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La amiga de mi señora
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Cuando llegué a la casa las encontré una arriba de la otra, ambas me miraban con los ojos bien abiertos, estaban desnudas, mi señora estaba sobre su amiga, mi primera reacción fue de enojo, pero después lo pensé mejor.

La amiga de mi esposa estaba casada con un buen amigo mío, siempre me llamó la atención por ser muy alegre y linda y tremendamente voluptuosa, era de esas mujeres desinhibidas, que existan sensualidad aunque no lo quieran y con mi señora eran las mejores amigas y confidentes, sabía que hace algunas semanas las cosas no estaban bien entre ella y mi amigo, al parecer él no la estaba satisfaciendo como ella quería, eso me contó mi esposa hacia unas noches mientras nos comíamos un pastel, además en esa ocasión me contó que esa amiga se había comprado un dildo de juguete para satisfacer sus deseos justo después de pelear con mi amigo, cuando me lo dijo pensé "pobre de mi amigo", luego pensé que si esa amiga fuera mi señora y tuviera ese apetito sexual, probablemente estaría todos los días siendo su dildo con accesorios.

Lo que pasó es que poco antes de llegar ellas estaban hablando y riendo del dildo, las mujeres solas en general son muy explícitas en sus conversaciones, y la amiga de mi esposa sacó de su cartera el famoso juguete, entre risas una cosa llevo a la otra y al final la amiga de mi señora le terminó mostrando como usaba su dildo.

– eso no me cabría a mi!!

– jaja a mí me cabe entero!!

– mentira! Esa cosa es enorme!

– te juro que me entra! Quieres ver?

Creo que mi esposa al verla con las piernas abiertas y con el dildo metido en su concha debió calentarse, no la juzgo, verle la vulva a esa mujer excitaría a cualquiera, el olor que emanaba del sexo de su amiga en un momento se hizo irresistible para mí señora, comenzó a salivar, sin darse cuenta ella misma ayudaba a su amiga a meterse el dildo, luego se quedaron mirando, mi señora sin apartar los ojos de la mirada desafiante de su amiga, tocó esa vulva húmeda y expandida por el dildo, luego sacó el tremendo utensilio de la concha de su amiga, y su lengua termino en el lugar en que estaba el dildo, mi señora la lamió, y su amiga se dejó lamer, luego se besaron y se chuparon enteras, ya desnudas sobre la cama estaban tan calientes que no notaron mi llegada.

Al verme ahí, ambas se taparon pero ya era demasiado tarde, las había visto frotarse una contra la otra, y disfrutarlo, las había oído gemir y decirse cosas sucias al oído, en ese momento ya no tenía rabia, sólo tenía unas ganas locas de participar y la verga muy muy dura, ellas asustadas y consternadas de inmediato se separaron "no es lo que tú crees" fue lo que mi señora dijo, la amiga de ella sólo estaba en silencio y miraba a la pared queriendo morir de la vergüenza.

Yo sin decir nada me acerqué a ellas, tomé a mi esposa por el cabello con autoridad y empujé con fuerza su cabeza contra la vulva de su amiga, en ese instante ambas sorprendidas entendieron que desde ese momento los tres íbamos a ser un poco más que amigos.

Mientras mi señora hundía la lengua en su amiga, yo acaricié suavemente las tetas de su amiga con la mano, luego abrí mi pantalón, saque mi verga ya enorme, y obligué a mi esposa a chupármela frente a su amiga, eso encendió a nuestra amiga, luego mi señora y yo juntos lamimos la concha abierta y húmeda de su amiga, mientras las lenguas entraban en su concha, ambas se tocaban en un beso de lujuria desesperada, la amiga de mi señora solo gemía de placer y apretaba nuestras cabezas hacia su concha.

Sentir la saliva de mi esposa y los jugos de nuestra amiga me excitó muchísimo y también a ellas, deje a mi señora que siguiera lamiendo a nuestra amiga y puse mi pene duro frente a la boca de nuestra amiga, ella sacó la lengua y lo lamió, pasó su lengua por los costados y luego abrió la boca para que yo pudiera meterlo hasta su esófago, mi pene se perdió entero en su garganta…

Era una experta en tragar todo mi tronco desapareció en su boca, ella asfixiada con mi pene salivaba y su saliva escurría por mis bolas, luego de que las lágrimas en sus ojos comenzarán a salir me compadecí de la amiga de mi señora, tomé a mi señora y la senté en la boca de su amiga mientras tanto yo hundí mi verga en su vagina empapada por la saliva de mi señora, las tetas de nuestra amiga eran enormes! Una excelente operación del cirujano a mi parecer, las chupé, se sentían un poco más duras que las de mi esposa pero sus pezones anchos eran suaves y la punta se iba endureciendo a medida que los mordía pellizcándolos y estirándolos con mis dientes para luego soplarlos con el aire frío que salía de mi boca, bajé a mi señora de la boca de su amiga y la di vuelta dejándolas abrazadas una encima de la otra, tal como las había encontrado, sus bocas pegadas, sus labios rozándose, sus vulvas cerca una de la otra, llevé mi pene hasta aquellas jugosas vulvas, y mientras ellas se besaban, yo fornicaba a una y a otra de vagina en vagina, de forma aleatoria, el dildo que tanto las había hecho reír, ahora me ayudaba a mantenerlas rellenas y satisfechas.

Las vulvas de ambas se empezaron a acercar, los labios mayores de ambas hicieron contacto y sus pelvis se movían de forma sinuosa, y mi pene iba entrando en cada una de ellas, en un momento, ya no me dejaron espacio para entrar por sus vaginas…

La verdad siempre he sido alguien que busca soluciones más que problemas, acerqué mi cara al culo de mi señora, y le escupí el ano ella ni cuenta se dio, estaba en otra dimensión probando la boca de su mejor amiga, entonces metí el dildo en el culo de mi señora, ella ni siquiera se quejó, elevé un poco la cola de su amiga y metí mi pene resbaloso en el culo de la amiga de mi señora, ella se quejó un poco, luego siguieron besándose, mientras con mi mano follaba el culo de mi señora con el dildo, con mi pene podía sentir el estrecho ano de la amiga de mi señora, terminé acabando y llenando el culo de esa amiga… Ellas siguieron besándose y rozándose las vulvas… Me senté a descansar un poco, pero verlas tan entusiasmadas, me obligó a seguir aprovechándome de esa hermosa escena…

Ellas acabaron la segunda vez que yo acabé, y desde ese día, cada vez que llegó de mi trabajo, cruzó los dedos por encontrarme a mi señora con su amiga…

Gastón Lemark.

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