Contoneaba sus caderas, como insinuándose a mí, lo intentaba sin que su esposo se diera cuenta, era muy discreta, apenas él se volteaba y empezaba a hacer algún movimiento para que la viera o para que se le descubriera un poco de piel…
La esposa de mi jefe es una mujer hermosa, con un cuerpo casi perfecto, cabello castaño y ojos negros y grandes, un culito redondo y unas lindas tetas que se marcaban en sus apretados vestidos de encaje, era un diva, yo sabía, por sus insinuaciones que era una malportada, pero no pensé en llegar más lejos…
Esa tarde fue la última vez que la vi con un poco de respeto, pues la semana siguiente la hice una sumisa mientras se deleitaba con mi verga, que atragantaba en su garganta, como desesperada.
Al día siguiente de esa tarde en la que movía sus caderas y dejaba ver el culito, me llegó una foto a mi teléfono, era ella, pensé en revisarla, pero tarde por estar ocupado, al abrirlo, una foto de sus blancos y redondos pechos apareció en mi pantalla, la mente se me puso en blanco, no pensé en nada, no me despertó una erección inmediata, volví a mi mismo y contemple un hermoso par de tetas, sostenidas por una mano de Dalia, mientras sacaba la lengua, cerré la foto y no vi ningún mensaje, de inmediato escribí:
–Dalia? Te equivocaste?
Quería un error, no sé porque, pero no me gustaba del todo la situación.
–Era para otra persona, perdón Favio… La viste?
No me esperé esa respuesta, un tanto frívola.
–Si, tranquila, no pasa nada, quedará entre tú y yo
Dalia: Papi, no digas estupideces, yo sé que se te sale la verga del bóxer, te tengo vuelto loco con sólo mostrarte los muslos, déjame ver… Déjame ver cómo está.
“Zorra" pensé, pero se desvaneció ese pensamiento contra Dalia al ver de nuevo la foto, sus pezones estaban paraditos y se veían mojados, y sacaba la lengua haciendo la foto una chispa para una gran erección, rápidamente me latió el corazón, me palpitaba la verga, ya no pensé en nada, me metí al baño y me tomé una foto…
Dalia: Ahh!!! Pero que…!! Hasta que no me meta eso en la boca, no te creo…
Yo: En la boca, en la boca es el primer lugar donde estará, esa carita de ninfómana que me pusiste pide por todos lados verga, deja de decir mentiras, tienes ganas de estar encima de mi polla toda la noche rebotando y gimiendo como una perrita…
Dalia: Y tú te mueres de ganas de comerte esto…
Video: sus dedos, mojados por un brillante líquido, reflejaban la luz mientras tocaba su clítoris y apretaba los labios vaginales, con la tanguita medio bajada, que se veía húmeda, el rosado coñito palpitaba, mientras abría y cerraba sus entraba cada vez que sentía un espasmo de placer, acompañada por sus ahogados gemidos, pues se tapaba la boquita.
El domingo ella le dijo a su esposo que saldría con unas amigas, se puso un vestido apretado, pero largo, de los que acostumbraba a usar, para que no sospechará, luego, como siempre que salía con sus amantes, empaco en sus cartera la mejor lencería qué tenía.
La pasé a buscar en mi auto, parecía un poco nerviosa, pero se veía muy buena, más de lo acostumbrado, tuve que disimular la erección, pues está vez usaba un escote más abierto, que dejaba ver el nacimiento de las ricas tetas que vi en la foto, le abrí la puerta del auto, ella subió, y me puso una mano cerca de la entrepierna, nerviosa y riendo manoseaba, y la erección crecía, con las caricias acertadas a la cabeza de mi miembro.
–Contento? (Mientras bajaba el cierre) mientras más me pongo a pensar en que me vas a hacer, más me mojo.
Apoyé mi mano en sus tetas y acaricié poco a poco para luego meter la mano entre el escote y manosear.
–Me vas a chupar la pija, toda la tarde, vas a quedar llenita…
Mi erección creció desproporcionadamente cuando sus manos fueron directo a mi verga, sin más preámbulos, con suavidad le daba masajes a la cabeza, se mordía los labios y me abría las piernas para que le tocara el clítoris.
–Tú me pones tan caliente, de sólo hablarme ya estoy húmeda, imagínate cuando me cojas…
Estacioné en el hotel, de inmediato subimos a la habitación, al entrar, la empujé contra la puerta y la empecé a desnudar.