Samuel Huest despertó de súbito, al volante de su auto en medio de la nada a unos kilómetros de la ciudad. -¿Qué pasó?, ¿dónde estoy?-
No recordaba lo acontecido durante las últimas horas, pero de pronto sintió una enorme necesidad de dirigirse al apartamento de Alfonso. Vio su celular por un momento y se fijó en que era cerca de la media noche. Sin embargo, desechó aquello y condujo hasta el edificio de apartamentos donde vivía su jefe y amigo.
Trató en vano de recordar lo que había hecho a lo largo de los últimos días, pero no lo consiguió.
Pisó el embrague a fondo y manejó hasta la ciudad. Cruzó el puente, atravesó el Río Rowe y se incorporó a la avenida Malborow.
Diez minutos después se estacionó enfrente del edificio de apartamentos del español, bajó de su Audi negro y cruzó la calle. Se aproximó al interphone, sin embargo a penas presionó el botón de la casa de su jefe y amigo, la puerta se abrió sin más.
Sam caminó con sigilo hasta el ascensor y pidió para la quinta planta, qué era dónde el español vivía. Las puertas metálicas se abrieron con un chirrido y Sam subió presuroso. Las ganas de llegar con su amigo y jefe eran palpables, pero no entendía el por qué.
-¿Pero qué me pasa?, ¿qué hago aquí?, ¿por qué quiero ver a Alfonso?-
Se preguntó en un susurro así mismo, desconcertado e incapaz de detenerse.
En cuanto el elevador abrió sus puertas caminó hacia el apartamento del español. Se quedó sorprendido cuando su mano de forma mecánica extrajo de su chaqueta de cuero las llaves de aquel apartamento. Miró las plateadas y tintineantes llaves por unos segundos, sin poder comprender ´cómo es que las tenía.
-¿Pero qué coño?
Se cuestionó, sobre todo cuando sin poder controlarse introdujo las llaves en aquella cerradura.
El norteamericano abrió con cuidado la puerta y cerró tras de sí, para luego volver a cerrar con llave y dejarlas clavadas en la misma puerta.
Enseguida caminó a la estancia y se colocó en mitad de la sala sin poder controlar ninguno de sus movimientos.
-¿Pero qué me pasa?-
Dijo en un murmullo, mientras parpadeaba y fruncía la cara, en un esfuerzo por recuperar control de sus acciones.
Una vez estuvo de pie en mitad de la estancia, se quedó inmóvil, totalmente, sin ser capaz de estirar ni uno de sus músculos. -¿Qué coño pasa?, ¿qué sucede?, ¿qué hago aquí?-
Cuestionó en voz alta, pero con la mirada fija en el corredor que conducía hacia las habitaciones.
Tras un par de minutos, en el que el silencio era el único que dominaba la noche, Sam pudo escuchar unos pasos ligeros. Suabes, como si quien los diera se encontrara descalzo. Después pudo ver entre las sombras una alta figura caminar hacia él, una figura que le pareció sumamente familiar.
La figura entonces habló con voz gutural. -Alexa, enciende la luz…-
Una luz estroboscópica se prendió en aquel momento en el techo y Sam descubrió entonces a su jefe y amigo, completamente desnudo, a unos dos metros de él, con la cabeza caída hacia atrás, los ojos cerrados y sus brazos hacia adelante en forma de garras.
Sam no pudo apartar la mirada de aquel magnífico cuerpo. Nunca había apreciado en realidad el atractivo de Alfonso. Su piel era perfecta, blanca, tersa, además de una figura atlética, musculosa y un abdomen libre de cualquier tipo de grasa. Sus piernas eran largas, torneadas y sus muslos suculentos.
-¿Qué, pero qué me pasa?, ¡Yo no soy gay!-
Dijo Sam mientras su erección se disparaba de forma inevitable.
Sam vio entonces la Berga de Alfonso igual de erecta que la suya y al español caminar hacia él. -Pero qué pasa?, ¿Alfonso qué?-
Dijo Sam en un murmullo, presa de un calor y una excitación extraña, inesperada, pero placentera.
El sonámbulo se aproximó a él y Sam fue incapaz de apartarse de él. -¿Pero qué haces?, Alfonso, aléjate, yo, no.-
Dijo Sam sumamente nervioso y excitado, ante cada paso que daba el español.
Alfonso finalmente llegó dónde estaba su amigo y puso sus manos sobre el cuero de la chamarra de Sam, justo encima del pectoral.
El ojiazul no pudo evitar babear ante aquel escultural hombre, al sentir sus fuertes manos, percibir como su colonia y el olor a jabón, mezclado con el holor a hombre, a macho.
-¿Qué pasa?, ¿Alfonso qué pasa?, ¿qué haces?-
Dijo Sam en medio de un gemido.
El español entonces comenzó a recorrer el torso del norteamericano. Presionó con sus fuertes manos los pectorales de Sam y palmeó a placer su poderoso abdomen. Recorrió con sus dedos de hierro los músculos igualmente firmes del norteamericano, mientras bajaba y comenzaba a palpar los glúteos y las piernas de Sam.
Por su parte, Samuel Huest, jadeaba y sentía como su pene palpitaba, como el bulto entre sus pantalones crecía ante cada toque, ante cada exploración. Disfrutó increíblemente cuando Alfonso se agachó para palpar sus piernas, porque entonces pudo gozar de los increíbles glúteos de su amigo y jefe.
-Un sonámbulo… Reconoce… Un sonámbulo Desnuda… Yo estoy reconociendo…Eres Sam… Eras mi amigo… Ahora eres el beta del harem de mi Amo… Y debes aprender… Aprender a mamar… Aprender a ser gay… Aprender a ser un esclavo…-
Dijo el sonámbulo con voz cavernal, a la vez que comenzaba a desvestir a Sam.
-Alfonso, detente, Alfonso, no, no por favor. ¿Qué haces?, yo no… Despierta. Sabes que yo, yo no soy gay. Yo no quiero… Hmmm, hmmmm, por favor…-
Dijo Sam en un débil intento por resistirse, sin embargo, su lívido estaba al doscientos porciento y el placer que la voz de Alfonso le causó en aquel momento fue indescriptible. Sintió como si un tren pasara por encima de él, caliente y frío a la vez, como si cada toque de aquel hombre fuera calor y gloria pura.
-Yo, yo, qué haces, yo no, yo no…-
Dijo Sam entre murmullos, mientras Alfonso lo despojaba de la ropa.
Primero el sonámbulo le quitó la chaqueta, después le aflojó y sacó el cinturón. Luego desanudó y quitó los zapatos y calcetines. Para después inclinarse y bajar con sus dientes la bragueta de los pantalones de Sam.
El español se deshizo de aquella prenda y finalmente rompió el bóxer del ojiazul con lo que lo dejó desnudo.
-Siempre haz querido que yo te posea… Siempre haz querido ocupar mi cama… Desde que te contraté… Desde aquella vez que nos bañamos y cambiamos juntos en la Hacienda de la Luna… Haz querido que yo te desnude… Admítelo…-
Dijo el sonámbulo, al tiempo que acariciaba y apretaba la poderosa verga de Sam.
-Alfonso, yo… Yo Hmmm… Yo soy hetero… Tu también… Esto no está bien… Yo… Hmm… Me gusta que me acaricies así… Tu mano… ¡Tu puta mano… ¡Tu puta mano! ¡Tú puta mano!-
Dijo Sam entre gritos a punto de venirse.
-No, no, no puedes venirte… Yo soy tu capataz y aún no… Obedece…-
Indicó Alfonso, mientras aumentaba el masaje en la Berga y testículos de Sam.
-Yo… Yo… Sí… Siempre he querido ser tuyo… Ocupar tu cama… Cuando te desvestiste aquella vez frente a mí… Siempre lo quise… Siempre quise que me desnudaras como hoy… Quiero sentir tu Berga yo… Yo soy un beta… Y necesito un macho… Un macho que me enseñe a ser gay… Que me someta… Que me posea… Que destruya mi heterosexualidad… Que destruya mi heterosexualidad…-
Dijo Sam, mientras salivaba y se aferraba al desnudo sonámbulo.
-Arrodíllate, arrodíllate y quiero que la mames… Chúpamela, tu boca es mía y debe complacerme… Yo soy tu capataz… Yo soy tu capataz… Eres un beta… Y debes volverte gay… Eres un esclavo y debes obedecer…-
Señaló el sonámbulo, al tiempo que empujaba al norteamericano de los hombros y lo obligaba a hincarse.
Sam no se resistió, pese a que su heterosexualidad gritaba en rebelión, pero el lívido era más fuerte, mucho más fuerte. Sam se arrodilló y besó los pies de Alfonso, los lamió con tres lengüetadas largas y la piel del español, era para él todo un manjar.
-Mi piel es como la miel… Disfrútala… Mi piel te embriaga… Ahora estás borracho y mientras más ebrio, más gay eres. Sométete… Ante un macho… Ante tu capataz… Sométete… Eres un esclavo… Eres un beta… Y debes obedecer…-
Ordenó Alfonso mientras empujaba la cabeza de Sam hacia su Berga.
El norteamericano no podía creer aquello, no quería, pero a la vez lo ansiaba. -Alfonso, por favor no… Yo quiero, pero a la vez no… Por favor…-
Murmuró el ojiazul.
-No te resistas… Disfrútalo… Tu quieres ser esclavizado…Quieres ser gay… Quieres chupar mi Berga…-
Ordenó Alfonso.
-Yo quiero ser esclavizado… Quiero ser gay… Quiero chupártela… Quiero chupártela…-
Repitió Sam.
En ese momento el español abrió sus ojos, los cuales estaban completamente rojos y empujó el rostro de Sam para que lo viera directamente a la cara. -Mírame… Mírame… Y cae hipnotizado… Quieres ser gay… Quieres ser mío… Quieres estar hipnotizado… Mis ojos son los de un sonámbulo… Mis ojos son los de tu capataz… Mis ojos son los de un sonámbulo… Mis ojos te hipnotizan… Mis ojos te esclavizan… Los dos somos esclavos de Marcus… Los dos estamos desnudos… Los Dos somos miserables esclavos de Marcus… Mírame y obedece… Mírame y cae esclavizado… Esclavizado eres gay… Esclavizado eres un cuerpo sin voluntad… Esclavizado podrás chupar mi Berga y ser gay por completo…-
Repitió aquel comando el sonámbulo Alfonso.
-Los dos estamos desnudos… Los dos somos esclavos miserables de Marcus… Tus ojos me hipnotizan… Tus ojos son los de un sonámbulo… Tu eres mi capataz… Tus ojos me hipnotizan… Hipnotizado soy esclavo de Marcus…Hipnotizado soy gay… Hipnotizado quiero chupar… Hipnotizado soy un cuerpo sin voluntad… Soy esclavo de Marcus… Y tú eres mi capataz…-
Dijo Sam con los ojos completamente en blanco.
-Debes aprender a mamar… Debes aprender a mamar y disfrutar… A partir de ahora serás un experto mamador… Y el semen de mi Amo… El semen de Marcus es el máximo manjar… Y Te mantiene esclavizado… el semen de tu capataz te vuelve un zombi… Te vuelve un esclavo…-
Ordenó el sonámbulo español.
-El semen de mi Amo Marcus es el máximo manjar y me mantiene esclavizado… Y el semen de mi capataz me hipnotiza… Me vuelve un zombi… Me vuelve un esclavo… A partir de ahora soy gay y seré un experto mamador…-
Dijo Sam con la boca en la punta de la Berga de Alfonso.
-Comienza a chupar y acepta tu lugar como un cuerpo sin voluntad… Como un zombi… Como un beta… Yo estoy sonámbulo y soy superior a ti… Yo soy tu alfa… Sólo mi Amo es superior a los dos… Sólo Marcus es nuestro Señor… Pero yo soy el capataz de nuestro Amo y debes obedecer… Porque un zombi es inferior a un sonámbulo…-
Repitió el español.
-Yo soy un zombi y soy inferior a ti… Soy un zombi y debo obedecerte porque eres mi capataz… Porque estás sonámbulo y yo estoy hipnotizado… Un zombi es inferior a un sonámbulo… Sólo Marcus tiene poder sobre nosotros… Sólo Marcus es absoluto… El es nuestro Señor… Nuestro Amo… Somos esclavos de Marcus… Pero tu eres su sonámbulo… Su predilecto… Eres mi alfa y yo debo chupar y ser un zombi… Ser un cuerpo sin voluntad… Ser gay un mamador… Un beta… Estamos desnudos y somos esclavos de Marcus…-
Dijo Sam, para enseguida introducir aquella poderosa Berga en su garganta.
El norteamericano chupó una y otra vez, otra vez. -Mamar… Ser gay… Obedecer… Estoy en trance… Soy esclavo de Marcus… Soy un beta… Soy un zombi… Un zombi… Estoy desnudo… Tú eres mi capataz y Marcus mi Amo y Señor…-
Dijo el ojiazul.
-Mama… Mama… Chupa y disfruta… Es la Berga de un hombre… El semen de un alfa… de un macho verdadero… Eres un puto y eres un esclavo puto y sexual… Un cuerpo sin voluntad…
Dijo Alfonso mientras el órgano de Sam le daba varias rápidas y poderosas lengüetadas.
-Yo soy un zombi… Un zombi puto y sexual… Soy un beta… Soy un beta…-
zombi… Un zombi puto y sexual… Aaaah…. Hmmm… Chupar…-
Djo Sam para luego tragarse toda la Berga de Alfonso que eyaculó con varios poderosos chorros en ese momento.
El semen fue degustado con lujuria y apetito por Sam, que presto y sometido, tragó todo, mientras su lengua acariciaba el glande del español.
-“¡Kaligari!”, “¡Sicodélico!”. Chupa más voraz, y tu descarga con más potencia, los dos caigan totalmente en sus trances. Alfonso, te quiero completamente sonámbulo cada lengüetada de Sam te hace más alfa, más capataz, más sonámbulo, más gay y más mi esclavo. Sam, cada gota de semen, te zombifica, deja tu mente en blanco, te hipnotiza, te vuelve gay y mi esclavo por completo, te vuelva un beta. Los dos caigan por completo en mi poder.-
Ordenó Marcus, que en ese momento salió desde la alcoba.
Los dos hombres gruñeron de placer, al tiempo que Sam clavaba toda la Berga de Alfonso en su garganta y Alfonso eyaculaba nuevamente, pero ésta vez con un largo y poderoso chorro, en el que el placer, la hipnosis, el sonambulismo y la esclavitud los envolvieron por completo.