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Que maravilla de mujer (capítulo 1)
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Escribí este relato después de leer otro de los que se publican en esta página de relatos eróticos, pensé que podía darle un giro más interesante al anterior relato leído, creo que prácticamente no se parecen en nada más que en su base de partida, que por supuesto aquí está narrada de otra manera. Espero que sea del agrado de aquellos que lo lean, si es así me gustaría saber si lo he logrado.

Capítulo 1.

Para empezar a contarles este relato debo decir que me llamo Carlos; cuando sucedieron los hechos que voy a narrar yo tenía 20 años y estaba estudiando informática, tengo dos hermanos, el mayor Luis, nacido 10 años antes que yo, y Pedro que me lleva 7 años, todos somos una familia que a falta de mi madre fallecida hace muchos años, entonces vivíamos en Tenerife, porque todos somos naturales de esta tierra, aunque mi hermano mayor Luis estaba más tiempo en Madrid que aquí con nosotros, debido a que trabajaba en esa ciudad desde hace varios años. Mi padre era un empresario hotelero al que le iban muy bien los negocios, teníamos un hotel de cuatro estrellas con 140 habitaciones, por lo que nuestra situación económica en aquellos tiempos era bastante desahogada, en casa para atender nuestras necesidades de cocina y limpieza de la casa teníamos dos mujeres que se ocupaban de todos esos quehaceres domésticos, y a mi padre solo le veíamos cuando al final del día llegaba a casa para cenar.

La historia que os cuento comienza cuando mi hermano mayor Carlos que estaba trabajando en Madrid desde hacía tres años, vino a pasar las vacaciones con nosotros en el mes de agosto, como hacía hasta ahora todos los años, pero en esta ocasión nos dio la gran sorpresa, porque vino acompañado de una preciosidad de mujer que nos presentó como su novia.

Cuando nos la presentó nos dejó a todos alucinados con el bellezón tan tremendo de mujer que vimos, Luis dijo que se llamaba Eva y que ya estaban pensando en casarse. Yo no había visto en mis 20 años mujer tan sensual y tan bella como Eva, cuando la contemplé me quedé hipnotizado mirándola, venia vestida con unos leggins muy ajustados en el que se le marcaban hasta la hendidura de su chochito, llevaba una camiseta de hombreras que dejaba buena parte de unos pechos bien grandes asomando por su escote, recuerdo que tuve una erección que no pude evitar cuando al besarme ella me rozó con ellos.

En ese momento, perdí la noción del tiempo mirándola, vi que era preciosa de cara, con unos ojos verdes almendrados que el mirarlos me hipnotizaban, sus grandes pechos se le marcaban perfectos en su forma a través de la camiseta, y ella los dejaba balancearse cada vez que se movía porque se notaba por esto y porque se le marcaban los pezones, que no llevaba sujetador. Su pelo era una larga melena que le llegaba casi hasta su cintura, y acentuaba la perfección de su figura una cintura estrecha que le hacía resaltar más el ancho de sus caderas, y para acentuar esa belleza erótica poseía un culo perfecto en su forma y más bien respingón.

Además, lo tenía todo la jodìa, porque era simpática y agradable a mas no poder, y tenía una sonrisa contagiosa en su expresión que la hacía doblemente bella, esa sonrisa acompañada de su belleza me hizo quedarme prendado inmediatamente de ella.

Desde el primer momento en que la vi envidié a mi hermano por ser el amante de tamaño monumento de mujer, ya que, aunque esté mal decirlo y pensarlo, desde el primer día deseé tenerla desnuda entre mis brazos. Cuando Eva vino darme dos besos, creo que pude ser un poco descortés con ella, porque me quedé casi sin palabras, la verdad es que yo estaba en ese momento bajo el impacto brutal de verme frente a una belleza de mujer, como yo no había visto nunca.

Si a todos nos sorprendió la noticia de su noviazgo y que nos comunicara que ya tenían previsto casarse en el mes de octubre, más aún nos sorprendió saber que él era dueño de una empresa de publicidad en Madrid, con más de 30 empleados, que Eva era modelo fotográfico y como es lógico estaba muy demandada profesionalmente.

MI hermano nos dijo que como siempre hacía, se quedarían todo el mes en la isla con nosotros, pero que por sus asuntos de su trabajo él tendría que seguir haciendo viajes cortos a Madrid de vez en cuando, y contándonos esto, a mí me encomendó que cuando él no pudiera estar presente le enseñara a Eva las maravillas que teníamos en Tenerife, y que cuidara que en esos días ella tuviera una estancia agradable.

Esto me lo dijo delante de Eva que vi que me sonreía y se mostraba contenta con el encargo de mi hermano.

–¿Así que tú vas a ser mi nuevo hermanito? ¡!Me encanta!! Ya verás, nos llevaremos muy bien.

Y me dio un abrazo y dos besos que hizo que yo notara otra vez sus pechos apretándome, cosa que al instante sentí que me provocaban otra vez, una erección involuntaria que traté de disimular lo mejor que pude.

–¡!Claro Eva te cuidaré lo mejor que sepa!! Si mi hermano tiene que irse, te prometo que te lo pasaras muy bien con nosotros.

Y mi hermano me dijo:

–Mira el primer día que yo me tenga que ir, llévala a esa calita que tú y yo conocemos ¿vale?

–Claro eso está hecho.

En una semana no aparecieron por casa durante el día nada más que para venir a cenar, en esos días, después de la cena, yo aprovechaba para conversar en el salón con mi futura cuñada, hablándole sobre las cosas tan maravillosas que teníamos en la isla, luego hablando sobre nosotros, ella me comentó que mi hermano había tenido un golpe de suerte en su profesión con un par de campañas publicitarias, que esos trabajos le habían encumbrado de tal manera, que en menos de un año había conseguido fundar una empresa, y que hasta ahora le iba muy bien porque cada vez tenían más clientes.

Luego cuando le pregunté a Eva por su profesión, y me explicó que era modelo de lencería y de cosmética, fue entonces cuando me dijo que ella tenía 22 años, y me enseñó un book que llevaba de sus fotos, en las que en todas ellas a ella se la veía tremendamente sensual.

Los dos congeniamos enseguida y descubrimos en nuestras conversaciones, que los dos teníamos aficiones muy afines. La verdad es a mí el tiempo se me hacía muy corto con Eva cada vez que conversábamos, siempre después de cenar mi hermano se retiraba a ver la tv. Eva y yo nos quedábamos en la mesa charlando todas las noches, porque ambos siempre teníamos temas de conversación sobre los que sentíamos interés, y la verdad es que nos lo pasábamos genial contándonos cosas sobre cualquier tema que nos surgía hablar.

Pero yo seguía sufriendo cuando Eva estaba a mi lado por lo buenorra que está, viéndola tan cerca, cada vez que ella coqueteaba conmigo y me dedicaba una de sus sonrisas, ya me ponía muy alterado, sobre todo ella me ponía a cien cuando nos sentábamos en el sofá del salón conversando agradablemente, y de vez en cuando hacia algún movimiento, o ponía alguna postura que hacía que su ropa se abriera un poco más mostrándome un poco más de piel, o en otras ocasiones cuando paseaba por la casa con tan solo una camiseta muy corta y un tanga por única vestimenta.

Entonces yo podía admirar la belleza de sus piernas y de sus pechos y me daba cuenta de que sus pezones estaban casi siempre muy puntiagudos, como si estuviera excitada siempre que yo estaba mirándola, y a mí eso ya me ponía que ni os cuento.

Llego un momento en que yo ya no me molestaba en disimular y cuando la tenía enfrente de mi tan cerca, la miraba directamente a sus tetas, cosa que observé que le parecía agradar, entonces ya me ponía muy violento sintiendo que me estaba empalmando, trataba de que nadie y por supuesto tampoco ella, se dieran cuenta de mis erecciones; por eso trataba de tranquilizarme y de no mirárselas, pero no sé si en alguna ocasión pude disimular lo alterado que ella me ponía, yo me daba cuenta de que mi corazón latía más deprisa al verla sus pechos y su cara tan bonita estando tan cerca de mí.

En la primera ocasión que mi hermano tuvo que hacer un viaje por un par de días a Madrid, me recordó el favor que me había pedido de cuidar que Eva no se aburriera.

Yo había pedido dos días libres en mi trabajo para poder dedicarme a esta misión por entero, así que Eva y yo planeamos como aprovechar esos días para mostrarle las maravillas de Tenerife, y decidimos que, en el primer día, daríamos una vuelta por las calles más típicas de la ciudad, y para eso, quedamos en salir de casa en las primeras horas de la mañana.

Y cuando la vi salir de su dormitorio para empezar ese paseo, vi que seguía vistiendo provocativamente, que en esta ocasión eligió una blusa de blonda blanca, muy calada junto a una falda de raso de color crema que le llegaba a menos de la mitad del muslo, además calzaba unos zapatos de altísimo tacón, de por lo menos 10 centímetros y del mismo color, y… ¡¡No se puso sujetador!! sus tetas y sus pezones se entreveían a través del calado de su blusa y hacía más excitante la visión de su delantera.

Empezamos el recorrido por las calles del lugar, ella iba cogida de mi brazo, y yo observaba que su cuerpo al pasar levantaba miradas, y hasta me di cuenta de que más de uno se daba la vuelta para quedársele mirando, y así comenzamos nuestro paseo llegando hasta el puerto y visitando la piscina natural del Complejo de Lago Martiánez.

Le estuve explicando el funcionamiento de esas piscinas naturales y haciendo un recorrido por entre las diferentes isletas que lo componen. Ambos caminábamos unidos del brazo o de la mano como una pareja de novios, charlando en todo momento y riéndonos los dos por cualquier tontería.

Yo no podía evitar el que mi aparato estuviese en posición en todo momento, y sobre todo ahora me sentía más excitado yendo ella y yo caminando tan juntos, en la calle íbamos cogidos del brazo pegando Eva sus caderas a mí, propiciando así el roce frecuentemente con sus muslos y que sus enhiestos melones fuesen notados por mí con su roce continuo, y yo veía que algunos hombres la miraban hasta con deseo, y ella, que yo sabía que no tiene un pelo de tonta, se daba cuenta, y me sonreía con un gesto de complicidad, en un momento en el que ambos estábamos parados contemplando un paisaje, Eva con una sonrisa cautivadora, me echó su brazo por encima de mis hombros y atrayéndome cariñosamente hacia ella, me besó en mi mejilla con un sonoro beso diciéndome:

–Qué suerte que tengo de tener un cuñado tan guapo.

–Perdona cielo, la guapa y preciosa eres tú.

–Y tú también eres muy guapo cuñado, y te digo que te quiero mucho más de lo que tú crees.

Hablando y paseando nos paramos delante del escaparate de una tienda de modas, y Eva se decidió a que entráramos, y una vez dentro estuvo escogiendo ropa interior y ropa de dormir, la vi como escogía un tanga de tamaño mínimo, de color rojo, y luego después de ver varios más, escogió un babydoll muy transparente y dijo de ir a probárselo y que yo la acompañara.

Entró en el probador y yo me quedé lógicamente fuera, pero observé que ella no había cerrado totalmente la cortinilla, por lo que yo podía verla si no totalmente, al menos bastante bien desde donde yo estaba.

Miré con disimulo que alguien no me viera fisgando, y vi cómo se quitaba la ropa quedándose con unas braguitas blancas muy pequeñas, extremadamente pequeñas para agrado mío, porque por detrás esas braguitas, eran tan solo un pequeño triangulito que desaparecía entre sus glúteos, y entonces pude admirar por vez primera la belleza de unos pechos perfectos en tamaño y forma, muy erectos y con areolas pequeñas en los que sobresalían unos pezones puntiagudos que me dejaron hipnotizado. Cogió la prenda y se embutió por su cabeza ese babydoll, después de contemplarse en el espejo y hacer unos cuantos giros viendo como le quedaba, Eva abrió un poco más esa cortinilla, se volvió hacía mi mirándome con una sonrisa cautivadora y me pregunto:

–¿Qué te parece, te gusta?

Fue como verla casi desnuda porque podía ver con la transparencia de la prenda su sensual cuerpo casi desnudo, tan solo tapado por esas braguitas tan pequeñas, tuve que tragar saliva para poder contestarla con la mayor naturalidad que en ese instante pude tener:

–Estas sensacional Eva, mi hermano va a disfrutar cuando te pueda ver con ese babydoll tan atrevido.

–¿A ti te gusto?

La pregunta echa tan directamente me dejó un instante parado, sin saber que decirla, hasta que disimulando lo mejor que pude la dije:

–Joderr, claro que me gustas estas tremenda de buena así, cuñada.

–Gracias cielo me lo voy a llevar.

Y al salir de la tienda Eva me besó fugazmente en los labios dedicándome una de sus sonrisas más sugestivas diciéndome:

–Tú también me gustas mucho Carlos y estoy muy contenta de poder estar a tu lado.

Sobre las 10 de la noche regresamos a la casa e inmediatamente dijo que íbamos a cenar, pero me sugirió que ambos nos pusiéramos cómodos, que, si me parecía bien, podía ponerme en pijama ya que no íbamos ya a salir. Así lo hice, y cumpliendo sus deseos me quité mi calzoncillo y me enfundé uno de mis pijamas, todo lleno de nervios pensando en si ella sería capaz de ponerse esa prenda que había comprado o alguna otra prenda por el estilo, cuando la vi en el salón no llevaba eso, sino una camisola bastante transparente sin abotonar por la que yo podía seguir admirando esos pechos tan bonitos que tiene, la camisola apenas le tapaba sus muslos, y claro para mi agrado podía seguir contemplándola casi desnuda.

Ya no me extrañó la reacción que sentí dentro de mí pijama, y es que esta vez estaba más que justificada.

Estuvimos conversando mucho tiempo esa noche, y yo apenas podía dejar de mirar sus pechos haciéndome ella perder el hilo de la conversación en muchas ocasiones con sus posturas, parecía como que lo hacía de manera descarada para mostrarme cada vez que se movía la oscilación de sus tetas mientras hablábamos, y mientras ella me hablaba yo estaba sintiendo el deseo de cogérselas entre mis manos y magreárselas.

Al final cuando ella y yo decidimos retirarnos a descansar ya era bastante tarde, cerca de la una de la madrugada según vi por mi reloj, y quedamos en llamarla yo a su habitación cuando yo estuviera listo al día siguiente, para irnos a darnos un baño a esa calita de la que tanto habíamos hablado, la misma que mi hermano me había aconsejado, y al despedirnos para ir a la cama, me pareció que ella coqueteaba conmigo, y yo ya llevaba una soberana erección.

Al ponernos de pie Eva me miró el bulto en mi pantalón y sonriéndome de manera burlona, me abrazó pegándose a mi cuerpo al tiempo que sus labios se encontraban con mi boca en un suave beso, y ella tuvo que notar claramente como mi dureza la oprimía entre sus piernas.

–Te quiero mucho Carlos eres un amor.

–Y yo también te quiero Eva, además te repito que me gustas mucho.

–Y tú a mi cuñado, pero dime pillín… ¿Tú quieres mucho a tu cuñada o deseas a Eva?

– Yo prefiero Eva que te quedes solo con que te quiero, que es verdad.

Al día siguiente nada más terminar el desayuno, Eva se cambió rápido, y enseguida cogimos mi coche para irnos a esa pequeña playa que yo conozco que es muy solitaria, porque la conocía muy poca gente, cuando llegamos, vimos que solo había dos parejas, y las dos a más de 70 metros de nosotros, tendimos las toallas en la arena entre dos pequeños montículos con algunas matas de cañizo, donde podíamos quedar fuera de la vista de las otras parejas cuando estuviéramos tumbados.

Cuando nos quitamos la ropa, yo me quedé alucinado cuando vi que Eva se quitaba el bikini quedándose totalmente desnuda a mi lado, me quedé petrificado cuando le vi ese cuerpo tan sensualmente bello, esa vulva preciosa y esas tetas tan perfectas con unos pezones que apuntaban hacia arriba de forma desafiante a la gravedad, al instante noté un soberano empalme y no supe que hacer para disimularlo, me puse doblado intentando que no me viera la tremenda tienda de campaña en mi bañador, pero ella enseguida se dio cuenta.

–Jajaja ya te la he puesto dura cuñadito jajaja, venga cielo no pasa nada quítate el bañador que yo no te miro.

Ya no tuve escapatoria y me lo tuve que quitar, y vi como mi polla saltó derecha y tiesa como un palo, la miré para ver que hacía, y la sorprendí mirándome de reojo y de pronto ella al ver mi turbación soltó una carcajada.

–Jajaja, Joderrr cuñado que cipotón tienes cariño, perdona ya no te digo nada jajaja, perdona, perdona cariño es que no he podido aguantarme.

–No si ya da igual, ya me has visto, pero es que yo no me esperaba ver que tú te ibas a desnudar del todo, por eso me he empalmado.

–¿Y tanto te gusta lo que ves?, bueno que pregunta tan tonta jajaja, no pasa nada cielo, bueno, si tu estas violento me pongo el bikini.

–Nooo, joderr si es que estas buenísima Eva, no es necesario que hagas nada, no te preocupes por mí.

Y creo que en mi forma de decírselo ella entendió clarito que en realidad lo que quería es que no se tapara nada. Y ya me atreví a mirarla más claramente, y me fijé en su pubis y en los labios de su vulva que estaban muy cerraditos y eran perfectos como los de un bebé sin el más pequeño pelito, pero por donde sobresalía el botoncito de su clítoris.

–Oye tú también estas muy bien cuñado, tú también me gustas mucho, y además tampoco me esperaba ver que estas tan bien dotado jodio, jajaja. Joderrr que cipote te gastas machote.

–No te rías de mí, so víbora.

–¿De verdad que yo te gusto tanto Carlos?

No la quise contestar, pero yo me sentí hinchado de orgullo al oír lo que me decía sobre el tamaño de mi polla, y ahora ya estaba un poco más relajado por sus comentarios, pero como vi que mi erección no bajaba le sugerí ir a bañarnos ya mismo.

–Venga, ¿nos vamos ya al agua?

–Vale Superman, aunque solo sea para que se te baje eso jajaja.

Y tal como estábamos sin ponernos el bañador fuimos a bañarnos.

Cuando estábamos en el agua, empezamos a jugar y acabamos entre risas y juegos por darnos bromas y aguadillas, luego ella se subía en mi espalda para saltar desde mis hombros, y yo sentía sobre mí el roce de sus tetas preciosas, y yo ya sentía el morbo del deseo y al mismo tiempo me daba corte rozarla con mi erección, al principio, pero llevado de las confianzas que el juego me otorgaba, empecé a rozarle su cuerpo, la cogía de su culo para lanzarla al agua, le tocaba sus tetas disimuladamente, y hasta llegué a rozarla varias veces en su culo con mi dureza, ella no se quedó corta y metidos en el juego, creo que en venganza, me hacía lo mismo frotando su culo contra mi pene mientras se reía provocándome, mi barrote no tardó nada en ponérseme aún más duro, hasta el punto de que ya notaba un señor calentón de huevos.

En un momento del juego me miró y echándome sus brazos al cuello me acercó su boca, me miró a los ojos y me dio un piquito en los labios diciéndome:

–No te preocupes cielo que eso que te pasa es lo normal en un hombre.

Yo quise abrazarla aprovechando su gesto, pero ella se retiró al instante de mi lado, y no quise preguntarla si es que estaba acostumbrada a verlo porque me pareció una grosería, pero me dejó mosqueado tanta naturalidad en ella, y en ese instante por sus palabras, decidí rozarla con mi erección con más atrevimiento.

En un momento de nuestro juego, una ola le hizo perder el equilibrio, la vi trastabillar tratando de no caerse, yo la enlacé por la cintura y arriesgándome de forma atrevida, la abracé por detrás cogiéndola un pecho con mi mano como queriendo sujetarla, pero lo hice además apretándome contra su culo y poniéndole mi erección contra sus piernas, ella se quedó quieta sin hacer nada por querer escapar de mi presa durante unos segundos, y luego volvió su cara para mirarme cuando sintió mi rabo queriendo meterse entre sus muslos, y lo que hizo fue apretarlos dejándome aprisionado mi barrote mientras se reía burlonamente.

–Donde vasss, bribón, quieto ahii. –Me dijo riéndose.

Pero como Eva no hizo nada por rehuir mi contacto, entonces empecé a mover mi erección con fuerza, como queriendo escapar de su presa, y enseguida conseguí entrársela mejor y moverla despacito por entre sus muslos, pensé que de un momento a otro ella se iba a revolver enfadada para pegarme un tortazo por mi atrevimiento, pero en vez de eso, volvió su cara, me miró a los ojos y me dio un beso en los labios corto pero sensual, que me supo a sexo descarado.

Entonces ella hizo como que trataba de escaparse sin hacer mucha fuerza, y yo ya envalentonado, la sujete tratando de que no se escapara de mis brazos y cuando ella se quedó quieta un momento, continué apretando mi vientre contra los globos de su culo, haciendo resbalar mi barrote y sintiendo que ya lo estaba haciendo cerca de los labios de su vulva, en esos momentos me pareció ver que ella se estaba excitando porque apoyó su cabeza en mi hombro y la vi cerrar sus ojos durante unos segundos, entonces intenté buscar con la punta de mi dureza la entrada de su vagina, pero de pronto Eva se soltó de mí, y se fue corriendo hasta la toalla.

Yo la seguí, y vi que, al llegar, ella se tendió en la toalla boca arriba con las piernas semiabiertas mostrándome su vagina mientras me miraba a los ojos, me pareció como que estaba ofreciéndoseme, y me tendí a su lado en la misma toalla poniendo una pierna entre las suyas y mi brazo por debajo de su cabeza, y decidido acerqué mi boca a sus labios y la besé en ellos con deseo.

Eva correspondió a mi beso de forma sensual, y sentí que su mano me tocaba mi barrote y me hacía unos breves movimientos de masturbación, entonces me subí encima de su cuerpo dejando mi erecta dureza aprisionada entre nuestros vientres, busqué su boca otra vez y la besé buscando con mi lengua que ella me diera paso entre sus labios, al mismo tiempo yo deslizaba con suavidad mi polla arriba y abajo buscando llegar hasta su grieta, cuando note que estaba entre los pliegues de su vulva, continué allí resbalándola intentando buscar paso suavemente, enseguida noté como los labios de su vulva se me abrían canalizando mis movimientos, y ya deslizándome entre ellos, busqué su entrada del amor, vi que ella cerraba sus ojos en un gesto de placer, y al instante me abría sus piernas acogiéndome entre ellas dándome paso libre a mi ariete.

En ese instante sentí como empezaba a penetrarla, noté el calor y la suavidad de su interior, hice varios movimientos para entrar y salir rozándome en sus paredes, y al darme cuenta que ella subía su pelvis para venir a mi encuentro en cada uno, empujé para metérsela toda, y Eva dejó escapar un gemido junto a mi oído.

–Aaaah nooo, nooo.

Pero su cuerpo decía todo lo contrario, me decía que sí, y yo sentía como ella me recibía empujando y abriéndome sus muslos, y lo hacía moviendo al mismo tiempo su vientre entre pequeños estremecimientos.

Yo empecé a moverme entrando y saliendo de un coño, que sentía suave y ardiente y que notaba como me recibía en cada penetración hambriento de polla.

Y empujé con más fuerza clavándosela hasta el final, notando que tenía mi polla totalmente enterrada hasta mi raíz dentro de ese delicioso coño, y ya comencé a moverme entrando y saliendo de ella clavándosela hasta el fondo en cada acometida, y mirándola a los ojos vi que Eva cerraba los suyos poniendo en su cara un claro gesto de placer.

–Aaaah que chocho tan ricoo. –Dije sin pensarlo.

De pronto abrió sus ojos mirándome fijamente como asustada, se puso muy seria, me echó a un lado sacándose mi intruso de su interior y dijo:

–Vámonos ya, que, si no… no se te va a quitar ese problema que tienes.

–No si es que ya tengo hasta dolor de huevos.

–Tú te lo has buscado, desahógate en casa haciéndote una paja. –Y diciendo esto vi como ella se vestía apresuradamente.

Yo me vestí lo más rápido que pude y salí detrás de Eva que vi que no me esperaba, al llegar a su altura le pregunté que le pasaba, pero no obtuve respuesta de ella, y así en silencio llegamos a casa y cada uno se fue a su habitación.

Continuará.

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