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Cogiendo con el maestro de mi hija
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Hola queridos lectores, después de haberles platicado algunas de mis experiencias sexuales hoy les voy a compartir un relato que una amiga lectora me hizo llegar a mi correo para que le dé el visto bueno y se los publique a mi nombre. Comencemos.

Soy una mujer felizmente casada desde hace 8 años, mi esposo es mayor que yo por 15 años, siempre me gustaron los hombres más grandes que yo, se me hacen más atractivos y además tienen más experiencia en todos los sentidos.

Cuando me casé yo tenía 18 años y él 33 así que conocí el mundo de su mano. Tenemos 2 niñas hermosas, una de 6 y una de 4 años respectivamente, mi marido trabaja para el estado y gana muy bien así que me podía dar una buena vida, tenemos una bonita casa, un coche de modelo reciente, me compra lo que se me antoja y en la parte sexual es muy caliente y quiere hacerme el amor a todas horas y en cualquier lugar, yo feliz de tener todo lo que una mujer puede pedir.

Un día a mi marido le llegó una oferta de trabajo, pero era de Estados Unidos específicamente de Los Ángeles, me platicó que era buena la paga, pero era un contrato por tres años y no quería dejarme sola tanto tiempo, yo le dije que no se preocupara que iba a estar bien, además mi papá y mamá viven en la misma cuadra le dije que si ocupaba algo les podía llamar y rápido acudirían a nuestra casa, después de pensarlo unos días se decidió a irse y le dijo a mi papá que me cuidara.

Cuando llegó a Los Ángeles me contó que el trabajo estaba muy bien y que le habían dado un departamento y coche por parte de la empresa, diario me llamaba por teléfono y me hacía videollamada, así fue durante 6 meses, sin embargo me hacía falta su presencia física al igual que a mis hijas.

Mi hija más grande que ya iba en primer grado de la primaria y apenas comenzaba a leer tuvo en bajón en sus calificaciones y a presentar problemas en sus tareas, el maestro me mandó llamar para informarme sobre su bajo desempeño a lo cual le tuve que platicar de que mi esposo se había ido a trabajar fuera del país y él era el que la apoyaba en sus tareas y lo extrañaba mucho, el maestro me comentó que tal vez era por eso, pero que iba a darle seguimiento más de cerca para que se regularizara y me pidió mi teléfono para estar en comunicación, yo accedí por el bien de mi hija y también registré el número del maestro; a mi marido no le comenté nada de esto para que no se preocupara y tampoco a mis papás porque pensé que iban a pensar que estaba haciendo mal mi trabajo de madre.

Todos los días pasaba a recoger a mi hija a su salón y le preguntaba al maestro si mi hija había trabajado, el maestro muy amable me respondía que sí y me explicaba la tarea del día, el pasar diario con él fue dándonos un poco más de confianza y hasta bromear un poco.

El maestro se llamaba Alfonso era un hombre como de 38 años, no era muy guapo, pero si muy carismático en la escuela todos le hablaban: alumnos, maestras y mamás de otros grados, siempre vestía muy bien y olía rico, era delgado, estatura promedio y se mantenía en forma, algunos rumoraban que había sido jugador de futbol profesional, al platicar con él se notaba que era muy culto porque sabía de cualquier tema.

Un viernes no pude pasar por mi hija al salón y mandé a mi mamá, así que no supe cual era la tarea y se me hizo fácil mandarle un mensaje por WhatsApp al maestro Alfonso para preguntarle, pero no me contestó sino hasta las 11 de la noche disculpándose por la hora y justificando que no traía batería, ya me explicó y se volvió a disculpar por la hora, le dije que no había problema que acababa de hablar con mi esposo y todavía estaba despierta, el profe me empezó a hacer preguntas sobre mi marido, su trabajo, etc.

Para eso ya mis hijas estaban dormidas en su habitación, sin darme cuenta ya eran casi las 12 de la noche y seguíamos mensajeando, le pregunté que si no se molestaba su mujer por estar mandando msj tan tarde y me dijo que él era de otro estado y vivía solo, su esposa estaba con sus hijos a 3 horas de distancia y sólo iba a verlos en vacaciones.

Poco a poco fuimos platicando con más confianza y me preguntó qué extrañaba más de mi marido, yo le contesté que su compañía, él me dijo que si no extrañaba el sexo… de momento me sonrojé y quise bloquear su número, pero por otro lado el morbo me calentó y le dije que sí, pero que me tenía que aguantar que mi marido me había dejado sola por trabajo, después me dijo que él también extrañaba a su esposa y que la quería mucho, pero que las ganas le rebasaban y no tenía nada de malo desahogarse con alguien.

La plática cada vez subía más de temperatura y platicábamos sobre posiciones sexuales preferidas, las que me gustaban a mí y a él, la ropa interior que usaba y me pidió que le mandara una foto, yo le dije que sí pero que también él me debía mandar una. Rápido busqué un baby doll que me compró mi marido y me lo puse y me saqué la foto en el espejo mostrando mi gran culo con hilo dental puesto, luego me saqué una foto de mis tetas que también son grandes y por último una de mi panochita y se las envié.

Alfonso elogió mucho mi cuerpo y me decía que era una diosa y después me envió una selfie en donde se veía su torso y otra en donde se le veía su verga, era enorme y gruesa, para ese momento yo ya estaba toda mojada. El profe me propuso que nos quitáramos las ganas, yo le pensaba porque se enteraran mis papás o los vecinos, él propuso que después de dejar a mi hija en la escuela lo esperara a dos cuadras y él iba a pedir permiso fingiendo sentirse mal, yo acepté porque si me había puesto muy caliente y necesitaba sentir una verga dentro.

Tal y como lo planeamos pasó por mí me subí a su coche y le dimos rumbo a la salida de la ciudad que es donde se encuentran los moteles, yo iba muy nerviosa pero ya entrando al cuarto me olvidé de todo.

El maestro Alfonso me empezó a besar apasionadamente, me abraso fuerte y me agarraba las nalgas como desesperado, me quitó el vestido y empezó a chupar mis chiches metiéndoselas alternativamente en la boca, pasaba la lengua muy rico por los pezones lo cual me hacía retorcer de placer, me quitó las bragas y ya estando completamente desnuda retrocedió unos pasos para admirarme diciendo que estaba buenísima y que mi marido era un pendejo por dejarme sola, la verdad es que mi cuerpo era mi orgullo, siempre me había cuidado y tenía las nalgas muy firmes, unas piernas largas y torneadas, mis tetas eran grandes y duras a pesar de tener 2 hijas.

El maestro no podía creer todo lo que se iba a comer, recorrió mi cuerpo con su lengua desde la punta de mis pies hasta mi cuello, yo estaba que explotaba de caliente. Me acomodó en la cama y empezó a chuparme mi cuquita tan rico que yo gritaba de placer, tenía una técnica depurada para introducir su lengua en mi vagina, me puso en cuatro y siguió dándome sexo oral, pero ahora la técnica incluía una lamida de ano, algo muy rico que nunca antes había experimentado y como me sacó unos gemidos continuó con más énfasis en esa área, pero ahora trataba de introducir su lengua dentro de mi orto lo cual disfrutaba muchísimo.

Alfonso se quitó su pantalón y dejo ver el monstruo que tenía entre las piernas, el largo era como el de mi marido, pero el grosor era lo doble, me hizo metérmelo en la boca, pero me costó trabajo metérmelo, así que decidí mejor lamerlo por los lados y pasear mi lengua por su gran cabeza, los dos estábamos tan calientes que me lo metió de un empellón, yo sentí que me partía en dos, me dolió pero pronto me acostumbre a esa vergota, era un dolor placentero que nunca había sentido con mi esposo, a pesar de que el maestro Alfonso ya estaba maduro tenía la energía de un tigre o tal vez eran la euforia de coger con una mujer menor que él.

Yo agradecía esa experiencia porque practicó en mi muchas posiciones que no conocía y me daban mucho placer era la mejor cogida que había recibido en mucho tiempo, tal vez era por el tiempo que tenía sin coger o la gran verga del maestro o el cuarto del motel o todo junto, pero me sentía la más puta del mundo y la más satisfecha, Alfonso no se cansaba seguía metiéndome una y otra vez su macanota, dándome nalgadas, apretándome las chiches y yo feliz, pensé que no acabaría esto, pero nos dimos cuenta que ya casi era hora de la salida de la escuela y tenía que pasar por mi hija y el maestro tenía que regresar a la escuela, así que empezó a acelerar las metidas de verga que me estaba dando, para ese momento ya estaba yo bien abierta.

Cuando Alfonso sintió que ya venía su leche me preguntó que donde la quería, yo le dije que en mis nalgas, él sacó su pitote y me aventó toda la leche en mis nalgotas y luego empezó a barnizarlas para que quedaran todas cubiertas de su jugo que fue mucho.

Nos vestimos y salimos del motel, regresamos me dejó a 3 cuadras de la escuela, caminé, pasé por mi hija lo saludé de lejos como si nada hubiera pasado y nunca nadie se enteró de esa aventura extramarital que tuve.

Fue la única vez que lo hicimos porque al final del ciclo escolar él regreso al lugar donde vivía.

Le agradezco a mi amiga lectora por la confianza de enviarme su relato para publicarlo en mi cuenta y con esto desahogar un poco su culpa, además de recordar y volver a vivir.

Les dejo mi correo por si alguna otra amiga me quiere compartir su experiencia: [email protected].

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