No tenía expectativas, no esperaba nada extraordinario. Pasé por ella a dónde habíamos acordado, nos saludamos. Llevaba un vestido apenas arriba de su rodilla, al sentarse en el auto su rodilla se vio más expuesta y tuve la necesidad de tocarla, quería tocarla y su rodilla fue lo primero que pude tocar.
Al entrar a la habitación. Dejamos nuestras cosas y dejó que se iba a cambiar, al pasar frente a mí la detuve y la empecé a besar, mis manos inmediatamente buscaron sus nalgas, subí su vestido, baje su calzón y por fin las tuve en mis manos, duras, suaves, las abrí y comí su ano, caliente, sudoroso, deseoso.
La volteé y quedamos frente al espejo pude ver su cara, ojos cerrados suspiros profundos, toque sus pechos, pequeños, ya me lo había dicho, frote sus pezones y nuevamente. Más suspiros, la incliné de frente y ahí estaba su deliciosos ano por lo que me moría chupar, comer pasarle la lengua…
Me preguntó si en verdad quería eso, si lo deseaba, si no iba a sentirme mal después… No lo sé, ya estoy aquí, le dije. Él me pasó su lengua en mi ano, así sin reservas, como si me cogiera de años, mi piel se erizó… se levantó y me penetró por la vagina, sentí su calor, parecía decirme te deseaba, te esperaba y a la vez, no tengas miedo, te disfruto pero te cuido. Sentí placer, de ese que se siente cuando quieres comerte un antojo de antaño.
Me cambié para verme más sexi mientras él me esperaba desnudo en la cama. Me vio con deseo, con lascivia, me decía ¿Por qué tardaste? Con su mirada. Me acerqué, tenía pena… No podía creer estar ahí, pero ya estaba y su calor me llamaba.
Me besó, sentí su lengua caliente, sus manos… me comía entera sin hacer más. Me besó los pectorales, especialmente el lado que más me excita, me mordió, me apretó los pezones…
Recuerdo posiciones, suspiros, orgasmos, gemidos… ah! Mamar su verga y sentirla dentro. Oh! Por Dios, sentir su peso sobre mi y la verga dentro!!! Me fui al espacio, regresé y volví… Mucho tiempo sin expresar éxtasis con volumen elevado, sin perder más la pena… Me chupo la vulva, el clítoris, ahh! Me fascinó sentir su lengua caliente, su verga a fondo, que me enculara sin necesidad de lubricante. Estaba tan caliente yo y tan caliente él, que fue tan sencillo y fantástico.
En qué momento comencé a pedirle que no lo sacara, que quería más. Yo, esa mujer tímida y reservada, quería más y lo pedí, era el que me hizo desestabilizar mi mundo, mis emociones, aquél que he querido sí, mi fantasía de la escuela de natación. Cada vez que lo veía y me miraba fijo, su perfume me inspira a algo en su mirada me decía me gustas, él me gustaba pero, yo no era así. Tuve orgasmos, uno tras otro, tantos que sentí me desvanecía, tantos que no sentí mi culo taaan dilatado, sí, también tuve orgasmo por el culo jaja, qué pen me dio, pero qué cosa!! Uf!
Recuerdo montarme, tomarle las manos y sentirme tan segura, tan disfrutada y disfrutando, escurriendo una y otra vez… de dónde chorreaba tanto…! No paraba. Yo no podía más y él me recordó que soy deportista, hizo sarcasmos para desafiarme y excitarme, conectamos y volví… Sí, me hizo volver y tener más orgasmos, más placer.
Perdí el miedo a sentir, aún tengo, me cuesta expresarme, pero es menos; me perdí el pudor porque me metió duro en la vagina, mamé su pito, luego en el culo y volví a mamarlo, una y otra vez… No soy un extraterrestre, soy hermosa, especial y él lo vio, lo sacó de mí y me hizo sentirme, verme a mi misma. Vaya cosa!
Qué difícil es confiar y conectar, más con alguien que está ocupado, sigue preguntándome cómo fui capaz!!! Pero su energía tan caliente y tan dulce, tan comprensivo y tan libre, discreto y caballeroso; me hizo abandonarme en él y con él, por ese momento…
Puedo sentir esa calma con la que él vive, como si la vida no le corriera. Tengo ansiedad por otros asuntos, pero algo de él quedó en mí más que el recuerdo. Aprendí, sí; lo sentí y mucho. Me gustó, lo abracé al final, me abrazó, de hecho extendió su brazo para que me recostara en él, lo que nunca recibí.
Placer al 1000, confianza y calma. Al otro día mis ojos eran tan delatadores que todos notaban algo diferente, mientras yo ni cuenta me daba, hasta tomarme una foto. Qué afortunada fui, y qué cabrona me volví. Me asustó a mí misma, porque quizá quiera parar y olvidar, o quiera ser más cabrona y puta con quién se me antoje jugar.
Pero él, sin duda, él lo hizo especial.