Al día siguiente había quedado de verme con una amiga para tomar un café, tenía tiempo que no hablaba con ella y aunque me moría de ganas por platicarle lo que estaba viviendo, sabía que era una locura, como explicarle que yo, una joven recién casada con el hombre de sus sueños estaba siendo utilizada por un par de viejos y feos; es más que disfrutaba como nunca el ser cogida por ese par de viejos y solo estaba esperando la oportunidad para repetir mi experiencia con ellos.
El solo recordar lo que había pasado con don Lucas y con don Jaime me excitaba a tal grado que mi entrepierna se humedecía, más de una vez me toque un poco recordando esas cogidas, pero no era lo mismo…
El café donde nos quedamos de ver era en un centro comercial de la ciudad, así que sin pensarlo mucho me arregle con un conjunto de tanga y brasier blanco de encaje, una falda tableada color blanco que me llegaba un poco por debajo de medio muslo, una blusa ombliguera color rosa claro que resaltaba mis senos y una sandalias de tacón un poco alto, sabía que era un arregle un poco provocativo, pues las sandalias hacían que parara mi cola un poco más de los normal y se me veía un trasero apetecible, además que la blusa hacía notar claramente el tamaño de mis senos, pero al ir a un centro comercial no me sentía que estuviera fuera de lugar.
Cuando salí del departamento a tomar el taxi, vi que se encontraba don Lucas junto con otro par de viejos en su establecimiento, al verme los 3 me chiflaron y dijeron un par de guarradas las cuales no alcance a escuchar, pues me encontraba ya casi dentro del taxi, en el viaje al centro comercial note que el conductor cada que podía veía mis senos por el retrovisor, la verdad era un muchacho completamente normal y casi de mi edad, por alguna razón eso me hacía ignorarlo y sentirlo hasta fastidioso.
En el café estuve un muy buen rato platicando con mi amiga de cosas cotidianas, nada fuera de lo común, ella también era muy atractiva y notábamos que muchos hombres de todas las edades se nos quedaban viendo más de la cuenta, eso nos causaba gracia y aunque hicimos algún comentario al respecto no le dimos más importancia, hablamos de cosas de chicas, de lo que se habían hecho nuestros conocidos en la época de estudiantes, algunas tonterías de la actualidad y aunque en más de una ocasión tuve el impulso de contarle mi situación con ese par de viejos, me contuve, creía que era un tema que no debía de comentarle a nadie.
Cuando era hora de regresar a mi casa, nos despedimos en la entrada del centro comercial para cada una tomar su camino, yo me fue rumbo al paradero de taxis, ya casi llegando a abordar mi taxi pasaron un par de muchachos, uno de ellos dijo al otro.
-Mira tremenda zorra, lo que me gustaría tenerla a cuatro- mientras su amigo solo se limitaba a reír, ese comentario viniendo de un crio me hizo sentirme algo excitada, al abordar el taxi para irme a la casa el conductor era un señor de unos 60 a 65 años, con cara de malos amigos y al verme subir note como acomodaba su retrovisor para verme mejor.
Buenas tardes bonita ¿a dónde desea que la lleve? – al decir esas palabras se me quedaba viendo fijamente a los ojos lo cual me genero cierta inestabilidad, titubeando le di la dirección de mi domicilio.
Durante todo el camino cruzamos un par de palabras, no es que fuera muy bueno haciendo platica y yo me encontraba un poco turbada por la compañía de un señor de edad con cara de pocos amigos y una mirada penetrante, cada semáforo en rojo era ver fijamente mis senos o mis piernas, con un descaro excesivo, era tanto su descaro que me encontraba entre asustada y excitada.
El camino se me hizo pesado pero rápido, por algún motivo, de manera inconsciente le pedí que me bajara faltando poco más de una cuadra, pague el viaje y cuando me dio el cambio al tomarlo me agarro la mano, de una manera firme, casi me lastimaba, me dijo -Que tengas un bonito día guapa, hoy me haré una chaqueta pensando en tus tetas-
Me zafé de sus manos y me bajé inmediatamente del taxi, con una excitación inmensa, empecé a caminar rumbo al departamento muy excitada casi sentía como me escurrían mis fluidos por las piernas, por fortuna la calle se encontraba desierta y empecé a apurar el paso para llegar al departamento, tenía unas ganas inmensas de masturbarme, iba tan en mis pensamientos que no vi que la puerta de la cerrajería se encontraba abierta y que don Lucas estaba parado ahí.
Al pasar me dice, -¿a dónde vas con tanta prisa Pamelita?
Al voltear vi que se estaba agarrando su bulto, el cual se veía inmenso aún con el pantalón que traía, tuve una descarga que recorrió todo mi cuerpo, inmediatamente se me hizo agua la boca, quería tener su verga en mi boca, en mi vagina y en mis nalgas.
-A ningún lado en particular don Lucas, ¿quiere acompañarme o quiere que le haga compañía? – Le dije con una voz entre excitada y un gemido.
Vi como en su cara se dibujaba una sonrisa de lujuria y haciéndose a un lado me dice -Pasa Pamelita, creo que quieres tomar lechita
Pase al local y adentro estaba más oscuro que de costumbre, camine hasta el fondo mientras escuche como don Lucas cerraba con llave la puerta, cuando me gire vi que no estábamos solos dentro del local, dentro estaban los otros dos viejos que lo acompañaban cuando salí rumbo al centro comercial.
Ambos tenían una cara llena de lujuria mientras se sobaban sus bultos sobre el pantalón, en otro momento hubiera grita ante tal situación, pero ahora estaba invadida por la lujuria, aunque aún quedaba algo de cordura en mí, la verdad es que no tenía resistencia ante la excitación que la situación presentaba.
Una joven recién casada de un cuerpo en forma, vestida de manera muy sugerente encerrada en un local con 3 viejos feos, con una erección cada uno y sobándose su bulto sobre su pantalón, y una cara de lujuria que no dejaba lugar a dudas de lo que querían… de lo que iban a obtener sin ninguna duda.
Don Lucas fue el primero en hablar -Pamelita, te presento a don José y Don Raúl, ambos son muy buenos amigos míos y han escuchado puras cosas maravillosas sobre ti
Ahh ¿sí? Conteste más con un gemido.
-Si Pamelita, justo hace un rato les comentaba lo deliciosa que están tus nalgas y lo rico que aprietas cuando te meto mi verga en tu cola, lo rico que la mamas ¿te gustaría tomarte una ración triple de lechita? -mientras decía estás palabras se sacaba su erecta verga del pantalón, acción que imitaban sus amigos.
Pude ver 3 vergas distintas, la de don Lucas era la más grande de las 3, pero al de don José estaba muy cabezona, por otro lado, la de don Raúl estaba más gruesa y venuda, la verdad tenía tantas ganas de probar las 3 vergas que creo que se me notaba en el brillo de mis ojos, tanto así, que no me había dado cuenta y ya me encontraba sobándome mi vagina.
-Pamelita, qué te parece si empiezas mamándome mi verga, te va a gustar su sabor- Me dijo don Raúl mientras empezaba a jalársela lentamente y la cabeza de su verga se empezaba a llenar de líquido preseminal.
Don Lucas al ver que me iba a arrodillar en el suelo dijo -Espera un poquito Pamelita, no quiero que se lastimen tus lindas piernas- mientras decía eso agarraba un cojín viejo y sucio que había en una silla que le quedaba al alcance y lo tiraba al suelo frente a los 3, yo inmediatamente me arrodillaba y tomaba con una mano la verga de don José, con la otra mano la verga de don Lucas, mientras metía la verga de don Raúl en mi boca.
-Ya ven como les dije que era una puta, ahora disfruten de este delicioso cuerpo- Les decía don Lucas a los otros 2 viejos, mientras ellos reían, sus palabras me excitaban y les hacia la paja con más ganas, mientras metía la verga de don Raúl los más profundo posible.
Estuve de rodillas mamando y pajeando a los 3 viejos por alrededor de 10 minutos. En un momento dado don Lucas se alejó de nosotros mientras yo afanosamente seguía satisfaciendo a los otros dos viejos, que disfrutaban. No tardo en regresar don Lucas con una colchoneta que tiro al suelo se acostó con su verga bien parada, en la cual ya había puesto un condón y me dijo -Pamelita, ven y clávate tu solita, ya sabes el camino putita-
Sin pensarlo dejé de masturbar a los dos viejos, me fui y me senté sobre la verga de don Lucas, la introduje lentamente, mientras que de mi boca salía un prolongado gemido, una vez que la tuve completamente adentro empecé a cabalgarla, me levantaba lentamente y me dejaba caer de un sentinazo introduciendo su rica verga lo más profundo posible.
Mientras don José y don Raúl se pajeaban viéndonos como solita me clavaba la rica verga de don Lucas, esté les dijo -No sean pendejos, aprovechen a está puta, en el cajón de la mesa hay condones, el que quiera meterle la verga se debe poner uno.
Don José sin decir nada se puso frente a mí y me puso su verga en la boca, la cual empecé a mamar nuevamente, momentos después sentí como don Lucas abría mis nalgas y don Raúl empezaba a meter su verga en mi ano.
Estaba en éxtasis, tenía todos mis orificios llenos de verga, lo que más me excitaba era saber que ninguno de los 3 viejos pensaba en mi placer, solo estaban ahí para satisfacer sus más bajos instintos, los 3 viejos, feos y medio gordos o gordos; se estaban cogiendo a una recién casada, joven y de buen cuerpo; es más, me estaba ofreciendo a ellos como una puta.
La mamada que le estaba dando a don José debió ser muy buena, porque no tardo más de 5 minutos en venirse, en un momento me quito el control de la mamada, me tomo de la cabeza y empezó a envestir mi boca cada vez más rápido, el ser usada de esa manera y por ese viejo me hizo llegar al orgasmo al mismo tiempo que él decía -vamos Pamela, trágate mi leche, ahhh- dejando salir chorros de semen que, al tener su verga dentro de mi boca y no poder sacarla, no me quedó más remedio que tragármelos, la verdad su sabor era un poco salado pero delicioso.
Una vez que termino de follarme la boca, me saco su verga y se sentó en una silla que estaba cerca, mientras decía -ha sido la mejor mamada que me han hecho en mi vida, casi me dejas seco puta.
Yo seguía en éxtasis con dos vergas metidas y taladrándome sin piedad, llenando mi vagina y mi ano. En un momento sentí como don Raúl sacaba su verga de mi ano, apenas iba a protestar porque había dejado mi orificio desatendido cuando lo vi que se iba quitando el condón para ponerse frente a mí y sin mucho tacto meterme su verga en la boca.
Una vez más estaba con una deliciosa verga en mi boca, empecé a hacerle una mamada a conciencia, le chupaba cuan larga era su verga y me deleitaba besando y succionando la cabeza roja y deliciosa, tragándome todos sus líquidos preseminales que salían, de nuevo no tardo mucho y copiando la actitud de don José, me tomo de la cabeza y me empezó a follar mi boca.
-Toma puta, sé que lo estás disfrutando, te vas a tragar mis mecos- esas palabras tan vulgares y su forma ruda de follarme la boca hicieron que de nuevo tuviera una descarga eléctrica por todo mi cuerpo, el segundo orgasmo y mientras lo estaba disfrutando empezó a llenarme la boca con su delicioso semen, el cual me trague con toda mi resignación, no deje escapar ni una gota. La verdad que me estaba gustando mucho ser usada de esa forma, me estaba gustando ser un costal de semen para esos viejos.
Cuando termino de eyacular, saco su verga de mi boca y se sentó en la mesa que había al lado, yo estaba en la gloría, acababa de tener dos orgasmos y me había hecho tragarme tanto semen como nunca imagine ni en mis sueños más locos, mi cabeza ya no tenía otro pensamiento que el sexo, pues don Lucas al ver que había tenido dos orgasmos y no tenía muchas fuerzas ya, me levanto y sin decirme nada me acomodo para que quedará de a perrito mientras él se acomodaba por atrás y me la metía sin ninguna contemplación. Siguió taladrando con mucha fuerza mi vagina por no sé cuantos minutos.
La esposa fiel y pura ya no existía en mí, era una puta, era la puta de esos viejos y me gustaba, me gustaba el no ser considerada, el solo ser usada, ser una muñeca sexual y que mis orificios fueran usados hasta hacerme enloquecer de placer.
En un momento dado don Lucas saco su verga de mi vagina y me dijo -Párate Pamelita, que también yo quiero que te tragues mis mecos- sin pensarlo dos veces me arrodille, se puso frente a mí y de nuevo empecé una rica mamada de la verga más rica que había probado en mi vida. Estuve mamando si verga unos pocos minutos, de repente agarro mi cabeza y empezó a eyacular dentro de mi boca, una vez más no me quedó más remedio que tragarme todo su semen.
-Tomate tu lechita Pamelita, trágate mis mecos ahhh- decía don Lucas mientras me llenaba la boca con la más grande descarga de las 3 de ese día, su semen me sabía a gloría. Me soltó de la cabeza y me deje caer en la colchoneta, estaba sudada y cansada, nunca en mi vida me habían cogido como ese trio de viejos.
-Lo ven, les dije que era toda una puta- Les decía don Lucas a los otros 2 viejos. -Ya me la he cogido otras 2 veces y apuesto lo que quieran a que ella vendrá sola a buscar más verga de macho ¿no es así Pamelita?
Sin moverme mucho, volteé la cara hacia los 3 viejos y con una sonrisa en mi rostro dije -claro que sí, cuando quieran me pueden coger así de rico.
Los tres viejos se echaron a reír, y don Lucas me dijo -Pamelita, ya sabes dónde está el lavabo, ve a arreglarte que ya tengo que abrir el changarro.
Me levante como pude, me arregle lo mejor que se podía y salí del local de don Lucas, cuando iba hacia afuera los 3 viejos se me acercaron y me dieron un magreo, don Lucas me beso con algo de rudeza, mientras don José me agarraba las tetas y don Raúl me metía la mano en mis nalgas y las apretaba; por fortuna no había nadie en la calle en ese momento, me fui directo a mi departamento y me quedé dormida, feliz y satisfecha como nunca lo había estado en mi vida.
Excelente relato, espero nos regales más partes de esta historia