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Sexo con el diablo
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Tuve la oportunidad de viajar al norte argentino con una amiga.

Contraté un paquete turístico que incluye pasaje, hotel y excursiones.

El viaje sería en micro, un viaje largo, recorriendo varias provincias y realizando paradas estratégicas durante el camino.

Por la distancia a recorrer viajamos en un coche cama, con servicio de refrigerio y películas, para unas 30 personas a bordo, entre pasajeros, conductores y dos jóvenes coordinadores y estudiantes de turismo, Alexis y Gustavo.

Mi amiga es muy enamoradiza y con mucha libertad sexual, ambas sabíamos que este viaje tendría varias aventuras, y que seguramente Alexis sería su enamorado del momento.

Con el correr de las horas y los kilómetros recorridos la onda entre Alexis y mi amiga era cada vez más evidente.

Se reían de chistes malos, buscaban excusas para estar cerca y conversaban animada y cariñosamente.

Para la cena llegamos a un parador que la empresa había ubicado estratégicamente al costado del camino, lugar en el que mi amiga aprovechó para utilizar los vestuarios del lugar para enredarse entre besos y caricias con Alexis.

Abandonada por mi compañera de viaje, me ubiqué en una silla contigua a la de Gustavo para esperar la comida.

Pasados unos cuantos minutos mi amiga y Alexis se sumaron a nuestra mesa y comieron con nosotros, entre risas y gestos sugestivos.

Retomamos el viaje, la noche recién empezaba y aún quedaba mucho camino por recorrer. Mi amiga y Alexis eligieron la oscuridad del último asiento para continuar con su encuentro caliente.

El sueño me atrapó y me desperté con la noticia que en aproximadamente en una hora llegábamos al hotel.

Mi amiga seguía dormida a mi lado, después de haber trasnochado junto al joven coordinador en un rincón del vehículo.

Llegamos al hotel, fuimos cada cual a la habitación designada y luego de una ducha estábamos todos en el hall del hotel para partir hacia la primera excursión.

Los nuevos enamorados seguían cada vez más juntos, y Gustavo se acercaba cada vez más a mí.

Al principio me hice la tonta ante sus constantes cumplidos y su interés por mi compañía, pero al cabo de unas horas acepté su juego y comencé a seducirlo.

Esa tarde recorrimos hermosos paisajes, lugares turísticos bellísimos.

Por la noche al volver al hotel, nos dispusimos a prepararnos para la cena-show que ofrecía el hotel.

Mi amiga no se había separado de Alexis en toda la tarde, y nuestro juego con Gustavo era muy excitante.

Terminada la cena del hotel, algunos pasajeros decidieron ir a descansar, algunos pocos quedamos en el salón, disfrutando del show.

La música comenzó, el baile en parejas se había puesto en marcha, obviamente mi amiga movía su cadera para Alexis, yo lo hacía junto a Gustavo.

Bailamos varios ritmos, pero la Bachata provocó excitación en nosotros, con sus acordes y el movimiento sensual la atracción corporal ya no se disimulaba entre nosotros.

Tomando mi cintura desde atrás Gustavo rozaba su pelvis contra mi, moviéndose sensual y delicadamente como la música lo sugería.

Sentí como su entrepierna se abultaba, crecía con el roce de los cuerpos, eso me excitó de sobremanera.

Tome sus manos entre las mías, sin dejar de movernos y lleve una de ellas debajo de mi short.

-El baile me excito -le dije.- Mira -y moje su dedo con mi excitación.

En ese instante su pene reaccionó, lo sentí apoyado sobre mi culo.

-Seguí, tócame más -le susurré.

Con su dedo índice tocaba mi clítoris y con el resto de sus dedos jugaban con mi vagina empapada.

Al compás de la bachata, pegamos nuestros cuerpos y sus manos entre mis piernas me llevaron al éxtasis, gemí casi en silencio el orgasmo alcanzado.

Y bailamos hasta la madrugada, y nos dimos placer.

En la mañana siguiente, durante el desayuno nos informaron que el Carnaval Jujeño, evento al que no podíamos faltar por ser el más importante de la provincia, comenzaba en unas horas y hasta allí nos dirigimos.

Después de unos 45 minutos de viaje, la muchedumbre se hizo presente en nuestro camino, y pudimos observar largas filas de cientos de personas con atuendos coloridos y brillantes, gorros, ponchos y hasta “los cuernos del diablo” dirigiéndose hacia el lugar de la celebración.

Al descender del vehículo dos organizadores nos entregaron algunos de estos accesorios para unirnos a la fiesta.

Rápidamente comenzamos a bailar y saltar entre la multitud.

En el carnaval, la gente baila mientras recorre las pequeñas calles del pueblo, en una mezcla de bailes, gritos, trajes coloridos, música, etnias y nacionalidades convirtiendo el evento en una gran fiesta.

Gustavo aprovechó el tumulto para tomarme de la mano y perdernos entre la gente, lejos de nuestros conocidos, perdidos entre los turistas, tomó mis caderas por detrás, como la noche anterior y apoyó su cuerpo contra el mío.

Y nuevamente sentí su erección contra mis nalgas, sujeté sus manos y moví mi culo en respuesta.

La excitación de la noche anterior continuaba y el anonimato que los trajes y la multitud nos permitió el juego sexual.

Al llegar al cruce de dos calles, nos encontramos debajo de un puente, el lugar estaba oscuro y repleto de personas, era el escenario perfecto para tener sexo sin ser vistos.

Gustavo metió sus dedos debajo de mi ropa, como la noche anterior, y comenzó a masturbarme.

Yo estaba excitadísima, muy caliente, su dedo entró en mi vagina y mi humedad inundó su mano, sentía como su pene se endurecía contra mi culo, queriendo entrar.

Nos recostamos contra el muro, abrió el cierre de su pantalón, corrió mi short para un lado y me penetró, fuerte, contra el muro y nos cogimos. Nuestros cuerpos se movían, gozaban y estallaban de placer y entre la multitud se contraían y se relajaban de éxtasis.

Nuestros gemidos se transformaron en gritos. Cogimos fuerte, muy fuerte, y continuamos bailando entre la gente, con mi sombrero colorido, sus cuernos de diablo y un tremendo sexo entre nosotros.

Continuamos la fiesta, volvimos al hotel, me duché y me dirigí a la habitación de Gustavo, me metí en su cama y le practique sexo oral.

Fue un viaje lleno de aventuras y sexo caliente.

Un viaje en el que tuve sexo con “el diablo”.

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