Todo empezó aquella tarde de mayo, cuando recibí un mensaje de una mujer en el cual me preguntaba el costo de mis servicios.
Yo en esos días había puesto un anuncio por una red social que decía: "se hacen masajes con final feliz", exclusivamente prestaba servicios sexuales a hombres, pero ese día fue diferente. Yo andaba con muchas ganas de tener sexo con una mujer, ya que soy lesbiana y mi pareja en ese entonces estaba muy distanciada de mí porque yo me había prostituido para que ambas pudiéramos sobrevivir. Teníamos siete años de relación, pero últimamente se había vuelto algo insostenible.
Decidí responder al mensaje y después de un rato de conversación quedamos un día para vernos en su casa. El día del encuentro me puse bien sexy, quería impresionarla y también tenía mucho miedo y curiosidad. Al llegar demoró un poco en abrirme la puerta, creí que se había arrepentido pero no, ella también tenía miedo porque nunca había pagado a una mujer para que estuviera con ella.
Pasamos un rato en su sala conversando, había un poco de tensión, los animalitos de la luz me estaban cayendo encima, en el escote de mi espalda y le pedí el favor que me rascara, indirectamente como para entrar en acción pero ella no se dio cuenta. Me di la vuelta y la besé y ella me respondió, también besé su cuello y gimió… me había encantado oírla así. Pasó un rato más y seguimos basándonos y manos en todos lados hasta que me dijo:
– Vamos a mi cuarto
– Está bien… le respondí
La seguí a su habitación y continuamos besándonos, rozando nuestras lenguas y manoseándonos desesperadamente, nuestros cuerpos empezaban a entrar en calor y yo estaba loca por quitarle la ropa y ver su cuerpo desnudo frente a mi. No era el mejor cuerpo pero me encantaba y más cuando lo descubrí de principio a fin…
Nuestras ropas habían volado por los aires, no se donde habían quedado, lo único que importaba era que lo estaba pasando muy bien con aquella clienta desconocida. Esa que posteriormente me besó las tetas con fuerza y a la que le encantaba mi redondo trasero. Tendidas en la cama se puso detrás de mí y me golpeaba con su pubis justo en mis nalgas, mientras una de sus manos estaba en mis tetas y la otra acariciando mi cosita mojada. Me introdujo 2 dedos y me estaba dando con fuerza, estaba ardiendo, podía oír sus susurros de placer en mi oído y su respiración en mi nuca. Se me había olvidado completamente que tenía pareja, solo existíamos en ese momento ella y yo!
La sangre de mi cuerpo fluía aceleradamente, mi concha estaba muy caliente y mojada, sus dedos estaban dentro de mi y ella jadeaba porque también estaba muy excitada. Me apretaba contra ella y me penetraba más fuerte hasta que no pudimos más y nuestros fluidos salieron disparados de nuestras entrañas, había sido un clímax fabuloso. Sin embargo yo era insaciable, siempre he sido muy arrecha y quería más. Ella estaba cansada, así que me levanté, abrí sus piernas y pude tocar su cosita hermosa muy húmeda. Eso me excitó mucho más y mi clítoris estaba erecto, rojo, lleno de sangre y dispuesto para la acción. Me ubiqué entre sus piernas de modo que mi conchita rozara con la de ella, empecé a mover mis caderas hacia adelante y hacia atrás y en cada roce sentía el cielo, mis movimientos eran más rápidos y rítmicos, también estaba gimiendo. Lo que sentía en ese momento me estaba llevando a otra dimensión de placer, algo maravilloso hasta que toda mi leche salió y empapé toda su concha gordita.
Eso sólo fue el comienzo de muchas madrugadas de sexo y lujuria que viviríamos la profesora y yo…