Él era dueño de sí mismo, ella solo una chica insegura de 20 años. Pero sus manos parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra, con los dedos entrelazados para no separarse jamás.
Era una tarde fría, con viento y mucha lluvia. Una tarde ideal para hacer el amor, por eso nos encontrábamos mi amante y yo en una bonita cabaña.
Estábamos acostados, desnudos y abrazados.
Me desperté, él todavía estaba durmiendo. Lo mire y me di cuenta de que él es lo más hermoso de mi vida, lo bese repetidas veces en la mejilla y le recorrí con mis manos sus pectorales.
Le toque su barba negra, esa que tanto me gusta y que lo hace más atractivo que cualquier otro hombre de este mundo.
Apoye mi cabeza en su pecho y luego de unos minutos sentí una mano que me acariciaba mi cabello negro con total ternura.
Levanté mi vista hacia él y nuestras miradas se encontraron.
-Hola mi vida- me dijo en un susurro.
-Hola, mi rey- respondí.
-¿Qué hora es?
-Las 6 de la tarde.
-Dormimos mucho.
-Sí, es verdad, pero aún tengo ganas de ti- le solté de repente, me acosté arriba de mi amante y lo bese en los labios demostrándole todo mi amor.
Él puso sus cálidas manos en mi desnuda espalda y me acarició hasta llegar a la zona de mis nalgas, cuando llegó a esa parte, me apretó fuertemente y el beso se hizo más ardiente.
Me encantan sus besos, con su barba tocándome la mejilla, me encanta la presión de sus manos contra mis nalgas y en este momento nos estábamos besando muy delicioso.
Él siguió presionando mi trasero y deslizó un dedo por el mismo para introducirlo en mi agujero.
Pero yo me incline, llegue a la zona de su pene, lo tomé con ambas de mis manos y entró directamente a mi boca para hacer contacto con mi lengua.
Él dio un gemido de satisfacción y yo seguí con el ritmo del sexo oral.
Mientras yo le chupaba su gran miembro con los movimientos frenéticos, pero sensuales que a él tanto le gustan y disfrutan. Él siguió metiéndome un dedo en el agujero de mi culo, luego metió otro y yo sentía que los introducía bien al fondo, para después sacarlos húmedos de mis fluidos y chupárselos así los volvía a introducir otra vez.
Con la mano que le quedaba libre la utilizó para manosearme las nalgas.
Él siguió jugando con sus dedos en mis nalgas durante unos minutos más hasta que yo sentí el caliente líquido que ya tanto conocía, era su eyaculación, la que tanto me gustaba tragar, ya que amo el semen de este hombre.
Me lo trague por completo sin desperdiciar ninguna gota y disfrute mucho de su sabor que me enloquecía de placer.
Sin darle tiempo a nada más me subí a horcajadas sobre mi amante, agarre devuelta su verga y la coloque dentro de mi vagina.
Me empece a mover sobre el como a mí me gustaba, de arriba hacia abajo dando pequeños saltos para que él pueda disfrutar del movimiento de mis senos brincando sobre su rostro.
Él me agarro fuertemente de la cintura y también puso su propio ritmo al acto sexual.
Amaba hacer el amor con él, y todo lo que eso significa, ya que disfruto mucho del sexo salvaje que siempre tenemos. El sexo con él es intenso, puro fuego y pasión.
Esas sensaciones me encantan, me hacen temblar de éxtasis y placer, mi vagina late de las deliciosas embestidas que recibo de parte de este maravilloso hombre.
Estaba absorta en estos pensamientos, cuando él me dio una bonita sorpresa, puso ambas manos en mi cintura y con un movimiento me puso de costado, me levanto una de mis piernas bien alto y me empezó a penetrar en esa hermosa posición tan romántica e intensa.
Me agarro fuertemente los senos y me dio numerosos besos en la mejilla hasta que encontró mi boca y nos unimos en un ardiente beso.
Su pene penetraba muy profundo en mí, podía sentir eso en cada embestida, cada vez se hundía más en mi interior. Hasta podía sentir sus testículos chocando contra mí.
No pare de besarlo en ningún momento hasta que sentí una nueva descarga de semen dentro de mí.
Él me soltó y se quedó acostado.
-Una buena cogida para comenzar la tarde- me dijo.
-Y aún nos quedan muchas horas más.
-Te amo, hermosa.
-Te amo mi príncipe -le respondí.