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Carta para Claudio
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Querido Claudio:

Las clases de manejo han llegado a su fin y te escribo esta carta a manera de despedida, porque sé que nunca te voy a escribir un mensaje. Y no sé si vos tampoco, esperando el mío.

De semana en semana, te vi acercarte poco a poco. Pasamos de despedirnos con un "hasta luego" al aire, a un beso en la mejilla, que después incluyó las manos, y uno de tus brazos que se demoró una milésima de segundo más de lo necesario en mi cintura. Una tarde pasaste en el coche mientras yo caminaba a casa y me tocaste bocina, poniéndome ojos que me parecieron de cordero; pero tenías como un ansia en la mirada…

Pasé semanas meditando si pedirte el teléfono, ¡pero accidentalmente fue tan fácil!: desaprobé mi licencia y cuando me viste así, de inmediato me lo ofreciste para volver a practicar una tarde de domingo. Sonriendo para evitar llorar, solo te dije "voy a tener que rendir de nuevo" y encimé la cabeza un instante en tu hombro, gesto que correspondiste de inmediato, ¡se sintió tan lindo! Mientras escribo es que me doy cuenta que me estoy muriendo de la soledad y que quisiera confesarte que…

Me hubiera gustado enviarte un mensaje para visitarte en tu departamento, y dejar que me sacaras la ropa besándome los muslos lentamente. Que me tiraras sobre la cama y me comieras el sexo a besos y lamidas, lentamente, hasta que me diesen dos o tres orgasmos. Me hubiera gustado que siguieras por arriba jugando con mis senos en tu boca, y que me besaras profundo como si tu lengua fuera una serpiente, devorándome, haciéndome tuya; que me sujetaras el cabello con firmeza para comerme el cuello despacio, poseyéndome por completo, sorbiéndome el alma hasta dejarme sin fuerzas.

Me hubiera gustado, Claudio, que me sometieras poniéndome en cuatro y penetrándome desde atrás, y luego de costado, y después de frente sobre mí hasta haber agotado las posiciones posibles. Y que cuando me dejaras exhausta, me estrecharas en tus brazos para sentirme protegida tan solo por un momento. Abandonarme, totalmente vulnerable, a un hombre que me lleva 20 años pero que me ha encendido de deseo tan solo con su risa, sus ojos de topacio y un ligerísimo roce de su piel.

Claudio: te sorprendería saber cuánto te deseo y qué sola me siento a veces; que no hubiera podido soportar que me dijeras que no porque me habrías roto el orgullo, y que por eso me quedé con las ganas y las dudas. Hemos jugado y nos hemos divertido; pero tal vez has adivinado que soy una "chica bien" y que las chicas bien no hacemos esto, las chicas bien trabajamos y criamos niños y no nos quejamos y no nos permitimos ni un desliz. Espero que te hayas quedado esperando mi primer paso en lugar de sentir pena por una mamá soltera demasiado bonita para estar sola.

Gracias por el roce de tus dedos y tu mirada ansiosa, Claudio. Ojalá me hubiera animado, al menos, a partirte la boca de un beso como último gesto antes de no verte nunca más.

Con amor,

Claudia

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