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Marcela mi vecina
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Si bien da un perfil de ser toda una dama refinada y de cordiales modales, la mujer que describiré a continuación se convirtió en la musa inspiradora de mis erecciones.

Ella usa anteojos con algo de aumento que le otorgan apariencia de introvertida, hay un pequeño toque de colágeno en sus labios porque no pueden ser así de tentadores y perfectos. Verla pasar despierta cualquier instinto sexual. Calculo de edad estará en los cuarenta y tantos años, se nota que abusa de la planchita para su pelo rubio, diría que es obsesiva en el cuidado de su pelo como también de sus manos y pies… Y ni hablar de su cuerpo… un abdomen plano, 1.73 de altura, unas gambas hermosas, es jugadora de hockey, lo hace de hobby en un club amateur, participa en un equipo de Mami Hockey formado por mamás del colegio y algunas chicas más Hacer deporte la mantiene en forma, además de asistir al gym fervientemente, más las clases de pilates y sesiones con la esteticista.

Marcela es muy linda lo que se dice una mujer que cualquier hombre desearía tener, pero describiéndola más mundanamente y viéndola con ojos lascivos lo mejor es que tiene un culazo súper redondo, carnoso y parado. (Se me para de solo imaginarla acostada en la camilla del centro de estética desnuda con una micro tanga negra y esa cola llena de electrodos).

Luce uñas esculpidas y algo que noté es que en los dedos de los pies a veces lleva algún que otro anillo eso le da un toque de fetiche magistral.

Me enteré que estuvo casada y fruto de esa relación tuvo dos hijos varones hoy ya adolescentes: Nicolás y Joaquín y además fue mamá de una nena, Francesca se llama su hijita tiene 4 años con su nueva pareja un flaco muchísimo más joven que ella, calculo tendrá unos 25 o 30 de edad y es de profesión anestesista.

Me mudé hace poco al actual edificio en donde las cosas de la vida me hicieron coincidir con la mujer de mis pajas, quiero decir siempre me excitaron las mujeres maduras y elegantes.

El día de mi mudanza terminé fulminado, todo un desastre y tal fue mi cansancio que después de dos birras tiré el colchón al piso y me dormí. Tipo 12 de la noche me despertaron unos gemidos del piso de abajo. Al parecer mi vecina (a quien no conocía aún) le estaban dando matraca con todo, esos Ah ahh ahhh que salían de su boca eran cada vez más intensos, se notaba que ella lo disfrutaba y mucho. Me despendí el jean, manotee mi bulto y me hice una paja al compás de los gemidos de la vecina de abajo.

Un gemido más intenso le hizo saber a su pareja que ella acabó, cuando el tipo al parecer le descargó toda su leche al mismo instante.

Intenté seguir escuchando pero todo se terminó ahí. Quedé encendido por la manera de gemir de esa mujer.

Pasaron los días, si bien yo usaba el departamento solo para venir a dormir porque todo el día estaba afuera trabajando llegar a la noche y poner la oreja sobre el piso frío para escuchar a la pareja de abajo se convirtió en mi fetiche.

A la tercera noche volvió la acción. Si bien yo miraba una película en la tele y descuidé mi rutina auditiva creo que bajé la guardia por completo. La noche se prestaba para un polvazo. Ya era fin de semana y hacía calor. Los escuché con risas cómplices ella quería hacer el amor si o si. Bajé el volumen de la tele y el flaco lanzó un suspiro…

–Ayyy Marce que rico!!! –La rubia lo peteaba hermosamente bien, sabía complacerlo. Por lo visto no se le acalambraba la boca porque continúo haciéndole sexo oral un buen rato. De pronto un sonido muy peculiar vino a continuación: un intenso plaf plaf plaf me alertó, o mejor dicho me hizo saltar la pija como un resorte.

Al parecer el marido la puso en cuatro y le estaba dando con todo, habrá sido la 1:20 am.

Cómo sonaban esas nalgas pero ella no omitía gemido alguno cuando se escuchó unas fuertes palmadas en el culo y por intuición se me hizo que le agarraba del pelo y le tapaba la boca. El tipo estaba enajenado como poseído cogiéndola a más no poder… se me hacía un tanto violento.

La cosa se calmó un momento, ella muy hábil se salió y se puso a chupársela otra vez. Era una diosa al hacerlo porque el afortunado acompañante de cama la estaba pasando de maravillas. Se la volvió a ensartar pero ella estaba ahora arriba dominando la situación. Ahí empezaron leves gemidos, para peor su cama hacía ruido… Ufff la paja que me hice!!!

El marido le decía –acabá, acabá– y se la ensartaba con todo, pero ella seguía siendo dueña absoluta de la situación, cuando sus gemidos se acrecentaron supe que los tres íbamos a explotar al mismo tiempo. Cómo gimió esa mujer!!! Tuvo un orgasmo intensísimo.

Un ahhhh muy prolongado y un –Amor acabé!!! – casi desvanecida por el tono de su voz. Estaba satisfecha.

Se abran comido la boca y hubo franeleo y risas al final. Me descargué a manos por tal situación.

Sábado por la mañana no trabajé. Fui a hacer unas compras y al volver me quedé hablando con Raúl el encargado del edificio. Mientras conversábamos vi llegar una milf espectacular en una bici rodado 29. Por dios una rubia de pelo atado, anteojos de sol, calza larga color negra con una franja gris en los laterales, zapatillas deportivas y medias por los tobillos. El portero más calentón que yo la saludó con un Buen día Señora Marcela, ella lo saludó amablemente y se pusieron a charlar.

Yo en medio de la conversación de ambos dirigí mi vista al pequeño asiento de la bicicleta, era muy chiquito para tremendo culo, se me hacía que esa cosa pequeña y dura la violaba, imposible que no se le meta todo adentro al andar.

Y se me paró, se me puso durísima la pija pero no de punta sino para arriba, cabeza arriba como queriendo salirse del jean.

Para peor ella quedó a medio bajar. Si bien no descendió del todo sus manos sostenían el manubrio y la punta del asiento se le metía en ese orto impresionante marcado debajo de su remera blanca y ella no se inmutaba es como que disfrutaba tener algo metido en el culo. Intuyo se dio cuenta de que yo la miraba y escuchaba su voz sensual tal como si fuese una locutora radial (y Raúl el portero se le iba la vista a esas piernas mientras la hablaba, ella tenía la pierna derecha flexionada apoyada sobre el pedal y con su pie izquierdo apoyado en el suelo sostenía el peso de su cuerpo, yo estaba en posición un tanto más detrás y observaba ese asiento negro cuya punta se le metía impresionantemente en el orto, (fantaseé con que era la pijota de un negro penetrándola.

Y me pregunté a mí mismo: habrá cogido con algún negro? ) y de tanto mirarla e imaginar eso se me paró al 100 por ciento la pija; estaba queriéndose salir del pantalón, pero la rubia se hizo la distraída y seguía su conversación con el hombre. Se bajó de la bici, se despidió del encargado y entró al edificio.

El hombre me miró pícaramente y me dijo –es la Doctora Rodríguez tu vecina de abajo…. Que hermosa hembra–.

Nooo… No podía creer… esa mujer era la de los gemidos intensos.

Marcela Rodríguez? Le pregunté con el corazón acelerado y me respondió que sí, Marcela se llama, la conoces de algún lado vos pibe?

Fui a mi departamento y me maté a pajas. Me excitó de sobremanera toda esa escena vivida afuera. Ese cuerpo, ese culo macizo, redondo, carnoso, bien formado, su pelo, su piel, era un cóctel nocivo que incitaba a la masturbación con el toque de descubrir que era quien tenía sexo salvaje en el piso de abajo y gemía tanto como para despertar a todo el edificio.

Pegué la oreja al piso pero solo escuchaba a ella con su hija Francesca. La amaba a esa nena era su locura, debe ser porque la tuvo en sus años de pura madurez? Tenía una devoción por su niña, sin embargo con los dos adolescentes era más rígida en su trato. Los hijos más grandes no estaban uno fue al club y el otro salió con compañeros del colegio, solo ella y la nena estaban en casa.

A la siesta volvió el marido al parecer de jugar al fútbol con amigos. El muchacho vino calentón de la calle será porque su equipo ganó? Se lo escuchaba exultante. Además vaya uno a saber cómo lo esperaba su mujer, seguramente en remera y bombachita por el hecho de estar sola y relajada en casa. Se vinieron a la habitación y estaban en pleno toqueteo.

Ella lo llamaba –Mi campeón– a cada momento.

La habrá traído a upa a la pieza a puro beso y al parecer la manoseaba de lo lindo; entre risas cómplices Marce esbozo un –Ayyy nooo!!!… – pero ese NO falso, un NO que significa siii… Seguí… dale cogeme toda!!!

Cuando ella le dice – Bueno… Un pete y nada más– con vocecita sexy.

Se escuchaba perfecto como en HD la chupada de pija que le hacía la doctora Marcela a su marido.

Yo largué un chorro de leche eyacule precozmente, conociéndola la cosa no iba a quedar solo en un pete.

Sábado a la siesta, hijos afuera, la nena viendo videos de la vaca lola en YouTube, solos marido y mujer en la habitación, si yo tuviera a semejante y hermosa hembra obvio que me la cojo en todas las posturas posibles.

Y al parecer el anestesista X (pongo X porque hasta ese entonces no sabía su nombre) le chupó la concha porque ella gemía complacida. Y así estuvo el tipo metido entre sus piernas por un largo rato, se tomaba su tiempo o tal vez respetaba los tiempos de su mujer. La hizo mojar terriblemente tanto que Marce acabó.

El macho iba por más, jugó con su pijota un rato frotándola contra su húmeda concha haciéndola desear ese pedazote de carne dura, amagaba a metérsela pero no… Le punteaba el orto y luego la concha es como que estaba indeciso de cual agujero penetrar primero, obviamente era un juego para calentarla aún más. Ella no aguantaba las ganas de coger y le dijo:

– Daleee amoor no seas malooo… Muy deseosa, Nacho amagó un poco más y jugó con las ganas de la rubia que reventaba de calentura y se la metió de prepo.

Un Ahhh desesperado salió de Marcela, no se esperaba ese pijazo, se la metió entera en la concha.

El tipo me leyó la mente porque la cogió en varias posiciones, tenía mucho aguante quedó claro. Y Marcelita enloquecida y a su vez agradecida.

Una cosa es contarlo y otra es vivirlo, pero escucharla gemir era indescriptible.

Vinieron unas nalgadas y supongo le chupó el culo de un modo frenético… –Mmmmm que ricooo!! – dijo la rubia.

La imagino a la doctora Marcela Alejandra en cuatro y al marido enterrando su cara entre esas carnes… La hizo disfrutar bien, le encantaba que le coman el agujerito trasero, que se lo llenen de lengüetazos y mucha saliva.

La previa de un buen anal era fundamental para la milf, nada de metérsela de improvisto: a ese culo primero se lo tenían que ganar.

El muchacho disfrutaba de lo lindo, estar chupándole el orto a esa rubia con cuerpo de vedette era placer para pocos, él lo disfrutaba y ella también… hasta que de pronto escucho un… –No por la cola nooo!!!!– … Pero tarde… El macho ya punteó el glande en su parada trasera.

Yo de tanta paja ya largaba juguito creo que me apresuré al largar todo escuchándola petear. Que iba a imaginar que le iban a hacer el culo.

Ayyy Marcela fue lo primero que él dijo… Ya estaba cabeza adentro.

–Nooo –dijo la muy putona… Le gustaba que le hagan la cola. No ponía objeciones a la hora del sexo anal. Una experta en pocas palabras.

–Despacito… Despacito!!! Mmmm amor– le decía… –Ayy mi amor– ronroneaba la milf… Como me gusta tu pija– El tipo estaba en las nubes…

–Marcela… Marcela… Marcela– balbuceaba todo el tiempo le gustaba llamarla por su nombre mientras le hacía la cola… Y mientras la penetraba ella le suplicó que le haga una paja… es decir se la estaba ensartando en el orto, la dedeaba y le azotaba las nalgas, era un actor porno el pendejo, como se bancaba a esa tremenda mujer.

Marcela estaba deseosa de tener un orgasmo. Capaz el flaco largó toda la leche pero ella era insaciable. Uyy yo no lo podía creer… era como una película porno vista en un televisor de 55 pulgadas.

Se la sacó de prepo y vio ese culo súper abierto y largó un Ayyy Marcelaaa que habrá escuchado todo el edificio.

Habla despacio mi amor…que van a pensar los vecinos!!!– le dijo ella algo ruborizada– acto seguido agregó: –te gusta ver mi cola así de abiertita y colorada?– con un tono tan sexy, mezcla de inocente como también de actriz porno (nadie puede resistirse a tal provocación) y obvio, lo puso más loco todavía: le abría las nalgas y veía ese cráter rojísimo deseoso de más, se lo escupía, le habrá colado uno, dos y hasta tres dedos, se lo cogió con la lengua un buen rato diría hasta cansarse… Cuando ensalivó la pija paradísima a más no poder y se la volvió a hundir en el abierto agujero de la milf del culo perfecto.

Ayy Marcela que culooo… Dijo el tipo y ella encendidísima.

Estaban en el mejor momento… cuando la nena abrió la puerta de la habitación y le dice inocente: Má se me queda sin batería, señalando el celular…

Francheeee… Le dijo ella asustada… Imaginen por un instante la escena. La mujer desnuda, en cuatro, transpirada y con el marido atrás agarrándole de las caderas y dándole por el culo. Francesca los agarró con las manos en la masa.

–Ya voy mi amor anda a tu habitación– alcanzó a decirle y Franche obedeció.

El joven amante no la dejaba ir… creo que ningún ser humano querría separarse de esa excitada rubia que entregaba el culo como la mejor, y ella quería más eso era evidente, pero la tuvieron que cortar por la hija de ambos.

– Esperame vuelvo en un ratito siiii??– Escuché decirle a su marido. Se mimaron estaban muy acaramelados, existía una conexión increíble entre ambos, mucho sexo y mutuo deseo los unía. El muchacho seguía con la pija parada y quería seguir, al parecer hubo un intento de un nuevo round a lo que ella algo ofuscada le dijo – Mi amoor bastaaa!!!– él le dio una fuerte palmada en la cola y la dejó ir. Marce no pudo acabar esta vez.

La cosa con Francesca se demoró más de lo previsto, la nena le pidió algo de comer y que se quede luego con ella a ver dibujos animados en la TV, hasta que al fin concilió el sueño, y Marce después de casi 45 minutos fue en busca de un nuevo round con el anestesista.

Pero volver a la habitación y retomar se haría difícil. El marido se puso a jugar a la Playstation… Crease o no… el flaco hizo eso y ella al verlo ahí frente a la pantalla se enojó y mucho. Salió de la habitación dando un portazo y fue recostarse en la cama de su hijo Joaquín.

Esa noche salí con María José mi novia. Ella es odontóloga y vuelve a la ciudad los fines de semana porque trabaja en el interior. No volví a casa porque después de que saliéramos a comer y dar unas vueltas me fui a dormir con ella. De más está decir que le hice de todo, cola incluida pero mi cabeza estaba a full con la rubia, pobre mi Majo hasta la traté un tanto brusco sin querer.

Cómo me calentaba Marcela. Lo que daría por inventar un motivo para acercarme a ella, no aguantaba más.

Tengo que sacarle más info al portero del edificio, hacerme amigo del marido o bien encarármela de una pensaré una estrategia pero de que me la quiero coger no hay dudas.

Domingo volví a casa, terminamos mal con María José, nos veíamos una vez a la semana y ese único día juntos la terminé embarrando mal. Me reprochó que estuve un tanto zarpado y distante. Mi cabeza estaba en otra.

Habré entrado 10 de la mañana al departamento, y como ya se hizo habitual me tiré cuerpo al piso a tratar de escuchar a los vecinos. Se escuchaba ruidos de sillas correrse y puertas abriendo y cerrándose, los chicos más grandes se habrán ido a pasar el día con su padre porque no estaban. El matrimonio y su hija Francesca se alistaban para salir.

Yo estaba jugado, quería verla, por lo que decidí bajar y sentarme afuera del edificio, deseaba verla.

Al rato la veo bajar, traía unos bolsos venía muy atareada por lo que me puse de pie y le brindé ayuda a lo que ella accedió.

Marce traía puesta una remerita negra sin mangas, su pelo recién planchado, calzaba unas sandalias taco chino muy pero muy altas con suela de corcho que la dejaban erguidisima a más no poder. Para mi locura se puso un jean básico prelavado que se lo habrá subido untada en vaselina porque resaltaba esos 95 centímetros de cadera o un poco más también. Era un jean puesto a presión como una segunda piel. Que infierno de mujer, esas costuras le iban a explotar y se me paró al verla.

Ella se dio cuenta y me relojeó la entrepierna, la liberé de los bolsos y la acompañé a su auto que estaba estacionado en la vereda de enfrente en diagonal a nuestro edificio.

Abrió la puerta del vehículo, un Toyota ethios sedán color blanco en el cual guardó su cartera debajo del asiento de conducción y vino a ayudarme a acomodar los bolsos en el baúl. No dejaba de mirarme el bulto en mi pantalón, se notaba mi erección, es más, tomó sus pertenencias y se inclinó de tal manera a guardarlos y cuando la vi en tal postura medio cuerpo metido en el baúl del ethios y ofreciéndome el orto en primerísimo plano retrocedí un tanto y se lo miré sin descaro.

Estiró su mano pidiéndome el segundo bolso y ahí vio justo cuando me toque por sobre mi pantalón. Sentí vergüenza, quedé como un estúpido pero ella se hizo la desentendida.

Noté que le gustaba calentar, si bien ya guardó todo se quedó en la misma postura, es más, levantó su pie derecho inclinada como estaba no se movió ni un milímetro, me calentó más viendo ese calzado tan sexy y ese talón reluciente sin ninguna aspereza y súper cuidado que asomaba sobre el taco chino. Hizo ruido con los cierres simulando buscar o acomodar cosas pero su idea era calentarme con su culo y lo lograba con el menor esfuerzo.

Era un culazo sinceramente, ya me daban ganas de meter mi cara en medio de esas nalgas redondas y morir auto asfixiado. Todo se le metía bien en el medio, era un centro de gravedad, tragaba tela, ese culo era como arena movediza que se comía todo, al parecer no traía ropa interior, y si tenía algo puesto debió ser una tanga muy chiquitita.

Se incorporó y me preguntó: –Vos sos el vecino nuevo no? Yo soy Marcela tu vecina de abajo– y me pasó la mano.

Era tan femenina, delicada y correcta, toda una señora. Quien iba a imaginar que era una máquina sexual imparable y que ese culo estaba súper hecho por hombres tanto mayores como menores que ella.

Entramos en charla, cosas banales pero servían para romper el hielo, en eso cruza la calle la pequeña Francesca y viene a su encuentro, detrás de la nena apareció un flaco muy carilindo y de cuerpo trabajado en el gimnasio quien al llegar a nosotros Marce me lo presentó: –Él es Nacho, mi marido– y volvió a mi mente recordar cómo ese marido unos 20 años menor le hacía de todo, oral, vaginal y anal. Nacho se la había cogido a diestra y siniestra en esos primeros días de mi inquilinato.

Uyyy nooo pensé… Dejó al marido por un pendejo de pija enorme que se la coge a cada rato, un sex toy, es más hasta la embarazó!!! Todo ese morbo me martillaba la cabeza.

Nacho súper amable charlamos como si nos conociéramos de antes, muy sencillo bien de barrio se notaba, si bien yo soy unos años mayor que él hubo química en esas palabras que intercambiamos. Marcela la sentó a Franche en el asiento de atrás, luego puso en marcha el auto y se bajó a apurarnos.

–Mi amor daleee!!! Vamos!!! Siganla después!!! – le reclamó, se acercó a mí, miró mi bulto que para ese entonces estaba ya descendido y me sorprendió dándome un beso en la mejilla seguido de –Un gusto conocerte, hablamos luego si?– y con una sensualidad embriagante se fue hacia el habitáculo del coche sacando culo sabiendo que yo la miraba con ganas. Se movían lindo esas nalgas.

Nos despedimos con un abrazo con Nacho y subieron al auto, ella conducía, él en el asiento de acompañante. Nacho bajó la ventanilla ya con el vehículo en movimiento y me preguntó: –Te gusta el fútbol?– A lo que le dije Siiii levantando el pulgar.

En realidad me gustaba su mujer más que jugar al fútbol pero ya era todo un logro ese acercamiento con la pareja.

Entré a mi departamento imaginando cómo la doc me puso su culo así tan provocativa. Era una profesional calentando pijas con ese arma de destrucción masiva que lucía orgullosa.

Veo como sigo y vuelvo al relato.

Espero les guste.

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