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La Thalía
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Voy a comenzar mi relato mencionando que tengo un negocio de helados. A diario llegan clientes permanentes y clientes nuevos.

Una tarde llegó un joven como de unos 18 o 19 años, acompañado de su mamá, a leguas se notaba que era gay, estaban viendo el menú para decir que comprar, de pronto observó que en la pared de mi negocio, tenía un póster de Thalía, la famosa cantante.

Entre broma me dijo que cuando él se vestía de mujer se parecía mucho a Thalía, yo sonriente solo le dije, órale qué bien. Y ¿en dónde trabajas? le pregunté, no tengo trabajo me dijo, debería de darme empleo.

Le dije entre broma pues ya, necesito alguien que me ayude en las mañanas, para preparar la producción, solo no me doy abasto.

Y eso era verdad, yo llego a las 5 de la mañana a comenzar la producción de helados.

Entre broma me dijo está bien, mañana a qué horas llego?

Le dije te espero aquí a las 5 de la mañana, Y si vienes como Thalía mucho mejor, jajaja reí.

A la mañana siguiente, yo me encontraba en el local produciendo, cuando de pronto, tocan la cortina, dije, será él? Pregunté… ¿Quién?

Y alguien me contestó, soy yo, la Thalía.

En ese momento mi pene se puso directo, y una sensación rara me sacudió.

Subí la cortina, dejé que pasara Y nuevamente bajé la cortina, quedándonos solos en el local.

Fue impresionante ver aquel joven vestido de mujer, en verdad parecía una colegiala muy hermosa. Mi excitación en ese momento ya estaba al 100. Sonreímos y me le acerqué para mirar su fino rostro más de cerca, cuando lo hice, con sus suaves manos comenzó a frotar mi bulto sobre el pantalón. Comencé a besar su cuello, él solo cerró los ojos e hizo un gesto de excitación. Sin decir una sola palabra, se arrodilló frente a mí, con ambas manos comenzó a desabrocharme el cinturón, vaya bajo los pantalones hasta los tobillos, debajo delicadamente el bóxer, mi pene ya estaba demasiado erecto, comenzó a darle tiernos besos, acariciándolo, lengüeteándolo, y comenzó a mamar.

Ver aquel rostro juvenil devorándose mi pedazo de carne caliente me excitaba aún más, después de un rato de mamar, cada vez que sentía que iba a explotar, lo separaba de su labor, le daba unos pequeños besos, mientras me recuperaba, nuevamente dejaba que se metiera mi trozo de carne hasta la garganta. Y cuando sentía que ya me iba a venir, lo separaba de mi tronco.

Así estuvimos durante unos minutos, hasta que fue inevitable, me vine en su boca, lo sujeté con fuerza por la nuca, no dejé que se zafara, hasta haberse tomado toda mi leche. Después lo solté, pero él siguió rico. Parecía una aspiradora porque me succionaba todo.

Se paró, me besó el cuello, se dio la media vuelta y se recargó sobre la mesa. Abrió las piernas dispuesto a recibirme. Yo ensalivé mi fierro, apunté a su orificio y comencé a penetrarlo. Era el orificio más caliente y apretado que había sentido. Comenzamos un rico vaivén. Hasta venirme en su trasero.

Estuvo trabajando conmigo durante dos meses, luego sus padres se cambiaron de lugar de residencia. Todos los días llegaba a las 5 de la mañana, no siempre pero muy seguido lo ponía a mamar mi pene. Era muy aplicado el chico, era muy esmerado en todo, hasta para follar.

Era muy obediente en el sexo, era mi colegiala sumisa, hacía todo lo que yo le pedía, si le decía que me mamara el culo, lo hacía y muy bien.

De vez en cuando viene a visitarme, sabe que a las 5 de la mañana es la hora del encuentro.

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