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Recipiente de semen
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Tiempo de lectura: 11 minutos

El jueves cuando desperté no tenía idea de lo que me tenía deparado el fin de semana.

Tres días intensos y llenos de lujuria y experiencias únicas, tres días junto a mi señora viviendo momentos que nunca se olvidarán

Tengo un pene de mediano a pequeño, yo diré que mas pequeño que mediano, en su máxima extensión mide 11 centímetros y eso fue fundamental para ganar el castigo o el premio según sea tu perspectiva…

Soy Esteban, mido 1.65 lo que me hace un poco bajo para el promedio además tengo un pequeño problema de sobrepeso, soy empresario y dueño de una compañía donde todos me respetan y obedecen. A mis 35 años disfruto de una libertad económica que la mayoría no va conseguir en toda su vida, lo que la vida no me lo dio en mi físico me lo compensó con cerebro esa es mi mayor fortaleza y por eso tengo lo que tengo.

Pero hay una faceta que nadie en mi empresa conoce.

Llevo dos años bajo el dominio de mi señora, le pertenezco, ante ella soy Jakie, la obedezco y le cumplo sus caprichos no porque ella no pueda comprarlos sino por el placer que me otorga obedecer y ella por tener un perro con el cual divertirse, llevo dos años de castidad continúa encerrado en alguna jaula para impedir algún desliz, ella guarda la llave, solo la quita unos minutos al día mientras me baño y me aseo, bueno y cuando toca descarga también la quita (a veces). Me deja vaciarme una vez cada quince días, si es que me porto bien, si no debo esperar otros 15 días para poder correrme. Por lo regular me masturba hasta correrme en sus pies y luego tragar mi lefa, otras me masturbo bajo sus órdenes sigo sus indicaciones; más lento, más rápido, solo usa dos dedos, solo acaricia la cabeza, golpea tus huevos, otra vez, más fuerte, correte. Otras ocasiones me estimula analmente hasta que me corro aun con la jaula puesta. La primera vez fue raro y me sorprendió la intensidad del orgasmo sentí que me iba a dar un infarto jajaja!!! Pero ahora deseo ese momento en que ella me usa como su mariquita y usa mis agujeros para su placer

Le sirvo:

Soy su criado

Ama de llaves

Su alfombra

Su orinal

Su perro

Un mueble

Su puta

Nunca me deja follarla, pero si he tenido la suerte de verla follar con su macho mientras mi pene gotea de ganas encerrado en la jaula y ellos se divierten.

Para todos Fernanda es mi mano derecha, es diez años mayor que yo, pero se cuida de una forma que parece más joven, morena, culta, preparada. Me ha hecho ganar mucho dinero, antes de ella la empresa comenzaba y apenas cubría la nómina de un par de empleados ahora somos la más importante de la región en la fabricación de componentes electrónicos.

La primera vez que tuvimos una ganancia millonaria estaba tan excitado que tuve una erección al saber la fortuna que gane. Quería follar a Fernanda ahí mismo, ella lo noto…

Creo que ahí fue el comienzo de todo

Cuando la contraté no sabía el placer que obtendríamos mutuamente, no sé bien cómo llegamos a la relación que hoy tenemos, pero me gusta.

Y ahí estaba yo: doblado sobre el escritorio de mi oficina con las bragas rosa a mitad de mis muslos y el pantalón sobre las rodillas humillado y aguantando un grito de dolor mientras Fernada aprisiona mis testículos fuertemente con una mano y su dedo índice y medio metidos en mi culo.

Por fortuna mi oficina es la única de todo el edificio que tiene privacidad, no está muy alejada de las otras oficinas directivas, pero está separada.

Todas las oficinas se encuentran en el último piso debajo de la maquinaria de producción. La oficina del director está en el ala oeste, me encanta ver el atardecer desde ahí por eso exigí al arquitecto que la dejara en ese lugar. Las demás están del lado este: son cubículos de tres por tres. Unidas una junto a la otra, cada una tiene una puerta de cristal, al fondo está el escritorio, en las paredes laterales hay repisas empotradas para sus instrumentos de trabajo, fotos o lo que ellos decidan para su comodidad, hay un par de sillas enfrente de cada escritorio para los clientes pero entre cada cubículo hay un enorme cristal a medio metro de la entrada lo que te deja de cierto modo expuesto antes tus compañeros de al lado.

Aunque si alguien entrará en ese momento, seguro que se sorprendería con la vista del jefe con los pantalones bajos y doblado sobre el escritorio, con cara de dolor, los huevos prisioneros y un par de dedos en el culo.

—No te olvides Fannie querida hoy salimos rumbo a Valverde para ir a la reunión en casa de Mistress Sofía. Aunque la fiesta comienza en la cena de mañana quiero llegar desde hoy porque mañana quiero ir de compras contigo. Tenemos algo preparado que van a volverse locas todas las mariquitas.

¿Entendiste?

—Sí señora entendí

—Bien mariquita, debes estar ansiosa por usar ese pequeño clítoris y tener tu descarga ¿verdad? ¿Cuánto llevas sin correrte?

—Dos meses señora.

—Dos meses!!! Jajaja has sido una niña muy mala por eso el castigo.

—Gracias señora.

—Espero que pasado mañana no me dejes en mal delante de todas las chicas. Por cierto también va mi novio así que hay que pasar por él antes de irnos.

Me decía todo muy cerca de mi oreja, casi en un susurro no para que no la escucharán afuera sino para sentir mis ganas contenidas.

Luego me soltó y pude respirar, sacó los dedos de mi culo y me los dio a lamer

—Limpialos.

Chupe sus dedos, por fortuna estoy preparado y limpio en todo momento, con una vez fue suficiente para aprender esa lección que no quiero repetir.

—Súbete los pantalones no quedaras que alguien entre y te vea así verdad maricon.

Apenas me subí los pantalones ella salió saludando como si nada hubiera pasado a mi secretaria.

Llamé a Alondra a mi oficina en cuanto Fer se fue.

—Quiero que canceles todas mis reuniones de mañana, no vendré te veo hasta el lunes. Disfruta tu fin de semana.

Salí de la oficina y solo pasé a casa por lo necesario para el viaje del fin de semana.

Fernanda me esperaba en su habitación. La ayude a hacer la maleta y preparar todo lo necesario. Luego corrí a mi habitación a preparar la mía:

Un par de pantalones y camisas, mi traje de mucama, bragas y calzado cómodo para el día y las zapatillas de tacón para la noche.

Subimos al coche y antes de dirigirnos a casa de Mistress Sofía pasamos a recoger al novio de mi señora. Estacione fuera de su departamento subí las escaleras y baje con la maleta de Octavio, abrí la puerta trasera para que se subiera junto a Fernanda y luego acomode la maleta con el resto del equipaje en la parte trasera de la camioneta.

Maneje las tres horas de trayecto escuchando sus jadeos y gemidos…

La casa era enorme una casa señorial remodelada con todos las comodidades de hoy en día, un gran jardín verde y cuidado alrededor de la finca principal.

Mistress Sophie ya nos esperaba junto a un par de sirvientes enjaulados y con solo un moño de mesero en el cuello, éramos los octavos en llegar y ya solo faltaban dos señoras que llegarían hasta mañana.

Nos llevaron a nuestras habitaciones, me sentí mal cuando uno de ellos tomó el equipaje de mi señora ese es mi trabajo, pero como ella no lo impidió fui caminando detrás de ellos sin saber bien que hacer.

Nos llevaron a la habitación era enorme y limpia, una gran cama donde dormiría mi señora y su novio, posa pies junto a la base de la cama, un par de sillones junto a la ventana para leer un rato, un baño pulcro y un tapete de terciopelo por un lado de la cama. Di por hecho que ese iba ser el lugar donde dormiría, pero cuando nos estábamos instalado uno de los sirvientes -el que me arrebató la maleta de mi señora-, me dijo: siguenos.

Me giré sorprendido a mi señora preguntando con la mirada si le hacía caso o no.

—Ve con ellos querida. En cuanto te instales regresas para que me ayudes a preparar mi baño.

Eso me dolió, no esperaba dormir en otra habitación. Solo deseaba que no estuviera muy lejos.

Mis esperanzas se desvanecieron en cuanto salimos de la casa, cruzamos el hermoso jardín y nos dirigimos a un edificio que parecían ser caballerizas.

Ya no había caballos en la propiedad pero al menos había espacio suficiente para pasar un par de noches cómodas.

Espere que me indicarán en cual podía dormir, pero siguieron caminando más allá del edificio aquella parte de la propiedad no era tan elegante como lo demás. Llegamos a las perreras, aunque no había nadie en ellas vi que varias ya estaban ocupadas por las maletas que estaban dentro de ellas. Me indicaron que entrará después de la última ocupada, aún había lugar para varios más pero yo sabía que sólo se ocuparían dos más allá de la mía.

No estaban sucias pero eran más pequeñas y me daría muchos problemas mantener mi ropa limpia.

No había un lugar para colgar mi traje de mucama, no había un baño, no había una sola silla, no había una cama solo una especie de tapete y una sábana por si se sentía frío, no había baño en su lugar tenía una cubeta. Así que no tenía mucho para acomodar deje mis cosas así como estaban dentro de la maleta y fui con mi señora.

Puse la bañera en la temperatura que le gusta y mientras se bañaba le preparé café, saqué la ropa de la maleta y la acomodé en su lugar.

Cuando salió del baño me puso el collar con mi nombre y así oficialmente comenzaba mi fin de semana bajo sus órdenes.

Me mandó a mi jaula sin usarme, sin que su novio me usará, sin que necesitarán de ninguno de mis orificios así que me fui triste y contrariado a mi jaula-dormitorio donde ya me esperaba la cena, un tazón de leche en el suelo y un poco de carne con salsa.

La mañana siguiente salimos a almorzar temprano para después ir de compras, la reunión con todas las señoras comenzaría oficialmente hasta la cena así que teníamos toda la mañana libre.

Salimos de la casa solo ella y yo Tavo se quedó a disfrutar de la alberca.

Fernanda quería pasar un rato íntimo conmigo antes de que comience todo.

Siempre que voy con Fer debo tomar mucha agua. Ella encuentra divertidos mis esfuerzos por no orinar.

Por si no lo sabes cuando llevas puesta una jaula de castidad debes mear como señorita, sentada en algún baño.

Y esa humillación en específico pone muy cachonda a mi dueña.

Así que desde temprano tomé agua, fui al baño antes de salir de casa tratando de ganar algún tiempo, pero es casi imposible que durante el resto del día no le pida permiso en varias ocasiones.

Sí vamos por la calle y no hay baño cerca me deja ir a buscar alguno y me indica a dónde va para que la alcance allá. En mas de una ocasión he estado a punto de la vergüenza pública ante la disyuntiva de hacer del baño como niña en plena calle, hacerme en los pantalones o rezar para encontrar un baño cerca.

Sí por el contrario ya estamos en algún restaurante o tienda departamental se divierte negándome permiso cuando hay baño cerca y yo bailo un poco tratando de aguantar, siempre busca la mesa más alejada de los baños.

—Señora puedo ir al baño-le digo con una mano apretando sobre mi pantalón.

—Vamos Fannie puedes aguantar un poco más, ¿verdad? Mejor toma otro sorbo de agua.

Y así en medio del almuerzo, aprieto mis piernas mientras tomó otro basó de agua.

Solo hasta que ve mis súplicas en mi mirada y hay alguien lo suficientemente cerca para escuchar se apiada de mi y dice:

Puedes ir al baño bebe no quiero un accidente de nuevo.

No me detengo a mirar la pareja de jóvenes que se han sentado a un lado yo simplemente salgo corriendo al baño.

No la miro pero sé que se ríe de mí mientras les explica que tengo un pequeño problema de incontinencia.

Cuando regreso ella ya ha pagado la cuenta y pedido otra botella de agua que debo beber antes de que llegue el mesero con la tarjeta.

Luego vamos a una tienda de lencería, sé lo que me espera. Ahí dentro Fer no se detiene y habla fuerte sin importar quien pueda escuchar.

—Querida por favor quiero dos conjuntos de bragas de seda iguales. Uno en talla chica para mí y otro para esta mariquita que llevo de mascota.

Al final solo encontramos bragas color blanco.

—Estas estarán perfectas.

Paga, que para eso te traje.

El resto de la mañana fuimos al spa: manicure uñas con fondo blanco y alguna cereza dibujada, pedicure y aunque siempre tengo mi cuerpo depilado fuimos a depilarnos para estar perfectamente para la reunión.

Pasé gran vergüenza, porque no me había podido asear y ya había sudado bastante, aparte de la tierra del suelo de mi dormitorio.

Mi señora lo sabía y vi su cara de diversión al notar como las chicas del spa hablaban de mi falta de higiene. Por poco se niegan a atenderme pero mi señora les explico la situación y pronto se unieron a las burlas.

Gran parte de tarde la pase en su alcoba ayudando con las labores, planchar su ropa, limpiar la habitación -que estaba impoluta pero algo debía de hacer-, ayudarla con su vestuario, luego me despidió y me dijo que me vería en el comedor a la hora de la cena.

Faltaban un par de horas y yo aún no me había bañado, ni sabía en dónde me podría asear porque en el cuarto que me dieron no había.

No necesité buscar un lugar para asearme, al bajar la escalera me esperaba uno de los esclavos de servicio que me indico que lo siguiera.

Me llevó a una habitación grande, no como las de las señoras pero cómoda y con lo necesario.

Mi ropa estaba en la cama.

Fui al baño y abrí la regadera, fue un placer ducharme y sentir el agua limpiando mi cuerpo.

Salí y me puse las bragas que compré en la mañana sin demora, puse manos a la obra: planche mi traje de mucama, limpieza y saque brillo a mis tacones, puse crema por todo mi cuerpo para tener la piel suave y tersa.

Tomé mi perfume con olor a jazmín; es el favorito de mi señora, dice que es un olor muy femenino y me sienta bien, por último antes de vestirme lubrique un poco mi ano y un plug negro de mediano tamaño, me senté poco a poco sobre él hasta tenerlo en su totalidad dentro de mí. Me sentí lleno, limpié el exceso de lubricante y me vestí:

Las medias blancas con franjas negras primero, después el ligero en mi pierna derecha, luego el vestido, siguieron Diadema y pulseras, labial, aretes, los tacones los dejé de último, no quería cansarme antes del evento.

Cuando salí de la habitación faltaban 5 minutos para la hora.

Estaban la mitad de los sumisos, yo fui el sexto, pero no había ninguna señal de las Mistress.

Los sumisos faltantes llegaron corriendo a escasos segundos de que las puertas se abrieran para la entrada de las señoras.

En cuanto ellas y sus parejas tomaron sus lugares cada una de nosotras nos postramos a los pies de nuestra respectiva dueña.

La cena transcurrió entre risas y humillaciones.

Alguna que otra señora dejó que otra jugará con su mascota, alguna nalgada, bofetada o apretón de huevos.

Todas se burlaron cuando nos iban presentando.

Nosotras debíamos caminar alrededor de la mesa y saludar a cada pareja luego al llegar a nuestro lugar levantar las faldas para mostrar la jaula de castidad.

Las risas explotaban cada que una subía su falda y los testículos escapaban de la pequeña ropa interior de mujer que traíamos puesta.

—¡Qué patético te ves!

—¡Mira si este y por poco ya nace chica!

—¡Están llenas de leche!

Antes de concluir la cena nos explicaron la dinámica del siguiente día.

Y revelaron la sorpresa que nos tenían.

Por la mañana antes de almorzar

Carreras de carroza:

Cada sumiso sería enganchado a una carreta por medio de un arnés, arriba de la carreta estaría nuestra señora y ganaría el primero en cruzar los 100 metros de pista.

Limpieza:

Esta contó desde anoche en la cena. Cada señora calificó a los sumisos y depositó un sobre sus calificaciones.

Flexiones:

El que haga menos flexiones en un minuto perderá la prueba.

Sostener vasos en una charola:

El que dure más tiempo con una charola y 4 vasos llenos será el vencedor.

Rapidez:

También comenzó la calificación desde anoche en la cena, pero mañana habrá una prueba en montar el servicio que también se tomará en cuenta para el puntaje.

El perdedor será un recipiente de semen para todos los demás sumisos, luego de dos meses en castidad seguro agradecerán tener un orificio donde desahogarse.

Luego dieron por terminada la cena para nosotras, las señoras y sus acompañantes fueron a otro salón solo con el personal de la casa de la anfitriona.

Los demás sumisos fuimos llevados de nuevo a nuestra perrera-habitación.

No dormí muy bien con la excitación del evento. Quería ganar todas las pruebas más que por el premio de poder deslechar para que mi señora estuviera orgullosa de mí.

El día empezó temprano, llegamos al jardín solo con la jaula de castidad y el tapón a al puesto.

Ahí nos pusimos la pechera para tirar de la carreta.

Quede enganchado y listo para la señal de inicio.

El comienzo fue difícil, jalar la carreta a cuatro patas, sobre el pasto y con el peso de una persona. Todos sufrimos al arrancar pero en cuanto tomamos el camino de cemento fue más fácil.

La meta estaba al otro lado de la propiedad, cerca de la alberca, cuando llegue sudado y exhausto al piso de teca mis rodillas estaban rojas.

Dure varios minutos jalando aire por la boca, el esfuerzo valió la pena.

Quede en segundo lugar.

Las pruebas fueron pasando y en cada una de ellas yo me esforzarse por dar el máximo, cuando miraba a mi Señora de reojo veía el orgullo reflejado en su rostro.

Nunca baje del tercer lugar en cada prueba.

Agregaron algunas pruebas que no estaban previstas, como el que aguantara más tiempo en cierta posición, o el que soportará la mayor cantidad de varazos en las nalgas o el de ver quien era el último en doblarse bajo una patada en los testículos.

En la de limpieza y rapidez fui el ganador por votación de cada una de las señoras.

Al final de las pruebas yo tenía el puntaje más alto.

Por lo que mi pecho se llenó de orgullo cuando iban a anunciar a la ganadora del mini campeonato.

Pero antes de darme el premio Sophie la anfitriona dio un pequeño anuncio que cambió el rumbo de todo.

—Por último falta la prueba más divertida de todas.

El tamaño de sus clítoris.

Una medición será en estado flácido y otra erecto se tomará el promedio.

El miembro más pequeño será el recipiente.

Me dieron una mención por mi esfuerzo, pero aún podía ser el recipiente de todos, estaba con sentimientos encontrados por una parte quería tener ese honor, pero por el otro quería follar una vez más un orificio.

Cada una de las señoras se puso a un lado de su sumiso, sacó la llave de la jaula y la retiró, uno a uno fueron pasando al frente para la primera medida, el primer lugar tenía doce centímetros en estado de flacidez mientras que el último solo cinco, con mis escasos siete centímetros quedé en el lugar ocho de diez, sonreí al imaginar poder usar el hueco de uno de los dos últimos lugares.

Luego nos dieron la instrucción de comenzar a estimularnos algunas señoras hasta ayudaron a sus sumisos entre ellas la mía. Fue espectacular sentir sus manos acariciando y estimulando mi clítoris y las bolas que cuelgan de él frente a todos. Rápidamente engrose y crecí a su máxima capacidad con mis escasos 11.5 centímetros en estado erecto no alcance al primer lugar en estado flácido lo que provocó la risa y burla de todos.

Al final quedé lejos de los quince centímetros del penúltimo lugar.

Mi señora se acercó a mí.

—Estarás bien cariño

Ya lo hemos hecho antes.

Se digna y tendrás una recompensa.

De ahí siguió el desayuno y luego nos mandaron al baño para que nos diéramos un baño.

Yo estaba mentalizado y dilatado, estaba limpio y tenía dispuestos mis orificios para recibir a cada uno de los que quisieran usarme.

Tenían un tipo de estrado ahí estaría yo en medio de todos junto a la piscina, con el culo expuesto por tres horas.

Mi señora inauguró mi culo con su arnés negro favorito.

Luego uno a uno fueron llegando los sumisos llenos de leche y calientes, algunos me follaban la boca mientras otro usaba mi culo.

Poco a poco me fui llenando de leche por todos lados, la cara, la boca, el culo, la espalda, las nalgas.

Debo decir que no sufrí, al contrario: el placer que me provocaron fue suficiente para yo también vaciar las bolas. Tuve varios orgasmos protáticos que me dejaron agotado y deslechado.

Al final estaba agotado, pegajoso, sucio y feliz.

Cada uno de los que me uso fue comprensivo y si bien cada uno se corrió mínimo dos veces en mí al final recibí sus muestras de cariño y cuidado.

Entre todos me llevaron al baño y me asearon, me dieron de cenar y me dejaron dormir en una cama cómoda junto a los brazos de mi señora que no dejó de abrazarme en ningún momento.

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