Volví del baño desnuda y me senté en la punta de la cama. Máximo estaba de pie, desnudo, detrás a la cámara. Hacia algo con el lente, presionaba algunos botones, parecía querer buscar el plano correcto.
─¿Falta mucho? ─pregunté
─Ya casi. Tené en cuanta de que cuando alguien hacia esto, yo esperaba ahí donde estas vos.
─¿Y cómo esperabas? ¿Qué tan real es lo que vemos?
─Si te cuento, te vas a llevar una gran decepción, querida.
Luego me contó que el problema menor era acomodar las cámaras y las luces. Que, a pesar de que los actores llegaban a excitarse, había todo un trabajo previo que no tenía nada que ver con lo romántico. Y tiene sentido. Cuando empezamos a ver un video, el actor siempre esta con la pija dura y enorme, algo que, para que suceda en la realidad, lleva su tiempo. En el porno también. Me contó que minutos antes a comenzar el rodaje, los actores suelen encerrarse en un baño a mirar porno y masturbarse. En primer lugar, para lograr la erección. Y en segundo, luego de acabar, para que la cogida dure más tiempo. Aunque reconoció que también un problema frecuente es el hecho de no poder acabar durante la escena, por lo que es común detener la grabación y volver a masturbarse para, finalmente, llegar al orgasmo que nos muestran.
Luego de varios minutos, dejó el sitio en el que estaba y se acercó a mí. Su pija grande, pero no erecta, me llenó de ternura. Comencé a acariciarla despacio, mientras sus grandes manos me amasaban las tetas. Llevé su pija a mi boca, grande, suave y gomosa. La chupé cada vez con más ganas, sintiendo como a cada instante se ponía más dura, para finalmente llenarme la boca. Durante largo rato dejé que me cogiera la boca, para después concentrarme en comerle las bolas. Su suavidad y redondez las hacían deliciosas.
Después de un rato, hizo que me recostara en la cama, con las piernas abiertas y colgando, y dedicó media hora a chuparme la concha. Primero, con suaves y tiernos lengüetazos, para ir subiendo la velocidad a ritmo frenético. De a ratos me metía uno, dos dedos, haciéndome desbordar de placer. Luego de mi primer orgasmo, me hizo poner en cuatro, con mi culo apuntando directamente a la cámara. Me lo besó, me dio algunas mordidas que me encantaron, para luego chupármelo con gran deleite. Casi sin esforzarse demasiado, su lengua me penetró completamente. Era extraño sentir algo con esa forma y esa textura adentro de mi culo, pero me encantaba. Mientras chupaba, sus dedos no dejaban de entrar y salir de mi concha.
Cuando estuve totalmente lubricada, sus dedos comenzaron a entrar de uno a mi culo, haciéndome gritar de placer. No daba más, necesitaba sentir su pija adentro mío, sin importar por cual agujero entrara. Estaba delirando de deseo, cuando de repente me tomó de los brazos, tiró hacia él y me puso de pie, para luego sentarse en el borde de la cama. Me hizo girar, quedando de frente a la cámara. Yo me senté en su falda y busqué su boca. El beso fue apurado y corto, porque de inmediato buscó mis tetas. Las chupó por varios minutos con intensidad, nada delicado, y me encantó. Me sentía muy pequeña siendo acunada por sus brazos fuertes, haciendo que el morbo me encendiera aún más.
Sin esperar indicación alguna, me puse de pie, le di la espalda y me senté sobre su pija. Mirando directamente a la cámara, comencé a moverme lentamente, haciendo círculos y frotando mi concha contra esa pija que parecía una espada decidida a destruirme. El deseo fue mucho más fuerte y no pasó demasiado tiempo hasta que sentí la necesidad de comerme esa delicia con mi concha. Ubiqué su cabeza en la entrada, y bajé despacito, sintiendo como toda la concha se me iba llenando de un calor eléctrico y vibrante. Estaba demasiado caliente, por lo que mis movimientos fueron bravos y descontrolados desde la primera sentada. Sus manos me tomaban con fuerza de la cintura, como dos bloques de cemento que me mantenían unida a él para siempre. Y me encantaba que así sea. Sentía que por nada del mundo quería vivir sin esa hermosa pija adentro mío.
Luego de un rato en esa hermosa posición, giré, dándole la espalda a la cámara, y me senté sobre él, mirándolo fijamente a los ojos. Seguí cabalgándolo, mientras él me rodeaba con sus brazos y yo lo rodeaba con mis piernas, dándole de comer mis tetas. Sentí como su pija parecía inflarse, tomando un tamaño que podría haberme destruido por dentro. De inmediato, una ráfaga caliente de leche me bañó la concha entera, desbordando y saliéndose por el poco espacio libre que había. Eso me incentivo a acelerar mi cabalgata, forzándome a acabar cuanto antes para mezclar esa leche caliente con mis jugos. El orgasmo llegó un par de minutos después, convirtiendo a mi concha en un hermoso volcán en erupción.
Bajé de su cuerpo y me arrodillé frente a la cama para chuparle la pija. Nada me gusta más que el sabor de la mezcla de mis jugos y de la lechita ajena. La chupé hasta dejarla tan limpia como al inicio. Era increíble ver como su pija seguía igual o más dura que cuando empezamos. No pude resistirme, y la metí entre mis tetas para hacerle una linda paja. Me encanta hacer eso, pero jamás me había topado con una pija que convine tan bien con mis tetas. Luego de que la excitación comenzó a tornarse en dolor, sentí que ya era momento de ponerle la frutilla al postre. Con mi voz más de puta que tengo, le pregunté:
─Papi, ¿ahora me vas a romper la colita?
Él no respondió, ya que los jadeos lo habían dejado casi sin aire. Se sentó en la cama, poniendo mi culo frente a su cara y empezó a chupar con gran destreza. Si no fuera por sus fuertes manos aferrándose a mi cintura, hubiese perdido el equilibrio y caído al piso como una bolsa de papas. Minutos después, luego de introducir varios dedos en mi culo, se puso de pie, aferró con fuerza mis brazos, aprisionándome, y comenzó a penetrarme despacio, con delicadeza, pero sin pausa. Con toda su pija en mi culo, y con mi rostro muy cerca de la cámara, me sentí una estrella porno. Mis jadeos se convirtieron en histéricos gritos de placer, lo que incentivó a que sus envestidas fueran cada vez más fuertes y profundas. La mitad de su pija llenaba mi culo, pero él parecía ir por más. El placer ya se había convertido en dolor, pero me encantaba. No dejaba de pedirle que me coja más fuerte, que no parara, que me rompiera toda.
El desenlace, fue el mismo de siempre. Luego de quince minutos destruyéndome el culo, me tomó del pelo e hizo arrodillarme frente a él. Tomó la cámara, haciendo un primer plano de mi cara y de su pija, para dejar registro del instante en el que me llenaba de leche la cara, el pelo y las tetas. Luego del estallido, caí rendida al piso, como desmayada, delirando de placer. Él se arrodillo, frente a mí, cámara en mano, y metió su pija en mi concha, para darme la última gran cogida de la noche. Fueron aproximadamente cinco minutos en los que, casi desmayada, sentí como me destrozaba la concha. Acabó de nuevo adentro mío en el preciso instante en el que un orgasmo me sacudía entera. Luego de eso, manteniendo su pija erecta adentro mío, se recostó sobre mí. Creo que nos dormimos durante varios minutos. Al abrir los ojos lo primero que vi fue la cámara apoyada en el piso, apuntando directamente a mi cara. Suspiré, sonreí y le guiñé un ojo, asimilando que no existía otra manera de terminar el mejor fin de semana de mi vida.