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Mar Sensual: Mi jefe me cogió en su oficina (parte 2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Eran las cuatro de la tarde y decidí meterle velocidad para ver si a las seis terminábamos, hora de mi salida. En ese momento, mi amiga me llamó preguntándome si iba a ir con ellos, pero le dije que no, que aún me faltaba mucho y que mejor les llamaba para alcanzarlos. Dieron las nueve y ya casi terminábamos, pero ya estaba cansada como para ir a la reunión. Calculé que a las diez de la noche terminaría, por lo que decidí llamar a mi marido para que a esa hora pasara por mí. Cerca de las diez, por fin terminábamos, la última hoja del reporte salía de la impresora. Contento, el licenciado agradeció todo mi apoyo y por último me pidió llevara unos papeles a un cajón del archivero que estaba a lado de la puerta de su oficina. Cerré un poco la puerta para poder sacar el cajón, me incliné para tomar los papeles, cuando de repente siento como los brazos del licenciado rodean mi cintura por detrás, pegándome a su cuerpo.

-¿Licenciado qué hace?

-Nada, sólo agradeciéndote todo tu apoyo. Sentí como me apretó más y su bulto duro tocaba mis nalgas.

-No por favor, suélteme, ¿qué le pasa Licenciado?

-Nada, sólo quiero que nos relajemos y la pasemos bien, me dijo sin soltarme y apretarme más.

-No suélteme por favor licenciado, no me falte al respeto. Suélteme, no le he dado motivos.

-Además de que quiero agradecer todo tu apoyo, te me antojas, estás muy rica. Déjame mostrarte como me tienes.

-No licenciado, ya le dije que no le he dado motivos, suélteme por favor, sólo estoy cumpliendo con mi trabajo; pero además, yo no soy como sus amiguitas que mete aquí. Al estar cerca de mí, percibí su aliento alcoholizado, seguramente bebió toda la tarde. Con su pie terminó de cerrar la puerta de su oficina.

-Por eso te me antojas más, por tu seriedad, aunque se ve que eres muy cachonda. La vamos a pasar bien, mira cómo me tienes. Me apretó más, sintiendo la dureza de su palo en mis nalgas.

-No, suélteme por favor licenciado, por favor se lo suplico. No, no, no… intentaba zafarme pero su corpulencia me lo impedía. Comenzó a sobarse en mis nalgas y a masajear mis tetas. Sentía su miembro muy duro y grande. Mis súplicas, más que desanimarlo parecía que lo excitaban más.

-La vamos a pasar bien, ya lo verás, estás muy rica, qué ricas nalgas tienes. Están para comérselas todas.

-No licenciado, no siga por favor, suélteme, no me haga nada, respéteme licenciado, no se confunda, ¿Qué me va hacer? ¿Qué está haciendo? Le preguntaba al sentir que con una de sus manos se bajaba el cierre y hurgaba para sacarse su palo.

-Quiero que sientas cómo me tienes, cómo me la pones. Quiero que disfrutes lo que siento por ti, quiero que seas mía; me decía esto mientras frotaba su palo encima de la falda sobre mis caderas.

-¿Qué hace? No siga, no siga insistí, pero me seguía sujetando por la cintura sin ceder. Sentía cómo su miembro totalmente parado se frotaba en mis nalgas, lo tenía grande y grueso.

He de decir que a pesar de mi enojo por la situación, mi cuerpo reaccionaba de manera extraña, a lo igual que mi mente. Eran cerca de las diez, mi esposo estaba a punto de llegar, quería salir de ahí, escapar, me estaba violando mi jefe, pero también sentí como de mi entrepierna manaban jugos, ¡Me estaba humedeciendo! No entendía lo que me sucedía, me excitaba esta situación. Mientras pensaba en ello, el Licenciado, con su miembro afuera, me subió la falda hasta la cintura y reaccionó diciéndome vulgaridades al ver mis prendas interiores: me vio mi tanga roja abierta de en medio y mis medias de silicón.

-¡Guau! ¡Mira nada más putita cómo vienes, qué rica te vez! Muy sexy puta; con razón, todo mundo quiere contigo putita. Que ricas nalgas tienes, ¿te gusta la verga verdad, te gusta que te la metan? Mientras me decía esto, con su mano hurgaba en mi entrepierna y al sentir mi humedad dijo: ¡Qué rico, mira cómo estás! ¿estás caliente verdad, querías esto verdad puta?

-No licenciado, por favor no me haga nada, se lo suplico respéteme, no lo haga, ya déjeme ir, no me la meta por favor, no me la meta. Mi esposo está por llegar.

Mis ruegos lo excitaban más, sentía en una de mis nalgas su verga totalmente parada y muy dura. Sin soltarme, me inclinó sobre el archivero y con su mano tomó su verga y la colocó en mi entrepierna, a la entrada de mi vagina.

-Pues te va a tener que esperar un rato, porque te la voy a meter muy rico. Estas nalgas están para eso. Empujó su palo en mi vagina, suave pero firme, arrancándome un gemido de placer. Estás muy húmeda, estás caliente, ¿quieres verga?

-Aahhgg, no, no, no me la meta licenciado, no me la meta por favor aahhgg ¡sáquela, hum, aahh, sáquela!

-Mira cómo entró, qué rico se siente, que panocha tan rica y caliente tienes putita, ¿te gusta verdad, te gusta mi verga verdad putita? Qué rica estás mamacita, siente mi verga, aahh que rica estas, ¿Con cuántos has cogido, cuántos te han cogido puta? Me decía esto mientras me bombeaba.

-No, no siga, no siga aahh, sáquela por favor, sáquela aahhgg, aayy, la tiene muy grande y gruesa me duele, me lastima, sáquela aayy, aahh sáquela, noo, aahhgg…

En medio del dolor, de mi sometimiento a ser cogida en contra de mi voluntad, vinieron a mi mente esos momentos en que sus putitas lo visitaban en su oficina, me imaginé ser una de ellas, dispuesta a complacer sus bajos instintos; además, su lenguaje soez y su gran verga extrañamente me estaban transformando, me estaban excitando: estaba sintiendo placer.

-¿Te gusta mi verga verdad, te gusta? Estas muy húmeda puta, ¿le gustó a tu panocha mi verga verdad puta? No me has dicho cuántos te han cogido, ¿Cuántos?’ Me decía y preguntaba mientras sus movimientos se hacían más intensos y duros, me bombeaba con fuerza.

-No por favor, se lo suplico, no lo haga, aahhgg no lo haga, huumm, no, aahh. Mi cuerpo reaccionó, mis caderas se pararon más para ofrecer mejor mis nalgas y entreabrí más mis piernas, Mis gemidos se volvieron expresiones de placer, el último intento de resistencia fue inútil: no lo haga licenciado, no lo aahhgg, huumm aahhgg, no aahh, por favor no, no me la meta, no me la… aahhgg siento, mmm siento rico, aahhgg, qué rico se siente aahh, qué rica verga tiene licenciado qué rica aayy, me gusta su verga aahhgg. Estaba excitada, mi cuerpo respondía al deseo, al placer que esa varga me estaba proporcionando.

-Eso, ¿no que no putita, no que no querías? disfruta mi verga puta, gózala rico, Mueve tus nalgas, muévelas rico mamacita, ¿te gusta mi verga verdad? muévelas cómo se las mueves a los demás puta, Dime, cuántos te la han metido putita, dime…

-Totalmente entregada y recordando las sesiones con sus amiguitas, pensando en cómo sea las pudo haber cogido, le respondía que sí, si me gusta su verga licenciado seee, la tiene grande y gruesa, la tiene muy rica, aahhgg, si la tiene muy rica. Deme duro aahhgg. Si, no me la han metido, pero varios quieren, varios me la quieren meter aahh sus vergas ricas.

-Se ve que te gusta la verga, ¿tienes tus amantes aquí verdad? ¿con cuántos lo has hecho, con cuántos haz cogido?

-No tengo amantes, pero varios me la quieren meter aahh, varios licenciado ayyy, ¡rica verga aahhgg!

-Tan seria que te vez y eres una puta, una puta cogelona, cómete toda mi verga puta, toma, toma disfrútala, comenzó a nalguearme, ¿te gusta que te nalgueen, te gusta, te gusta?

-Si, nalguéeme licenciado, nalguéeme duro, deme más, así, deme nalgadas aayy, si uyyy que rico me la mete, que rico, ahhhh, que vergota tiene, aahhgg.

-¿Así te la han metido los otros cabrones, así en las oficinas? Insistía morbosamente.

Totalmente fuera de mí, entregada a este acto inmoral, me confesaba ante mi violador. Experimentaba un deseo perverso de ser usada para satisfacer los instintos carnales de un extraño, fantasía que platicábamos mi marido y yo cuando cogíamos. Este cabrón estaba despertando en mi la mujer deseosa, la mujer sexual, la mujer lujuriosa que descubre algo nuevo y le gusta. Por momentos venían a mi mente la imagen de mi marido, de mi hijo, de mi trabajo, de mi reputación, pero el placer que estaba sintiendo borraba de inmediato esos pensamientos y me dejaba disfrutar por la lascivia de mi jefe al cogerme de esa manera. Estaba extasiada, morbosamente disfrutaba el acto.

-No, varios me lo han propuesto, pero nadie me lo ha hecho, nadie me la ha metido como usted licenciado ayyy, nalguéeme más, más, si, deme más.

-¿Vas a ser mi puta de hoy en adelante verdad putita, para meterte la verga cuando quiera?

-Si licenciado si, seré su puta para que me coja cuando quiera, para que me meta su verga cuando quiera aahhgg, aayy.

En esos delirios de placer estaba, con alguien que no me gustaba, pero con quien me estaba entregando totalmente cuando sonó mi teléfono celular, era mi marido que ya había llegado por mí, eran pasadas de las diez de la noche. No contesté, me volvió a marcar y el licenciado me dijo que contestara:

-Contesta tu celular, contesta.

-No, cómo cree, es mi marido, se puede dar cuenta.

-Contéstale putita, contéstale, dile que ahorita bajas.

-No contesté, pero volvió a marcar y decidí tomar la llamada. Con voz entrecortada le dije ¿bueno, ya llegaste? ¿dónde estás? Aahh ¿Estás aquí abajo? El Licenciado excitado me bombeaba con más fuerza haciendo sonar sus embestidas al chocar su vientre obeso en mis nalgas, sin dejar de nalguearme. Aahhgg, ahorita bajo, ya mero termino, si huumm, es que el reporte es largo por eso aún no bajo, quizá en unos momentos aahh, no podía retener mis gemidos aahhgg. Mi marido extrañado me preguntó que porqué hablaba así, le dije que iba subiendo escaleras e iba cargado unos papeles y me detuve a contestarle, aahh, ahorita bajo mi vida, huumm, si espérame no creo tardar mucho, aahhgg, si me apuro siii, aahhgg es que me cansé mi vida, si te quiero aahh, corté la llamada.

-Qué puta eres, ¿te gusta ponerle el cuerno a tu marido?

-Si licenciado, me está gustando andar de puta, siga cogiéndome, así, rico, sí.

-Pero, ¿no que ya llegó tu marido, no te tienes que ir ya? O ¿Quieres seguir cogiendo?

-Si, pero ya termine licenciado, ya termine aahhgg, ay, gemía ante lo duro de sus embestidas.

-Chúpamela, chúpamela rico putita, voltéate

-No, siga así, termine así.

Continuará.

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