Al caer al suelo, los ladrones de los días fueron bastante rápidos e inteligentes. Quitaron los medallones y uno de ellos acerco su cabeza a la de Amanda que abrió los ojos con terror. Pero era demasiado tarde, sin sus protecciones no pudo más que dejarse arrastrar a ese mundo simulado por los poderes de las criaturas. Adiós al mundo de los despiertos, Amanda. Bienvenida al eterno verano, Amanda.
El eterno verano
Incluso en ese mundo de ensueño donde ellos son señores, los ladrones de los días no se fían de Amanda. La habían encerrado en una habitación de la mansión ilusoria que domina todo el mundo. En este lugar, ellos son fuertes, radiantes y bellos. Incluso ella que los odia con toda su alma le cuesta no intentar complacerlos para verlos sonreír, el glamour que utilizan para nublar la mente es muy poderoso. Una contraparte de su debilidad física… Pero al ser adulta no le afecta del todo la ilusión, permitiendo pequeños "despertares" mientras el tiempo pasaba mucho más despacio en esa ilusión conjunta.
En cierto momento se despertó a medias mientras que ese hombre enorme la subía escaleras arriba como si fuera un saco de patatas, los músculos se habían desarrollado especialmente para sorpresa de Amanda, que siempre que había visto a protectores de estos seres solían ser gente escuchimizada pero enloquecida. No sabía si funcionaría, y pero empezó a decir el nombre de su hermano. Pero uno de esos monstruitos volvió la atención a ella al notarla despierta y quedo de nuevo en trance.
Tras ese incidente los días habían pasado rápido. Ya lleva una semana metida en el interior de esta ensoñación. Encerrada en su gran habitación (que debía reconocer que todo su apartamento y algo más podía caber perfectamente entre esas cuatro paredes). Había rechazado tanto comer como beber, los seres no podían obligarla, aunque tardó en domar a su estómago. Sabe que en el mundo real solo han pasado unos minutos y que de aceptarlo, serían fragmentos de madera, cristales o similares. Además aceptar comida de hadas siempre es una mala opción, incluso en sus vertientes más benignas.
Por lo demás dormía en una cama excepcionalmente grande, cuyas sabanas se colocan por arte de magia y toda la habitación se mantiene fresca y limpia… Y eso que los primeros días había destrozado el mobiliario por el cabreo de haber caído de nuevo por otro despiste. Al menos junto a un armario lleno de ropas que le quedan bastante bien y son coquetas (al parecer copian los gustos de la persona que habita en la habitación), hay también una gran librería donde encontró libros infantiles y comics, sacados sin duda de las mentes de algunas de sus víctimas.
No es que no estuviese entretenida. También observaba desde su habitación, como los niños capturados juegan en un paisaje de ensueño y pasan las noches veraniegas entre cuentos, parrilladas, fuegos artificiales y similares. Tras intentarles llamar su atención se dio cuenta que el hechizo de los pequeños seres mantenía alejado a Amanda de los otros "presos". También intentó varios intentos de fuga, pero la misma naturaleza del lugar jugaba en su contra, por lo que tras la enésima vez que pegó con un mueble la ventana de un cristal irrompible, decidió esperar su oportunidad. Solo tenía que esperar, ya que tenía otro as en la manga.
Pues no ha dejado de percatarse, que su particular naturaleza estaba empezando a afectar también la mente de las criaturas. En la puerta cerrada que impedía la salida de su habitación había una mirilla y la entrada de comida donde en cada momento aparecía lo que más le apeteciera. A veces la mirilla se abría y podía ver unos ojos no del todo humanos observándola.
Al principio solo la miraban para que no intentase nada raro y estar seguros de que no haría nada… En cierto modo se preguntó porque la mantenían viva. Al fin al cabo habían podido cortarle el cuello en cuanto cayó al suelo. Pero se dio cuenta de que estaban intentando crear otro "padre" o quizás esperando que cediera y consumir los días que le quedaban de vida.
Pero los planes de las criaturas pronto se torcieron a unas necesidades que no habían contemplado. Pronto las miradas por la mirilla fueron más largas o en momentos especialmente invasivos como cuando se cambiaba de ropa o similares. Al menos le dejaban dormir. Por supuesto, no había necesidades fisiológicas, excepto descansar y aun así, no demasiado. Por eso se mantenía haciendo ejercicio. Ya que en esos sueños volvía de nuevo a la realidad por unos segundos. La cosa es que la habían colgado del desván boca abajo, pero atada de una forma tan desastrosa había conseguido un cristal y había estado serrando las ligaduras, cuando terminase de cortarlas, se haría daño una y otra vez para mantenerse consciente y buscaría una salida.
Había pensado mucho en la figura del "padre" de estos seres. Cuantas más vueltas le daba, más se daba cuenta de que si, era Bart, su hermanastro. Al parecer las criaturas no le mataron, sino que se quedaron impresionados por su violencia y lo convirtieron en su pelele durante más de 15 años. Si mataba a esos seres, su dominio sobre él se resentiría y terminaría devolviéndoselo. Eso hacía que tuviera más ganas de escapar de este lugar ficticio.
Tras dos semanas de encierro, finalmente uno entró, justamente cuando estaba quitándose el pijama. Todavía con el culo al aire, se quedó sorprendida al verlo. Dentro de ese mundo, los ladrones de día tenían una forma idealizada… y como buscaban dar una sensación de tranquilidad, tomaban formas mayores, pero no tanto como para que les tomaran como adultos (a los cuales desprecian en general).
La criatura sin miedo se acercó con una mano blanca y suave para tocar la carne desnuda que había dejado a la vista. Entonces por instinto busco tumbarlo con una llave de Judo. Esperó que al caer derrotados en su propio mundo ficticio ayudaría a que le liberasen su presa mental sobre ella pero era como golpear o mover un gran peñasco, e incluso allí notaba la sensación de excitación… eso significaba que la criatura está pegada a su cuerpo en el mundo real. Quizás tocando a la par ligeramente mientras que ponía su cabeza sobre la suya.
La criatura al final se aburrió de los intentos de Amanda, con una sonrisa burlona, y empezó a acariciar las partes que tenía desnudas con un toque impreciso, brusco como si no supiera bien que hacer. Empezó por su culo y después tocó los pechos que aún mantenía ocultos bajo su pijama. Amanda intentó no gemir. Al final bajó la mano y empezó a acariciar el sexo de Amanda, e incluso lo penetró con los dedos al ver la cara de humillación y las palabras que le dedicaba la humana. Y tras un rato que estuvo jodiendo con sus dedos con ella de pie, al final terminó por provocar el orgasmo de Amanda.
Y tal como entró salió, empujándola para que volviera a su rincón y habló con su compañero esa jerigonza extraña, que solo podían entender ellos y los chicos hasta cierta edad. Amanda, que siempre nota esa excitación en este lugar creyó ver una mancha oscura muy pequeña en medio de la pared colorida de un lado de la habitación, pensó que quizás por la pérdida de atención de la criatura.
Los días pasaron y este tipo de visitas se empezaron a convertir en habituales, aunque cada vez eran más atrevidos. En general consistían en tocamientos, a veces hasta lamían la piel de Amanda. Pero les costaba dar pasos mayores. No porque tuvieran miedo o respeto por Amanda, sino por desconocimiento. Los ladrones de los días no tenían necesidad de sexo, sino que su reproducción es bastante cruel. Cuando un niño es especialmente puro, los ladrones de los días lo cambian dentro de este mundo de ensoñación hasta convertirlo en uno de ellos, haciéndole olvidar toda su vida anterior. O sea, todos los seres que la estaban torturando habían sido chavales especialmente buenos. No es que fuese a cambiar su opinión sobre ellos.
Todo hay que decir, que si bien a las criaturas estaban perdiendo el control, ella misma empezaba a sentirse cada vez más necesitada. Hacerse dedo tras dedo, lo único que hacía era sentir aún más la necesidad de tener un compañero real de cama. Ahora, cada vez se sentía más excitada. Y momentos excitantes, como cuando dos de esas criaturas le obligaron a estar abierta de piernas mientras acercaban sus caras para examinar mejor su coño o cuando se turnaban durante horas para penetrarle con sus dedos mientras ella se corría una y otra vez, ya que les excitaba mucho verla corriéndose o explorándole con sus lenguas, y pronto descubrieron que teclas tocar para que ella llegase… Aun así se decía una y otra vez que lo que buscaba era salir de allí.
En uno de esos momentos que volvió a la realidad, se dio cuenta de que la habían bajado de la cuerda que la mantuvo bocabajo y ahora. Y está sin pantalones ni bragas encima de un colchón, los cristales habían sido retirados. Y no estaba ataca, por lo que intento moverse, pero le faltaban las fuerzas quedando echada ¿Quizás esta inmovilización es un poder que ella ha descubierto en estos seres? Maldita gracia el averiguarlo ahora, pensó en ese momento Amanda. Eso empeoraba su situación. Solo pudo echar un vistazo a su alrededor y no encontró en esos momentos su bolso por ninguna parte. Y no debía haber pasado más que unos minutos en la vida real. Estos cambios de tiempo le empezaban a afectar.
Después de eso las cosas fueron poniéndose especialmente inquietantes, las criaturas además de su cuerpo empezaron a explorar el suyo. Por suerte, no sentían esa necesidad frente y con los niños secuestrados, solo Amanda les provoca ese tardío despertar sexual y pronto descubrió que también entre las féminas de su propia especie. Y cuando iban a visitarla ya no era raro que se masturbaran después de humillar a Amanda provocándole un orgasmo con sus caricias y lametones, para terminar dejando perdida tanto a Amanda como la habitación. Por suerte cada mañana volvía a estar reluciente como si alguien hubiera llamado a la criada o Amanda hubiese tomado un baño… Una de las cosas que echaba de menos es la de relajarse con un buen baño.
Siguiendo con los ahora cambiantes ladrones de los días. Tanto tiempo y tantas atenciones recibidas para bien o para mal, hizo que Amanda les terminara poniendo nombre a las cinco criaturas, con esa familiaridad del que tiene demasiado tiempo y solo se encuentra con sus captores como única compañía… aunque una y otra vez se hacía recordar las cosas horribles que hacían para mantenerse firme y no dejarse llevar por un incipiente síndrome de Estocolmo. El caso es que había dos de ellas a las que tenía más atención.
Al primero de los que destaca sobre el resto le llamó Emperador, no solo porque manda al resto de Ladrones de los días, sino porque su ropa le hacía corresponder con alguien de la nobleza… y es incluso dentro de esos seres malignos los que le hacían la vida más imposible en ese cautiverio. En realidad, también es el primer ladrón de los días que había visto, incluso antes de ser investigadora. Lo recordaba demasiado bien, fue en su momento quien había hablado con ella de pequeña y le había atraído a este lugar. Su versión idealizada se correspondía. Él la recordaba y por eso parecía disfrutar aún más, el volver a obtener el control sobre una presa mucho tiempo esquiva.
Y vaya si lo tenía en cuenta. Era el quien más se atrevía a explorar y menos le importaba hacer daño a Amanda durante el transcurso de sus investigaciones, incluso la había penetrado a pesar de los intentos de Amanda de tenerlo contento de otra forma, como ofrecerle una mamada… La primera vez, estaba acariciando con su miembro el cuerpo de Amanda que estaba tumbada en la cama mirando a la pared, cuando notó como le miraba cuando se acercó a su coño con su polla y para fastidiarla lo introdujo, la sensación le gustó y tal como chillaba y veía a actuar a Amanda, supo que era aún más efectivo que sus otras caricias y mortificaciones.
No tardo en encontrar placer en buscar nuevas posiciones para darle castigo a Amanda… aunque a veces era ella misma quien lo indicaba con sus movimientos, porque con cada día mejoraba su técnica. Pronto otra de esas criaturas vio a los dos amantes, cuando Emperador estaba empotrando contra la pared a Amanda. Tras una discusión en esa jerigonza y con ella humillada porque en el fondo, le estaba complaciendo, la criatura recién llegada se bajó sus propios pantalones y para horror de Amanda le subió a la mesa y empezó a penetrarla provocándole un fuerte orgasmo.
Desde ese momento, el resto de seres había probado a hacerlo igual que él. Y por las noches no era raro que uno de ellos la follara sin remedio encima de la cama… y cada vez era menos raro que Amanda esperase ese momento del día, tras todo un día de toques, roces y demás formas de burlarse de ella que la ponían especialmente cachonda. Incluso su ropa cada vez eran ropas más cómodas, seductoras o simplemente lencería que incitaba a las criaturas a actuar.
Luego esta Princesa, la única fémina del grupo y que ahora que habían despertado sexualmente, tomaban como otra víctima para sus recién descubiertos apetitos. No era extraño que acompañase a otro de esos seres, y ser molestada o ser el precalentamiento, antes de que se centrarán en Amanda. Ella también había sido cruel con Amanda como el resto, explorándolo o pinchándola… Aunque también mimetizó las formas de dar placer a Amanda, para dárselo a sí misma.
Pero un día, cuando Emperador tras darle un guantazo la puso a cuatro patas y la violó a pesar de sus suplicas. La empatía o quizás el síndrome de Estocolmo latente hizo que Amanda la abrazara, cuando el otro monstruo las dejó en paz a las dos. Entonces la ladrona de los días, se quedó sorprendida. Algunas veces volvía en las noches, simplemente para abrazarla. Tras unas semanas, empezó con los regalos y mimos.
Le traía vestidos muy recargados de cuentos de hadas (que al parecer le encantaban a ella), la arrullaba cuando veía que uno de los otros se había portado especialmente cruel con ella e intentaba comunicarse con ella. Tras muchos intentos empezó a enseñarle como hablar en humano, ya que ellos utilizaban la propia imaginación de sus presos para que oyeran lo que querían oír. Con Amanda dejaron de poder hacerlo tras empezar a intimar con ella. Pronto pasaron tardes donde la cosa con la apariencia beatifica de una mujer muy joven de pelo dorado le hacía preguntas sencillas con un acento extraño y Amanda respondía con términos que pensaba que podía entender.
Y también jugaban juntas… uno de los placeres ocultos de Princesa era desnudar a Amanda y montarla como un caballo, con ella misma desnuda sobre ella, caminando alrededor de la habitación haciendo ruidos de batalla. La investigadora, primero se lo tomó como una ligera ofensa, un fastidio que al menos no terminaba con ella dolorida o llena de semen, luego le siguió el juego con alegría. Ahora era algo privado entre ellas, un preliminar que terminaba con ambos coños muy mojados y ellas retozando en la cama. Amanda en ciertos momentos pensó en ella como una hermana pequeña… excepto cuando andaban jugueteando, claro está.
Y entre despertares donde no podía hacer nada y días torturada sexualmente habían sido seis meses de verano y Amanda le costaba pensar, entre el placer, el glamour y el tiempo pasado… las sesiones violentas con Emperador (que en cierto modo encontraba sugestivas y la mantenían en su odio hacía ellos) y las más suaves y divertidas con Princesa, además de las visitas del resto, también con sus particularidades, por ejemplo la necesidad de Guiñoz porqué alguien mirase mientras usaba a Amanda, usualmente Princesa, que terminaba tocándose a la par que la follada…
Pero, finalmente, la ilusión terminó cuando por fin uno de los mordiscos que le dedicó al miembro de Emperador si resultó efectivo. No creía que iba a poder hacerle nada, por lo que cuando le mordió le produjo al daño al tirarle a Amanda, al no mostrarse receptiva a chuparle su miembro. Emperador gritó y con el la ilusión de habitación fue poco a poco dando paso al sombrío desván, alertando al resto que salieron de las habitaciones donde se alimentaban de los otros cautivos.
Habían perdido tanto la concentración que Amanda empezó a notar el frío encima del colchón con el ladrón de los días encima suyo con la frente ligeramente separada y una mirada de odio en sus ojos rasgados. Amanda notó como recuperaba la fuerza, tras darle un cabezazo para alejarlo y buscó algo como arma improvisada.
Pero la presión de las cinco mentes hizo que volviera a sentirse débil, pero ya no volvió a ese extraño mundo y para vergüenza de Amanda, una línea de pensamiento bastante sucia hubiera preferido, visitarlo una última vez. Los seres tras someterla discutían entre sí, por la forma que la señalan y la violencia de sus gestos no en buenos términos para la investigadora. Para su sorpresa (aunque en cierto modo lo esperaba) Princesa hace movimientos para apaciguar el estado del resto y habla con un tono más relajado y tranquilo… ¿La está protegiendo?
Entonces la terrorífica cara de Princesa se acerca y le dijo en un más que razonable inglés: —¿Tú ser nuevo "padre"? Ummm ser buenos contigo. —Y tras pensar un momento siguió. —Yo querer que estés conmigo. A mi me gustas. —Intento sonreír, lo que no mejora mucho su expresión, a lo que Amanda no supo que responder. Pero Emperador le grita y la golpea. Tras caer al suelo discuten y el resto se une a los golpes a la ladrona de días y la jerigonza de Princesa es especialmente dolida.
Pero tras otra retahíla de chillidos Princesa vuelve a hablar con Amanda, arrastrándose dolorida, intentando parecer contenta, pero su tono lo desmiente cuando le dice: —Última vez, nosotros irnos, tú quedarte… —Sin duda la está intentando consolar… Sí, una última "visita" a su habitación como quien dice antes de marcharse a otro pueblo para seguir secuestrando niños, pero cuando ellos se fueran, ella se quedaría en esta casa, muerta, por supuesto.
Ahora
Bart sopesa el hacha entre sus manos esperando en silencio, mirando al vacío y tras un tiempo acercándose a Amanda rodeada por esos seres que no paran de penetrarla o descargar su semen sobre su espalda, hasta que quien se la está follando se aparta tras dejar el coño con el semen cayendo y sujeta a Amanda para que no pueda moverse al igual que el resto. Excepto Princesa que se ha alejado del grupo, con las miradas de odio de sus compañeros y cuando el hombre va a descargar su hacha sobre el cuerpo de Amanda, ella se lanza para morderle la mano. Cuando Bart lanza contra la pared a la ladrona de los días sin mucho esfuerzo es cuando Amanda chilla con una voz destemplada de niña: —No, Bart…
El hacha se queda en alto, mientras que los monstruos miran a Bart e intentan volver a domarlo, pero están muy debilitados, el resultado del sexo fuera de su mundo imaginario los ha dejado exhaustos, y la cabeza de Bart, junta dos y dos al ver a la albina. Una voz muy grave pregunta: —¿Amanda, eres tú? —No espera la respuesta, ya que sus ojos se entrecierran y solo dice: —Te han hecho daño. —Su gesto cambió a uno furioso, mientras que el hacha baja para descargar con toda su fuerza sobre la cabeza de uno de esos seres. Quizás el hierro templado no les haga tanto daño, pero la frustración y furia de tantos años de encierro en su propia cabeza, hizo que Bart enterrase el hacha hasta el mango y por ende la criatura murió ipso facto.
El resto, asustadas ante lo que había sido su protector escaparon de la sala. Una de ellas saltó por la claraboya, para caer en la nieve y buscar salir de allí internándose en el bosque. Las salvaguardas volvieron a activarse cuando la criatura intentó salir del recinto protegido. Sus gritos proporcionaron algo de placer a Amanda. Princesa al contrario que sus iguales se quedó en el desván, acercándose a Amanda y la intenta tranquilizar como tantas veces había hecho en ese lecho ficticio en un lugar donde siempre había sido verano.
Por un momento Amanda, no sabe que hacer mientras recupera la fuerza en su cuerpo. Había sido un monstruo, pero también fue su confidente, única amiga y buena amante… Además ahora la ha intentado salvar con un evidente riesgo para su propia vida ¿Qué hacer? Abrazarla para volver a sentirse segura entre sus brazos, apartarla pero dejarla vivir, doliéndole dejar a la única criatura mínimamente salvable de ese grupo de monstruos o, pedirle a Bart que acabe con su miseria. Al final solo dice: —Princesa, quédate aquí. Tengo que ocuparme del resto. —El monstruo asiente con esa deforme cabeza suya y espera obediente, mientras que Bart retira el pomo del hacha y levanta a Amanda, que trastabilla ligeramente, intenta recuperar la sensibilidad de sus extremidades.
—Amanda. Ahora eres mucho más alta y me temo que yo también… me temo que no pude cumplir lo de protegerte durante estos años —Amanda le abraza a pesar del sudor y la falta de higiene de su hermanastro y se quedó así, apretada sintiendo su calor: —Dios, cuanto te echaba de menos… —Retirándose tras un momento, recuerda donde está y lo que tiene que hacer. Por lo que le comenta: —Todavía no estamos fuera de peligro, ya habrán oído a su amigo, saben que salir afuera es quedar frito y… mis armas no están descargadas. —Entonces escuchan los gritos de los niños doloridos, llamando a sus padres, preguntándose donde demonios están.
La situación se está complicando, ahora volviendo a su actitud profesional… volvió buscó sus bragas y pantalones, no le gusta tener la sensación del semen de esas cosas todavía impregnándola, pero como siguiera así iba a morir de frío. Nervioso Bart parece darse cuenta de que su hermanastra está medio desnuda y se gira. Lo que hace que ella se ría ligeramente: —Me temo, que lo de virginal chiquilla ya se acabó a mis 16 años… Venga, vamos, tenemos que recoger mis cosas, acabar con los que quedan y sacar a los niños. —Y mirando a Princesa que la saluda ligeramente le hace pensar "Y pensar que hacer con ella."
Con Bart encabezando la comitiva, una vez más con su hacha en las manos, bajaron al piso y empezaron a buscar entre las habitaciones, donde los niños que aún permanecían conscientes se asustan al ver al hombretón con el hacha. Al final Amanda simplemente ignora los chillidos de miedo. Pensando que así no saldrían de sus habitaciones. Uno de esos seres, se abalanzó en la cuarta habitación que exploraron, de nuevo intentando poseer a Bart. Con ello, solo se llevó otro feroz hachazo. Amanda tuvo que reconocer que era verdaderamente fuerte.
Finalmente Amanda encontró su bolso y los objetos que contenía desperdigados en el suelo. Buscó los que podían serle útiles incluyendo una rápida daga de acero frio y recogió un pequeño bote con una sonrisa malévola. Y casi en la salida de la casa pudo escuchar de nuevo la jerigonza que hablan los ladrones de días. Al parecer no se atrevían a salir de la casa para no sufrir el mismo destino que su anterior compañero. Uno de ellos lleva el revolver, al que reconoció como Emperador, que apuntó a su compañero para que saliera.
Comprendió el plan de la criatura, usar a su compañero para activar la mina y luego seguir por encima de su cadáver. Emperador tuvo que animarlo con un disparo que rozó el hombro e hizo aullar al otro ladrón de los días. Bart iba a salir al verlos distraídos, pero Amanda le frenó y le señaló la daga, ahora le toca a ella. La criatura herida busca que es lo que provocó la muerte de su anterior compañero, pero otro tiro le hace salir corriendo sin cabeza provocando que caiga contra otra de las salvaguardas.
Emperador se prepara para correr, cuando nota el fuerte dolor en su espalda. Se intenta girar, pero está paralizado. La humana que había usado durante meses en esa cárcel mental, ahora le habla mientras le encara sonriendo. No entiende lo que dice, pero sabe que no le espera más que dolor. Amanda le obliga a tragar el contenido del bote recogido.
Amanda disfrutó cada segundo que duró el lento envenenamiento. Mientras el ladrón de los días se retorcía de dolor. Bart se quedó pensativo al ver como había cambiado la flacucha y soñadora albina. Su hermana querida había crecido al fin al cabo. Cuando todo termina Amanda decide subir al desván acompañada de Bart, que le hacer la pregunta: —¿Qué vas a hacer con ella? —Ella no dice nada y cuando llegan, Princesa de nuevo vestida con sus harapos, intentando estar presentable le dedica una sonrisa en su inquietante cara.
Varias horas después
El Sheriff abraza a su nieta que llora desconsolada. A su alrededor hay un par de ambulancias y los seis coches de policía que han conseguido movilizar. No han podido salvar a todos los niños, algunos habían muerto por heridas infectadas y por el frío mucho antes de que Amanda llegara. Pero al menos ocho familias podían dar gracias a Dios por tener de nuevo a sus hijos en casa. La mujer había cumplido su parte del trato y no preguntó por el extraño olor que desprendía ni por las manchas de lo que parecía a todas luces, semen. Demonios, por él podía ir en tanga ahora mismo y le tendría en un altar.
A sus preguntas de si había encontrado al culpable solo le pudo sacar, que al menos ellos no harían más fechorías. Siguió la mirada de Amanda a cierto rincón en la nieve. No quiso preguntar que había enterrado debajo, pero se sintió aliviado. —Gracias, por rescatar… a los que han podido ser rescatados. Al menos está pesadilla ha acabado… Ya nos ocuparemos de encontrar al propietario de la furgoneta. Me temo que es bastante más rutinario que lo tuyo. —Amanda le sonrió ligeramente divertida, mientras que toma un poco del café caliente que le han traído de la comisaría: —A veces, me gustaría tener un trabajo como el suyo… Ya he terminado aquí. Si vuelvo espero que sea para usar su pista de sky. —Despidiéndose del sheriff fue a donde está su coche.
Al entrar al interior, se encuentra Princesa que cacharrea con un móvil viejo que tenía dando vueltas en el coche, jugando a un juego muy simple pero que mantenía entretenida. Cuando Amanda entra ella sonríe. Ahora su sonrisa no es tan inquietante. Las hadas cambian de especie cuando su mentalidad lo hace. Sea lo que sea en lo que se está convirtiendo Princesa es mucho más agradable. Su hermano Bart siempre la protegió y volvió a hacerlo años después… Amanda no tenía hijos, ni piensa tenerlos. Pero no le parecía tan mala idea tener una "hermana" a la que proteger y que a veces le calentase la cama.
Miró el móvil un momento, tenía un mensaje. Al parecer ya habían llegado a uno de los refugios cercanos de la orden. Su maestro podía ser muy temperamental, pero tenía predilección por Amanda y Bart necesita al menos unos meses hasta que las aguas terminen calmándose. Además persistía en su idea de protegerla, y para eso tenía que formarse. No habían hablado mucho, pero su conversación se mantenía al nivel de un chico de 13 años… Habría de pasar mucho tiempo para que pudiera ser alguien funcional en sociedad. Aunque quizás pudiera visitarle en algún momento del futuro próximo. La mano de Princesa le tocó el hombro al notarla triste y le dedicó una sonrisa amable para luego volver a enfrascarse en el juego. Tras devolverle la sonrisa, puso la mirada al frente y encendió el coche. Al menos en el hotel podría darse ese baño caliente de una santa vez.
Fin