Soy Andrés y en este relato les contaré como Pilar y yo comenzamos nuestra historia juntos.
Desde el comienzo, mi vida había estado marcada por relaciones fugaces y aventuras pasajeras. Como gerente de finanzas en una empresa exitosa, mi tiempo y enfoque siempre habían estado en mi carrera. Más de alguna mujer en la oficina había tratado de llamar mi atención, me resistía a caer en distracciones que consideraba efímeras. Había una parte de mí que anhelaba algo más profundo, algo con más significado.
Fue en ese entorno que nuestra historia comenzó a tomar forma. Pilar, una joven ejecutiva, entró a trabajar a la empresa unas semanas antes de que tuviera lugar el retiro ejecutivo anual en un resort cerca de la costa. Desde el momento en que la vi, supe que ella no era una empleada más. Inmediatamente noté que Pilar era una mezcla intrigante de inteligencia y ambición con una chispa única de inocencia en su mirada, lo que me atrajo de inmediato.
Mientras avanzábamos en los preparativos para el retiro, mi fascinación por Pilar solo crecía. Su enfoque en el trabajo y su forma de abordar los desafíos eran notables, pero lo que realmente me llamaba la atención era su presencia. Cada vez que estaba cerca, algo en mí se encendía, una conexión magnética que no podía ignorar.
Esa atracción se intensificó cuando la vi disfrutar de la tarde recostada tomando sol al costado de la piscina en el resort. El traje de baño que llevaba, aunque conservador en diseño, dejaba al descubierto una figura asombrosa que había estado inexplicablemente oculta bajo la ropa de oficina. Lo que más me llamó la atención de su cuerpo, fueron su trasero grande y redondo y sus piernas contorneadas y firmes. No pude evitar sentir un deseo creciente al imaginar lo que había debajo de esa tela, y la imagen de Pilar en ese momento quedó grabada en mi mente.
Desde aquel día y ya de vuelta en la oficina, Pilar y yo nos hicimos cada vez más cercanos, quedando claro que la atracción no sólo era mutua e intensa, sino que también, nuestro vínculo iba mucho más allá de una simple aventura de oficina.
Los siguientes dos años estuvieron llenos de pasión y crecimiento en nuestra relación. Pilar era mucho más que una compañera; era alguien que me desafiaba y me inspiraba a ser mejor en todos los sentidos. Descubrí en ella una conexión profunda y auténtica, algo que trascendía lo laboral, algo que impregnaba cada aspecto de nuestras vidas.
Un día soleado luego de una tarde romántica junto al mar, me arrodillé frente a Pilar y le propuse matrimonio. La emoción en sus ojos y la sonrisa que curvó sus labios confirmaron que habíamos tomado la decisión correcta. Decidimos casarnos, unir nuestras vidas en una promesa de amor y devoción eternos.
Nuestro camino juntos, que comenzó como una atracción entre dos compañeros de oficina, había evolucionado en una historia de pasión y crecimiento compartido. Sabía con seguridad que quedaban muchos capítulos por escribir, y estaba emocionado por cada una de las páginas que Pilar y yo añadiríamos.
Continua en capítulo 2.