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La hijastra pródiga
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Tiempo de lectura: 20 minutos

A los 18 me casé por primera vez. El feliz matrimonio duró 3 años hasta la muerte por cáncer de ella. Diez años después de su fallecimiento, me emparejé con una bella y caliente mujer. Ella, tenía una hija de 4 años la cual ayudé a criar hasta los 12, pues con su madre nos separamos.

Doce años pasaron sin saber nada sobre sus vidas hasta que una tarde de domingo sonó el teléfono. Del otro lado una voz femeninamente grave se identificó como la Panchi y necesitaba saber si la podía recibir. Sin pensarlo le contesté que sí.

El sol se ocultaba cuando en un taxi que tuve que pagar yo, llegó la “pequeña” Panchi. Al descender del carro, no la reconocí, pues no se parecía mucho a la niña que entraba tardíamente en la adolescencia.

Alta (1.75), de exóticos rasgos orientales, gruesos labios y generosa boca. Estilizada y voluptuosa. Negro, liso y largo el cabello, delicado el cuello, juntos los hombros, ostentosos senos, breve la cintura, amplias sus caderas. Prominente, respingado, redondo y firme era su culo, largas y contoneadas las piernas y delicados y bellos pies. Sus medidas eran 100-60-90.

Llevaba puesto un floreado, fluorescente, ajustado y corto vestido que le llegaba justo a la mitad entre la ingle y medio muslo. No traía sostén y calzaba un sexy y descubierto par de sandalias. La reconocí cuando, lejos aún, levantó su brazo saludándome. En cuanto le correspondí el saludo, corrió para, a un metro de distancia, saltar sobre mí y aferrarse con brazos y piernas, como un koala.

Panchi: -abrazando con fuerza- hola papi Cami… no sabía a quien más recurrir… gracias… mi mamá me dijo que no te llamara, que no me ayudarías, pero sabes… fuiste al primero que llamé…

Yo: hola hija… así que eso dijo tu madre… en fin… has crecido hasta convertirte en una hermosa mujer… me alegro… y esta es tu casa, cariño… puedes usar la misma habitación, si quieres…

Panchi: -posando suavemente sus labios en los míos- sabía que me ayudarías… si me ayudas con el taxi prometo ser buena con las cosas de la casa.

Yo: está bien, hija… cuánto es…

No había notado lo solo que estaba hasta la llegada de Panchi. Su presencia en la casa cambió radicalmente el estilo de vida que llevaba. De manera natural, rápidamente nos acostumbramos a la nueva dinámica. Comencé a comer comida casera; a tener la casa aseada y mi ropa limpia y ordenada. En otras palabras, se notó el toque femenino.

Dos meses pasaron como si nada. La convivencia era cordial y distendida. A mis ojos, la Panchi era mi niña. Todo cambió una madrugada que me levanté a beber algo. Al encender la luz de la cocina, me encontré con Panchi apoyada en el mueble de cocina, al lado del refrigerador, justo frente a mí, ataviada solo con un colales, bebiendo un vaso con leche.

Levantó su mano saludando de lo más natural como si no estuviese mostrando sus fabulosos senos. Me quedé mirándola con la boca abierta mientras terminaba su leche de un solo trago. El miembro de inmediato reaccionó comenzando a revivir.

Panchi: -mirándome completo, sonrió al detenerse en mi entrepierna.- buenas noches… hace calor… te pido disculpas si te molesta o importuna que me pasee por la casa así, pero es que hace tanto calor…

Yo: para nada… al contrario, desde que estaba con tu madre que no veía a una mujer desnuda tan hermosa en la cocina de mi casa…

Panchi: gracias… me voy a acostar… pero antes ¿te puedo preguntar dos cosas?

Yo: claro…

Panchi: dos cosas… te puedo tratar por tu nombre de pila?

Yo: por supuesto… y la segunda pregunta…?

Panchi: sabes Camilo… para ser honesta contigo, me he sentido incómoda con la ropa que uso diariamente en la casa…

Yo: y por qué la usas?

Panchi: porque pensé que te molestaría que delante de los demás o de tus amigos me pasee con la rompa que me gusta y con la que me siento cómoda…

Yo: mira hija… tú puedes andar como te dé en gusto… ya te lo dije… esta es tu casa…

Panchi: entonces de verdad no te incomoda verme así por ejemplo?

Yo: no me incomoda… todo lo contrario… me agrada mucho que tengas esa confianza conmigo y ver que mi niña se convirtió en una hermosa mujer…

Panchi: eres un dios, Cami… -bostezó- tengo sueño… y de nuevo gracias… por fin voy a ser totalmente yo… -al pasar por mi lado posó sus carnosos labios a milímetros de los míos en un para nada tierno beso en señal de despedida.- hasta mañana…

Yo: si… nos vemos…

Y partió caminando seductora y pausadamente hacia su dormitorio. En el umbral de la puerta, antes de entrar dio la vuelta. La notar que la miraba, sonrió y con la mano lanzó un beso de despedida.

A partir de ese momento, Panchi comenzó a pasearse por la casa más ligera de ropa, pero sin mostrar mucho. Como botón de muestra y para que se hagan una idea de usar anchos e informes vestidos de algodón, comenzó a lucir, pantalones cortos de todas las telas muy rebajados con ajustados y diminutos petos. De los pantalones anchos y sin forma pasó a los apretados jeans con coquetos tajos.

Como si nada pasaron otros dos meses al cabo de los cuales ya bromeaba en doble sentido con mis amigos, tratándola ellos como a uno más del grupo. El último sábado de cada mes, en mi casa desde hacía años, nos reunimos a jugar cartas, beber, charlar y ver porno. El primer sábado después de la transformación de Panchi, el tema principal de la noche después de asegurarnos que la aludida dormía plácidamente fue precisamente el cambio para mejor (según nosotros) que había experimentado.

Sin embargo, en rigor, lo poco que cambió en la convivencia fue el hecho que empezó a usar ropa más atrevida; bromear con más soltura con mis amigos, bañarse con la puerta del baño abierta; levantarse por la mañana e ir a la ducha en toples y dejar de llamarme papi para solo usar mi nombre de pila.

Desde su llegada los sábados se encerraba en su cuarto poco antes de la llegada mis amigos, pero el sábado del cuarto mes que vivía en mi casa, los recibió y departió un rato con nosotros, retirándose algo ebria. La conversación estuvo amena, divertida y al final algo picante.

Panchi: ya po… en serio… oye Cami, el chico me está tomando el pelo ¿cierto?

Yo: curiosamente, Panchi, esta vez el chico ha dicho toda la verdad…

Panchi: o sea, es en serio eso que juegan 21 y al que se le acaba el dinero debe entregar la ropa?

Yo: si… y se tiene que ir tal cual quedó…

Panchi: y eso que apuestan las esposas…

Yo: nunca hemos llegado a eso, pero sí… es parte del protocolo… primero dinero, segundo ropa y tercero las señoras…

Panchi: y eso que durante toda la reunión en la televisión solo pasan películas de esas de sexo…

Yo: así es… y no lo hemos hecho hoy, porque estás tú…

Panchi: debo creer entonces que soy la única mujer que ha departido con ustedes en este club de toby…

Carlitros: la única después de tu mamá… vaya que la extrañamos…

Panchi: me siento sorprendida…

Yo: sí y no…

Panchi: -sonrió y más para sí que para nosotros, se dijo- gratamente sorprendida… -levantando la voz nuevamente- bueno muchachos los dejo… y para que lo sepan… me dan lo mismo las pelis triple x así que se preocuparon demás… chaito… hasta mañana Cami…

Todos: buenas noches Panchi…

Panchi: son unos idiotas… -nos dijo con una hermosa y luminosa sonrisa.-

Como todos los domingos en la noche, ese festivo no fue la excepción, cerca de las 9 pm, llegaba, Francis, mi amiga con ventaja a pasar la noche. Esa oportunidad fue distinta, pues mientras follábamos, en no pocas veces, al ver el rostro de Francis, éste de pronto mudaba para aparecer el de Panchi. Francis aquella vez, gritó y aulló muchísimo más de lo acostumbrado.

Todos los lunes a las 6 y media de la mañana, Francis se levantaba, duchaba y vestía, mientras le preparaba el desayuno. Ese lunes, al llegar a la cocina, encontré la mesa puesta para dos y a Panchi en una diminuta y sexy bata de levantarse, terminando de preparar la primera comida del día.

Panchi: buenos días Cami…

Yo: hola preciosa… cómo dormiste?

Panchi: nada hasta que te quedaste dormido tú… -guiñando su ojo en señal de complicidad-

Yo: -las mejillas ruborizadas- perdona… lo que pa…

Panchi: … jajaja… tranquilo… si hasta me motivaron…

Yo: jejeje… -aún el rostro sonrojado- ¿motivaron?

Panchi: ya sabes!

Yo: qué sé?

Panchi: parece que aún estás dormido… me motivaron a masturbarme con su show…

Yo: ahhh… jajaja…

Panchi: casi me caí de la cama haciéndolo…

Yo: jajaja… me habría gustado ver eso…

Panchi: cuando casi me caí???

Yo: no… cuando te masturbabas…

Panchi: jajaja… idiota… jajaja… ya… la Francis está por salir del baño… voy por una ducha…

Yo: gracias por el desayuno… no te sientas con nosotros?

Panchi: nica… mira como estoy… parezco momia…

Yo: -bajando la voz- pues me encantaría que Francis fuera igual de momia que tú al despertarse…

Panchi: jajaja… malo…

Yo: -siempre en voz queda- no me mal entiendas… Francis es una atractiva mujer y como es casada, tenemos la relación ideal para mí, pero está lejos de una mujer como tú… solo mírate…

Panchi: -rojas las mejillas- gracias… por todo… de verdad… me recibiste sin preguntar nada… nadie ha sido así conmigo nunca, excepto tú…

Yo: oh vamos… no es nada… además el único que ganó aquí fui yo…

Panchi: eres un sol… mejor me voy a bañar… nos vemos en la tarde…

Yo: nos vemos…

Recuerdo que el mes me salió todo al revés y lo único rescatable fueron los domingos de Francis y las cotidianas, pero no por ello menos atractivas, exhibiciones de Panchi. Del resto, mejor ni acordarse. Empero me es imposible no mencionar que la guinda de la torta me llegó el jueves de la última semana del mes y fue una llamada de Francis avisándome que el último domingo no contaría con ella. Se me vino el ánimo al suelo. Al colgar vi a Panchi mirándome con intensidad.

Panchi: qué te pasa, Cami…

Yo: nada, reina…

Panchi: y por qué tienes cara de funeral…

Yo: en realidad este mes ha sido fatal… quiero que puro termine… Tu presencia en esta casa sigue siendo por lejos lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo…

Panchi: gracias… pero aún no me dices qué te puso así…

Yo: la Francis… no viene este domingo… justo el domingo que más la necesito del mes… en fin… ojalá no caiga un meteorito antes del sábado…

Panchi: no deberías ser tan negativo… al fin y al cabo el mes aún no acaba…

Yo: tienes razón, princesa… aún me queda el sábado…

Panchi: oye Cami… habría algún problema que esté con ustedes… es que me aburro como caballo de feria y desde mi pieza escucho sus risas y el mes pasado, debo reconocer que lo pasé muy bien…

Yo: no creo que pongan problemas, pero no deberías juntarte con gente de tu edad? Te veo salir, pero aún no traes ni amigos ni amigas ni pareja…

Panchi: me arranqué de una tóxica relación con un tipo de malas costumbres y no quiero nada con nadie… me bastas tú y tus amigos… me siento cómoda entre ustedes y muy respetada y querida por ti…

Yo: lo siento… como te dije… no creo que pongan reparos, pero lo que sí te van a exigir, al menos el Carlitros lo hará, que te atengas a las mismas reglas en los juegos… al menos eres buena en el 21… la reunión anterior no perdiste…

Panchi: buena suerte en el juego, mala en el amor… y… no me quejo aunque a veces me gustaría fuera distinto…

Decidí no avisar la presencia de Panchi, sino hasta que fuera evidente. Estaba seguro que ninguno se opondría, pues no solo se habían encariñado con la simpática e inteligente mujer que era mi hijastra, sino que también de forma disimulada, no perdían oportunidad de mirarla.

De la misma manera que la junta anterior, fue Panchi quien los recibió, uno por uno a los tres invitados. Ninguno pudo evitar sonreír de oreja a oreja al verla tras el umbral. Sobre todo por cómo vestía.

Una hora antes me preguntó si era necesaria una vestimenta adecuada o podría ser cualquiera a lo que le contesté que se pusiera lo que más le acomodara. De esa manera, tras la puerta de acceso, la anfitriona los recibía ataviada con un peto gris sin sostén debajo y un rebajado pantalón corto de algodón con el que mostraba el último tercio de sus redondas nalgas. Iba descalza.

Una vez estuvimos los 4 sentados frente a la TV en dos sofás, Panchi nos sirvió nuestros tragos, se hizo el de ella y tomó asiento, interviniendo de inmediato en la conversación. Nos acomodamos de tal modo que en uno de los sofás estaban Carlitros, el chico y el siempre callado Nano y en el otro Panchi y yo.

Panchi: les puedo pedir un favor (no sería el último)…

Yo: habla pequeña…

Nano: si por favor… me gusta el timbre de tu voz…

Panchi: -rojos los pómulos- sé que siempre juegan y luego ven una película… podríamos hacerlo al revés hoy?

Chico: por mí no hay dramas…

Nano: me sumo…

Carlitros: solo si escojo yo la peli…

Panchi: acepto….

Apagamos las luces y nos preparamos. Mientras pasaban los créditos al oído le susurré, -estás segura que quieres ver esto?- contestándome del mismo modo, -curiosidad…- y se explayó…

Panchi: mi último novio era un pervertido y veía todo el día este tipo de películas. Siempre me pidió acompañarlo, pero nunca accedí… como tampoco lo hice a sus retorcidas peticiones cuando hacíamos, según yo, el amor, según él, follar…

Yo: y por qué ahora sí…

Panchi: no me lo hagas decir…

Yo: no me vengas con esa a estas alturas…

Panchi: -mirándome a los ojos, siempre en voz baja- tú eres diferente… me siento protegida… y respetada por tus amigos… cuando vi cómo me miraste esa noche en la cocina sentí de tu parte deseo y control y eso incentivó mi curiosidad…

Yo: no sé qué decirte, Panchi…

Panchi: no me digas nada… mira… la peli empezó… me puedo acomodar aquí… -dijo estirándose en el sillón y apoyando su cabeza encima de mi verga- qué cómodo… -agregó sonriendo sin dejar de mirar la TV.-

Los 5 nos dedicamos a beber en silencio y no perderse detalle del filme. En él se contaba la historia de las vicisitudes de una esposa japonesa y su hija. La mujer en una precaria situación económica, conoce al que parecía ser un buen hombre que las acepta a ambas, casándose con la mujer y adoptando a su pequeña niña (4).

Los años pasaron y cuando la niña cumplía los 15, la madre se fugaba con otro hombre, dejándolos a ella y a su esposo botados. El padrastro, cumpliendo un acuerdo previo, envió a la adolescente a un exclusivo y elegante internado por los siguientes 5 años donde mantuvo relaciones lésbicas. En medio del primer semestre, por teléfono, la chiquilla, en un arrebato de orgullo, le gritó a su padre que no lo quería ver nunca más, pues quería que la sacara.

Pasaron otros cinco años y por el azar se reencontraron. Ella en problemas que él le ayudó a solucionar de inmediato. Se pusieron en la buena y ella volvió a su intacta pieza. Los desnudos femeninos pasaron sin pena ni gloria, pero la cosa cambió cuando el padrastro, un día que la vio saliendo del baño cubierta solo con la toalla, sin poder contenerse más se abalanza sobre ella para usarla.

En medio del polvo y mientras el hombre se comía el coño de su hijastra a mordiscos, el mayordomo los sorprende y tras la sorpresa inicial, el patrón lo invita a unirse a la fiesta. Los asombrados ojos de Panchi no podían dejar de mirar cómo la mujer era follada por la boca y el coño, en cuatro patas, por dos vergas distintas, al mismo tiempo.

Panchi: -con su mano en mi nuca me dirigió hasta quedar en medio de sus senos con el fin de hablarme al oído- Cami… eso es un truco, ¿cierto?

Yo: no lo creo, reina… es real…

Panchi: y parece que le gusta que… que la usen… Cami… a mi mamá ¿la trataste alguna vez así?

Yo: claro… cuando ella me lo pedía… y respecto a la actriz… estoy seguro que le gusta porque además de gozarlo, le pagan por ello.

Panchi: tienes razón… o mira… se les unió otro… -sin que su cerebro se diera cuenta, su mano derecha terminó en su entrepierna, quieta. Levantó la vista para mirarme a los ojos, siempre con la mano en el mismo lugar.- y no le duele que se lo metan por ahí… yo nica paso mi culito… con mi mamá ¿lo hicieron por atrás?

Yo: sí… con frecuencia, pues le gustaba mucho… -mirando la cara de perplejidad de Panchi, agregué,- y solo le dolió, muy poco al principio de la primera vez…

Panchi: oye Cami… es normal que me sienta excitada…

Yo: estas películas son para eso…

Panchi: -moviendo la cabeza sobre el miembro- o sea que eso que siento duro desde hace un rato en mi nuca… ¿es tu pene?

Yo: mira… es otra historia… veámosla para entender el argumento…

Panchi: cuál argumento? Está bien… sigamos viéndola…

Pasaron los minutos y en la peli se mostraba que otro día, pagando los sueldos en la oficina, los 6 últimos albañiles, todos roperos de tres cuerpos, se pusieron de acuerdo y luego de cerrar la puerta y juntar las cortinas, se follaron a la pobre de a tres, tapando todos sus orificios al mismo tiempo.

Panchi: -frotándose lenta y disimuladamente el coño por el lado del descubierto short, encima del calzón.- Cami… me haces otro favor…

Yo: dígame…

Panchi: ¿te molestaría disimuladamente tocarme los senos por debajo del peto???

Yo: qué? En serio?

Panchi: en serio… y en broma también… -pícaramente sonrió.

Yo: pero…

Panchi: Cami… solo me tocarás un poco los senos… ya te dije que me siento excitada… si no quieres o no puedes dímelo… está bien…

Yo: y si los chicos lo notan… ¿estás segura?

Panchi: hazlo con disimulo… y si lo notan… el que mira sufre y el que toca goza… ¿o no?

Yo: -metiendo las manos para sentir sus turgentes senos- allá vamos…

Por los 20 minutos finales apreté, masajeé y manoseé sus senos con el mayor disimulo posible. Faltando un par de minutos para el final, un leve quejido de mi hijastra, alertó a mis amigos, los que a partir de ese momento desviaron su atención hacia lo que pasaba en vivo y en directo a un metro de ellos.

En cuanto noté que teníamos público, lentamente expuse sus senos a los ojos de mis compinches. Por su lado, ella abría las piernas sin pudor, los ojos cerrados, sus dedos sobre el manchado short. Al finalizar la peli, encendimos las luces para dirigirnos a la mesa a jugar. Panchi mostraba el rostro escandalosamente encendido, los ojos empañados y su entrepierna visiblemente empapada. Todos sabíamos de qué se trataba, mas nadie dijo nada.

Carlitros: -una vez acomodados, los tragos servidos y las cartas repartidas- antes, como siempre, un salud hasta el fondo… salud!

Todos: -entre chocando los vasos- Salud!

Carlitros: supongo que la apuesta será la usual…

Panchi: cual sería esa?

Carlitros: mil por vuelta…

Panchi: -el dedo índice sensualmente entre sus labios, meditaba.- mmmm… me parece muy aburrido quitarles el dinero…y si mejor apostamos un todo o nada… la peor mano entrega toda la ropa y si el que ya no tiene nada que dar, vuelve a perder se someterá a lo que la mejor mano con el concurso de los otros decidan las penitencias…

Chico: te estás escuchando, ¿cierto?

Panchi: estoy algo ebria y media tocada con la película, pero sí… me escucho…

Nano: -hablándome a mí- y que haremos si la que pierde es la niña???

Yo: qué me preguntas a mí??? Hasta donde sé, el nombre es lo único que le quedó de niña…

Panchi: gracias Cami… ya soy grande y bien mujercita como para asumir los alcances de mis palabras o las consecuencias de mis actos… y la verdad no creo que pase, pero si pierdo… pagaré…

Nano repartió las cartas ocultas. Luego, salieron un 9 para Carlitros, una J para el chico, un Kayser para Panchi, un 2 para Nano y un 8 para mí. Pidieron otra carta más, Carlitros, Panchi y Nano. Un 2 para el primero, un 4 para Panchi y un 6 para Nano.

Al mostrar los juegos resultó ganador el Chico con un 21 real y perdedora la Panchi con una Q, una K y un 4, pasándose por 3 del límite. De inmediato me pareció curiosa la audacia de Panchi, pues la idea del juego era solo no ser el peor y con las dos primeras cartas era casi obvio que no lo sería…

En cuanto mostró su juego, sonrió como si hubiese ganado, se puso de pie y con felinos y elegantes movimientos se desprendió de las tres prendas que traía encima. Volvió a sentarse. Justo antes de desvestirse, Nano levantándose también, encendió el resto de las luces para, como decía el lobo feroz de caperucita, verla mejor.

Panchi: -luego de más de 10 segundos de erótico silencio, mirándola con deseo en los ojos. Sonrió.- me subo a la mesa para que puedan verme mejor?

Chico: ya que insistes, -dijo y agregó estirando su mano, ofreciéndola.- por favor…

Para asombro y deleite de todos mi hijastra le aceptó la ayuda y se dejó llevar hasta quedar de pie en medio de la mesa, girando sobre su eje, lentamente. Luego de poco más de un minuto, de súbito espetó, -suficiente… ¿podemos seguir?

Sabía que con la película y los toqueteos había quedado prendida por lo que, caliente, la dejé explayarse con total libertad. Sus pezones erectos pedían a gritos ser chupados. Ahí estaba, hermosa, desnuda en medio de cuatro hombres mayores absolutamente excitados. Nano volvió a repartir.

A Carlitros le salió una J, al Chico un 8, a Panchi un 7, Nano un As y a mí un 10. Pidieron otra carta el chico y Panchi. Al mostrar nuestros juegos quedó de manifiesto que por un punto perdía el chico, pagando de inmediato la apuesta. A Panchi casi se le salieron los ojos con la gruesa y venosa verga de mi compa. Seguimos.

En las siguientes dos vueltas y a pesar de todos sus esfuerzos, perdimos sucesivamente Carlitros y yo. Panchi sin disimulo miraba cada verga con concentrada atención. En el siguiente turno Panchi volvió a perder. Quien debía sugerir a los otros la pena por ser el ganador era Nano.

Nano: que la acusada se ponga de pie… -obedeció- la sentencio a bailar como stripper para nosotros una canción a nuestra elección…

La música comenzó a sonar. El volumen de la TV, que pasaba otra película, se dejó en cero. La canción elegida tenía una duración de 8 minutos, los que danzó con erótica sensualidad hasta el último acorde.

Quedamos todos prendidos, las vergas erguidas, los ojos ávidos. Justo antes de tomar asiento, la mano de Carlitros la tomó con firme gentileza y sin decir una sola palabra, la dirigió hasta dejarla, sin oposición alguna, tendida mirando al techo, sobre la mesa, las rodillas flexionadas y completamente separadas. Una mano sobre un seno, la otra en su entrepierna, lascivia en los ojos. Los chicos me miraron. Asentí.

Carlitros: cariño… ¿nos dejas ayudarte???

Panchi: -me miró, asentí,- si… -dijo y cerró los ojos.

Sin más dilación, la rodeamos y comenzamos a tocarla, lamerla, chuparla, besarla y morderla por todo su cuerpo. A Panchi de inmediato se le puso la piel de gallina y se escucharon los primeros gemidos.

Nano besaba con pasión la boca y el cuello de una entregada Panchi. Carlitros y el chico se apoderaron cada uno de un seno mientras por mi cuenta, lamía y chupaba con ansias desde el clítoris hasta su redondo culo. Me detuve justo antes del orgasmo solo para penetrarle el coño con mis dedos corazón y anular e iniciar ipso facto un vertiginoso sube y baja.

Panchi: ah… por qué te detie… ay!!! Qué estás ha… aaaah!

Menos de medio minuto más tarde, mi hijastra, con mis dedos en su interior inmóviles, eyaculaba, mojando todo a su alrededor con sus abundantes y aromáticos fluidos. Sin darle respiro, menos de un segundo después, reinicié el mismo sube y baja y con la misma intensidad.

Poco más de 30 segundos después, Panchi iniciaba una serie de eyaculaciones que la mantuvieron en un lujurioso trance por el siguiente par de minutos. Durante todo ese tiempo y desde el momento en el que empezó, la chinita (en realidad su padre era japonés) como le comenzamos a decir, vocalizó la “a”, a veces entrecortadamente, a veces continua, aumentando y/o disminuyendo el volumen según la intensidad de la follada. Solo se detuvo a tomar aire, para de inmediato continuar como una suerte de válvula de escape.

En cuanto la solté (consiguió acabar 6 veces en total) Carlitros tomó mi lugar para de una con la boca y lengua ocuparse del clítoris y con sus manos del coño y apretado culito. Nano y Chico se afanaban en los senos de la china, mientras me dedicaba a besar su cuello y orejas y ofrecerle degustar sus propios líquidos vaginales.

Lamió, chupó y succionó mis dedos con un lascivo deleite. Ya no solo estaba entregada, sino que ya además se había convertido en una adicta a la lujuria y a la búsqueda del placer. Su generosa boca emitía sensuales quejidos. Los ojos cerrados, los puños crispados,

Yo: todo bien, hija?

Panchi: ah, ah, ah… -jadeaba audiblemente

Yo: tomaré eso como un sí…

Nos miramos con Carlitros y en un fugaz enroque nuevamente quedé entre las piernas de Panchi. Entonces, con la lengua comencé a comerme su delicioso clítoris. Lo lamía, succionaba y volvía a lamer para de nuevo succionarlo y así por un minuto.

Luego, tras insertar mis dedos en su coño y dejarlos quietos, con mi otra mano froté su clítoris de menos a más, aumentando la presión y velocidad del movimiento progresivamente. Al poco, Panchi se retorcía envuelta en el dulce placer del orgasmo.

Panchi: -impidiendo que la tocáramos con sus brazos- no me toquen por favor… Cami saca tus dedos por favor… no puedo seguir… por favor… ay! No! Ay! Ahhh! No-o-pa-a-a-re-e-e-ss…

Sin atender a sus iniciales y poco convincentes ruegos, con mis dedos dentro suyo volví al clásico sube y baja. Desde el principio fue aparentemente brusco y veloz. Luego de unos cuantos, la china abrió al máximo sus piernas, tomándoselas ella misma para mantenerlas así. Segundos más tarde, entre alaridos de lujurioso placer, eyaculaba una, dos, tres veces.

En cuanto acabó de expulsar fluidos por el coño, la tomé para ayudarla a darse la vuelta, quedando con sus piernas apoyadas en el suelo, el culo respingado y su cabeza ligeramente sobresalida por el otro lado. Aun jadeaba cuando le penetré con mi verga su húmedo coño y al mismo tiempo, Carlitros sin piedad hacia lo mismo por su generosa boca, iniciando una coordinada y feroz follada a dos bandas.

La verga de Carlitros ahogaba las expresiones vocales de Panchi que la mía le provocaba. Por unos cuantos minutos estuvimos así hasta que fuimos reemplazados por el Chico y Nano. Más o menos la misma cantidad de minutos estuvieron ellos. Lo hicimos de esa manera por dos vueltas.

Yo: -en la pausa del cambio.- estás cómoda, mijita?

Panchi: si…

Yo: -con la verga en su interior.- tienes un tentador y hermoso culito, hija… ¿puedo jugar con él?

Panchi: una vez lo intenté con mi novio, pero el dolor fue demasiado… y no quiero que se me corte la leche…

Yo: y si te prometo que casi no te dolerá… te prometo que paramos cuando tú digas… -asintió. Dirigiéndome al chico y tirándole un manojo de llaves, le dije,- ya sabes… corre… -luego a Nano que es el corpulento de nosotros,- la llevas en tus brazos, amigo por favor…

Panchi: me llevas al único cuarto de la casa cerrado con llave?

Yo: así es pequeña… ahora que los paños se han enfriado un poco… ¿quieres seguir de todas formas?

Panchi: quien dijo que los paños se enfriaron?

Nano: esa es mi chiquilla!

La puerta daba a una corta y oscura escalera hasta un descanso, luego la subida continuaba pero desde la entrada no se podía apreciar, pues desde el descanso, la escalera daba un recodo que imedía ver el final de ella desde el umbral.

Dieciocho escalones más terminaban en una gruesa y pesada puerta. Al traspasarla, se ingresaba a un cuarto de 8×8 metros ventilada por 4 menudas y rectangulares ventanas de 15×40 a pocos centímetros del falso cielo y una gran claraboya de 1.5×1.5 metros en medio del techo.

Desde la puerta se podía ver toda la habitación, pues se encontraba ubicada en el ángulo inferior derecho y desde allí se extendía hacia la derecha, de frente y la izquierda toda la visual. De este modo, a la izquierda de ella, dos metros antes de llegar al fondo, pegada a la muralla, se encontraba una cama tamaño King.

En la esquina opuesta y enfrente de la puerta, un jacuzzi para 6 personas. A los pies del albo lecho un pedestal adosado al suelo sostenía una delgada televisión de 50 pulgadas sobre una superficie giratoria. Así no importando el lugar de la habitación donde uno se encontrara, siempre no perdía de vista a las imágenes que pasaban por la TV.

Siguiendo la misma línea, al fondo siguiendo la forma de la esquina podía apreciarse un sillón pegado a la pared con tres cuerpos a cada lado. Al frente de él a dos metros otro igual casi cerrando un cuadrado perfecto. En medio una firma y baja mesa de centro con superficie de vidrio.

Cada rincón de la pieza estaba iluminado por lámparas de pedestal con la cabeza dirigible. Desde cada ubicación se podía controlar la intensidad de la luz. Sin embargo, el control maestro se encontraba al lado de la entrada. Además existía una luz central que alumbraba todo que se encendía cada vez que la puerta de entrada era abierta, manteniéndose así por el siguiente par de minutos, para luego apagarse.

Panchi: -en cuanto ingresamos- wow… que lindo está todo…

Yo: desde ahora en más, podrás venir cuando quieras…

Panchi: -a Nano- me puedes bajar, galán… -tras dejarla de pie a dos pasos de la entrada- todos dentro, frente a ella, excepto yo que estaba detrás, a centímetros de tocarle la piel.- gracias, Cami… trajiste a mamá acá, supongo…

Yo: con ella y por ella lo construí… desde que se fue, nunca más vine, excepto una vez por semana a limpiarlo… oye hija… aún quieres que sigamos?

Panchi: -tras una corta carrera saltó sobre la cama. Luego gateando llegó al centro para sentase con la espalda erguida, las piernas cruzadas, la mirada atenta y juguetona.- ven Cami… me prometiste algo sin dolor… quiero que cumplas…

Yo: -caminado con parsimonia hacia ella, sin sacarle los ojos de encima.- soldados… armas listas… -tomaron con una mano cada uno su verga- a sus puestos de batalla… ya tienen sus órdenes…

Entre las carcajadas de Panchi, los cuatro, no dejando de saludar en forma militar y con la verga en una mano, la rodeamos. Sin previo aviso la tomamos para dejarla a lo perrito, para, de una, afanarnos en el cuerpo de la hermosa hijastra que tenía. Carlitros y el chico, cada uno con un seno en la boca. El primero además, frotaba su clítoris con ganas. Nano besaba sus labios, cuello y nuca con concentrada pasión mientras me dedicaba con mis dedos en su coño, a darle un animal sube y baja. Las carcajadas, fueron risas, las risas sin mediar nada, se tornaron en gemidos los que antecedieron a los audibles y eróticos quejidos. Panchi iba a toda velocidad hacia un nuevo clímax, mezcla orgasmo y eyaculación que la dejó vuelta loca.

Los espasmos de su cuerpo aún no cesaban cuando al mismo tiempo, Nano por la boca y yo por el coño, comenzábamos a follarla lentamente. Luego de unas cuantas embestidas, el Chico y Carlitros se habían sumado ya cada uno a un lado. Esta vez era el segundo quien jugaba con el clítoris de Panchi.

Entonces, con la punta de mi dedo índice, lenta, tierna, consideradamente incursionaba en el ano de mi hijastra. Costó un poco más meterle dos dedos que llegar hasta el fondo con uno y follarle el culo con el clásico mete y saca, extrayendo por eso, roncos aullidos de lujurioso placer desde la garganta de Panchi.

Empero una vez que el culo de Panchi tuvo mis dos dedos dentro, comencé a aumentar la velocidad de la follada en ambos orificios. Los quejidos producto de un nuevo orgasmo fueron ahogados por la verga de mi compa Nano. En ese instante, de súbito me detuve y extraje bruscamente dedos y verga al unísono para, de inmediato, apuntar con el miembro al culo de Panchi y poco a poco, centímetro a centímetro penetrarlo.

Los primeros quejidos fueron más de dolor que placer, pero en cuanto el glande estuvo completo dentro, la situación cambió. El dolor fue reemplazado por el placer y éste al cabo por la lujuria. Luego de unas pocas suaves, pero insistentes embestidas más, entre calientes jadeos, el culo de mi hijastra tenía dentro toda mi verga.

Acariciaba sus redondas y brillantes nalgas cuando ella inició el mete y saca pausadamente al comienzo para ir aumentándolo en rapidez e intensidad, provocándose al poco un excitante orgasmo. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero al rato y después de varios orgasmos más de mi chinita, primero yo y segundos después Nano, eyaculábamos en su caliente interior.

Fuimos reemplazados por Carlitros y el Chico, los que desde el comienzo y por casi tres minutos la follaron salvaje y bruscamente. Los aullidos de lujuria se intercalaban con innecesarias arengas por parte de la china, tales como, eso… fóllenme más fuerte o así… quiero que me partan en dos…

Antes de acabar, decidieron detenerse e intercambiar de lugar. De ese modo, cada poco más de un par de minutos, se cambiaban de lugar solo para reiniciar el polvo tal cual iba. Es decir, gentilmente brusco. Así estuvieron por casi 20 minutos hasta que el chico le bañó los senos y la cara mientras Carlitros le llenaba el palpitante, depilado y delicioso coño.

Panchi: -acostada mirando al cielo, apoyando su peso en ambos codos. El semen aún le colgaba en senos, la comisura de sus labios y barbilla en espesas gotas- qué follada he recibido… Cami… a mi mamá…

Carlitros: escucha Panchi…

Yo: si le vas a contar que sea todo y en el jacuzzi…

Carlitros: -ya acomodados en el jacuzzi. Panchi lavada y apoyada en mi dorso, las piernas estiradas- cabros, corríjanme si me equivoco o me falta algo… Al tercer año de matrimonio entre tu mamá y Camilo, el Chico y yo la descubrimos engañando a nuestro amigo. En ese mismo momento la encaramos, exigiéndole que le contara a su marido. Luego de rogarnos por largo rato, accedimos a que lo hiciera a su manera dentro del plazo de tres meses con la promesa que no seguiría siendo infiel.

Cuento corto. El último sábado de ese mismo mes, para asombro de todos los presentes, se sinceró con su esposo delante de nosotros como testigos argumentándole que llegaba un momento en el que la calentura era más poderosa que su juicio y por eso lo hacía, arrepintiéndose cada vez que lo repetía para luego sin darle tiempo de pensarlo agregó, si tú permites que sus sábados sea la puta de tus amigos y tuya, nunca más te seré infiel.

Al cabo de unos cuantos sábados fuimos invitando de a una a cada una de nuestras esposas, pero ninguna le pudo seguir el ritmo a la insaciable… Desde hace años que no nos pasaba esto…

Nano: todo terminó cuando por casualidad la sorprendí saliendo de un motel con dos tipos y al no ver a Camilo, lo llamé y quedó la grande…

Panchi: -todo el relato le estuve acariciando y apretando sus senos.- He vivido en mentiras… mi mamá me dijo que te dejó por golpeador… y antes de esta noche, mis parejas anteriores me dijeron que no era caliente… y les creí… y resulta que ahora en lo único que puedo pensar es en por qué razón todas estas vergas erectas no están follándome…

Sin más que decir, me puse de pie y con la ayuda de Nano, alzamos a la chinita caliente y lentamente por su dilatado culo se comió mi verga. Segundos después de acomodada, Nano introdujo la suya por el coño para iniciar un furibundo sube y baja a dos pistones con la estrella del show como el jamón del sándwich.

Al cabo de unos minutos, en el aire se la pasamos al Chico y Carlitros y de la misma manera le dieron por otro rato. Dos vueltas más por cada pareja de vergas se dio la traviesa chinita, tiempo durante el cual alcanzó varios clímax. Cuando nos cansamos de esa forma, Nano la llevó en andas hasta la cama, mirándole la espalda y la verga ensartada hasta en fondo en su culo.

Panchi: -siempre con la verga de Nano incrustada.- que rico… no sé qué me pasa, pero por favor les pido no se cansen pronto de reventarme todos mis agujeros… ahhh… Cami, por qué estoy tan caliente…

Yo: -luego de mirarnos entre los cuatro amigos y sonreír.- mi humilde opinión, cariño es que lo caliente y puta lo llevas en la sangre y nadie antes te lo había despertado… te gusta?

Panchi: -meneando ella su culo ensartado- muchísimo…

Yo: entonces hija… mi recomendación es que lo disfrutes…

Entonces Nano, siempre con mi hijastra en vilo, tomó asiento en el borde, se tiró hacia atrás llevándosela con él para luego ubicarme en medio de sus abiertas piernas y penetrarle su delicioso coño. Sin invitación Carlitros le penetró la boca, acoplándose de una al ritmo impuesto por Panchi en persona. Unos segundos después de coordinadamente follarnos a la chinita a tres vergas, el chico se nos unió, ofreciéndole la suya para que con la mano la masturbara.

Por cada orgasmo en el que sucumbía Panchi, nosotros, en el sentido de las manecillas del reloj, rotábamos, cambiando de orificio que tapar. De ese modo, como nunca lográbamos alcanzar el ritmo para acabar, nos follamos a la china cochina como cariñosamente la apodé, por todos sus agujeros en diversas poses por varias horas seguidas.

Al medio día siguiente, mientras desayunábamos los dos solos. Desnudos sentados a la mesa. Comíamos con avidez y cada vez que nuestras miradas se encontraban, una luminosa sonrisa destellaba en su exótico rostro.

Yo: oye Panchi… ¿sentiste vergüenza en algún momento de anoche?

Panchi: de hecho estuve muerta de vergüenza hasta cuando me di cuenta que descubrías mis senos no para ti, sino para ellos… ahí la calentura pudo más y terminó anulando mi sentido común… Sin exagerar, Cami, desde ese instante mi cuerpo quiso entregarse a la lujuria y no lo hice antes porque ustedes se dejaron perder…

Yo: el burro hablando de orejas…

Panchi: jejeje… te amo, Cami… te puedo pedir un favor?

Yo: dime… -le dije sonriendo con ternura.

Panchi: podrías follarme como lo hiciste con Francis aquel gritado domingo…

Yo: tomándole la mano y guiándola para dejarla sentada sobre mi verga. La espalda erguida, los pezones erectos.- nunca pensé diría esto, pero… –tomándola de las caderas e iniciando un cadencioso adelante y atrás. Comenzó a gemir.-en fin… ahí va… siempre pensé que después de tu madre nunca más me volvería a enamorar y resulta que llegaste tú…

Dieciséis meses después de esa noche, Panchi nos sigue acompañando el último sábado de cada mes y no pasa noche en la que no caliente nuestra cama. Todas y cada una de las tertulias han sido memorables, pero si les gustó esta historia y ustedes así lo quieren, les puedo relatar dos, tal vez tres aventuras de antología que mi hijastra nos hizo vivir.

Como cuando, entrado el invierno, un día nublado, en una playa del litoral central semi desierta por la cual paseábamos los 5, de pronto se detiene delante de nosotros para decirnos que si no la follábamos, en ese mismo instante, al menos una vez cada uno, nunca más sería nuestra puta. O de la vez en el supermercado que se paseó sin calzón con un corto y ajustado vestido y al ser sorprendida por el guardia no encontró nada mejor que irse con él y conmigo al estacionamiento y ya saben…

Hasta entonces…

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