Hacía ya 1 año que trabajábamos juntos, siempre fui reacia a los nuevos compañeros pero con el tiempo, Alex se ganó mi confianza y nos hicimos cercanos.
Las charlas nos llevaron al coqueteo rápidamente y cada vez que podíamos cruzarnos en los depósitos, el rose de nuestras manos o un abrazo sin motivo era imposible de negar.
Con más compañeros decidimos hacer una fiesta, y Alex ofreció su departamento. No lo pensé mucho, yo estaba de novia pero la relación era aburrida y monótona, era mi oportunidad para un poco de acción, me puse la minifalda más corta que tenía y la remera más escotada que encontré, mi novio me llevo a la estación, le di un beso y me fuí pensando en la noche que me esperaba sin remordimiento.
Cuando llegue a casa de Alex pude ver en sus ojos el deseo, me desvistió con la mirada, lo tenía, era mío. Transcurrió tranquila la noche entre risas y nos pusimos a cocinar con los demás, pero cada vez que no nos miraban, el me tocaba el culo, y me encantaba. Cuando sentía su mano pasaba la tela de la minifalda buscando mis nalgas me calentaba pensar en sus manos tocando me más allá.
Cuando fue hora de cenar, y nos dispusimos a ocupar nuestros lugares, Alex no dudo en sentarse a mi lado, apenas se acomodó puso su mano sobre mi pierna y empezó a acariciarme subiéndome más la minifalda, me mojé de solo pensar que todos estaba ahí y no se daban cuenta, cada tanto con sus dedos rosaba mi ropa interior, hasta que con un movimiento imperceptible para los demás me indico que separara las piernas, lo mire un momento fijamente y se sonrió mientras conversaba con otro de nuestros amigos.
No lo analice mucho, separé mis piernas y dejé que hiciera lo suyo; poco a poco paso de acariciarme la pierna a tocar con sus dedos mi vagina, no podía evitar calentarme cada vez más, presionaba sus dedos en mi en mi clítoris y yo me esforzaba por no hacer ninguna nueva o sonido que hiciera que los demás se percataron de mi placer.
Me moje tanto que sin pensarlo baje la mano y la puse en su entre pierna, tenía la verga tan dura, infladísima de lo caliente que estaba por tocarme, como pude le indiqué que se desabrochara el pantalón, espero un momento asombrado, yo también podía jugar.
Cuando lo desabotonó, saqué su pene afuera, duro, caliente y grueso, me volvía loca; se lo empecé a masturbar, de arriba abajo acariciándole la cabeza con los dedos, le latía tanto de lo caliente que lo puse, y antes de que me diera cuenta metió su mano por el costado de mi tanga y me metió un dedo dentro. No puedo explicar cómo me gustó, sus dedos gruesos me estaban excitando cada vez más, metió otro y baje la mirada al plato para ahogar un gemido, no podía más, le corrí la mano…
Continuará…