Buenas, soy Punkycaliente, y de nuevo vuelvo a explorar un poco más sobre los casos de la albina que tiene problemillas con lo sobrenatural, usualmente esos problemas terminan con ella abierta de piernas. Esta vez con un relato a petición de un lectora que quería que quería que la albina se enfrentase a un cierto ser clásico del terror universal… Al que le doy una vuelta de tuerca. Espero que os guste y por favor si tenéis comentarios y valoraciones os lo agradeceré un montón. Besos.
Antes de comenzar el relato tened en cuenta que es parte de una saga, además de que parte de los personajes se conocen en un capítulo anterior.
Para seguirla en orden hay que leer:
Además este relato es un poco especial, porque hay tres posibles opciones de resolución, la más votada en comentarios será la que seguirá en la historia. Espero que os guste.
Los casos de Amanda: Jodida entre acuarelas
Amanda se encuentra en su casa, dentro de su habitación solo con su ropa interior, examinando vestidos que había sacado de su armario (no es que tuviera muchos, ella siempre había sido una chica práctica) preparándose para un reencuentro amoroso, sin duda con bastantes posibilidades de que fuera fogoso… o más bien intentándolo. Mark había estado un mes fuera por negocios. Si habían tenido muchas llamadas (y videollamadas) muy apasionadas. Era un primor, muy detallista y agradable. Pero lo necesitaba físicamente.
Desde un tiempo a esta parte había sentido cada vez más deseo sexual. Algunas veces le había costado decir no a algún hombre rudo cuando se iba a tomar algo a algún pub con algunas de sus pocas amigas (apuntarse al gimnasio, aunque no fuera todas las semanas había abierto un poco su vida social), alguna de ellas le había tentado a hacer un trío o ir a una fiesta verdaderamente loca, a lo que tuvo que reafirmarse en su negativa mirando una foto de Mark.
Como desahogo siempre tenía a Princesa dispuesta a darle un repaso. La hada la adoraba y viceversa… pero en cierto modo se sentía mal al hacerlo, porque la consideraba una mezcla entre su hermana pequeña (porque siempre tenía que andar enseñandole cosas y dándole pequeñas regañinas) y su fiel secretaria y criada (al principio se sintió mal por ello, pero es como sentirse mal que un pez tuviera que respirar el agua, es su naturaleza). Por lo que hacerlo con ella con esa tendencia suya a la inocencia (aunque fuera tan dominante), le dejaba cierto amargor… lo que no distaba que de vez en cuando la pinchara para caer en sus garras.
Además si quería algo verdaderamente serio con Mark, debería cortar con eso. Una cosa es que no pudiera impedirlo, como cuando pasaban esos “accidentes” en sus casos. Todavía recuerda con horror lo del chupacabras… y como se dejo llevar. Todavía se maldecía frente al espejo. Como siguiera así ¿Sería capaz de seguir combatiendo a esas cosas?
Niega con la cabeza, coge un vestido y le da vuelta especulativamente presionandolo contra su cuerpo para ver como le sentaría. Piensa para centrarse. No, ahora no es momento de pensar en eso, sino en Mark, en que voy a llevar en el reencuentro en el aeropuerto y como voy a dejarlo para el arrastre en cuento le lleve a su casa.
Una sonrisa coqueta se le puso en la cara y busco en el cajón de la lencería. Rebusco un poco para sacar su corset color borgoña, que destacaba mucho más en su piel blanca. Además la vez que se lo llevo para dar una sorpresa a Mark apunto estuvieron de romper la cama de aquel hotel por la fuerza de sus embestidas. Ummm además con las ganas que le tendría mejor no llevar nada de braga ni de sujetador, que no es precisamente barata la lencería buena y el modoso Mark puede ser un poco bruto en la cama. Al pensarlo se mojo ligeramente… Si, llevaría el corset nada más.
Se la puso tentativamente y se examino en el espejo, sus pechos botaron ligeramente, mientras que se echaba un vistazo de arriba abajo girándose, sin rasurar ahí abajo por que a él le parecía atractivo y por suerte, ninguna marca de garras, mordiscos y demás en partes comprometidas. Mark se preocupo mucho la primera vez, tuvo que mentirle, pero con el tiempo se había ganado algo de confianza y se permitió comentarle que tenía un trabajo particular y peligroso. Pero no con ello dejaba de ser Amanda, la mujer que lo adora, ni le querría menos a él.
Aunque Mark le comentó que en su momento, si ven que todo va bien, no necesitaría seguir trabajando en algo tan peligroso. El sueldo de Mark es más que suficiente, mucho más que suficiente en realidad, pero… es buena en esto, tenía un deber y no quería que más gente sufriera con los desmanes de criaturas sobrenaturales. Además le gustaba cazar incluso en los momentos donde todo iba mal. No se veía como una ama de casa o trabajando desde ella o en un trabajo normal, en realidad.
Suspiro, se probo vestido tras vestido, hasta llegar a uno de color negro, con un escote comedido, pero que Amanda llenaba con largueza y que le quedaba repegado sin ser molesto, con pocas florituras lo que lo hacía elegante. Además es bastante corto, siempre le parecía que si se agachará lo más mínimo se le vería todo el culo. Perfecto para la situación.
Fue entonces cuando escucha el móvil en la mesa del comedor. Sin titubear deja el vestido elegido antes de ponerselo y va derecha a por el móvil para contestar a la llamada. Pasa por el pasillo camino del comedor. cuando se gira al escuchar de como esta fregando Princesa los platos en al cocina. El hada está canturreando para sí, con su vestido de blancanieves, pero cuando a partir de la cintura no lleva nada, dejando ver su bonito culo que se contonea según friega los cacharros y da la espalda a la puerta, que no a la ventana… la cual está con la cortina abierta. Ohhh dios, otra vez.
La cosa es que es tiene un vecindario tranquilo, la gente va un poco a su bola, pero siempre saludan, se puede pedir ayuda sin temor a que sean cortantes contigo y no son muy serios con las medidas estéticas del barrio. Aún así hay alguien que le molesta. Hace unos meses entro cierto niñato a vivir en la casa que da a su patio trasero Por lo que sabía no llega a mucho más que (si es que lo hacía) la veintena. Se pasaba horas y horas frente a la pantalla gigante de su ordenador, apenas salía y parecía que su fuente de alimentación consistía en comida rápida variada que traían los repartidores puntualmente 2 veces al día y una vez al mes. la furgoneta con la compra del supermercado.
Y no, no daba fiestas multitudinarias, ni siquiera ponía la música muy fuerte, sacaba la basura una vez al día y la basura a reciclar cada tres, no daba quejas e incluso saludaba aunque algo tímido. Un vecino “modelo” un tanto particular. Si no fuera porque varias de las ventanas de la casa de Amanda se podían ver desde su cuarto, por lo que a veces se dedicaba a observarlas, especialmente cuando se cambiaban, o colgaban la ropa o similares. Le dejo bien claro que opinaba cuando le mostró lo capaz que era de partir un tocón de un hachazo y le miro directamente para indicarle que sabía que la estaba viendo. Y paro por un tiempo pero…
Con Princesa las cosas son diferentes. Primero, porque como no podía fiarse de que pasaría si está saliera fuera de casa sin supervisión, andaba aislada del mundo. Lo que le hacía estar curiosa a cualquier cosa fuera de su “fortaleza”. Segundo, ya desde antes le gustaba que le dieran atención. Y un tipo, aunque este sea raro que, sigue cada movimiento le resultaba estimulante. Y dicho por ella misma, la excitaba un poco las situación, por ello monta esos shows exhibicionistas. Habían tenido muchas discusiones al respecto, que no se podía fiar, que podía hacerle daño, que si necesitaba salir siempre podían hacer cosas juntas.
Pero cada vez era más común que ella se enfadase y le echará en cara que ella saliera con otras amigas. Mientras ella está encerrada con las series, películas y comics o dejando la casa impoluta para la vuelta de ella. Aunque la compra de una consola había ayudado a que se relacionara con otras personas vía online. También tenía que tener cuidado con ello. Por poco le arranco la mandíbula de un puñetazo, a una “amiga” que Princesa había invitado tras conocerla online, que resulto ser un tipo de 40 bastante obeso, con las manos muy largas e ideas retorcidas del consentimiento. Capto la idea, así como varios amigos suyos más.
La cosa es que le resultaba divertido ponerse ligera de ropa en lugares a la vista de su vecino. Aunque este tenía tanto miedo a Amanda que no había hecho intentos de acercarse. Pero ¿Qué pasaría cuando tuviera otro trabajo que le hiciera irse varios días? No temía por Princesa, temía por el vecino. En su momento el hada fue una frágil ladrona de los días, ahora como Boggart es muy capaz de levantar una lavadora a pulso con una mano para poder limpiar debajo de ella. Con Amanda solo había habido algunos gritos y un lanzamiento de un jarrón metálico que se incrustó en la pared, lo que hizo que se hicieran la promesa de no llegar jamás a ese nivel. Con alguien con las manos largas y que no conozca un no por respuesta, lo normal es que el susodicho se quedara sin manos.
Por un momento se detuvo para empezar a regañar al hada por enésima vez, pero el sonido del móvil insiste. Podría ser algo del trabajo. Por lo que vuelve a caminar apretando los dientes. Finalmente lo coge, sin mirar al número y con una voz neutra saluda:- Aquí Amanda, ¿Quien es?-
Una voz entrada en años pero con un toque candido la contesta:- Qué apersonal Amanda, como si no nos conociéramos desde hace años. –
El semblante de Amanda se llena de jubilo y una sonrisa juguetona se pone en su rostro:- Ahhh dios, cuanto tiempo, Louis, perdona no me fije que era tu número…- Sabiendo que la conversación iba a ir para largo, se sentó en una silla y estuvo un media hora larga contándole como ha sido su vida y los trabajos que ha hecho desde la última vez que habían hablado.
Louis da Silva es un hombre muy entrado en años que había ganado mucho dinero en su momento con inversiones inmobiliarias y había sabido manejarse para desplegar un pequeño imperio, que a su vejez y sin tener a nadie a quien legar, había ido vendiendo para seguir con su pasión, que con su edad es lo poco que lo anima. Un coleccionismo bastante radical de elementos sobrenaturales.
Así había sido como lo había conocido, Amanda, la ingenua cazadora que estaba dando sus primeros pasos en un mundillo terrible y Louis, el hombre de negocios recién jubilado que tras quitarse de las preocupaciones por los negocios se había dedicado a la filantropía y a su afición fuera de la cara del gran público.
Su relación había sido buena desde el principio, habría habido cierta química, y durante un par de años Amanda y él habían tenido algo más que una relación de jefe y empleada, a pesar de que le sacaba décadas de edad. Ella aportaba fogosidad y él experiencia a la relación. Además sus personalidades encajaban, era muy detallista y le daba manga ancha a los posibles “accidentes” del trabajo de Amanda. Y el sexo… lo recordaba especialmente bueno.
Aún así, fue él quien corto cuando se vio demasiado viejo, pero siguieron mantuviendo una relación amistosa (lo que no distaba que no siguiera todavía pillada de él durante bastante tiempo) y había servido como la figura de abuelo cariñoso que le había faltado en su familia, por qué su padre había perdido a los suyos muy joven.
Pero con los años, se enfrío la relación y ahora hablan de vez en cuando con unos meses entre charla y charla. A veces iba a verle, pero ahora él rehuía estas visitas, al sentirse más desmejorado y contemplar la lastima en los ojos de Amanda. Y de vez en cuando, caía un trabajo de su parte, todos ellos relacionados con recopilar objetos.
Su voz ligeramente cascada finalmente le habla del porqué de su llamada:- Amanda, ahora que acabamos de ponernos en orden, quería tratar de un negocio contigo. En realidad es sencillo. Me ha llegado noticias de un cuadro que se considera encantado. Pero ya sabes como son estas cosas… -Por un momento tosió por hablar tanto rato seguido.- Ejem… Su vendedor, vive comparativamente cerca de ti, tiene su fama particular como pintor de lo siniestro y no sé como pero lo tiene en sus manos. Sé que sabrías dilucidar si el cuadro es real o no. ¿Conoces la casa del páramo del distrito de los lagos?-
Amanda asintió para si misma y le contesto con profesionalidad:- El famoso cuadro maldito donde se puede ver como se produce el robo del último niño de la casa Winston, por parte de un ente sobrenatural, mientras el cuadro va cambiando lo que muestra según en la hora cuando se mire desde el anochecer hasta el atardecer. -con un tono más coloquial sigue- Lo creía encerrado en alguna colección con la llave tirada, sería una buena adquisición, Louis. Normal que estés interesado.- Además por lo que tenía entendido es inocuo, lo que le quita un peso a la conciencia de traérselo a su amigo.
Halagar su parte coleccionista siempre es un buen punto para tratar con Louis, por lo que se nota que el tono de él se vuelve más alegre:- Por eso quiero saber si es verdadero o no. Ya se lo he pagado como fianza, pero aún podría dar marcha atrás, en caso de que me esté tomando el pelo- Respiro con dificultad para terminar:- Quiero que le eches un vistazo, certifiques si es real y lo lleves a mi agente en el aeropuerto- Amanda sonrío, dos pájaros de un tiro. Por lo que lo siguiente fue hacerse la interesante, pero sin pasarse, para sacar una tajada mayor por este pequeño trabajo, es un amigo, pero se lo podía costear de sobra y nunca se sabía cuanto tiempo estarían sin encontrar otro.
– Entonces esta tarde-noche quedo con el tal Richard Pickman y dejamos todo atado. Gracias por confiar en mi, Luois. Te llamaré cuando deje el cuadro con tu agente… Por cierto.- Deja la llamada un momento para hacer una foto de su muslo cubierto por las tiras del corset:- Por los viejos tiempos. Espero que me des permiso para verte, que te echo de menos.-
Louise se ríe tras ver la fotografía, para luego toser un poco:- jajaja A veces pienso que debería haber tentado a la suerte y haber seguido con lo nuestro. Ummm me lo pensaré, pero a lo sumo me dejaría que me des un abrazo, no ando para esos trotes ya. Hasta pronto, Amanda.-
La sonrisa de Amanda se amortigua, para quedar meditabunda y piensa en que habría sido… fue el primero que vio algo más que… que más da, ya no se puede cambiar la historia:- Hasta pronto Louise.- Corto la llamada y grito en dirección de la cocina mientras deja el móvil de nuevo en el bolso:- ¡Princesa! ¿Qué te tengo dicho?-
Princesa sale de la cocina con toda la ropa puesta con cara de inocencia:- Ummm no sé, Amanda, hay tantas cosas que me dices. Por cierto he hecho una tarta para mañana y he hecho todas las tareas.- La hada le pone ojos de cachorro mientras le muestra una tarta muy elaborada, la favorita de la cazadora. Amanda va a decir algo más pero es desarmada por la aptitud y el soborno de Princesa:- Ufff, te lo digo por tu bien, ya lo sabes.-
Sabiéndose derrotada por la dulce hada. Desviando la atención sigue: -Hoy iba a salir después de cenar, pero me temo que ha salido un trabajo, por lo que iré antes. – Se gira coqueta para que pueda observar Princesa su conjunto:- ¿Qué opinas? Creo que Mark estará encantado.-
Princesa se muerde el labio y proclama, todavía con la tarta en las manos:- Porqué sé que el trabajo es importante, sino no saldrías de casa hasta que fueras a por Mark. – Amanda se ríe, se acerca a Princesa y se lo agradece con un beso en la boca antes de girarse para marcharse, no sea que le tiente demasiado.
De vez en cuando está bien sentirse sexy y guapa piensa mientras va a su habitación. Allí se plantea si ponerse la ropa de trabajo, pero desdeña la idea. No queda tiempo para volver a casa, y no era plan cambiarse en el coche o en un urinario. Se pondría la ropa reservada para Mark y espera que no haya imprevistos.
Aún así, por las moscas mete ciertas cosas en el bolso y se prepara para salir. Una vez más está apurada de tiempo y debe correr para llegar a la casa del tal Pickman… De que le suena… Sin pensarlo mucho más se dirige a la dirección que le ha dado Louis, le quedaban dos horas, ya que había pensado en esperar en el aeropuerto por si el tráfico estaba imposible cerca de la hora de la llegada.
Una hora más tarde
El desván de la casa del pintor Richard U. Pickman es espacioso, casi tanto como la planta anterior a él. Al contrario que otras salas de la casa, se nota que ha sido muy usado. Es más, en la mesa de trabajo se puede ver los platos sucios de una comida de trabajo y una pequeña nevera que hace ruido al funcionar. Por lo demás no hay muchos muebles, sino que está cubierto de caballetes ocupados por lienzos a medio terminar, murales expuestos en los recovecos que no han sido ocupados y cuadros terminados colgados o apilados.
El caso que la sala ofrece multitud de retratos de seres extraños haciendo cosas inquietantes, como aquel donde se pueden ver monstruos con morro de perro que aúllan a la luz de la luna sobre las tumbas de un cementerio, o inquietantes criaturas marinas que nadan alrededor de un barco señaladas por los inquietos marinos, o seres alados, como si de ángeles desollados se trataran que bailan alrededor de un campanario de una iglesia, ante la impasibilidad de los fieles que no se percatan de su presencia.
La iluminación del desván llega por los grandes ventanales que llenan el lugar de luz, permitiendo ver la jaula de metal, situada en medio de la sala, que destaca respecto al resto, una nota discordante entre el arte siniestro. Allí, semiinconsciente se encuentra Amanda, la cazadora de monstruos ha sido sedada hace diez minutos, pero gracias a malas experiencias se recupera pronto de estas situaciones.
Por lo que intenta despejarse sentada en el suelo, apoyada en los barrotes, todavía con la ropa de gala con la que había venido. Por supuesto su bolso se había quedado donde había caído en su desmayo… Aunque en su bolsillo interior tiene eso, hay una pequeña esperanza. Apenas puede concentrarse para dejar de ver el retrato que tiene delante, que muestra una horrenda criatura, un invuche, y preguntarse porque se encuentra dentro de una jaula.
Recuerda haber entrado a la casa del artista que a pesar de su particular cara alargada, mal gusto al verstir y pedantería resultado ser un vendedor serio y ofrecer el cuadro real (lo había notado en cuanto se había acercado a él). Tras las palabras de rigor y hacerse la interesada en su palabrería, había dejado el cuadro en el coche, y como siempre es bueno tener contactos con gente que está en el mundillo, decidió aceptar un pequeño paseo por su galería personal, bastante nutrida de retratos de entidades, a algunas las había enfrentado, otras le alivia no haberlo hecho. Para cuando se dio cuenta de que había escuchado su nombre de un antiguo Houdini desaparecido hace más de 40 años, experto al utilizar cierta magia de encierro en objetos, fue demasiado tarde y conocido por ser un amoral que vendería a sus amigos si pudiera. La aguja ya estaba en su cuello mucho antes de que pudiera revolverse.
En tanto, al otro lado de la habitación con ojo clínico, el pintor observa, ya ha esbozado con lapicero la zona alrededor de la jaula, pensado en los colores que va a usar y espera el momento justo de color ¿Esperar a la luz de la luna o iniciar su obra enseguida? Dudas, dudas. Se divierte al ver como la cazadora albina se intenta despejar, apoyándose en los barrotes con movimientos erráticos, examinando todo algo perpleja, sin duda buscando una salida, no parece haberse percatado del peligro del cuadro en el interior de la jaula, a pesar de que le ha estado echando un buen vistazo ¿Tanto por encargarse de esta niñata? Donde iría a parar el mundo, recuerdo cuando en sus tiempos se enfrentaba hombres de verdad, tanto es así que tuvo que ocultarse durante décadas para salir de su radar… Aunque no niega que tras la cantidad de droga somnifera que le ha inyectado, este sorprendido que siquiera pueda moverse, pero mejor así.
La carta de su cliente le había resultado estimulante, un reto, algo se oía de la pequeña albina y sus cacerías ¿La mejor cazadora de monstruos desde hace dos décadas? buff Chorradas, pero quizás se equivoque, porque a cambio de uno de sus cuadros, donde inevitablemente la victima mueve y queda plasmada en agonía, se le ofrecía una década más de vida. Y lo que un hombre de 109 años que aparenta poco más de 30 sabe, es que no hay que decir que no a este tipo de ofertas. Mientras sean otro los que sufran sus efectos.
Al final Amanda logra enfocar un momento su visión en Pickman, lanza algunos balbuceos al aire, pobres intentos de maldecir e insultar al pintor, que por momentos cada vez son más claros. La luz del sol se torna ligeramente rojiza, según la tarde se está marchando para dar paso a la noche y el señor Pickman, con toda parsimonia, ignorando a la albina, da las luces para poder ver mejor la escena, en algún momento volverá a apagarlas para que solo sea la luz de la luna la que ilumine su obra maestra. Si, una albina a la luz de la luna, sin duda destacaría frente a otras obras mediocres, como las que ha tenido que enterrar en el sótano, solteras que se desviven por un artista, niñas en cuerpo de mujer, inocentonas de toda clase… bueno, lo que quedaba de ellas.
Pickman había viajado por medio mundo, había degustado el horror sobrenatural en toda su plenitud y las criaturas le habían dejado en paz. Sin duda deseosos de ser inmortalizados por su pincel glorioso. Había oído rumores de la particular naturaleza de la albina, lo que en cierto modo le excitaba, él por el contrario tenía algo similar… era ignorado, recordaba cuando ese wendigo destrozo a sus compañeros de acampada en aquel bosque de Canadá… Temió por su vida, pero fue completamente ignorado por ellos. Vio la belleza en la brutalidad y empezó a plasmarla incluso oyendo las suplicas de sus antiguos amigos. En fin, nunca tuvieron un sentido artístico desarrollado. Con los años, incluso ese ápice de remordimiento y renuencia acaba y ahora podía dibujar sin miedo por más grotescos y peligrosos que fueran los entes con los que se encontrará. Mientras no los molestara activamente, todavía tiene esa gran cicatriz, una estupidez de juventud que no se volverá a repetir.
Ya que se había convertido en un hechicero. Atrapando criaturas en sus cuadros quebrándoles la voluntad para usarlos como lacayos, guardianes y a veces, asesinos. A los más inteligentes los torturaba para sacarles secretos. A los más feroces y animales… siempre había formas de sacarles provecho. Luego los quemaba, pero ahora había conseguido un premio gordo. Uno especialmente peligroso.
Aún así estaba algo nervioso. Pues hasta ahora a visto a muchas criaturas en su habitad natural. Rondando, acechando, aprendiendo de sus victimas, incluso alimentándose ante su impasible mirada… Ahora podría ver una de ellas copulando y no una cualquiera, un invunche. Uno de los maléficos guardianes de los brujos chilenos. Su deformidad provocada por el encantamiento de creación provocaba que una de sus piernas descansara en su espalda y las llagas llenaran todo su cuerpo. Este en especial hace mucho que había perdido la nariz y sus ojos, que hace tiempo fueron humanos están siempre inyectados en sangre, su larga lengua apenas es sostenida en su quijada quebrada, aunque al chasquear sus colmillos se guarda con rapidez y su sexo abultado que se movía a un lado al otro al moverse la patizamba criatura lo hacía más horrible y obsceno, lo que placía al pintor. Está había sido una gran captura de sus tiempos más aventures.
La superficie del cuadro empieza a expandirse cuando las garras de la criatura intentan rasgarlo y buscan abrirse paso a través del lienzo. Amanda hace su enésimo intento trastabillando mientras se agarra a los barrotes, acercándose poco a poco, como si fuera un cervatillo recién nacido hacia la puerta de la celda. El pintor sonríe, mientras observa como a la espalda de Amanda, la criatura ha “roto” el lienzo y va saliendo de él, como si fuera un agujero en una pared.
Sus dos garras se mueven el aire, buscando asidero, para que poco después todo el corpachón de la criatura caiga al suelo con un fuerte golpe. Estremeciéndose la criatura se endereza apoyada en su única pierna y sus dos manos larguisimas terminadas en garra. Amanda ya más despejada lo mira con horror, mientras que la humedad se su sexo crece ante la fuerte presencia sobrenatural, dentro del cuadro no lo había sentido, pero es especialmente fuerte, un traicionero gemido sale de su boca como anticipando lo que le va a pasar.
Qué su propio cuerpo lo busque hace que se sienta sucia y algo puta. Aunque una parte de ella piensa que hace un tiempo que no folla y ese miembro… Niega con la cabeza, mientras que la criatura gira encarándose hacía ella. Había oído hablar del invunche y de su peligrosa fama, pero jamás había esperado encontrárselo en una casa de verano hortera.
-Estás loco Pickman…- Consiguió decir Amanda, todavía con la boca pastosa e intentando centrar la vista, el entumecimiento seguía, la droga que le había dado debía de ser fuerte.- ¿No sabes porque incluso los más horribles canallas no utilizan Invunches?- la criatura olisquea la zona, no parece agresiva, sus ojos inyectados en sangre están ligeramente desvaídos, sin duda bajo el influjo de algún hechizo. Amanda sigue, espera que entre en razón, o al menos que lo distraiga, si tiene un invunche entonces tiene que tener el tótem o colgante que lo controla cerca.
Dios, porque ando tan cachonda se queja para sus adentros Amanda, lo malo de que tenga esa pierna en la espalda, es que el Invunche ofrece una visión de su miembro, lo que incita la condición de Amanda. Tragando saliva y algo más dudosa sigue diciendo- Es cosa de la sangre, la maldición que los crea necesita esa sangre porque está atada a ella y solo esa sangre puede manejarla… – El hedor de la criatura llena la jaula, le recordaba al ghul de hace ya un año y pico, se estremeció al recordar el castigo que le dio contra la losa la criatura… aunque en el caso de aquellas alimañas es por su dieta y por su cercanía a los cadáveres.
En el caso de Invunche es porque está muerto, pero la maldición provoca que a pesar de andar poco a poco pudriéndose, se regeneré una y otra vez. Odia tanto a su creador porque no le permite irse de este mundo y como no puede atacarle lo hace con los demás. Además se alimenta de carne humana por gula que no por sustento. Y aún así, Amanda se sentía cachonda.
Pickman se ríe de esa forma que tiene la gente que no está acostumbrado a hacerlo:- Querida llevo en el negocio más de lo que piensas, y seguiré haciendolo cuando termines devorada por este ser. No antes de verte como te monta como si fuera una yegua. Alguien pago muy fuerte para que recibieras este… castigo. Pero no te preocupes, seras inmortalizada-Haciendo un gesto como si espantará a una mosca sigue, mientras examina la escena, el Invunche se mueve de un lado al otro observando a la albina con ¿Curiosidad? Ummm, piensa Pickman, estoy no lo había visto nunca… ¿Además porque está esa cosa ya excitado? Creí que tendría que lanzar el hechizo para fomentar una ninfomanía perversa. Ja, a veces las cosas vienen por si solas. De todas formas no podía dejarlo al azar, tenía el hechizo, se lo había pasado el cliente. Pickman tenía interiorizado su capacidad, tenía estrella y mientras la mantuviera, sería él quien pintará y el resto formaría parte del decorado.
Recordando que el Invunche solo reconoce las ordenes en su idioma natal, recuerda los modismos de su época de viajero y con un mal español proclama:- Desnuda a esa gansa al toque.- La criatura se gira y le mira con una furia que le hace por un momento que su sangre se hiele. Ya claro, que idiota, el medallón…
Amanda observa atenta como Pickman saca un collar de una de sus bolsas tras rebuscar unos minutos. En tanto el invunche ha terminado completamente duro y con su polla goteando con antelación, mientras su lengua se ve ya que su quijada no encaja del todo bien, ofreciendo una forma parecida al perro que está apunto de abalanzarse sobre su comida… aunque por como la mira no está pensando en comerserla, al menos no de forma literal. Poco a poco se ha movido a la entrada de la celda, observando a Pickman que sigue todavía ocupado y al invunche que confuso permanece a la espera, haciendo unos ruidos obscenos y desagradables, que Amanda no quiere dar significado.
Por supuesto al intentar abrir está cerrada, pero la cerradura pinta vieja y no especialmente complicada. Por lo que con nervios busca en su bolsillo a ver si lo encuentra… “venga…” se murmura para si misma, mientras que su humedad baja por sus piernas y ella sin follar. Con esa cosa con ganas de ella y…
No no no, eres idiota Amanda, no estés en modo zorra. Aunque por la pinta que llevaba, con ese vestido de noche corto y la ropa interior, no es que ayudase… y, ya lo recuerda. Un rubor se pone en su cara, a pesar de lo tonto de su enrojecimiento, como si al psicópata que está tras al caballete o al monstruo que está empalmado le importase que llevara solo un corset color borgoña… sin braga como única ropa interior.
Entonces nota las convulsiones previas al orgasmo, sus ojos se abren, nunca le había pasado esto… ¿Tan fuerte es el aura de la criatura? Así no puede actuar, no puede ni pensar… su mano se va directa a su sexo alzando la falda del vestido y a pesar de la situación empieza a masturbarse con fuerza, mientras oye los gruñidos de la criatura. Jugueteando con su raja rápidamente para entrar con firmeza con sus dedos en su interior, mientras sus flujos no paran de salir, nota la tensión de la criatura detrás suya, está esperando ser ordenada a actuar contra ella.
La imaginación de Amanda es más rápida que ella y se la imagina excitada al invunche con ganas de saltar sobre ella y empotrarla contra los barrotes penetrando su sexo desnudo con su falo… el aullido de ansiedad del Invunche llena la sala y hace parar tanto de masturbarse como de intentar registrar los bolsillos interiores del traje
Y, lo hizo sin pensar, mirando al exterior hacía Pickman, como si estuviera haciendo una travesura, mientras su otra mano se daba placer, la otra alza ligeramente la falda del traje dejando su culo al descubierto, y gira la cabeza mordiéndose los labios intentando no gemir, para observar la reacción de la criatura. El cuerpo del Invunche está en tensión, rascando el suelo del desván con sus zarpas terminadas en garras, su lengua colgando de su boca con anticipación latiguea en el aire y su miembro… no debería mirarlo, pero no puede impedirlo… no debería excitarle, pero está apunto de llegar y… Pickman recoge el amuleto y vuelve a decir la orden al Invunche.- Desnuda a esa gansa al toque.- Y por fin Amanda consigue el suficiente animo para sacar la pequeña ganzúa de su bolsillo, un pequeño recordatorio de aquella vez que se quedo encerrada en una misión con un espectro en un armario empotrado.
Mientras que el fuerte orgasmo convulsiona a Amanda el Invunche se tira encima con sus fuertes manos desgarra el traje dejando a la vista el corse que no oculta los grandes pechos de Amanda que botan en libertad, mientras su coño no depilado se muestra con los labios brillantes por los fluidos que han manado de su sexo. Un suspiro tanto de desesperación por haber cedido a sus incontrolables deseos como de alivio por … ¿ser follada? La bestia la aplasta contra las rejas, por instinto la criatura lame el cuello de Amanda, lo que llena a la cazadora de esa vaharada de mal olor que la hace lagrimear un poco y aún así, sus caderas se mueven un poco presionandose contra el cuerpo de la criatura.
El invunche con ojos enrojecidos observa a Pickman con profundo odio, quiere hacerlo, pero no puede, necesita que lo indiquen es un guardian, es un asesino… pero ahora, por primera vez busca algo más, lo necesita, lo desea. Tanto es así que ignora como Amanda juguetea con la cerradura buscando abrirla.
Amanda traga saliva, mientras su cuerpo sigue reaccionando especialmente porque la criatura sin llegar a penetrarla apoya su miembro sobre su cuerpo y casi instintivamente es ella quien lo busca, alzándose de puntillas exponiendo aún más su sexo mojado. En tanto su parte racional, está intentando notar el sutil movimiento en la cerradura que indique que está abierta.
Por su parte, Pickman ha conseguido al fin el medallón, bastante siniestro, hecho de la calavera de un bebe de apenas unos meses, lleno de hierbas desecadas y con grabados que han pasado de generación en generación. Un artilugio que ya pocos hombres pueden hacer y que ofrecen el poder sobre el Invunche. Que cara se le quedo al hechicero cuando entro en su cabaña en el bosque con el Invunche acompañándolo. Desde entonces había usado a la criatura como guardián y asesino.
Aunque estaba el olor y la poca armonía, una cosa era tenerlo en un cuadro, perfectamente colocado para exponer la belleza del horror, pero tenerlo deambulando… uff. Le costo una pequeña fortuna obtener un lienzo especial, pero no se había arrepentido. Cerró los ojos y empezó a recordar el hechizo, sino la criatura nunca podría llegar a dejarse llevar por sus instintos más lascivos y todo no habría servido de nada. Su empleador se lo había ofrecido, ya había tenido negocios antes con él y es de fiar. Ummm como era, se concentró, no debía equivocar ni una palabra.
Lo que no se había dado cuenta es que desde hace un rato, es que Amanda aguanta los gemidos, mordiéndose con fuerza el labio, la prueba y error de la criatura y las facilidades que le había dado Amanda, habían provocado que el sexo del Invunche estuviera en la entrada del coño de Amanda y que con ligeros movimientos estuviera estimulando su sexo.
La naturaleza de la criatura impedía ir más allá por que andaba esperando la nueva orden, pero poco a poco se está imponiendo la necesidad de montar a la albina. Mientras que Amanda nota la presencia del sexo de él, entre lo cachonda que está y lo cansadas que ahora mismo tiene las piernas, está apunto de qué no pueda estar más de puntillas. Entre dientes se dice a si misma:- Amanda no jodas… No es momento… ufff-
La punta del sexo del monstruo está entrando dentro de ella al relajarse un poco y bajar el cuerpo. Si, era grande, rozando sus paredes vaginales mientras profundiza a su interior. Se estaba sintiendo como en esos momentos previos a meter el cuerpo en agua fría. Solamente debería dejarse llevar y bajar su cuerpo de golpe… pero en este caso, si lo dejará ¿Qué pasaría con ella? O sea, ese horrible monstruo que apestaba a horrores, no solo querría hacérselo.
Comprendió lo que está pasando. Es la droga que le había puesto, su control, que siempre solía estar en guardia incluso en momentos como este, se había desdibujado, lo que no distaba que ahora mismo no estuviera gozando como una perra por el morbo de la situación. Si, es la droga, no podía ser otra cosa. Aún se así se le complicaba por momentos manejar bien la ganzúa, que está apunto de caerse mientras ella baja más y más, cayendo sobre el miembro del Invunche.
Pickman por fin recordó el hechizo y sonriendo de forma macabra. Lo lanza, palabra por palabra. Cuando termina sabe que lo ha hecho bien. Si, ahora quiere molestar a la cazadora imaginando su humillación final. Aunque sin darse cuenta de lo que está pasando en la jaula, mientras prepara los colores y coloca los pinceles, preparándose para pintar mientras silba durante unos momentos. Sin escuchar los gemidos sordos de Amanda, porque ha terminado de bajar los pies y anda acostumbrándose al miembro de la criatura, la cual deja de apoyarse en los barrotes y agarra los pechos de Amanda, lo que provoca la reacción de está arqueándose ante el placer de su tacto, que termina provocándole otro orgasmo mientras se horroriza de lo que está pasando y de las reacciones de su cuerpo.
El pintor se rie:- Cómoda, señorita Amanda, tengo que decir que eres más valiente de lo que esperaba, lo normal es que gritaras pidiendo auxilio o que perdieras la cabeza, pero estás manteniendo la sangre fría.- Amanda levanta la cabeza, en un momento de racionalidad piensa “ojala fuera verdad”, porque nota como el Invunche empieza a mover su cuerpo arriba y abajo, muy lentamente pero sin pausa, pero al notar confianza aumente el ritmo, penetrándola con un sonido acuoso cada vez que llega al fondo de su coño.
Ya libre del impulso mágico impuesto por Pickman, la criatura chilla satisfecha por dar por fin gusto a su lujuria. Las garras de la criatura agarran con fuerza los pechos, masajeándolos sin darse cuenta lo que hace que los gemidos de Amanda sean cada vez mayores, lo que a su vez le hace querer darle más fuerte.
El pintor piensa que está solo grita por el deseo de devorar a la cazadora:- Ahora te violara esa infecta criatura y podrás dar sentido a tu miserable existencia. Ahhh el arte- Saco unos tapones para los oidos, para no tener ningún despiste, el Invunche no para de gritar (casi a la par que Amanda que tras hacerse casi sangre al seguir mordiéndose los labios para no dejar escapar gemidos, ha tenido que abrir la boca dejándose llevar por la lujuaria, tal es así que no se da cuenta cuando la puerta hace clic para abrirse y se le ha caído la ganzúa al suelo. Instintivamente se agarra de los barrotes para no golpearse según se hace más agresiva la follada del Invunche. Su piel blanca bajo la luna, ya que Pickman ha apagado las luces, se perla de sudor ante el calor provocado por la follada, y sus ojos se entornan ante el siguiente orgasmo que hace temblar su cuerpo.
Pickman recuerda que debe decirlo al menos otra vez el hechizo y sus palabras ritmicas en una lengua extraña resuenan en la sala. Por un momento la capacidad de pensar de Amanda vuelve, ya no abotargada por la droga (aunque si por el deseo) y las escucha sorprendida ¿Lo está diciendo enserio? Pero el Invunche saca su miembro del interior de ella y la gira para encararlo. La lengua de la entidad busca su boca y al intentar ignorarla, el ser aprieta el cuello de ella, obligando a abrir la boca para que pueda introducir su infecta lengua, en tanto que levanta el cuerpo de ella para volver a acceder a su coño con su falo mojado por los líquidos de ella. Lo que hace que Amanda agarre con sus dos piernas la cintura del avieso ser, disfrutando de la follada, pensando en su carta de triunfo. Mientras que casi se percatarse juega con la lengua del ser.
Pickman se quita los tapones y observa la escena, su aviesa sonrisa al ver como la criatura fuerza a Amanda a besarla y como la folla sin miramientos, le hace en cierto modo excitarse. Sin duda la albina es atractiva, para ser una prostituta venida a más, y gracias al hechizo no ha acabado destrozada … Aunque se pregunta por un momento porque llevaba lencería debajo de su ropa. Ummm podría obviarla, sino sería demasiado surrealista y su cliente no le creería. Siempre había sido un buen observador, esperaría a que la criatura eligiera una postura humillante para ella y ver su rostro horrorizado, eso sería la guinda del pastel.
Con Amanda agarrada a su cintura, una de sus poderosas manos rodea la espalda de Amanda y con la otra empuja ambos cuerpos hacia atrás. Con una agilidad admirable se gira para caer con relativa suavidad en el suelo de la celda. Utilizando la garra libre para amortiguarse, lo que no dista que el culo de Amanda golpee el suelo, aunque su boca llena de la lengua del ser hace que no de quejido alguno. Sus piernas se destraben de la espalda del invunche e instintivamente se abren para él ofreciendole más facilidad para entrar dentro de ella.
De nuevo el ser empieza a penetrarla, Amanda gira la cara de espaldas a Pickman para que no vea el rictus de placer que tiene, el último detalle de decencia que se permite, ya que empieza a gime según va jodiendola de nuevo. La sensación provocada por el mes sin sentir a un hombre y su propia naturaleza, se mezclaban para dejarse llevar. –Sigue así, mi monstruo… ufff dios- dice entre gemido y gemido o cosas similares, casi inaudiblse, más para ella misma que para el Invunche y mucho menos a Pickman que sigue pintando, mientras su ceja se arquea ¿Dónde están los gritos de horror, las amenazas, el deseo de misericordia…? ¿Qué narices le pasa a esta mujer?
El invunche se siente raro, jamás había sentido algo así… quizás cuando fue humano ya hace cientos de años, pero lo disfruta. Folla a Amanda que se estremece de placer debajo suyo de forma completamente instintiva, tal como se alimenta o accede a las ordenes del amo… Pero no podía parar, esta vez ni aunque se lo pidieran, y su cuerpo se estremece ante su primer orgasmo, justo en el momento cuando había sacado su erecto miembro, un momento del coño de Amanda para insertarlo de nuevo a fondo. Ya que había encontrado placer ante la cara que pone Amanda al hacerlo. Por lo que las pantorrillas, el vello pálido alrededor del sexo de ella y parte de su corset que lleva puesto la albina, terminan llenos de su simiente.
Amanda siente el calor en las zonas que la corrida de la bestia ha tocado su piel y por un momento se siente desilusionada al no notar como su sexo está lleno de semilla de la criatura. Gira su rostro para encarar a la criatura. Pronto comprende que está en un momento peligroso, puede que al terminar el instinto de “reproducción”, y tras ese hechizo, le siguiera su otro instinto de devorar carne humana. Por lo que se libero su mano derecha para cerrar la boca del invunche de un golpe llegado el caso… Pero este momento no llega, la criatura la observa curiosa, quizás hasta sorprendida, esperando ¿A qué? Se pregunta Amanda mientras recupera el aliento por un momento. No tenía ningún amuleto, no puede hacer nada.
Pickman observa la escena ¿Ya? ¡Ni siquiera ha gritado la maldita zorra! Ninguna cara de horror, ninguna lagrima ¡¿Cómo podría crear arte con este desenlace?! Si al menos la atacará después, pero está ahí el invunche, pasmado, mirándola. Sus manos se crispan y uno de los pinceles se rompe en dos en sus manos. Que contrariedad.
La criatura se quita de encima de Amanda, quedando a su lado examinando el cuerpo de la cazadora con su lengua colgando de su boca, su polla todavía rezumando semen y ladeando la cabeza con curiosidad. Sigue esperando algo, con sus ojos rojos centrados en ella y cierta parte de su cuerpo ligeramente menos dura.
Amanda todavía está respirando con fuerza, haciendo que su pecho suba y baje. Recuperándose un poco mientras oye los gritos de Pickman que termina en un falsete por los nervios que tenía el pintor tanto en inglés como en un mal español:- ¡Qué haces maldito desgraciado! Destrózala ¡Te lo ordeno!- El invunche gira la cabeza tan rápido que se escucha un doloroso ruido al crujir su cuello, aunque no parece que le importe lo más mínimo. La criatura se mueve hacía los barrotes y le dedica una mirada cargada de hostilidad.
Pickman se estremece, se dice que la mirada del invunche puede maldecirte y por como titilaban los amuletos que lleva ocultos bajo el cuello de la camisa como protección para estos casos y como se quebraban uno a uno, es un rumor real. Furioso coge el amuleto que le ha estado permitiendo controlar al invunche, y viendo como la cazadora se ha puesto a cuatro patas para poder levantarse, con su culo blanco como la nieve en pompa, con el coño todavía mojado por tener tan cerca a una criatura mágica tan poderosa. Pickman repite la orden para asesinar a Amanda, señalándola con el dedo.
La criatura está muy enfadada ante ese hombre que le ordena cosas sin ton ni son, pero sigue la dirección del dedo y ve el espectáculo que está ofreciendo sin querer la albina. Su miembro de nuevo se endurece y se gira hacía ella. Chilla de forma gutural, lo que hace que Pickman sonría y Amanda gire la cabeza asustada, pero su mirada se fija en cierta parte de la anatomía de la bestia, se prepara para el “asalto” agarrándose a los barrotes más cercanos y suspira en alto:- ¿Por qué siempre termino a cuatro…?- Entonces el Invunche avanza y se sitúa en la espalda de ella, su polla consigue entrar con facilidad en el sexo de Amanda con un sonido de chapoteo al encontrarselo de nuevo mojado, aunque esta vez Amanda se permite chillar de gusto, a lo que siguen gemidos y los siniestros sonidos del invuche.
Pickman fuera de sus casillas tira el lienzo y lo pisotea:- No, no no. Esto debería ser una tortura, una oda al sadismo y, y… Maldita zorra, no sé que coño estás haciendo. – Vuelve a rebuscar en su maletín, mientras que escucha un “ Lo siento Mark…” entre fuertes gemidos de Amanda. Finalmente saca un revolver, tan anticuado como si mismo, pero de confianza. Las armas modernas le parecen que no tienen alma.
Todavía alterado por lo que está pasando da grandes pasos hacia la jaula, buscando un ángulo de visión para poder disparar a la albina. Cuando lo encuentra, se concentra,a pesar de como tiembra la jaula por las embestidas del Invunche y finalmente dispara.
Por un momento todo detiene en la habitación, ya no hay sexo en la jaula, ni se escucha las confusas maldiciones de Pickman. Como si el sonido del disparo que ha llenado la sala con su estampido hubiera eclipsado todo el ruido de la sala. La mueca de enfado de Pickman se convierte en espanto, cuando ve que el invunche ha protegido a Amanda con su brazo correoso, donde la bala se aloja inocuamente. Pickman da unos pasos atrás en el mismo momento que el invunche se estrella contra la jaula moviéndola como si no pesará , doblando los barrotes intentando llegar a él, el chillido de furia de la criatura hiela la sangre al pintor ¿Qué está pasando? ¿Por qué? Dispara un tiro detrás de otro, otro victima del mayor horror de su dilatada vida. Ya que la victima en este caso, es él.
Amanda jadeando va incorporándose, poco a poco gracias a los barrotes y se endereza. Pickman se ha olvidado de ella. Por lo que ahora, menos entumecida, se acerca a la puerta de la celda y la abre. Pickman se da cuenta demasiado tarde y ni se plantea en apuntar a la cazadora. Corre hacia la la trampilla del desván, corre como la presa que es para un cazador que tiene años de experiencia, en este caso cientos de ellos. Mucho más que él, al final gana la experiencia, chico. Siempre se lo decía su padre cuando le ganaba al ajedrez… Fue su último pensamiento racional. No llego demasiado lejos,
La criatura se abalanza contra él tirando varios de los caballetes y llenando los cuadros con sus sangre. Las garras del invunche le hacer heridas profundas, y con fuerza lo estampa una y otra vez a suelo. Apenas tiene tiempo de gritar de forma agónica, antes de que la criatura abra sus costillas como si fuera un armario y desgaje su corazón, que palpita una última vez antes de que la mandíbula del invunche lo destroce devorándolo. Según el pacto, la criatura gana su libertad para irse donde debe (o sea que su alma se libere), si el brujo la deja ir de todo corazón… En este caso, literalmente.
Amanda lo observa apoyada en la jaula, iluminado por la luz de la luna, pero los segundos pasan y luego tras un minuto, la criatura se gira hacía ella. Si, el idiota de Pickman le había lanzado un hechizo malayo de cambio de dueño hasta la muerte del lanzador o de la victima del hechizo. Otorgándole la batuta, pero la naturaleza de Amanda le había impedido ordenar sus ideas para sacarse de encima al invunche… nunca mejor dicho, con una orden coherente, en realidad lo había azuzado para que siguiera, sin darse cuenta.
Ahora el Invuche está libre, debería haberse ido.pero ahí está dando pasos cautelosos hasta ella. Y Amanda con las piernas como un flan, sin nada parecido a un arma que pudiera hacer daño a la criatura, todavía vestida con su corset y con el semen secándose de la criatura en su piel. Temiendo ser ¿Violada? “Si, Amanda, eso ha sido, no ha sido por gusto… Amas a Mark, te gustan los hombres y mujeres humanos “ se repite como un mantra, aunque le cuesta creérselo.
Traga saliva cuando la criatura está a solo dos metros de ella, pero sus ojos se abren como platos cuando la bestia hace una pregunta con algo de tiempo entre palabra y palabra con un tono calmo a pesar de sus ojos inyectados en sangre en un inglés con un marcado acento: -¿Libertad, dueña o protector?-
Amanda al estar sorprendida de este hecho, aunque luego se siente un poco tonta por ello, pregunta-¿Puedes hablar?- La criatura asiente y contesta con rotundidad- Poco.- Entonces Amanda piensa bien lo que le ha preguntado, todavía algo alterada (incluso ahora tras el rato largo que han pasado juntos), piensa en una posibilidad. Libertad sería que la criatura podría morir, dueña sería que ella se convertiría en su ama y… protector ¿Quiere estar protegiéndome por cuenta propia?
La albina apoyándose en los barrotes e intentando mirar a la fantasmagórica cara del invunche (para no mirar otras partes de él) e intenta saciar su curiosidad:- Comprendo lo de que quieras que elija entre ser tu dueña o liberarte, pero ¿Por qué la última opción? Los de tu clase no hacen nada por gusto…- La criatura hace un intento de sonreír que evidentemente da más miedo que simpatía:- Gustas.- Amanda no sabe donde meterse y casi se le escapa una sonrisa:- ¿Te gusto?-
El invunche asiente, una vez y nota de nuevo esa sensación en su cuerpo, pero se calma con un pellizco en su culo y Amanda indica:- Más bien que te pongo cachondo.- Como sino me pusiera él a mi… hay que fastidiarse. El Invunche asiente con alegría. Pero luego piensa y repite:- Gustas.- .Genial, ahora tenía a un no-muerto poderoso y caníbal con ganas de ella, pero de forma consentida a cambio de favores. Arrugando el gesto le explica cruzándose de brazos, intentando comprender las auténticas intenciones de la criatura.- No voy a proporcionarte sangre ni carne humana. En el hipotético caso si es que eligiera las dos últimas opciones y si las buscas por tu parte no te lo permitiría…- Pero la bestia señala al sexo de Amanda, lo que la hace enrojecer:- ¿Ordenes por sexo? Y si lo haces por cuenta propia, ¿Como te lo pagaría?-
El invunche sonrie de nuevo, mientras se acerca un poco aunque intentando no ser amenazador:-Eliges.- Amanda abre mucho los ojos- Cre-crees que te lo daría por gusto.- La criatura asiente lo que hace que se sienta una puta e incriblemente mal porque cuando lo ha dicho se ha sentido entre halagada y cachonda.
Amanda se lo piensa un largo rato, mientras observa a la criatura y los pros y contras de esa relación mutua ¿Qué hacer?
1. Amanda se lo piensa mejor. Aunque el invunche este ahora mismo bajo el hechizo de la naturaleza de Amanda, nada impediría que volviera a volver a sus malas artes ¿Dejaría a cualquiera cerca de una maquina de matar como esa? Y a pesar del rojo de sus ojos, en algún momento de un pasado remoto, hubo una persona ahí dentro.
Tampoco es que fuera bueno castigarle a convertirse en su esclavo por lo que paso en la jaula… No es que tuviera mucha elección tras los estímulos que la naturaleza de Amanda ofrecía. Por lo que el Invunche nota la mirada y sonríe para decir un aliviado:- Descanso- A pesar de todo, en el fondo solo quería poder dejar este mundo en paz.
Amanda asintio y le dio la orden. El cuerpo del invunche siquiera llego al suelo antes de desvanecerse en una nube de polvo. Observo los cuadros y el cadáver del hechicero, como su traje preferido se había ido hacer gárgaras y suspiro… Esperaba que el baño tuviera un perfume lo suficientemente oloroso y el armario algo que le cupiera… más o menos. Por culpa de ese desgraciado apenas tenía tiempo ni para eso.
2. Amanda tras pensarlo un rato, bajo la mirada paciente del invuche se lo planteo así. Dejarle descanso podría ser meritorio, pero tener a un Invunche de aliado, aunque sea a partir de cierto trato tan particular, es una poderosa baza… Amanda se empezó a sentir mal. En estos casos debería ser destruido, para darle al alma un descanso. Pero no es que fuera a llamarlo siempre, es un por si acaso. Además son criaturas que no pueden alejarse del lugar que protegen, quizás solo podría usarlo en la ciudad… Y… no es que le diera poco.
Su sexo se moja un poco de nuevo al pensarlo, lo que hace que la criatura olfatee y sonria:- Trato.- Indicando que sabe que va a aceptar estar con él de una forma u otra. Monstruo bastardo… le está cayendo bien- Acepto, pero ya te he dicho mis condiciones, en cuanto la interrumpas tú serás castigado- El invunche asiente con seriedad aunque con un brillo de felicidad en la mirada, por primera vez que le plantean las cosas de igual a igual, y eso parece gustarle- Y si lo rompo yo, pues te lo cobraras como gustes.- Asiente el invunche de forma seria igualmente.
La criatura regurgita algo y Amanda lo agarra con desagrado una piedra, el Invunche indica: -Collar- Amanda comprende que esto debe llevarlo engarzado para poder usarlo. Al guardarselo, la criatura poco a poco se volatiliza… y uno de los ventanales se rompe, cayendo sobre un coche al que una fuerza invisible deja abollado. El Invunche está en la ciudad.
3. Amanda lo piensa mucho y recuerda varios casos donde las criaturas sobrenaturales o no eran tan malas o fueron aliados que ayudaron contra cosas peores. Además tenía el caso de Princesa, de la que la que ya no quiere separarse. El Invunche está marcado por la promesa, no hará daño a nadie… Podría tenerlo con un nuevo collar, pero aunque fuera un collar de color de rosa. Sería otra prisión más para él. Y no parece que quiera ir al otro lado a pesar de lo que le ha tocado sufrir, quizás durante cientos de años.
Pero la cosa, con un poco de vergüenza, ella se ha sentido muy halagada por las atenciones de la criatura. Incluso ahora, sabiendo que le queda poco tiempo, le gustaría dejarse llevar otro poco, ante el monstruo “domesticado”. La cosa es que odría haberla matado, haber luchado contra ese somero hechizo y triturarla con sus garras.
Y no es que fuera un engaño a nadie, como se ha comentado, no tendría nada con él a no ser que ella quisiera. Joder, porque sigue estando duro. Pobre… Se mordio ligeramente el labio y finalmente dijo algo coqueta:- Me parece bien que actues por tu cuenta, pero teniendo en cuenta no devorar a nadie y según como te comportes pues… tendrás recompensa.- Y se acerco a él para acariciarle la quijada, dejandole cerca de su sexo.- Serás mi guardián, pues. Pero ahora tengo mucha prisa, por lo que nos encontraremos mas adelante. – El invunche asiente , la criatura poco a poco se volatiliza… y uno de los ventanales se rompe, cayendo sobre un coche al que una fuerza invisible deja abollado. El Invunche está en la ciudad.
Tras contemplar un momento el exterior, suspira. Sale de la sala sin mirar demasiado el cadáver de su secuestrador y bajo las escaleras. Miro sala a sala hasta que localizo el lugar donde había caído por el influjo de la droga y allí estaba su bolso con todas las cosas. Si lo hubiera tenido a mano la situación no se hubiera desbocado tanto. Localizo el lavabo y se miro en el espejo. Tenía el pelo desordenado, la cara todavía congestiada por el placer, partes de su cuerpo rojas por la firmeza del agarre del invunche y por supuesto, su corset y la parte de abajo cubierta de semen de la criatura, ya seca tras el tiempo que había pasado de su descarga-Vaya firma te ha dejado chica…- Se dice a si misma y se ríe de su broma. Aunque más seria se contempla. Lo de hoy ha sido extraño, más de lo particular, hace un mes lo del chupacabras… ¿Y ahora esto?
No podía dejar las cosas así. No siempre podía tener suerte, ni tampoco podía esperar ayuda a cada momento. Tampoco era profesional que terminase tan cachonda que la incapacitarán incluso para pensar. Y y… mucho menos debería sentirse excitada por verse en un espejo tal y como está. Pero recordar cuando ha descargado… Todavía con su simiente encima, pegada a ella. Al alcance de su mano.
La mano de Amanda baja hasta su muslo y recoge con su dedo con delicadeza parte del semen pegado y con su pecho subiendo y bajando por la excitación, con su garganta seca tragando saliva, lo acerca a su boca. Incluso a la distancia el olor es bastante fuerte… por lo que abre la boca y…
El móvil suena en su bolso, por lo que pega un respingo y se limpia las manos antes de cogerlo. Es Mark, el vuelo se retrasa tres cuartos de hora. O tiene que limpiarse, vestirse e ir a recogerle. Además está lo del cuadro de su maletero. Que cabeza la suya. Sin pensar más se va a la ducha para tomarse un baño, tras limpiar un momento el corset de las manchas ¿Qué estaba pensando antes? Ufff ha sido una tarde rara, si. En fin, ahora no podía perder el tiempo.
Tras lavarse y secar el corset como puede, busca en los armarios del psicópata por algo que sea más o menos femenino… encontrándolo. Un traje de dos piezas, que le sienta muy bien… bueno, quizás le falta de ciertas zonas, pero no es muy revelador. Si que era un tío raro el tal Pickman, sí.
En cierto momento para cerca de la puerta para dejar un mensaje a Tom, su “amigo” del FBI. Es un capullo, pero en estas cosas funciona correctamente. Además le encantaría apuntarse el tanto de haber terminado con las maldades de un hechicero maligno. Y así tendría algo ella que echar en caro en caso de que se ponga pesado. Sonriendo sale a la noche, hacía su coche, mientras que un vecino se horroriza al ver que su coche ha sido aplastado. Pero ese no era su problema y quería volver a ver a Mark. Se sentía de nuevo con ganas de caña, mientras pone el coche en funcionamiento y se aleja en la noche.