back to top
InicioConfesionesBesos en la frente

Besos en la frente
B

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Besos en la frente,

besos en la frente le dan;

besos en la frente,

nadie trata de ir más allá…

yo quise probar

Soy algo mayor, víctima de una educación farisea y de unos padres reprimidos. Todo lo relacionado con el sexo era malo, pecado o engordaba, por eso todavía soy virgen, "técnicamente". Soy resultado de una educación de colegio de "alto nivel" y muy tímida, mi virginidad… bueno si a esto puede considerarse virgen, ninguna polla ha penetrado en mi coñito ansioso. Los años han ido pasando y yo me he dejado llevar.

Pero el deseo, la fantasía, estaba ahí, por debajo de todo eso. Manteniendo un fuego, oculto pero que siempre ha estado ahí. Unas brasas que me quemaban por dentro deseando avivarse en cualquier momento. Así que mientras cara al exterior era la perfecta chica buena y pija, por dentro soy una calentorra con un montón de fantasías y morbos, que nunca me atreví a exteriorizar.

Me gusta el placer, me gusta disfrutar de mi cuerpo. Habitualmente tengo que hacerlo a solas. Pajera compulsiva pero siempre a solas y escondiéndome. Excepto en ocasionales raptos de locura o valor. Por todo ello no me queda mas remedio que masturbarme como una loca.

Mis formas de excitación sexual son variadas: empecé manteniendo correo erótico con varias personas. Hablo de una época en la que esos contactos se hacían a través de revistas publicadas en papel. Me encanta la pornografía Al principio comprada muy lejos de mi casa y escondidas. El hacer de mirona, de voyeur, viendo a alguien me ofrece esa posibilidad, de igual modo a escondidas, de lejos y con buenos prismáticos.

Las nuevas técnologias con Internet a la cabeza me permiten excitarme manteniendo mi soledad y mi anonimato. Para el correo con desconocidos o desconocidas, para mis compras de juguetes, lencería y para la pornografía, videos, fotos, relatos.

Jamás me había acercado a ningún chico de forma consciente y planeada. Tenían que ser ellos los que intentarán ligar decía mi madre. Pero los pocos que reunian el valor de aproximarse eran espantados por la terrible cara de ogro de mi padre. Ninguna polla de carne ha penetrado en mi coñito ansioso. Y no digamos ya lo de las chicas. Solo el pensar en lo lésbico, algo totalmente antinatura, mi pobre progenitora se ponía histérica. Aunque ella tenía que haber sentido el rabo de mi padre en su interior al menos una vez "creo".

Pero me gusta el placer, insisto, me atraía el sexo como todo lo prohibido. Acariciarme los pechos en la soledad de mi dormitorio, o deslizar la mano por debajo de mis castas y aburridas bragas. No me queda más remedio que masturbarme como una loca, como la perra calentorra y en constante celo que en realidad soy. Aún mantengo correo con esas personas que, no voy a decir conocí pues nunca las he visto en persona, varias personas que descubrí a través de una revista de contactos de suscripción por correo. Ahora por email evidentemente.

Ya he descubierto internet y su privacidad, El realidad he visto toda su evolución. Adoro la total libertad de relacionarte con alguien sin conocerle. Viendo la cara y todo lo demás por cámara o de oir su voz por el micro. De poder decir y escuchar las mayores barbaridades, las mas calientes y cachondas sin una relación real. Solo con enseñarle las tetas a la cámara consigo parte de lo que necesito para satisfacer mis deseos.

Aunque si he llegado a tocar algunas pieles y hecho algunas cosas en directo que son el objeto de este relato. Mis locuras, mis raptos de valor les llamo. Algunas manos han acariciado mi piel lo que me vuelve aún mas deseosa de vencer toda los complejos que me atormentan.

Hace tiempo aprovechando un viaje a Madrid. Han deducido bien, soy de provincias, era evidente después de mi historia. Yo sola, sin responsabilidades y sin nadie cerca que me cortase. Por entonces ya tendría algo más de veinte años.

Salí a la calle desde el hotel sin ropa interior solo con una falda larga y una blusa suelta, los senos libres y la vulva al aire, la tela arremolinandose alrededor de mis piernas. Y la brisa acariciando mi vulva.

Me fui a los alrededores de la Plaza de Castilla donde había cines x y una buena cantidad de sex-shops, algunos con cabinas de peep shows vivo, por entonces. Estuve curioseando por las estanterias, admirando las revistas que me ponían cachonda. Viendo los dildos que me imaginaba dentro de mi coñito, de mi culo, de mi boca y que no me atrevería a comprar. Todo el material que me excitaba solo con verlo y no había las virguerias que hay hoy en las tiendas eróticas. Por entices solo era plástico feo y duro.

Por fin me decidí por una de las cabinas de video, que funcionaban con monedas. Entre los tropecientos canales de porno que se me ofrecía la que más me llamó la atenció fue una de temática lesbica. No lo hice adrede, pero de alguna forma las bellas formas femeninas exhibiendose me atrajeron. Ya en la primera escena salían dos chicas besándose, se desvistieron la una a la otra cosa que no les costó mucho por que llevaban la misma ropa que yo, faldas y blusas sin lencería.

La privacidad de la cabina me permitía masturbarme a gusto, están hechas para eso. Incluso había papel higiénico para limpiarse después. Me fui subiendo la falda lentamente mientras me acariciaba las nalgas que son uno de mis puntos flacos.

Ni siquiera pensé en los restos que otros culos, coños o pollas habrían dejado donde yo tenía puesto el mío. Cuando la recogí toda a mi espalda comencé a acariciarme el clítoris tocándolo suavemente, me excité sin apartar los ojos de la pantalla aquellas dos chicas seguían besándose.

Una de ellas tenia en la mano uno de los pechos de la otra y se masturbaba a la vez y la otra tenía las manos en el culo de la primera. Amasándolo con ganas. Se estaban comiendo la boca de forma que sus salivas caían hasta sus desnudas tetas.

Yo tenia la mano izquierda en mi chocho. y con la derecha desabrochaba los botones de la blusa. Estaba abriéndola del todo y sacandola de la cintura de la falda para poder tocarme los senos. Para acariciármelos suavemente bajo la tela apartada, pellizcar mis pezones.

Quedaba el mínimo de piel cubierta con la falda recogida al completo en la cintura y la blusa abierta del todo. Exponiendo los pechos duros grandes, los pezones excitados. El coño rojo, hambriento, ofrecido, pero sin nada mas que mis dedos finos y largos para darles el consuelo que necesitaba. En ese momento lamentaba no haber comprado primero un consolador y haberlo metido conmigo a la cabina.

La imagen que me veía en el espejo del techo de mi misma me excitaba casi tanto como el vídeo. En ese momento a las dos chicas de la pantalla se les unió una tercera, amiga de las anteriores que se desnudó de forma inmediata. Se puso a chupar uno de de los dos sexos de sus amigas y con las manos sobaba los senos de la otra que esta había procurado dejar a su alcance. Yo soy tan caliente que esa escena me excitaba, pero mucho, y eso que nunca podría acercarme a una chica con esas intenciones, al menos no sin mucho alcohol en mi organismo. Y por mucho que lo deseara.

Mientras todo eso ocurría yo había tenido dos orgasmos proclamados por mis gemidos que competian en volumen con los que lanzaban las mujeres del vídeo aunque había puesto el volumen lo mas alto posible para tapar los ruidos que mi excitación provocaba. Quería más. Comencé a tocarme el culo levantandome un poco de la butaca.

En la pantalla también prestaban atención especial a los anos. Las tres lo tenían precioso perfectamente depilado. ¿Quien hubiera tenido un pene? y estado allí entre ellas. Si hubiera sido yo habria sabido cómo tratarlas estaba saliendo mi ramalazo bisexual, mi atracción latente por los cuerpos bellos de otras mujeres. Hubiera querido meter esa teórica polla por todos esos agujeros que veía en la pantalla.

Yo mientras me tocaba con la izquierda las nalgas iba de orgasmo en orgasmo con la diestra. Hasta que comenzó a dolerme el sexo de las veces que me había corrido. La mancha de fluidos sobre el tapizado de la butaca me delataba sin remisión. El sexo encharcado y el culo penetrado por mis propios dedos. Entonces me arreglé y sin terminar de ver la peli salí de la cabina.

Me lo había pasado bien, pero hasta ahora solo había sido una paja. Mejor y más mórbida que cualquiera de las anteriores pero solo un dedo.

Roja de verguenza y con la cabeza gacha intenté deslizarme fuera del local, todo inutil. El dependiente, un aburrido pero simpático muchacho, de algo más de mi edad alrededor de los veinte, con un cierto ramalazo gay. Me miraba mientras intentaba escabullirme entre dos estanterías.

Era guapo, delgado, fibrado, alto y con una bonita melena castaña.

Me salió al paso antes de llegar a la puerta y cortando el paso, en medio de un pasillo se puso a colocar unas revistas. Venciendo mi natural timidez por el calentón fenomenal que llevaba le propuse al chico que con aire inocente ordenaba las publicaciones:

– ¿Sabes? Ahora te mamaría la polla.

¡Y salió de mí! Sin cortarme y sin vacilaciones. Aún a día de hoy no sé de donde saqué el valor. Y todavía estoy buscando ese mismo valor para repetir esa u otra experiencia similar.

– Y yo dejaría que lo hicieras. Y no hay nadie en la tienda ahora.

Aceptó y nos metimos en la trastienda. Donde arrodillandome entre las cajas de material pornográfico le bajé la bragueta. Le saqué picha y testículos de los pantalones. Algo muy duro, recto. El glande notado parecía apuntar directo a mi cara saliendo de una mata de suaves rizos castaños.

Estaba súper cachonda y ya no me contenía. Era yo la que actuaba. Antes de seguir me saqué los pechos de la blusa y le dije que podía tocármelos.

Mientras él me tocaba, yo metía su polla en mi boca y la sacaba apretando los labios. Le acariciaba y chupaba los testículos con las manos de una forma delicada. Había visto mucho porno como para no saber como hacerlo, aunque era la primera vez que hacía una mamada.

Cuando salió el semen que tenía un ligero sabor amargo me lo tragué todo. Luego él me izó, cogiendome de los sobacos y me besó largamente en la boca donde conservaba el sabor de su propio esperma que parece que le gustaba.

Me cogió de la cintura y fue recogiendo la tela de la falda hasta dejar de nuevo mis nalgas al aire. Como había imaginado su preferencia era el culo Las acarició lentamente excitandome aún mas si era posible. Volví a agacharme y sin la menor piedad por mi parte seguí chupandoselo. Sintiendo primero como decrecía y luego como volvía a recobrar su fuerza y dureza en mis labios. Estaba desatada.

Cogió un tubo de lubricante nuevo de una caja y apoyandome en los mismos embalajes entre los que un momento antes me había arrodillado. Me untó el ano con el gel, que tenía al alcance de la mano en aquel almacén. Introdujo dos y hasta tres de sus dedos para distribuirlo y abrir el orificio. Y se lo puso él mismo en su duro nabo. Yo ya había jugado mucho con esa parte de mi anatomía como para que no me gustara lo que iba a pasar.

Me lo penetró de una forma casi salvaje, de un solo empujón entro a media asta. Yo estaba muy dilatada y lubricada. El segundo lo llevó hasta el fondo sentí sus testículos golpear mi perinneo con la fuerza de sus embestidas. También era mi primer anal por lo menos con una polla real, no así con mis propios dedos. Así que no le costó mucho abrir mi ano.

Me dolió un poco cuando su fenomenal rabo entró dilatando mi esfinter. Pero pronto pasó del dolor al placer y sus meneos dilatandome, me estaban llevando al paraíso. Yo misma me acarciaba el clítoris para hacer completo mi placer. No recuerdo cuantos orgasmos disfruté mientras me penetraba el culito y yo misma me mastubaba.

Cuando despues de lo que me pareció una eternidad por fin se corrió inundando mi vientre con su semen no me dejó moverme. Se hincó de rodillas detras de mí y sentí sus dientes mordisqueando mis nalgas, sus manos dulces, separandolas, para poder alcanzar el ano con su juguetona lengua.

Del agujerito rezumaba su jugo y lo lamió con ansia sin dejarme un respiro. Deslizó una mano entre mis muslos para alcanzar mi virgen coñito y acariciarlo mientras sin descanso me lamia el culito. Lo tenía encharcado, bueno lo tenía así desde que salí del hotel y ya había perdido la cuenta de mis orgasmos.

Yo seguia corriendome sintiendo un dedo suyo en mi clitoris o introduciendose juguetón en mi interior todo lo que mi estrechez permitia. Agotada quise volver a probar la miel de sus labios. Me arrodillé frente a él para poder recoger el sabor de su esperma de su dulce boca. Arrodillados ambos en el suelo.

Nunca llegó a penetrar mi coño. El habia desatendido su negocio mucho tiempo y yo necesitaba calmar mis nervios enervados por la excitación. Tomar el aire y refrescarme dando un paseo hasta el hotel.

Con todo y alguna aventura más, algún rapto de locura similar, sigo teniendo el himen intacto. Técnicamente sigo siendo virgen. Pues el dildo que me regaló el bello muchacho como pago al buen rato que pasamos juntos solo lo uso por mi ano para recordarlo follandome el culo.

Si algún día puedo vencerme a mi misma y a mi timidez quizá pueda tener relaciones normales con hombres, o con mujeres o con ambos pues sigo pensando en las orgias, en los trios, en el sexo en grupo, en mantener mucho sexo, lo que me sigue obsesionando.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.