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Las fantasías de Leia
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Hacía tiempo que Leia no estaba tan nerviosa, desde aquella noche de fantasía había pasado mucho tiempo y muchos cambios en su vida.

Pero este nervio era distinto. Ella, que no acostumbra a estar nerviosa, que lo tiene todo bajo control, no daba pie con bola. Pero esta vez conocía el motivo y cada vez que lo recordaba menos atinaba porque más nerviosa se ponía. Hacía menos de un mes había conocido a un voluntario en museo, "Seal". Era el típico museo al que ella no hubiera ido si no fuera porque la habían arrastrado. Y menos mal que la arrastraron. Desde el minuto uno, algo le llamó la atención de él, tanto así, que se saltó unas pocas reglas de sociedad y consiguió contactar con él. Pero si se sorprendió de algo fue la rapidez de él en contestarle. Y así empezó todo.

Ese lunes, Leia estaba nerviosa porque sabía que iba a tener "su medicina" ya que había llegado a la conclusión que el nervio que tenía se asemejaba al "síndrome de abstinencia". La primera vez que estuvo con Seal fueron unas 3 horas que a los dos les pareció un suspiro. Consiguieron conectar de tal manera que todo fluyó con una naturalidad que a los dos les sorprendió, como si se conocieran de toda la vida.

Ese lunes habían vuelto a quedar. Por fin pudieron cuadrar agendas, y querían que todo fuera como la última vez (al menos).

Para esta vez, Leia estaba dispuesta a recibirle con unos de los picardías que tenía sin estrenar, el negro en concreto. Sabía que le podía durar poco puesto porque cuando él entrase por la puerta no dudaría en intentar quitárselo. No estaba dispuesta a separarse de su cuerpo, de su boca, más que el tiempo necesario para respirar. Aun así, tenía previsto un plan B por si conseguían estirar más el rato que estuvieran juntos.

En esta ocasión, Leia quería "estrenar" la ducha de su piso, es grande, amplia, y con un sistema de lluvia que hace maravillas para después pasarlo a la cama y seguir investigando juntos y conociendo el cuerpo del otro. Estaba empezando a estremecer con los recuerdos y los planes cuando tocaron a la puerta. Fue corriendo a abrirle a Seal. No les dio tiempo a cerrar la puerta del piso y ya estaban sus bocas juntas. Ese deseo, esa pasión, no era normal. Pero, aun teniendo ese deseo, esa pasión, no era rápido, ni brusco. Sino algo más bien continuo, tranquilo. Los dos necesitaban absorberlo todo del otro y eso solo se puede hacer tranquilamente.

Como Leia había supuesto, Seal empezó a querer quitarle la "ropa" que tenía, le "molestaba" para sentir el suave tacto de la piel de Leia (o eso le decía para ver si se salía con la suya). Pero, fue ella quien terminó ganando, ella sí consiguió quitarle la ropa a él, además él tenía más ropa que ella puesta. Seal no se resistió y eso que apenas habían avanzado de la puerta de la casa. Él hizo el intento de ir directo al cuarto de Leia pero ella lo frenó, lo llevó hacia el plato de la ducha. Él captó enseguida las intenciones y no puso resistencia ninguna, ahora sí que iba a poder quitarle la ropa a Leia.

Cuando estaban los dos sin ropa, en la ducha, con el agua caliente cayendo sobre sus cabezas (aunque para ser justos más quemaban mas sus cuerpos juntos que el agua), la tensión que había entre ellos no era normal. Él le rodeaba el cuello con besos y con su lengua mientras una mano la pasaba por los pechos de ella y la otra por el trasero para pegarla más si cabe hacia él. Mientras ella disfrutaba de sus caricias y con una mano acariciaba la cabeza de él, con la otra mano disfrutaba jugando con su miembro. Cuando él intentaba bajar con su boca para los pezones ella, Leia fue la que lo paró. Él la miró "protestando" pero enseguida vio la sonrisa picarona de Leia y captó la idea. Era ella la que se iba a agachar hacia su pene, para tenerlo entre sus labios y juntos con sus manos, moverlo firmemente para darle placer a él, aunque más bien, la que más disfrutaba era ella ya que se aprovechaba y le hacía "sufrir" a él.

Lo que no sabía ella, ¿o si?, era que "dónde las dan, la toman" y él solo estaba esperando su turno para vengarse de ella. En una de las veces que Leia se levantaba para seguir saboreando los labios de él, la sujetó contra la pared, y no la dejó moverse. Empezó por su cuello, bajó hasta sus pechos, mordiendo los pezones suavemente. Antes de que Seal pudiera seguir, Leia le hizo señales para que viera lo que tenía en la ducha de manera "camuflada". Había puesto una botella benjamín de cava que todavía estaba fría (aunque la temperatura en general era muy elevada). Seal lo aprovechó y en vez de beber directamente, utilizó el cuerpo de Leia, dejando que chorrease por su boca, sus pechos, ombligo y dejándolo caer hasta su zona más inferior, aprovechando para pasar su boca por el clítoris y los labios internos y darle ese placer a Leia que hace que se estremezca y se le erice la piel, llegando a penetrarla con sus dedos, consiguiendo que Leia tuviera su primer orgasmo.

Después de eso, los dos terminaron en la ducha, se secaron como pudieron porque no querían separar sus cuerpos más de lo necesario y se fueron hacia el dormitorio.

Cuando estaban en la cama, él fue hacia su mochila y sacó unas esposas que se las puso a Leia y le tapa los ojos para anularle un sentido. Con el corazón a 1000, ya que ella no sabe por dónde puede acariciarle, o pasar suavemente la lengua, él se aprovecha y va creando una reacción sobre su piel. Ella no puede "defenderse", sigue con las esposas. Seal va viendo cómo Leia se retuerce y gime de placer a la vez que hace gestos con la boca, mientras le están dando pequeños bocaditos en los pezones. Seal sigue aprovechándose de su lugar privilegiado, y con sus manos se dedica a acariciar esa piel tan suave, que le llamó la atención la primera vez que pudo acariciarla sin ropa. Las caricias que se centran en sus nalgas, acaban en un movimiento suave pero directo, para poder separar las piernas y poder llegar con sus dedos a donde tantas ganas tenía.

Mientras seguía jugando con su boca entre la oreja y el cuello, en ese momento la mano derecha se posicionó para separar sus labios los labios mayores y menores, hasta humedecer el dedo índice y poder tocar la parte más sensible de Leia. Ella, indefensa aún, se retuerce para poder coger un poco de aire, pero Seal también aprovecha para poder besar eso labios, cosa de la cual no se cansa, hasta que para y empieza a bajar poco a poco, aprovechado su cuello, pechos, ombligo hasta llegar al premio gordo, una zona que Seal se queda impresionado y se le escapa una ligera sonrisa, al notar que está bastante húmeda con su propia lengua, cosa que le agrada bastante. Los dos lo están disfrutando como si no hubiera un mañana. Para ellos el tiempo se detenía. Pero cuando de reojo miraba un reloj que tenía Leía en un mueble a los pies de su cama lo que parecía que eran cinco minutos en sus cuerpos ardientes en la realidad habían perdido la cuenta de la hora a la que llegó Seal a casa de Leia. Cada vez empezaba a notarse más la complicidad que había entre ambos.

Seal se incorpora un poco para quitarle las esposas a Leia y el pañuelo que le tapaba los ojos, en ese momento se miraron. Hay miradas que lo dicen todo. Leia aprovechó e hizo un giro de caderas y casi sin que le diera tiempo a Seal a reaccionar se hizo con el cambio de posturas. Ella estaba ahora arriba y tenía la posición dominante. Posición que aprovechó para volver a bajar su lengua por todo su cuerpo, desde las orejas, el cuello, el pecho, hasta llegar a su pene y poder introducirlo lentamente en su boca, con suaves movimientos hacia dentro y fuera, jugando con la lengua y ayudándose de sus manos y dándole "suaves" bocados en la base del pene y los testículos, para volver a introducir el pene en su boca y seguir jugando con su lengua en la zona más sensible, y sintiendo como Seal se estremece de placer, sobre todo cada vez que aceleraba el ritmo de movimientos.

Sabiendo él lo que le gustaba esos movimientos y lo que podía pasar, la paró. Quería seguir disfrutando de ese momento. La agarró y la llevó contra si, estando las dos bocas juntas de nuevo. Sin que se dieran cuenta ya estaba uno dentro del otro. Seal no podía quitar su mirada del cuerpo de Leia, mientras ella con unos movimientos de cadera muy suaves hacía que los dos cuerpos se movieran a la par, como una máquina nueva y bien lubricada. Seal no perdía el tiempo y le ayudaba cogiéndole fuertemente las nalgas a ella mientras veía como se mordía los labios y abría la boca de una forma, que hace que él casi no pudiera aguantar más. Leia se dio cuenta y le hizo sentarse en la cama con su espalda apoyada en el cabecero y ella se puso encima de él, así podía tenerlo rodeado con su cuerpo y él tener los pezones de ella y el trasero mucho mas a su alcance.

Y con él más pegado a su cuerpo (como si se pudiera estar más pegado de lo que ya estaban) comenzó a moverse, ayudada por las manos de él. De pronto, se miraron, esas miradas que no necesitan traducción, esas que te llevan a otro universo del placer, y como un maravilloso fin a toda esta locura, los dos consiguieron tener el orgasmo a la misma vez, quedando los dos extasiados pero sin querer separarse los cuerpos. Temían que si se separaban no fuera real y tuvieran que volver al mundo real.

Se quedaron disfrutando ese último momento de placer. Cuando se dieron cuenta, el tiempo de estar juntos se había terminado. Él se tenía que ir, ella no quería que él se fuese. Quedaron en seguir probando nuevas maneras de disfrutar tan intensamente juntos y nuevas fantasías por descubrir.

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