back to top
InicioConfesionesCasera otoñal muy ardiente

Casera otoñal muy ardiente
C

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Tengo viviendo en una habitación rentada por 4 años, la casera es media especial, tiene fama de conflictiva aunque a mí en lo que dure ahí no tuve problemas con ella. Durante este tiempo me ha tocado vivir ahí varias situaciones estresantes y tristes para la señora, las dos más duras fue cuando su esposo quedó en silla de ruedas por un derrame cerebral y el segundo 6 meses después la muerte de su esposo, esto fue ya hace más de un año.

Entre el primer y segundo evento, es decir ya estaba en silla de ruedas su marido, pasó algo que a ambos nos abrió una puerta que no teníamos en cuenta. Todas las mañanas o la mayoría al menos, me pasa como dice a todos los hombres sanos, nos levantamos con una erección, asimismo todas las mañanas salgo a escasos dos metros de mi habitación a prender el calentador de agua, como es el último cuarto no tengo problema de que me vean así que salgo en short sin camisa y en lo particular a mí me gusta dormir sin calzones, así que la erección se ve más.

Un día de esos que me levanto más dormido que de costumbre, fui a prender al calentador, pero esta vez la señora estaba barriendo la cochera, yo no me había percatado hasta que sentí su mirada y escuche un “buenos días”. Cuando volteo la veo y ella fija su mirada en mi pene, fueron unos segundos, pero en ese momento me quedé sin habla por un par de segundos, luego le regresé los buenos días, pero francamente solo fue sorpresa porque la mirada que me echó me calentó más. Entré y así terminó ese momento.

Desde que llegué sabía que era una mujer muy especial, limpiaba todo y parecía andar de mal humor todos los días, pero no dejaba de saludar y ser muy respetuosa. Tiene 67 años, es delgada y la verdad que no es de cuerpo llamativo, solo es delgadita, finita y siempre trae vestidos de señora grande, holgados y sueltos, nunca la vi de otra manera hasta ese primer encuentro.

A partir de esa vez pensaba y pensaba que sería cogérmela. Hubo otra situación, yo ya me iba a trabajar y salió muy asustada, diciéndome “ayúdeme por favor” y en seguida la seguí a su casa y estaba una silla en medio de la sala, y vi que se subió a ella hincada, le dije “¿qué pasa?”, me dice hay una ratota en mi casa y yo pendejamente le pregunté “¿y su marido?”, me dice “en la recamara”… entonces le dije “espéreme voy a mi cuarto”. Fui por un palo y regresé y encontré la rata atrás de la estufa y la maté, ya la saqué y se la dejé en la cochera en una bolsa, pero ella seguía arriba de la silla.

Me acerqué y me puse atrás de ella posando mis manos, rodeando su cadera y diciéndole que se calmara, “ya la maté tranquila” y me volteo a ver de reojo y me dijo “gracias”. Se recargó un poco en mi y yo también acerqué mi cadera a la de ella. Yo ya la tenía dura, nos quedamos así un momento y me separé, no sin antes sostenerla de la cadera como cuando las agarro para penetrarlas.

Le dije “me retiro, tengo que ir a trabajar”. Ya se bajó y me dijo “gracias pero seguía viéndome la verga, me acerqué a ella y le tomé la mano e hice que me la agarrara, la acarició y así sin más la cargué a su comedor, le subí el vestido, moví su calzón y se la metí. Así la estuve cogiendo unos minutos tapándole la boca porque empezó a gemir. La bajé y la volteé, y la recargué en su mesa y seguí cogiéndola. Sin darme cuenta así estuvimos cerca de media hora, abrí sus nalgas y la penetré por el ano. A eso si me decía “no, nooo” pero la verdad me serviría de todo como siempre, ahí si empezó a gritar, solo fueron unos minutos y me corrí dentro de la señora, nos separamos y me salí a mi cuarto a asearme e irme a trabajar.

La segunda vez que me la volví a coger fue un mes después, dos días después de que su marido falleció, yo estaba en mi cuarto que comenté está independiente a la casa principal, ya eran las11 de la noche y tocó la puerta y ya sabía que era ella, pero no esperaba su visita así que eso me prendió inmediatamente. Entró y venía en su bata clásica de abuelitas, se sentó en mi cama y yo me acerqué a ella, sacando mi pene y colocándolo en su boca, la verdad fue la mamada más larga y deliciosa que me han dado, cada vez que lo chupaba y se lo metía todo al sacarlo en la punta me succionaba de tal manera que casi me corro en tres ocasiones, lo trato como si fuera una barra de dulce e incluso en ocasiones me lo mordía suavemente.

Me senté en la orilla y la senté penetrándola de espaldas, la señora se veía que no cogía en mucho tiempo, estaba muy intensa, se meneaba delicioso, había ocasiones que se veía su ano de los rico que se meneaba, de repente se quedó quieta gimiendo, se había venido y sentía como palpitaba su vagina, se quedó un ratito, pero yo aún no terminaba y volteo así sentadita todavía en mí y me dijo “que quieres ahora tú”, le respondí “ponte a gatas”. Se acomodó, le chupé su trasero un poco, puse saliva en un dedo y se lo metí, respingó un poco, pero siguió ahí y enseguida la penetré. Mientras la cogía ella gritaba, se me antojo morderla de la espalda, jalarla del cabello, sujetarla hasta marcarle mis manos en su cadera, le di de nalgadas hasta que me corrí muy intensamente.

Se quedó dormida en mi cuarto, en la mañana volví a hacerle un anal de cucharita, aun cuando ya tenía el pene adolorido. Ha sido la mujer más grande en edad que me he comido y la mejor mamada de mi vida.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.