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En los vestuarios, me comí a Gonzalo, el camarero (parte 2)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Empecé a secar el cuerpo desnudo de Gonzalo, el camarero, con suma delicadeza, acariciándolo más que otra cosa, mientras él gemía de placer. La cabeza, su espalda de atleta, sus glúteos firmes, redondos y apenas cubiertos por una fina pelusa rubia, sus piernas bien torneadas hacia abajo y hacia arriba, volviendo a manosear sus nalgas con la toalla.

-La verdad es que está para comérselo, o al menos para lamerlo, le dije.

Sólo suspiró y abrió un poco las piernas, así que empecé a lamerle un glúteo a la vez y luego le pasé la lengua por la raja del culo, abriéndole un poco más los glúteos para ver su ano rosadito y palpitante, totalmente depilado.

-¡Qué rico! ¡Sin pelo, como a mí me gusta!

Le lamí la entrada del ojete en círculos arrancándole estremecimientos y más gemidos. No dudé en pasarle mis brazos hacia adelante para atraparle su verga dura y recta como una estaca para pajearlo mientras ya le metía la lengua en su orificio todo lo que podía, una y otra vez, y él se inclinaba hacia los grifos para dejarme su culo en pompa.

-¡Estás al re palo!

-¡Siiiií! Estoy muy caliente desde que te vi comiéndole la pija a tu amigo.

-Date vuelta que te seco por adelante y te voy a calmar esos celos.

Lo ayudé a voltearse y quedamos frente a frente, mirándonos a los ojos. Le envolví el pecho con la toalla y le besé los labios, apenas, con dulzura, hasta que empecé a trabajarle la boca con mi lengua y se trenzó apasionadamente en un juego de espadas. Apreté su cuerpo contra el mío y nos chuponeamos un par de minutos casi sin respirar. Nos detuvimos para tomar aliento y empecé a secarle el resto del cuerpo de escultura, deteniéndome largo rato en sus genitales y me arrodillé sobre la alfombra para los pies para secarle las piernas, quedando mi cara frente a su glande húmedo de líquido pre seminal.

Saqué mi celular y me tomé un corto video mientras me lo engullía golosamente. Me guardé el teléfono y tomándolo de sus firmes glúteos lo insté a cogerme por la boca. Me comí el glande, el tronco y llegué a tocar su pelvis con mis labios, empezando una mamada de campeonato de varios minutos hasta que se tensó, me tomó de la cabeza para acompañar mi ritmo, se arqueó hacia atrás y eyaculó varios chorros de semen que chupé y tragué sediento, al tiempo que Gonzalo emitía jadeos y gritos ahogados.

Se la seguí chupando y sobando para dejarle la pija bien limpia, sin dejar de apretar y empujar sus nalgas hacia mí. Me puse de pie, lamiendo sus abdominales, sus pectorales y mordiendo suavemente sus pezones, lamí y besé su cuello y llegué a su boca para besarlo con ansia desenfrenada, que acompañó con mucha pasión.

Nos detuvimos para recuperar el aliento y mirándome a los ojos me dijo que había sido una de las mejores mamadas que le habían hecho.

-No te creo, con el cuerpo escultural que tenés y lo hermoso que sos, te deben haber hecho muchas mejores.

-¡Posta que fue espectacular!, me dijo con voz entrecortada. ¿Para qué querés la foto?

-Para mandársela a mi amigo y a mi mujer.

-¿A tu mujer? ¿Sos casado?

-Sí, ya la vas a conocer. Ella me conoce y sabe todo de mí.

-¿Sabe que sos puto?, me susurró al oído.

-Bisexual, nene. Pero me recalienta que me digan puto cuando me cogen, no te preocupes. Terminá de secarte y vestite que vamos al departamento de mi amigo, si te parece bien.

Me parece genial.

-¿Viste qué fuerte que está?

-Sí, se lo ve copado, pero algo le pasa.

-Está triste porque supo que la novia se coge al jefe, pero le vamos a levantar el ánimo.

-¡Uh! ¡Qué garrón!

-Ya se le va a pasar. La novia está fuertísima y no la tiene que dejar escapar.

Le agarré la pija, que aún estaba parada y le comí la boca nuevamente.

-Salgo yo primero, porque van a sospechar. Lo que no sé es cómo me voy a tapar el bulto.

-Llevate mi mochila, así después los alcanzo.

-Gracias, le dije y le di otro morreo.

No podía despegarme de la boca, de la pija ni del hermoso culo de Gonzalo.

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