Mi esposa y yo llevamos 15 años de casados. Pilar siempre ha sido físicamente muy atractiva. Verdaderamente, despierta pasiones con cada una de sus curvas.
Cuando caminamos de la mano por la calle, puedo ver como el hipnótico balanceo de su voluptuoso trasero atrapa las miradas de gran cantidad de hombres, incluso mucho más jóvenes que ella.
Pilar es muy segura de sí misma. Se deleita vistiendo minifaldas que resaltan su figura y ropa ajustada que abraza cada curva de su cuerpo. Siempre he pensado que su elección de prendas revela un cierto deseo de ser admirada.
Indudablemente, Pilar sabe cómo utilizar su vestimenta para despertar interés y cierto morbo sexual en quienes la rodean.
Pilar y yo nos llevamos muy bien en la intimidad, sin embargo, desde hace tiempo venimos dándole vueltas a la idea de vivir alguna experiencia fuera de lo común que nos permita vivir nuestra sexualidad de forma más intensa y de paso avive aún más nuestro deseo sexual.
Hablando del tema una noche de copas en casa, le pregunte qué le parecía que los hombres la miraran tan descaradamente por su cuerpo y forma de vestir.
Pilar lo pensó unos segundos y me dijo que no le molestaba en absoluto. Incluso, luego de varios tragos y en un arranque de sinceridad, me confesó que hasta cierto punto lo disfrutaba.
Su respuesta me sorprendió bastante y generó bastante morbo en mi. Obviamente, mi curiosidad aun no estaba satisfecha.
-Y hasta donde estarías dispuesta a llegar ?- Le pregunté.
-A qué te refieres?- Me dijo con mirada pícara.
-Me refiero a dejar que otro hombres vean tu cuerpo… me gustaría saber cuál es tu límite.
-Sabes? A veces creo que, si me lo permitieras, podría llegar mucho más lejos de lo que te imaginas!
Luego de los tragos, tuvimos una sesión intensa de sexo en el sillón y nos fuimos a la cama a dormir, aunque la respuesta de Pilar seguía dando vueltas en mi cabeza.
Al día siguiente de camino a casa después del trabajo, hice una parada en el centro comercial decidido a comprar el vestido más provocador que pudiera encontrar con la idea de poner a prueba a Pilar.
Llegué a casa y en cuanto vi a Pilar le dije:
-Hoy saldremos a cenar y quiero que te pongas este vestido que traje para ti.
-También quiero que sepas que hoy no te pondré ningún límite y serás libre de hacer lo que se te venga en gana.
Pilar abrió la bolsa y al ver el diminuto vestido, me miró con una sonrisa muy traviesa y me dijo:
-Está bien, aunque espero que no te arrepientas!
El vestido rojo de tela sumamente delgada y traslúcida resaltaba sus curvas de forma perfecta, especialmente su exquisito trasero. Era escandalosamente corto y se ajustaba a sus su cintura realzando sus nalgas de tal manera que era imposible no voltearse a mirarla.
Al llegar al restaurant y a medida que nos acercábamos a nuestra mesa, inmediatamente noté como los hombres de las mesas a nuestro alrededor comenzaron a mirar descaradamente a Pilar, algunos intentaban disimular solo porque estaban acompañados de sus parejas.
Hasta los meseros dejaban escapar una que otra mirada morbosa directamente hacia las nalgas de Pilar. No los culpo en lo absoluto ya que esa noche, su enorme trasero era una verdadero deleite para la vista.
Confieso que la situación me tenía a mil y me era difícil a estas alturas contener mi erección ante la reacción que Pilar estaba provocando.
Como es de esperar, la calentura se fue apoderando de mi y decidí llevar las cosas un poco más lejos.
-Amor te quiero pedir algo. Le dije.
-Quiero que te levantes de la mesa, vayas al baño y te quites las bragas.
-Quiero saber que no llevas nada debajo de tu vestido durante el resto de la noche.
Pilar no dijo nada, sólo se puso de pie sonriendo y se dirigió al baño de damas.
Mi plan, era dejar que Pilar tentara disimuladamente a algún mesero u hombre afortunado quizás de alguna mesa vecina, abriendo sus piernas y dejando ver su bello coño depilado.
Sin embargo, jamás pensé que nuestra velada en el restaurant terminaría de forma muy diferente a eso!
Pasaron algo mas de 20 minutos y cuando ya comenzaba a preocuparme, vi a Pilar caminar hacia nuestra mesa, sin embargo quedé completamente confundido al ver que salía del baño de hombres!!!
Al llegar a la mesa, y al ver mi cara de confundido, me dijo:
-Amor, espero no te molestes pero hice una pequeña travesura!
Me dijo que se había tomado muy en serio la “completa libertad de acción” que yo le había prometido antes de salir de casa.
Me hizo jurarle que no me enojaría ,pero le insistí en que necesitaba que me contara exactamente a que se refería con una “pequeña travesura”.
-En verdad prometes no enojarte?
-Ya te dije que no. Pero debes contarme que pasó…
-Está bien, te contaré todo…
Pilar me contó que cuando iba de camino al tocador de damas se encontró de frente con la puerta del baño de hombres y pensó que quizás sería más divertido quitarse las bragas ahí y contarme luego…
Una vez adentro cuando sus bragas ya estaban en la altura de sus rodillas, sintió una voz grave que le dijo “Señorita, este es el baño de hombres” al voltear vio a uno de los meseros quien se la había estado comiendo con la mirada desde que llegamos al restaurant (y que probablemente la había seguido al baño).
El mesero, un tipo joven y atlético, le insistió en que ese no era el baño de damas y que debía salir.
Pilar me contó que en un impulso inesperado y morboso, le dijo al mesero que saldría del baño sólo si le hacía un pequeño favor…
Y mirándolo fijamente le dijo: ”Necesito que termines de quitarme las bragas…”.
En eso minuto sentí como si un torrente de sangre se hubiera ido directamente hacia mi verga y le pedí que siguiera con su relato.
Pilar me contó que el mesero no dudó en acercase a ella y poniendo una rodilla en el suelo tomo sus diminutas bragas de los costado y con ambas manos comenzó a deslizarlas hacia abajo… al llegar a sus tobillos, pilar no levantó sus pies para terminar de quitárselas y en lugar de eso, se sentó bruscamente en el excusado y, tomando la cabeza del mesero desde la nuca, hundió su cara entre sus piernas obligándolo lamer su coño…
Yo quede completamente helado por unos segundos… no podía creer lo que escuchaba al tiempo que mi verga se ponía cada vez mas dura…
Me dijo que el mesero había besado y lamido su coño de forma tan desesperada, que sintió como si quisiera bebérselo todo hasta la última gota, me confesó también que había sido imposible no acabar al menos tres veces de forma tan intensa que tuvo que morderse los labios para no gritar y que la última vez que acabó fue mientras el dedo medio del mesero se perdía casi por completo dentro de su coño al tiempo que este movía su lengua incansablemente sobre su clítoris hinchado y completamente húmedo.
Yo ya no podía mas de calentura al escucharla relatar lo que había sucedido tan solo unos minutos atrás.
-Te gustó mi travesura? -Me preguntó.
Me quedé en silencio por unos segundos y le dije: -Si muchísimo mi amor!
-Solo espero que la próximo vez sea algo más que su lengua lo que metas entre tus piernas!
-Me parece perfecto! -Respondió Pilar, me tomo de la mano y me besó.
Luego de eso, terminamos de cenar entre risas, conversaciones llenas de morbo y miradas de complicidad.
Antes de esa noche, jamás se me cruzó por la mente que Pilar, mi tierna y bella esposa, sería capaz de atreverse a algo así, pero confieso que disfruté cada segundo de su caliente relato, el cual le pedí me contara nuevamente al oído entre gemidos, mientras cogíamos desenfrenadamente esa noche en nuestra cama.
Pilar y yo hemos vuelto a ir al mismo restaurant en varias ocasiones y con Esteban, el mesero, nos hemos hecho buenos amigos. Sobra decir que cada vez que comemos ahí, mi bella esposa queda muy feliz y completamente satisfecha!