Esta vez más que relataros una experiencia completa, os quiero contar una cosa que me pasó hace poco (por no decir que me pasó hace unas semanas). Aunque últimamente ando desaparecida de aquí, tranquis, intentaré volver a escribir más de seguido.
Empezaremos por la primera vez que tuve sexo con esta chica que actualmente es una "amiga" y a la que llamaremos Elena. Elena y yo volvíamos del cine en el cual lo único que hicimos fue liarnos, por lo que la cosa ya estaba caliente y decidimos ir a su casa. Su madre estaba en casa pero a mi no me importaba y a Elena tampoco, nos subimos a su cuarto, cerramos la puerta y empezamos a besarnos con las ganas que llevábamos aguantándonos todo el trayecto a su hogar, por el cual solo nos dábamos piquitos y algún que otro tocamiento.
Entre más nos besábamos más ganas le tenía a esta chica, sentir su lengua y manosearla ya me empezaba a mojar el tanga. Nos empezamos a quitar la ropa, primero los leggins (en su caso un chándal), luego su top y mis tirantes dejando mis pechos con los pezones duros al descubierto ya que no usaba sujetador.
Al quitarme los tirantes ella se abalanzó rápidamente a mis tetas como si estuviese hambrienta y empezó a llevárselas a la boca, besándolas, mordiendo los pezones o achuchándolos con una mano, me encantaba esa sensación. Yo me dispuse a quitarle su sujetador y tras ello metí mis dedos en mi boca, los escupí después de sacarlos para luego acariciar su vulva por debajo de su braguita, su coño estaba muy mojado, lo acaricié un rato de abajo a arriba y hundí mis dedos dentro de ella sintiendo lo húmeda y caliente que estaba su vagina, escuchando como soltaba un ligero gemido, tras unas metidas de dedos suaves le quité la braga y la tumbé en su cama.
Empecé a besarla y meter mis dedos en su boca para que pudiese saborear sus propios flujos vaginales. Poco a poco fui asomando mi boquita a sus labios, eran preciosos y perfectos, eran de esos labios rosaditos que tapaban por completo los labios interiores, los rocé con el dedo y daba gusto pasar la yema por esa superficie tan suave y a la vez mojada, casi daba pena meter mi boca ahí y abrirlos. Me gustaron tanto que les saqué foto, a Elena le dio igual pero yo lo necesitaba para el recuerdo.
-Tienes unos labios preciosos Elena.
-Son todos tuyos cariño.
Por fin junté mi boca con su vulva empezando a acariciar su coño con mi lengua, jugando así con su clítoris como si fuese un helado y metiendo lengua dentro de ella chocando mi cara contra su vagina, poco a poco fue mojándose más mientras más tiempo le daba placer oral. Escuchaba como soltaba gemidos y suspiros mientras se retorcía sobre su cama. Y tras un rato de oral le metí los dedos sin avisar, lo que hizo que soltase un gemido de sorpresa, al meterlos empecé a masturbarla hacia su punto G, lo que hizo que se retorciese mucho más y gimiese más fuerte acabando en temblores y con la cara rojísima.
Tras eso ella seguía tumbada, le metí los dedos en la boca dejando que su lengua jugase con ellos. Nos besamos un rato mas para que ella recobrase fuerzas. Yo me quité el tanga que ya estaba mojado tirándolo a un lado de la cama, nos pusimos cara a cara con las piernas abiertas y chocamos nuestras vaginas para luego frotarlas ferozmente, yo subía y bajaba las caderas rápido para sentir sus labios contra los míos esperando a ver quien de las dos se rendía antes en gemidos y placer.
Después de un buen rato besando nuestros coños de la forma más salvaje y mojada posible, fui yo la que me rendí. Solté un gran gemido y me dejé caer temblando y cerrando mis piernas con las manos tapando mi vagina. Elena saltó y las abrió, quitó mis manos de un guantazo y metió sus dedos masturbándome al igual que yo lo hice con ella. Sentí como sus dedos se metían dentro de mi y se movían en mi cavidad vaginal de abajo a arriba rápidamente haciendo que mi coño sonase a mojado acabando en un squirt en su cara acompañado de un gran orgasmo
Estuvimos besándonos un rato más y tocando nuestras tetas. Ella se notaba que estaba ya cansada pero yo quería seguir, la tumbé boca arriba y puse mi coño sobre su cara mojada para empezar a cabalgarla mientras empujaba su rostro contra mi vagina y a la vez jugando con uno de mis pezones.
La escena era perfecta hasta que se abrió la puerta y vi como el rostro de su madre nos vio en esa pose unos segundos antes de soltar gritito de susto y cerrar la puerta de golpe. Yo estuve unos segundos analizando lo que había pasado sin moverme de la posición en la que estaba y mirando a Elena con sorpresa: su madre había visto como su hija con la cara mojada estaba siendo montada por otra chica a la que no había visto nunca…
La segunda vez nos pilló aún más desprevenidas ya que ella tenía casa sola. Estábamos teniendo sexo muy excitante en su cuarto, tras una tijera y varias metidas de dildo en el coño de una y de la otra que concluyeron en orgasmos y varios squirts suaves de mi parte, Elena me puso en cuatro, escupió mi ano y empezó a lamerlo apoyando su cara en una de mis nalgas, se sentía muy rico su lengua jugando y rozando con mi orificio.
Después además empezó a dedearme. Todo iba muy bien hasta que como la otra vez su madre abrió de nuevo la puerta y esta vez vio como su hija, Elena, lamía el culo a la misma chica de la otra vez. Y al igual que la otra vez cerró con un portazo acompañado de un susto cortándonos el rollo.
En conclusión y para los curiosos, a Elena no la dijeron nada, su madre hizo como que no pasó nada aunque se sentía incómodo (y se sigue sintiendo) saludar a su madre sabiendo lo que hice con su hija y lo que ella me hizo.
Ahora cuando lo hacemos nos tomamos muchas precauciones y además ponemos el pestillo. Espero que os haya gustado estas confesiones mis amores, muchos besos.