Tengo ganas de contarles un secreto, algo que no me animaría a contar sin un seudónimo que proteja mi identidad. Cuando el novio de mi Roomie se queda a dormir en el apartamento sé que será una noche de provecho para mí.
Ella es mucho más joven que yo, pero por el azar del destino terminamos compartiendo vivienda, pues estudia en una universidad que está muy cerca de mi lugar de trabajo, es funcional para ambos y ninguno se mete con el otro. En los últimos dos años nuestra relación se limita a saludarnos cada mañana o conversar sobre situaciones puntuales del apartamento como averías o mejoras.
Nunca le he dicho o insinuado absolutamente nada, ni lo haré, pero me vuelve loco verla caminar con esas piyamas cortas que quieren explotar en su trasero con cada paso que da. Es pequeña de estatura, pero con unas caderas de infarto que se contornan en esa cintura que me hace pecar. Y esa cabellera roja, colochos desordenados en su rostro lleno de pecas, uff, me transforma la cabeza. Ayer fue la primera vez que casi caigo en evidencia, pues salió de su habitación con una blusa abierta en el frente, sostenida solo por un pequeño cordón que la unía en sus tetas, esas tetas grandes y redondas. Fue imposible para mí no voltear a verle. Es una joven deliciosa.
En fin, yo disfruto mucho cuando llega su novio a dormir a la casa. La primera vez que pude verles coger fue en una madrugada de diciembre. Llegué al apartamento a eso de las 3:30 am y cuando abrí la puerta salieron corriendo, desnudos ambos, hacia la habitación. Pero los segundos que vi ese trasero correr han sido mágicos para mí.
La segunda vez fue cuando entré al cuarto de baño a darme una ducha y ellos que, habían entrado antes, pues no cerraron con llave. Entré y la encontré de rodillas en la ducha dándole una mamada mientras él tenía la cabeza hacia atrás, con el rostro en el agua. ¡Qué envidia le tengo!
En todo caso, en las noches no es que dejan nada a la imaginación. Ella gimiendo sin reparo y pidiendo pinga con un lenguaje tan sucio y obsceno que me hace dudar que sea la misma que me saluda cada mañana. Hace unas noches le gritaba, le exigía, le pedía que le escupiera en la boca y le halara del cabello, que la castigara por ser tan perra.
Tenemos la habitación al lado, es claro que cada vez que su novio llega, yo me preparo para tener una noche de masturbación y leche. Nos separa una pared, pero desde donde me estoy masturbando puedo sentirle el aliento. Desearía ser él, desearía ser yo quien chupa esas tetas mientras lo cabalgan, desearía ser yo el que la ponga en cuatro y le deje ir mi furia y demostrarle toda la lujuria que me produce ese culo. Desearía ser yo…