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A falta de coño, una baranda
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Una vida llena de desencantos amorosos, me llevaron a considerar la masturbación como una salida a mi sobrecarga de lívido que no podía satisfacer follando con alguna chica. La masturbación convencional no ayudaba en absoluto, podía estar con mi mano una y otra vez arriba y abajo por horas, y sabía que era imposible que este se estimulara lo suficiente como para que eyacule. Razón por la que probé con almohadas, y aunque la sensación en un inicio era placentera, pronto se volvía suave y a veces difícil de lograr una buena corrida.

Ello me llevó a sentir la necesidad de buscar donde más poder hacerlo, el filo de una mesa, y como si follara al estilo del misionero, daba y daba hasta correrme. Pero la edad hizo que el morbo se convirtiera en mayor placentero que otra cosa, llevándome a considerar algo más "heavy" por decirlo de alguna forma. Llevar mi cuerpo al “extremo” para saciar un sentimiento temporal como lo es el sentir eyacular, una y otra vez.

Un día decidí hacerlo, una tarde, como no había nadie, me bajé los pantalones hasta la rodilla y me subí la camiseta a la mitad de mi vientre, me situé en la parte baja de la escalera principal de la casa, su baranda de 8 centímetros de anchura, me daban la simulación perfecta de un “coño” donde colocar mi pene. El sentimiento fue único ¿quizá un preludio al masoquismo? no lo sé, pero la sensación de colocar mi trozo de carne sobre aquello fue sensacional, mi cuerpo hacia presión a mi pene sobre la baranda, causándome una sensación nunca antes sentida, ni con almohadas, ni con mi propia mano.

Frotar mi verga hacia arriba y abajo una y otra vez en aquella baranda fue de lo mejor, por vez primera sentía algo como ello, que al cabo de un rato me provocó la mayor corrida de mi vida, sentí como 3 chorros de espeso semen se disparaban dentro de mi prepucio, esto porque para no dañar mi glande tenía que usar esa piel como tipo bolsita, al correrme, todo quedaba depositado ahí sin caerse nada al suelo.

Sin embargo, yo quería algo más ¿Más morbo quizá? Es lo más probable, quería hacerlo de nuevo, pero con mas libertad, esto significaba estar completamente desnudo, y usar ese mi “coño” para lo que quisiese por algunos minutos como si de una mujer se tratase. Planifiqué todo, y concluí en que el momento ideal para hacer aquello era durante la madrugada, a esa hora era difícil que alguien se levantase, y yo podía aprovechar esos instantes, para “follar” sin ser visto, o que alguien apareciese de la nada.

Una noche, esperé que todos se vayan a dormir, esperé unas horas y ya entrada bien la madrugada, fui hasta esa parte baja, con tan solo un bivirí y un short, dos prendas y nada más, era fáciles de quitar, como fáciles de colocar, toda la ventaja para disfrutar rápido y al máximo, y también para colocarme la ropa y fingir que salía al baño, por si alguien despertaba. Me quité toda la ropa, quedé completamente desnudo frente a aquella baranda, mi pene al tan solo tocarla se puso a mil, sin esperar un segundo más, coloqué mi pene y empecé el vaivén del sube y baja, frotándolo una y otra vez sobre aquel “coño”, mis brazos los estiré hacia arriba, sujetándome con mis manos de uno de los soportes que se encontraban más arriba.

Aprovechando que había esa forma de construcción, subí un peldaño en la escalera, volví a colocar mi miembro más arriba en la baranda, y quedaba ahora con los pies colgando, esto me dio otra sensación mayor de placer. Me di cuenta que de esta forma, con la presión de todo mi cuerpo sobre mi pene, y este encontrándose sobre la baranda, me causaba tremendo placer, un mínimo dolor, pero mayor placer. Por segundos incluso solté mis manos que me sujetaban de la parte de arriba a la escalera, quedando todo mi cuerpo soportado tan solo por mi pene y escroto, que muy lentamente se notaba como resbalaba hacia abajo.

¿Quizá se me fue de las manos? Sentía placer en algo que a cualquiera le parecería loco, pero para mí en ese momento era lo justo y necesario. Pensaba: ¿Y si mis testículos explotan? Ojalá y me corra antes de ello. Esos pensamientos y la masturbación “heavy” que llevaba, hizo que en breve sintiera como casi rebalsase de mi prepucio de la leche que salía a chorros. Luego de ello, me limpié el glande, me puse la ropa y fui de ahí.

La verdad, no esperaba sentir aquella sensación al masturbarme ahí, pero lo que sentí me cambió para siempre.

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