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Follada otra vez (3)
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¡Ay! La verdad adoro chuparles el miembro a los hombres, antes de metérmelas en la boca tengo el fetiche de su olor. Les olfateó su olor a sudor y cebo púbico de macho mezclado con orines, aspiro todo esto, muy concentrado por estar guardado en una trusa. Me lleno de ese olor que me hace sentir que se me moja la cola, entonces, me entra un loco deseo de ser perforada y que me chorreen semen en mi interior.

Una noche de lujuria salí a la calle vestida de súper puta, casi encuerada por las ropitas tan cortas, con unos altísimos tacones destalonados y de tiritas, muy maquillada y una larga y abundante peluca rubia. Mi cola gritaba de deseo, podía escucharla pidiendo una polla enorme, gruesa y larga en su interior ¿o me lo imaginaba?, ay, no sé, pero seguí caminando y contoneándome. En eso se detuvo un auto a mi lado y un señor me invitó a subir, yo lo hice de inmediato, enseguida puso unos billetes en mi regazo, pero le dije –Ay no, papi, no cobro, te le voy a dar gratis, vamos a un hotel. Rápido enfiló a uno que estaba en la esquina.

Llegamos a la habitación y me abalancé encima de él, poniendo mis manos en su entrepierna, para mi fortuna ¡se notaba enorme!, se lo apreté suave, pero firme y le dije al oído –Mi rey, ¿quieres te la bese y te la mame antes de que me la metas?- Y sin esperar respuesta lo halé a la cama, me senté y le desabroché el pantalón bajándole la trusa, brotó un pene flácido, pero enorme, grueso, largo y cabezón, se lo olí y comencé a pasarle sutilmente mi lengua por su capullo hasta comerme todo su sabor y olor.

Luego, empecé a besarle la cabeza mientras acariciaba el tronco con una mano, se la besaba y me introducía en la boca sólo su capullo, paraba mis labios y lo absorbía, pasaba mis labios por todo su tronco hasta las bolas y las absorbía, luego, me metí todo lo que me cupo, que era como la mitad de sus deliciosos 28 cm.

Me metía su miembro y lo sacaba de la boca varias veces, mientras lo pajeaba, le daba pequeñas mordidas en la cabezota ya hinchada, brillosa y dura, pero suave. Con mucho amor y deseo, lujuria y morbo me la metí casi toda abriendo bien, en garganta profunda, ya dentro la oprimía con los músculos del cuello aguantándola unos segundos, pero haciendo el intento de meterme aún más ese pene maravilloso.

Luego me la saqué y seguí besándola y lamiéndola durante varios minutos. Me la sacaba de la boca y le daba unas pajeadas aumentando mi ritmo. Por fin, me la saqué de la boca y le pregunté -¿Papacito, ya me la quieres meter por mi colita caliente? Quiero que me perfores el ano y me llenes con tu semen el entresijo, ¿cómo quieres que me ponga, cariño?- Contestó –ponte en cuatro, mi reina, mientras me pongo un condón- Ay no, métemela a pelo, al cabo estoy bien sanita del culo.

Me subí la faldita, me quité la tanguita y me le puse de a perrita en la orilla de la cama, con las nalgas bien empinadas, abriendo los cachetes de mis pompis con ambas manos y poniendo una mirada muy morbosa ante la expectativa de que este señor me llenaría el entresijo con un gran pedazo de carne viril. Me escupió en el ano y me puso la cabeza de su vergota bien dura en la entrada de mi agujerito de amor.

Yo lo hacía palpitar abriendo y cerrando como haciendo guiños a este señor pito, me metió la cabeza y la movió en círculos ayudándose con una mano, me empecé a mover hacia su pene jugando, iba a su encuentro y m retiraba un poco, lo hice repetidas veces, con mi culo de experta lo atrapaba con mis nalgas y lo hacía resbalar arriba y abajo de la zanja, me retiraba soltándolo y me acercaba de nuevo justo atrapando su capullo e introduciéndolo un poco. Era un juego delicioso y excitante. Al mismo tiempo, yo empecé mi ritual de gemidos y griticos como respondiendo a sus propios movimientos, cuando atrapaba su cabeza me la metía un poco y en cada empujón de tripas que me deba, yo gemía como una perra en celo, empujaba su fierro de carne y me introducía unos cm., más, y yo gemía más fuerte diciéndole -Ayssh, papi, así, méteme tu rica vergota, Aysh, la tienes enorme, destrózame el culo-, y yo daba más grititos de placer, pero grititos de putita al fin.

Él se animaba más hasta que me la introdujo toda en el recto, me resbaló sin dificultad pues mi ano estaba dilatado por tantas vergas, ya que en esa época me cogían varios machos cada día, yo vivía casi siempre ensartada, mi culito estaba hinchado y me dolía un poco cuando no estaba follando, pero ya saben las mariconas como yo, la medicina era darme de sentones en un miembro y entre más grueso y grande, más sentía un gran alivio, cuando se vaciaban en mi interior lo sentía refrescado.

Este señor me cogió y me recogió como unos 20 minutos con una creciente fuerza, aumentando su ritmo, su pito me enviaba al cielo y me hacía gozar como una loca piruja, mi ano hinchado se apretaba alrededor de su tronco y su cabeza me llegaba hasta muy adentro, abriéndome todo el interior de la cola. No quería que terminara, quería que me cogiera por el resto de la eternidad. Que me perforara el ano y me lo dejara más dilatado. Finalmente, explotó varios chorros de semen tibio en mi entresijo y mi deseo descansó momentáneamente. Pero pronto encontraría otros hombres que me hicieran muy feliz. Amo ser transexual y que me claven el pito. ¡Bye, chicos!

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