se abocó mucho más excitada, a meter y sacar su boca mientras hacía unas chupadas que sonaban y daban más placer que su propia boca.

Hija de puta, me vas a hacer acabar si seguís así, es lo único que quiero, primero paladear la leche que mi concha se va a llenar después, primero el sabor en la boca.

Un detalle no menor que he logrado sin querer con mi semen es que, siendo vegetariano, varias mujeres me han dicho que sabe muy distinto y mucho más rico que el de los demás, menos ácidos, más suave y dulzón. Así que me recosté tranquilo en el auto y esperé que terminara su mamada, traté hasta el final de no darle la leche pero me ganó a fuerza de lamidas, de besos, de miradas, de mojarme todas las bolas a chupones y lengüetazos, sentía que toda esa zona era de ella con una clase que me hizo acabarme mucho y que ella creo tampoco esperaba porque le costó tragar al principio todo lo que salió.

Después noté que la degustó y sabía que le iba a gustar porque acto seguido empezó a buscar más y más mientras yo sentía que me exprimía todo. No me habían hecho acabar así nunca, siguió así hasta que mi pene agradecido se puso a descansar, ella con su cabeza apoyada unos centímetros por encima de mi pija, la tocaba y seguía dándole besos, mientras me decía lo rica que era mi leche y yo le explicaba que suponía que era por mi vegetarianismo. Acto seguido ocurrió algo que puso más excitación al momento, sonó su celular, el llamado era de su marido, sus nervios fueron notorios, aunque enseguida pareció darse cuenta que él no sabía lo que había pasado y sólo era una llamada de rutina.

Me miró, sonrió como agradeciéndome hacerle pasar ese momento, me preguntó ¿qué le digo?, le dije la verdad a medias y ahí es donde el objetivo que quería hacer, empezó a hacerse realidad.

– Hola

El primer hola con el marido y su amante al lado siempre es el más excitante e incómodo para ella porque no quieren hacer el saludo normal de Hola amor, o algo así, para darle a entender a su nuevo amante, que en realidad no quiere tanto a su pareja. La mujer siempre piensa igual en conquistar a su amante, pensando que lo que quiere esa persona es ser su pareja a futuro. O sino, porque le quiere dar el mensajes de, mirá que esto si no es porque está todo mal con mi marido no lo haría, no soy una puta. En fin nunca le importará eso al hombre que va a buscar una mujer casada, pero es un código que siempre está.

Mientras le explicaba al marido por qué se había demorado, comencé con mi idea para cumplir mi objetivo, metiéndole dos dedos en una concha que estaba toda mojada y al tacto era extremadamente suave y depilada pero no a cero, cosa que me gustó mucho, me puse al lado del oído contrario a donde tenía su celular para que no las alcanzara el micrófono del celular y le dije, “Decile cómo está para hacer algo nuevo”. Ella abrió los ojos, me miró con asombro mientras con los dedos unidos me preguntaba, ¿qué le digo?

Hice de mis dedos dentro de ella un ganchito para tocar su pared superior interna, eso hizo que ella cerrara los ojos y aguantara una respiración mientras crecía un silencio incómodo en la conversación. ¿Amor? ¿Estás ahí? – Si amor, acá estoy, es que tengo que contarte algo. – ¿Qué pasó? – No, nada grave, sólo que… Me miró como preguntándome, qué le digo y mientras pasé su lengua por su oído, le susurré, “decile que te fuiste lejos a tocarte un poco y que estabas esperando su llamado para calentarlo por teléfono como él se calienta mirando videos en el celular”. Se ve que encontrarle ese punto de crítica al marido le gustó más que nada.

El marido después de unos segundos en silencio y notando que era imposible discutirle esa obviedad a ella, quiso seguir un paso más y le dijo ¿y qué estás haciendo? ¿dónde estás? – No importa donde estoy. “Decile que te vas a tocar pero querés que él te vea” – (Nooo) me dijo en silencio con la boca bien abierta y leche mía que le se veía todavía, me señaló con sus ojos como preguntándome ¿y vos? Enseguida le metí los dedos más profundo, presioné más fuerte y bajé a pasar la lengua apenas por encima, sintiéndole un olor suave y un sabor rico. Ella ya estaba entregada y entre suspiros repitió lo que yo le había dicho, después dijo, dale, llamame por whatsapp.

El resto irá en el siguiente relato. Gracias por sus mensajes y devoluciones.

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