A las 5:50 de la mañana aproximadamente se sube esa morena al autobús, todos los días espero para verla.
Primero porque me encanta cómo viste, sin muchas pretensiones y con un estilo sencillo.
Segundo porque amo el olor de su cabello negro y largo, su cara afiladita y morena, sus tetas de buen tamaño y su culo respingado y en su lugar.
Ese día el bus va lleno y se para junto a mi, el vaivén y el montón de gente hace que termine delante de mí, sus bien formadas nalgas cerca de mi vagina que al sentirlas comienza a mojarse, guardo prudente distancia, pero comienza a pegarse a mi, como una sensual y discreta invitación.
La poca luz del camión y de la mañana nos ayuda, bajo mi mano y comienzo a acariciar su cadera, muero por magrear sus nalguitas, como imaginé duras, y lisas, ese día su falda me ayuda, la meto detrás de ella y siento su calzón de encaje un cachetero que añoro quitarle, paso mi mano delante y siento la humedad de su coñito veo en su cara y es feliz, pícara, la miro morderse el labio, juego con mis dedos sobre su ropa interior y siento como abre las piernas para que mi mano entre y me permita jugar con su clítoris, un dedo, dos, los muevo a destajo y la veo morir de placer, al poco tiempo la siento venirse en mi mano, deliciosos jugos que muero por comerme, pero me limito a limpiar su propia humedad en la parte trasera de su falda.
Húmedas las dos, es hora de bajarme.
He de llegar directo al baño del trabajo a masturbarme para aliviar el placer retenido.
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