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Gran escuela de hostelería (parte 5)
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Roel sigue durmiendo y al rato me invade un sentimiento de tristeza, aparece la imagen de Jorge y de esos sueños que he tenido con él, ojalá fueran reales, lo quiero conmigo… y empiezo a llorar. Todos colocados y preocupados por mi empiezan a preguntar que me pasa y entonces suelto:

– ¿Por qué nunca puedo tener al que me gusta? ¡Si no es porque no le gusto, es porque es gay, o es profesor! ¡Estoy harta!

Se quedan todos pasmados, y yo dejo de sollozar al instante. Mierda, que he dicho? Ya ni me acuerdo, siento que eso queda lejísimos, el porro me nubla la mente y solo espero que sea lo que sea no se acuerden al día siguiente. De pronto me viene un antojo:

– ¿Hacemos palomitas?

Todos rompen a reír, hacemos las palomitas y al rato nos vamos quedando dormidos esparcidos por el gran sofá de la casa de Zaida.

Me despierto con una resaca del quince, me duele la cabeza, tengo la boca seca, me duele la luz a los ojos, voy al baño, me lavo la cara y me tomo un ibuprofeno, al salir ya está Laura despierta:

– ¿Como estas? A mi me duele todo…

– Estoy igual, y eso que bebí y fumé la mitad de lo que lo hicisteis vosotros… – me echo a reír y le ofrezco un ibuprofeno y un vaso de agua.

– Lexa, ayer cuando te dio el bajón, te referías a Jorge, verdad?

Me quedo helada, no me acuerdo de lo que dije, aunque empiezan a venirme flashes de aquel momento.

¡Oh Dios mío! Y que le digo ahora a Laura, no quiero hablar del tema. No sé donde meterme.

– Todos vemos como lo miras, pero creíamos que era admiración, siempre halagas su forma de trabajar y enseñar. ¿No van bien las cosas con Roel? Desde que lo hicisteis formal se os veía bien y felices…

Miro alrededor y aún están dormidos el resto, le hago un gesto de cabeza para que vayamos a hablar a la cocina. Me pongo a hacer café y le explico:

– Mira Laura, con Roel no es que vayan bien o mal las cosas, lo aprecio mucho y la relación no va nada mal, pero no se… Roel se decidió a dar otro paso en la relación cuando el sexo pasó de ser bueno a épico. Y eso pasó justo después de conocer a Jorge… desde ese día, nunca he tenido sexo mirando a los ojos a Roel, mi cabeza dispara la imaginación y solo existe Jorge en ese momento. De verdad que aprecio a Roel, pero…

– No lo quieres.

– Exacto… jamás le haría daño, pero mi corazón sabe que no está en el lugar correcto.

– Te entiendo Lexa, y te aseguro que no saldrá nada de aquí. Si necesitas hablar sabes donde estoy. No te voy a juzgar, porque yo no sé lo que es sentir eso por nadie, pero debe ser muy frustrante enamorarte de alguien que consideras inalcanzable.

– Gracias Laura, – empiezan a brotar lágrimas de mis ojos – de verdad que intento no pensar en el de ninguna forma, verlo solo como un gran profesor, pero mi corazón no deja de palpitar cuando lo veo, se me erizan los pelos cuando me roza en clase y me estremezco cada vez que me habla y me mira a los ojos. Hay momentos en los que vuelvo a verlo factible, llego a tener una estúpida sensación de que el pudiera sentir una milésima parte de lo que yo siento y mi corazón se esperanza, pero mi cabeza le dice que no es posible y entro es una espiral de la que no puedo salir.

Laura me abraza y se queda callada, se ha quedado sin palabras de consuelo para mí.

Cuando me he calmado le pregunto:

– ¿Crees que los otros se acordarán de lo de ayer?

– No lo sé, estaban bastante perjudicados, pero igual de algo se acuerdan… si es el caso, ya me encargo yo de despistarlos.

– Muchas gracias, creo que me iré a casa ya, no quiero que me vean con esta cara… diles que tenía recados que hacer y que nos vemos el lunes.

– Vale, no hay problema. – Laura me da otro breve abrazo.

Me termino el café, y voy a despertar a Roel que me lo encuentro tumbado boca arriba, la sabana forma una tienda de campaña justo en la pelvis, aunque la conversación que acabo de tener con Laura ha sido intensa, no puedo remediarlo, bajo la sabana y ahí está, la deliciosa verga de Roel, me acerco por un lateral de la cama, me lamo ambas manos para lubricarlas, la cojo y empiezo a subirlas y a bajarlas. Roel empieza a abrir los ojos con dificultad, pero en cuanto empiezo a chupar la erección, abre los ojos como platos, se queda boquiabierto y me coge la cabeza para clavar más adentro su miembro y de pronto empiezo a notar su leche en mi garganta, me la trago con gusto y lo miro sonriente.

Roel se incorpora y me ordena que me tumbe boca abajo, lo hago y de repente me suelta un cachete en la nalga, estoy tan mojada que la vibración de ese cachete se me refleja en las entrañas y hace que me excita más. Me coge la cintura con las manos y eleva mi trasero, de repente noto como mete bruscamente su miembro dentro de mi, da embestidas duras y secas, al principio va bastante lento, pero empieza a acelerar el ritmo, me coge del pelo y me aprieta hacia su pecho, estamos los dos de rodillas en la cama, una mano en mi cintura y la otra al final de mi cuello, pero sin apretar. Empieza a hacer movimientos circulares con la pelvis y cuando ya está a punto de correrse, me da otro cachete y esa es mi perdición, Roel se aferra más a mi mientras en llega al clímax y al acabar me desplomó sobre la cama, el se queda de rodillas, me da otro suave cachete y me dice:

– Venga Lexa, ya es hora de irse a casa.

Roel se viste deprisa y yo, en cuanto me recupero, también. Cojo mi chaqueta y mi bolso y salimos de casa de Zaida.

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