Capítulo 1: Una excelente oportunidad
En cuanto nos enteramos de lo que estaba por suceder, mi hermano Edgar, y yo, nos pusimos muy tristes, realmente nos afectó la noticia, pues ya no podríamos contar con la presencia de nuestra queridísima Silvia y no era para menos, pues estábamos muy acostumbrados a contar con ella para todo. Sucede que a Silvia le habían ofrecido un excelente trabajo como sirvienta en los EU, algo que de ninguna manera podía despreciar pues el sueldo era de 6,000 dólares al mes, solamente trabajando como sirvienta, cantidad que ni soñando podría obtener aquí en México, además de eso eran otros 6,000 dólares al mes para su hermano Francisco laborando como chofer y jardinero de una área de la casa. Indudablemente se trataba de una familia muy acomodada y de buena clase en la ciudad de los Ángeles.
Nos comentó Silvia que ya habían trabajado en los EU pues tanto su hermano como ella contaban con residencia ahí por haber nacido en los EU y nosotros sabíamos que anteriormente los dos ya habían trabajado ahí, ella había tenido la ocasión de trabajar como niñera, con un sueldo muy por abajo del que ahora les planteaban ahora a ella y a su hermano pero en esta ocasión no podían desdeñar el trabajo ya que la paga era por mucho, superior a la de otras ocasiones que habían tenido la oportunidad de laborar.
Contaba quien los quería emplear según nos dijo con dos muchachas jóvenes dedicadas a la cocina Laura y Olga de no más de 18 y 19 años e Inés que era ama de llaves, que resultaba ser la tía de ellas, tendría unos 29 años, y era la hermana menor de la madre de sus sobrinas. Aunque la casa estaba distribuida en un solo piso, ésta era muy amplia y el terreno en que estaba construida era bastante grande ya que contaba con un área de jardinería en la parte del frente y con otra en el patio trasero, por lo que se podía adivinar que la construcción, abarcaba gran parte del terreno. Además en la parte de atrás contaba con unos departamentos amplios en uno de los cuales vivían las muchachas de la cocina junto con su tía y la otra estaba asignada para ellos dos. Tenían alberca y un jacuzzi muy amplio en el que cabrían cómodamente de ocho a diez personas, todo esto enmarcado con árboles algunos frutales y otros de hermoso ornato que en conjunto tapaban la vista de miradas indiscretas para quienes hicieran uso del jacuzzi.
Silvia además de ser una excelente amiga, también era la novia y amante de Luisa y de Edgar, sin embargo, ellos sabían que Silvia quedaría en buenas manos con su hermano Francisco, pues al igual que ellos, es decir Luisa y Edgar, compartían las mismas preferencias sexuales.
– Estoy, realmente muy apenada contigo Luisa y con tu hermano Edgar, -le dijo Silvia a Luisa consternada, pues era obvio que ambas estaban ya muy enamoradas y dependían casi enteramente una de la otra, la ropa que usaba una, era igual a la que usaba la otra, lo mismo con el color de cabello y el peinado, por lo que parecían más bien hermanas de sangre.
– No sé qué vamos a hacer ahora que no los vamos a tener con nosotros, Silvia y Francisco, nos gustaba mucho eso de los intercambios entre nosotros, Francisco que la hacía de novio de mi hermana y yo de novio tuyo,
Cuando iban los cuatro y se hospedaban en un hotel, la hermana de Edgar era su esposa y Silvia se registraba como la esposa de Francisco y cuando hacían intercambio, Silvia se acostaba con su hermano y Edgar con su hermana.
Dos semanas antes, Silvia había ido a los EU con su hermano Francisco para entrevistarse con la señora de la casa, ambos habían quedado en un bonito hotel pagado por quienes les ofrecían el trabajo y pasaron unos regios días aprovechando para el disfrute de ellos de una pequeña Luna de Miel.
– Créeme que voy a sentir mucho el que te vayas de nuestro lado al igual que mi hermano, ya sabes todo lo que disfrutamos los cuatro juntos y con nada lo vamos a reemplazar ya que tu eres irremplazable –dijo Luisa.
– Yo también comparto lo que te dice mi hermana, Silvia y créeme te vamos a extrañar mucho mi hermana y yo, vamos a extrañar nuestros queridos juegos sexuales.
– Pero ustedes se llevan muy bien como pareja que son y yo me siento muy bien de que así sea, además no va a ser por siempre. Hemos de volver al lado de ustedes, pues forman parte de mi cuerpo y de mi ser ya que junto con mi hermano y ustedes formamos parte de ésta hermosa familia que disfrutamos.
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Magda es la dueña de la casa en un condado de Los Ángeles. Ella era una persona que aunque contaba con 42 años, se miraba más joven de lo que aparentaba, que al parecer de Silvia tendría unos 30 cuando mucho, tenía muy buen físico, sus pechos se miraban grandes, tenía buenas piernas y por la parte de atrás sus nalgas eran redondas y exquisitas según lo que había apreciado Silvia.
Luego de un mes de estancia en aquella casa de placer, en que sucedieron varios flirteos relacionados con el incesto y los cuales terminaron en calenturientas sesiones de incesto, pidieron una semana para regresar a México y arreglar algunos asuntos pendientes que tenían, entre ellos venir a visitar a Luisa y Edgar y contarles cómo fueron las cosas por allá. Para Luisa y Edgar fue algo que no esperaban y juntos debían aprovechar el tiempo.
Grata fue la sorpresa cuando les hablaron por el celular y les dijeron que ya estaban en México y que irían a quedarse toda esa semana con ellos. Ni que decir que Luisa y Edgar brincaron de alegría. Luisa se vistió con su mejor vestido, por cierto con un escote bastante recortado que casi hacía que se salieran sus pechos, marcándose media luna de la areola de sus pezones, y sin ropa interior que pudiera impedir las caricias de sus amados hermanos, como todos ellos se decían.
Mientras disfrutaban junto con Luisa y Edgar del café, pastel y cigarrillos, empezó Silvia a hablar al tiempo que acariciaba las piernas de Luisa y metía sus dedos recorriendo los labios de su vagina, en tanto Francisco dejaba que Lusa acariciara entre sus delicados dedos su miembro el cual había sacado de fuera del pantalón, en tanto Edgar sentado al lado de Luisa acariciaba sus piernas y sus pechos los que descubrió para agasajo de su hermana que no cesaba de lamer y mordisquear los hermosos pezones de su amada.
– Fue una gran experiencia para mi hermano y para mí, en realidad fue algo más de lo que pudiera decirse caliente.
– Pero nunca creí que fuera un sueldo tan alto por nada, ¿No habría algo más? Me pregunté, Silvia porque ¿no te parecía extraño que les fueran a pagar tanto?-dijo Luisa
– Sí eso mismo pensamos mi hermano Francisco y yo, ya que nos parecía raro que dos de las muchachitas que nos presentó como sus hijas, se estuvieran, besando en la boca como si nada, no enfrente de nosotros, pero sí cuando fuimos a ver el jardín de la parte de atrás y vimos que se metieron desnudas al jacuzzi mientras mi hermano y yo mirábamos los árboles frutales que tienen. Parece ser que no se inmutaron cuando las vimos besándose desnudas como si nada, como si fueran amantes las dos, no podíamos dudar que fueran realmente hermanas como nos las había presentado por su físico tan parecido.
Mientras todo esto se decían Luisa no dejaba de tomar un sorbo de café y besar la boca de Silvia intercambiando lengua, en tanto Edgar sacaba su miembro para ponerlo en medio de las nalgas de su adorable Silvia a la cual le había quitado ya la breve tanga que lucía, sin embargo, como si nada de esto estuviera pasando, Luisa se montó sobre el miembro de Francisco y una vez llena su vagina con lo que a ella gustaba. Se quedaban quietos casi sin moverse, pero disfrutando los pequeños movimientos que acentuaban la calentura de los cuatro.
– ¿Y qué les dijo la señora Magda? ¿Acaso permitía que se besaran sus hijas como si fueran amantes? ¿Así como tú y yo nos besamos, hermana?
– Solo nos dijo: Ay, estas muchachas no saben lo que es ser recatadas enfrente de las visitas. Pero me encanta lo calientes que somos, hermana, mira como tienes la verga de mi hermano dentro de tu linda y hermosa vagina, pero déjame continuar.
– No se preocupe señora Magda, nosotros no nos espantamos por eso, cada quien es libre de ser feliz como mejor prefiera. Nuestras preferencias sexuales de mi hermano y mía a lo mejor son bastante parecidas a las de sus hijas. –le contesté en ese momento, aunque sabía que era una arma de dos filos
– ¡Acaso le contestaste eso! Es muy fuerte Silvia –dijo Luisa sin dejar de besarla en la boca.
– Ella no se inmutó y nos dijo: Si me contestan una pregunta que es crucial, el empleo es suyo, además pueden contar con un bono de $24,000 dólares a fin de año como aguinaldo. –esa frase me abrió los ojos.
– Hasta a mí me los hubiera abierto, Silvia –contestó Luisa
– Sí quieres puedo comentarle que ustedes están interesados en unirse a su familia –dijo riendo Silvia
– Estaría bien pensarlo esta noche en la cama con mi hermano –agregó Luisa, ¿no crees, hermanito?
– ¡Sí! Piénsenlo bien los dos ahora que estén en la cama juntos –contestó Silvia y continuó, en tanto Luisa había empezado con un leve movimiento apretando y tratando de sacar el semen de la verga de Francisco, puesto que ella ya había tenido un ligero orgasmo.
– ¿Cuál es la pregunta, señora Magda? –Le Pregunté realmente ansiosa, nos decía Silvia, -en tanto Edgar ya le había desprendido la falda y el brasier que aún estorbaba.
– Bueno, me dijo Magda, pero antes de que me contesten tú y tu hermano, que es bastante varonil por cierto, sin que desmerezcas tú con tu belleza que me tiene impresionada, déjame contarles algo, pero vamos a la casa para platicar cómodamente con una buena taza de café, galletas y un cigarrillo.
– Oye, Silvia pero cómo se enteraron de ese trabajo, no es que no me parezca estupendo, pero como fue que les informaron de esa oportunidad.
– Cuando trabajaba como niñera la señora de la casa era divorciada y se había juntado con una de sus amantes, las dos conocían a la señora Magda y supongo que no sabían de lo que se trataba en realidad ni del sueldo que se ofrecía. Yo tenía sexo con las dos por aquel tiempo, pues las llenaban mucho hacer tríos y fue algo grandioso, mi hermano trabajaba muy separado de mí, sin embargo nos permitieron a los dos alojarnos en su casa donde yo tenía también aprovechaba para tener sexo con Francisco.
– Además el hotel donde nos quedamos y que ella nos ofreció y del que es socia la señora Magda, debieron haber puesto cámaras, pues mi hermano descubrió una de ellas cuando salíamos para la entrevista y a Francisco y a mí nos gusta expresarnos con palabras relativas a nuestro gusto por el incesto cuando estamos cogiendo y supongo que debieron haber grabado con sus cámaras nuestros cuerpos desnudos a la hora de copular y la cantidad de nuestros orgasmos.
– Mientras íbamos hacia la casa pasamos por donde estaban las dos hermanitas, que eran gemelas, idénticas. Ellas nos sonrieron saludándonos y no se inmutaron por estar desnudas y besándose en la boca como si fueran dos amantes. Eso he de admitir que provocó que me mojara un poco e igual le pasó a mi hermano al que se le levantó el bulto.
– Interesante, Silvia, yo también me hubiera mojado o me hubiera unido a ellas.
– Ganas no nos faltaron de unirnos, pero ya sentados en la sala, Magda, cómo quiso que le dijéramos y que le habláramos de tú. Nos contó la historia de su vida. Cuando se sentó pudimos observar que su ropa nos permitía ver perfectamente la redondez de sus pechos, el canalillo que formaban y no pude fingir mi mirada poniendo atención sobre sus pezones que se abultaban deliciosamente marcados por la tela de su vestimenta.
– Son ustedes muy hermosos, hasta puedo verlos como si fueran mis hijos y me gustaría mucho que me llamaran Madre a partir de ahora, si ustedes aceptan.
– Por nosotros encantados, ¿verdad hermano?
– Sí nos encantaría a mi hermana y a mí llamarte Mamá.
– No se diga más a partir de ahora soy su mamá y ustedes dos son mis queridos hijos, aparte de los cuatro que tengo.
– Magda prosiguió: Cuando mi marido nos dejó, yo tenía a mis dos hermanos Julia y Enrique que inmediatamente se hicieron cargo de mí y de mis hijos. Tengo cuatro hijos, mis dos bellezas de hijas que son gemelas Martha y Elena como pudieron darse cuenta, tengo también otra hija que se llama Cristina y un hijo que se llama Carlos. Me dio gusto que no se sorprendieran de lo que mis gemelas estaban haciendo, eso lo aprecio mucho de ustedes, ya que ellas se quieren mucho y así se lo demuestran.
– ¿Y cuál sería la pregunta tan importante, Magda? –le dije a ella como presagiando lo que venía y que me imaginaba que tenía que ver con sus gemelas, tal vez hablaría de incesto y cosas por el estilo.
– Miren ya que estamos en confianza, le quiero preguntar qué opinión tienen del incesto. Porque como me dijeron anteriormente no se espantaban por lo que vieron, y que cada quien era libre de ser feliz como mejor le pareciera. Y añadiste que las preferencias sexuales de ustedes a lo mejor son bastante parecidas a las de mis hijas y me imaginé que te referías de ti, así como a tu hermano Francisco. Porque veo que se toman de la mano y se las acarician como si fueran novios, díganme por favor su opinión.
– Bueno –yo tragué saliva, mi hermano me apretó la mano, al parecer tendríamos que decir algo y de ese algo podría depender nuestro empleo-
Se hizo un breve silencio Magda no perdía la mirada de los ojos de Silvia ni ella de la mirada que ella había puesto sobre el cuerpo y la cara de Silvia, poniéndola caliente de esa forma.
– Ay, Magda, cómo te dije cada persona tiene determinado tipo de preferencias sexuales, mi hermano y yo las tenemos y no criticamos a quienes puedan tener una unión, tal vez de tipo… inces…tuoso, eso debe ser maravilloso, dependiendo de que lo tomes por el lado amable, porque nuestra sociedad tal vez condene el incesto entre familiares, pero eso no es lo que pensamos mi hermano y yo, creemos que cada quien elegimos la forma de tener sexo y lo que esto pueda implicar para las personas que se aman, aún con alguien que sea de la familia, padre, madre, hermano, hermana, primo, prima.
– ¡Mmmhhh!, Eso que dices me gusta, otra pregunta: ¿Tú y tu hermano alguna vez han tenido sexo de tipo incestuoso? -Lo dijo con mayor seguridad, yo suponía que ella ya lo sabía por todo lo que habíamos aprovechado por todo el incesto que tuvimos en el hotel mi hermano y yo, indudablemente lo sabía por la forma en que me miraba.
– Pues, vaya, te hemos de confesar que sí, y que es de lo más hermoso que puede haber. –le dije, al fin y al cabo todo estaba echado y lo peor que podría pasarnos es que regresáramos con nuestros honores, que sinceramente lo dudaba. Por cómo se estaban dando las circunstancias.
– ¿A ti y a tu hermano les gustaría tener sexo… conmigo? Los considero como mis hijos, ahora y me gustaría disfrutar de un poco de incesto con ustedes, cómo lo hago con mis hermanos y con mis otros hijos.
Todo ya estaba claro, toda la familia estaba volcada sobre el incesto y lo disfrutaban, al igual que nosotros, no había nada comparable para poder disfrutarse en familia que el incesto, no lo pensé ni siquiera así que le dije:
– Sí tú nos lo pides claro que sí… mamá –de verdad lo quería, estaba muy caliente y Magda era muy guapa y antojable.
– Lo dices porque depende de eso el empleo…
– ¡No! Lo digo porque mi hermano y yo somos amantes de hace mucho, cuando éramos adolescentes nos gustaba compartirnos con quienes tenían nuestras mismas preferencias sexuales, pero siempre con respeto y mucha limpieza.
– ¿Tuvieron alguna aventura antes?
– ¡Sí!, hemos de confesar que en México dejamos a nuestros amantes con quienes compartíamos largas sesiones de incesto, ella se llama Luisa y él se llama Edgar, los dos también son hermanos como nosotros y nos gusta deleitarnos teniendo relaciones sexuales entre nosotros.
Se hizo el silencio, en tanto la tía Inés que era la ama de llaves, se acercó para llenar nuestras tazas con más café y ofrecernos unos canapés que se miraban deliciosos. Fue entonces que reparé en lo hermosa que era y me sorprendió verla en ese preciso momento con tan solo cubiertos sus pechos con el peto del blanco uniforme, pensé que no llevaba puesto nada más que eso, por dentro estaba totalmente desnuda pues al ver más detalladamente ni siquiera llevaba brasier ni calzones. En tanto que Magda más descaradamente le metía la mano por detrás de las nalgas y se las sobaba ante nuestra vista, provocando que el ambiente se fuera calentando. La verdad que la tía Inés parecía una señora de un cuento de hadas, muy guapa también, cómo serían sus sobrinas que se encargaban de la cocina -pensé.
– Pues permítanme decirles a los dos: ¡Felicidades! Es suyo el puesto, nada más díganme si quieren hacerme el amor ahorita mismo porque me siento bien caliente.
– Pero es que nos pueden ver sus hijas y la señora Inés y las muchachas que están en la cocina.
– De eso no se preocupen ellas son hermanas y tienen relaciones con la tía de ambas, con Inés, así que aquí es muy común andar sin ropa o casi sin ella. Todos disfrutamos del nudismo y del sexo. Como podrán apreciar más adelante. Esta es a nuestra consideración la casa del Gran Incesto para que lo tomen en cuenta. Todos aquí lo practicamos, mis gemelas, mis hijos Cristina y Carlos que hacen pareja como de recién casados, mi hermana Julia y mi hermano Enrique y ahora ustedes.
– Aquí la mayor parte del tiempo estamos desnudos y nos gustaría que ustedes también anden desnudos como toda nuestra familia.
Me quede viendo a mi hermano Francisco, sabía que él era todo un semental y al igual que yo era una casi insaciable sexual. El asintió con la cabeza y llevó una de sus manos sobre mis piernas metiéndola hasta dentro de mis calzones ante la mirada caliente de Magda, Por lo visto era una mujer muy caliente y al parecer estaba muy de acuerdo en eso del incesto, pues por lo visto todos participaban, lo practicaban y lo disfrutaban. Era un paraíso inclusive para mi hermano francisco y para mí.
– Un Paraíso del Incesto, ¿verdad? –dijo Luisa
– Así es mi querida Luisa, un verdadero Paraíso…
– Primero quiero verlos a ustedes comenzando, me gusta ver antes de intervenir y agregarme a lo que veo. –nos dijo Magda
Mi hermano se acercó a mí, creo que ambos nos pusimos calientes con todo esto que estaba sucediendo.
– Hermano, no sé aún cómo empezar.
– No te preocupes, hermana, tú solo déjate llevar, has de cuenta que estamos con Luisa y quiere ver cómo nos cogemos tú y yo-
Francisco se arrimó para darme un beso en los labios, un beso con lengua que fue haciéndose más intenso, muy húmedo y relativamente largo. Magda estaba muy atenta, mientras veía como me besaba mi hermano. Volví a pensar en qué momento se nos uniría para participar con nosotros.
– ¡Quiero ver como desnudas a tu hermana! –nos dijo Magda, me gusta ver como se cogen entre hermanos de la misma sangre, porque en mi familia llevamos el incesto bien clavado en nuestros genes y en nuestras venas. Nos encanta coger en familia, todos contra todos. Ya verán todo lo que hacemos y ni se preocupen por el trabajo, en realidad solo era el pretexto para tener con quien aumentar el gozo dentro de nuestra familia. Su sueldo está seguro, ya tenemos quien nos va a hacer labores de servidumbre y también un chofer y un jardinero.
– Me levanté para ayudar a mi hermano a que me desnudara, lo hizo con mucha pasión en tanto Magda no nos perdía de vista, vimos cómo se acercaba Inés y también la ayudaba a desvestirse, le quitó con mucha maestría la ropa que llevaba puesta y al momento de quitarle el brasier, sus grandes pechos saltaron. Tenía unos pezones gruesos y bastante mamables a mi parecer, los cuales chupaba Inés con gran maestría y luego de eso nosotros unimos nuestras bocas, en tanto mis manos y las de mi hermano acariciamos nuestras partes íntimas. La vagina de Magda tenía unos labios muy carnosos, que a mi hermano y a mí se nos antojaba lamer.
Magda no perdía detalle de los besos que me daba Francisco, ni de la manera en que me estaba desvistiendo, se quedó mirando mi vulva con detenimiento, siempre fue todo un arte coger con mi hermano, diez años de amasiato nos habían formado como grandes amantes del incesto en todas sus formas y poses. Cuando él sacó su verga de unos 20 centímetros y bastante gruesa ayudado por mi mano, Magda abrió sus ojos de tal manera que no quería perder detalle, éramos juguetitos nuevos para ella, sus ansiados juguetes para un pleno incesto en familia, que más bien calificaríamos como una plena orgía incestuosa.
– Quiero llamarlos mis hijos a los dos, es que eso me excita mucho más sabiendo que estoy cometiendo incesto con mis dos amores de hijos, bueno aunque en realidad así trato a todos mis hijos, y a mis hermanos como podrán darse cuenta más adelante.
– Por nosotros encantados, mamá, sabes que somos tus hijos y que nos gustaría coger contigo, madre
– No se diga más, mis queridos e incestuosos hijos que se quieren coger a su madre, vengan conmigo, acérquense con su madre
– Gracias hermanito, ¡Sabía que también estarías de acuerdo! – comentó dándome otros besos, sobre mis labios y los de nuestra ahora madre. Besos con mucha lengua.
– Yo movía mis nalgas contra la verga de mi hermano que comenzaba a ponerse dura.
– En ese momento sentí la sensación de que todo iba sobre ruedas. –dijo Francisco
– Volvió a besarme mi hermano, Magda no perdía detalle mientras Inés le chupaba la vagina y ella nos miraba, pero de una forma promiscua y lasciva. Los labios de mi hermano envolvieron los míos y su lengua penetró en mi boca buscando la mía. Sentí como me devoraba con un ansía arrebatadora. Estaba claro que no pensaba esperar más y que el gran juego morboso y lleno del más caliente incesto acababa de empezar.
– Silvia te necesito aquí entre mis piernas, esto es demasiado para mi, necesito venirme sobre tu boca, amor
– Vaya Madre, ¡Estás estupenda! Quiero coger contigo – le dije
– Eso es incesto, hijita soy su mamá y ustedes mis hijitos ¡Pero es que tienes unas nalgas hermosas, y a mí también se me ve el hasta el culo, hijitos!
– Tienes unas nalgas estupendas tú también querida mamá– le dijo mi hermano poniendo su verga en el canal que forman sus nalgas sin ningún pudor.
– Noté la cara de sorpresa de Magda al sentir la verga de mi hermano deleitándose con su culo, pero reaccionó volviéndose hacia él para besarlos en los labios y meterle la lengua, en tanto Laura y Olga junto con su tía Inés que se mostraba también desnuda, no dejaban de observarnos y besarse entre ellas, al parecer también estaban muy calientes. Metí la mano bajo la vagina de nuestra ahora madre y le metí dos dedos en su clítoris con suavidad, cómo invitándola a participar un poco más a tener un orgasmo.
– ¡Tu vagina también es preciosa hija! ¡La tienes estupenda cariño!
– Para ese momento mi hermano y yo también en calidad de sus hijos, ella era ya nuestra mamá e iba a saber lo que era coger con sus dos hijos Silvia y Francisco.
Las dos mujeres estábamos una frente a la otra Magda que era nuestra Madre ahora nos mirábamos con intensidad aunque la expresión de nuestros rostros era distinta. La de Magda emitía una exacerbada calentura, pero la mía expresaba un deseo incestuoso contenido.
– ¡Sabes una cosa, hija! ¡Me está gustando sentir tu mano en mi culo!
– Me gustas mucho madre, te deseo y quiero cogerte junto con mi hermano
– La expresión de calentura de nuestra madre cambio a otra de deseo plenamente incestuoso.
– ¡A mí también me está gustando sentir tu mano sobre mi culo! – le contesté con el deseo contenido que expresaba su cara.
– Pasé la otra mano por detrás para agarrar las dos hermosas nalgas a la vez. Mi madre me imitó y mi hermano vio atónito como nos manoseábamos nuestros culos. Comencé a acercar mi boca a la de mi nueva madre con lentitud, mi madre esperaba el contacto de nuestras bocas abriendo levemente sus labios.
Fue un beso largo y jugoso, cargado de deseo, la lascivia y la lujuria se abrieron paso hacía el tan deseado nuestro primer incesto Madre e hijos. Las caricias eran tiernas y suaves con una exquisitez absoluta, mi hermano se acercó a nosotras en ese momento, ya tenía su verga dura como el acero y sin decir palabra la hundió en la jugosa vagina de nuestra madre.
– ¡Me siento muy feliz abrazada a ti, mamá! –realmente sentía que ya era mi madre y ella también me trataba como si también fuera su hija
– ¡A partir de ahora lo tendrán todo, hijos míos!
– ¡Gracias mamá! –dijo mi hermano, abrazándonos a las dos y metiendo y sacando su pene dentro de la vagina de Magda que debió haberse venido porque fluía mucho néctar de los labios de su vagina y bajaba por entre sus piernas.
– ¡Me gusta tanto que me abracen y me toquen, hijos míos que creo que se los pediré más seguido! –Nos besamos en la boca los tres, cuando sentí la mano de Inés sobre mis nalgas, también debe haberse calentado viéndonos. Ella estaba ya teniendo sexo pleno con sus dos sobrinas y aprovecho el momento para tocarme las nalgas.
– Así fue de maravillosa nuestra entrevista con Magda, y hasta me gustaría que ustedes vinieran con nosotros para armarla en grande. Ellos no tienen vicios, más que únicamente el gusto por el incesto en familia.
– Pues yo ya me calenté con todo esto que nos estuvieron contando, ¿verdad hermano? –contestó Luisa
Edgar ya tenía la verga de fuera en tanto las manos de su hermana Luisa la abrazaban, antojando de esa forma a Silvia y a su hermano Francisco, después de todo ellos ya formaban parte de la familia de ellos. Juntos volverían a gozar de una tarde incestuosa como siempre lo habían deseado, hermanos con hermanas cómo siempre habían gustado del incesto.