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El jefe de mi esposo
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Tiempo de lectura: 23 minutos

Hola soy Ishtar tu hotwife favorita, la siguiente experiencia sexual que te voy a contar la viví con el jefe de mi marido, fue encuentro sublime, sin más preámbulo comenzamos. Mi esposo Joel, es un apasionado de los negocios, aunque a veces abusa de su trabajo y de su obsesión por el dinero, prueba de ello, es el día de nuestro aniversario 25, prefirió ir a cerrar un negocio, prometiendo volver y dejándome sola, como la hotwife que soy, para calmar mi lujuria termine follando con mi suegro Ezequiel. Por lo tanto, si mi marido me descuidada, y yo siendo una cougar ardiente, continuaba con mi infidelidad, apareándome como una Leona con cualquier hombre que se me pusiera en frente o encima de mí.

En los últimos meses, me descuido y la situación se agravo. Porque, un nuevo jefe, llamado Anubis, tomo la empresa, y mi marido estaba muy ocupado en su trabajo porque se hallaba en competencia con otros gerentes para una subdirección y eso a mí marido le preocupaba y absorbía todo su tiempo y pensamiento, pues un ascenso como ése nos cambiaría totalmente la vida, comprar otra casa, cambiar de autos, viajar, ahorrar, en fin, otro nivel. Un día llegó después de una larga jornada de trabajo, yo le esperaba muy coqueta con una bata china muy cortita que al menor movimiento le mostraba todo, me levanté a recibirlo y dándole un beso le quité su saco y corbata sobre el sillón e inclinándome para ofrecerle unos tacos que preparé, le mostraba mis nalgas apenas cubiertas por mi tanga roja transparente. Pero él venía muy cansado y nervioso porque tenía que irse temprano para presentar un nuevo proyecto con el que seguramente, si todo se daba bien, obtendría el anhelado ascenso, así que mis planes para esa noche se veían frustrados.

Pasaban los días y la tensión y nerviosismo de mi marido aumentaba ya que Garces, otro de los gerentes había cerrado un buen negocio que generó una sustancial ganancia a la empresa y el director de área lo tenía en muy buena estima según me decía mi marido que continuamente los veía comer juntos. Le dije que no se preocupara que ya habría otra oportunidad si no salía en ésta. Pero lo veía tan ilusionado y a la vez abrumado por ello. Pasaron los meses y se llegó el aniversario de la empresa, nos arreglamos muy bien pues queríamos dar una buena imagen a los ejecutivos de la empresa y sobre todo a los directores de área y en particular al jefe Anubis, que era el que tomaría la decisión sobre quién sería el próximo subdirector de área.

Me arreglé muy bien, me puse una tanga casi transparente con solo una flor cubriendo mi monte de Venus, unas medias transparentes con silicón y un vestido azul strapless en forma de V que hacía resaltar mi exquisita silueta. Llegamos al salón nuestra mesa quedaba muy cerca de la mesa principal así que mi marido y yo antes de sentarnos fuimos a saludar algunos gerentes, socios y al jefe don Anubis. Cuando llegamos quede boquiabierta, pues no era el clásico propietario de avanzada edad, todo lo contrario, era un joven maduro aproximadamente de 30 años, alto, guapo, moreno claro, atlético, gallardo, vestía muy elegante, muy educado, al verme, se levantó y besó mi mano al saludarme, un placer conocerla señora. Qué guapa mujer tienes Joel, te felicito y apretó ligeramente mi mano haciéndome estremecer. -Gracias, dije sonrojada- Posteriormente, nos fuimos a nuestra mesa, me quité el abrigo quedando mis hombros descubiertos, mi marido me sirvió un whisky y platicábamos muy amenamente con los demás comensales de nuestra mesa. Francamente había muchas mujeres guapas y más jóvenes que yo.

Mi marido comenzó a beber, pero le advertí, Joel, conozco tu afición a la bebida, por favor modérate, si haces algún espectáculo, prácticamente perderías la oportunidad de competir por el puesto de subdirección, él lo comprendió, bebió moderadamente y decidimos bailar, después de varias piezas, nos sentamos y vimos como la esposa de Garces, quien es joven, alta, rubia, excelente cuerpo, estaba muy acaramelada con Anubis, mi marido, dijo: desgraciado Garces, mira que dar a su esposa para obtener el puesto, yo nunca haría algo así- en mi mente, paso ese dicho que dice: “nunca digas de esa agua no he de beber” vi ligeramente molesto a mi marido, cuando el señor Anubis, y el matrimonio Garces, sonreían, era evidente que el obtendría el puesto, ya fuera por su trabajo o su esposa, mi marido comenzó a beber un poco más, no quise decirle nada, era una forma de sobrellevar la decepción que tenía.

Minutos mas tarde el jefe Anubis, llamo a varios empleados, es decir a los aspirantes a la subdirección, y los sentó en la mesa, mi marido quedo dando la espalda al centro de la pista, a los pocos minutos se acercó el gerente Alcoba, era maduro de mi edad y estatura de 1,70, poco agraciado. Quién ni tardó ni perezoso me pidió permiso para bailar conmigo y sin poderme negar fui a la pista con él. Comenzó una salsa muy movida y me sabía llevar muy bien, aunque no podía yo abrir bien el compás por lo justo de mi vestido entonces los giros comenzaron a ser más lentos y con ello aprovechaba para colocar su mano más debajo de mi cadera tocando mi nalga a cada momento y algunos roces en mis senos. Terminó esa pieza y comenzó una balada lenta, yo me iba a salir de la pista, pero me detuvo diciendo: bailemos ésta más lento, así nos recuperamos dijo esto, mientras miraba mis senos, yo seguí su mirada y mis pezones se notaban erguidos y duros tras mi vestido, opté por hacerle caso… no podía ir empitonada a la mesa. ¡¡¡Me estaba excitando mucho con su pene rodando mi pubis y piernas al moverse tan pegado a mí y sus dedos pasando discretamente entre mis nalgas cuando me giraba uuuff me tenía muy mojada, tanga se me pegaba de lo húmeda que la sentía!!!

De inmediato me atrajo hacia él poniendo mi mano con la suya en su pecho y pegando éste a mis senos, su mano colocada en mi cintura me pegaba más a él, su pene comenzó a crecer rodando mi pierna y con los movimientos propios del baile al ser casi de mi tamaño rosaba mi pubis dándome placer, respiraba profundamente y apretaba mis labios para no gemir, ¡¡¡se sentía tan bien!!! Y me empezaba a humedecer muy rico. Afortunadamente terminó la pieza y me llevó a mi mesa, tome un buen sorbo de mi bebida. Anubis, continuaba hablando con sus empleados, al verme sola, el señor Alcoba, me invitó un cigarrillo, que acepté por el fresco que hacía y al exhalar el humo, dimos vuelta llegando al final del balcón quedando en la penumbra en una especie de recodo, me abrazó y besó mi cuello, quise separarlo primero, pero comenzó a acariciar mis senos sin dejar de besar mi cuello, dos de mis puntos más sensibles!!! Mis pezones se endurecieron respondiendo a sus caricias. Oohh señora cuánto te deseo!!! Y casi echándose sobre de mí, fue besando mi pecho hasta mis senos y bajando un poco el cierre de mi vestido los liberó y comenzó a chupar mis pezones, su miembro presionaba mi entrepierna, sus manos recorrían mi cuerpo por los costados y subía mi mini vestido.

¡¡¡Una ráfaga de aire surcaba por mis piernas y su hábil mano acariciaba mi vagina sobre mi húmeda tanga, pasaba su dedo entre mis labios vaginales haciéndome suspirar… Qué mojadita estás preciosa!!! Escuchamos unos pasos, y subimos rápido las vestimentas, yo me dirigí al baño, a enjuagarme y bajarme la calentura, los baños eran de un tocador común, al estarme lavando, sentí al señor Alcoba, me dijo: tranquila, Ven vamos al baño, no, dije, pero con su fuerza me metió al baño de hombres y nos encerramos en un sanitario, apago la luz, y busqué sus labios con mi boca y nos fundimos en un apasionado beso, sus manos recorrían mis nalgas y piernas, sus pantalones cayeron al suelo, bajo el vestido y dejo mis senos al descubierto asimismo, me subió el mini vestido hasta la cintura y haciendo a un lado mi tanga me lo metió de una sola estocada que me hizo gritar y gemir de placer aashgy. Ahhh!! ¡¡Lo abracé fuerte y el comenzó a embestirme duro!! No te vayas a correr dentro por favor… ¡¡Le dije y acoplé mis movimientos a los suyos… que rico!! ¡¡Me sentía llena, al fin toda mi tensión sexual se iba relajando conforme me penetraba!!

Besaba mis desnudos senos, chupando y mordiendo levemente mis pezones, su pene se deslizaba una y otra vez dentro de mí, yo volteaba esperando no ver a nadie que llegara hasta donde estábamos y el seguía embistiéndome con ganas y diciendo: desde que llegaste me paraste la verga, muy duro, te he deseado señora, y me daba bien duro logrando que alcanzará mi ansiado orgasmo!!! Mientras me cogían, se escuchaba hablar al jefe Anubis, anunciando al nuevo subdirector, el señor Garces, a los otros dos gerentes, y a sus socios, continuamos varios minutos así, algunos caballeros ingresaron al baño, y murmuraban pues era evidente que en el baño, había una pareja cogiendo, la adrenalina me ponía más cachonda, después el señor Alcoba, aceleró sus embestidas penetrándome profundamente una y otra vez para después salirse de mí, se lo cogí y masturbe dirigiéndolo a un lado para no mancharnos, quería que eyaculara afuera, pero el cabron no quiso y me dijo: no señora puta, mi semen es sagrado y eyaculo en mi, aaaa me vengo, acaricié sus testículos hasta que dejó de eyacular, me besó y subió mi tanga, la cual se llenó de leche, acomodé mi vestido y me fui al salón en lo que él recogía su saco.

Me dirigí directamente al tocador, me enjuague la cara y me asee un poco, una chica me prestó su labial y me fui en busca de mi marido que estaba en otra mesa con Anubis y dos ejecutivos que no conocía. Mi marido tenia el rostro desencajado por no obtener la subdirección y yo me sentía algo culpable, que mientras el recibía esa noticia, a mi me estaban cogiendo. Mi esposo al llegar a mi mesa, me pidió que nos retiráramos, así lo hicimos, por educación nos despedimos, de Anubis, el señor Garces, los demás ejecutivos, y el gerente Alcoba, quien dijo: un gusto conocerla señora. Durante el transcurso a casa, no cruzamos palabras, mientras el olor a semen, se manifestaba, y mi vagina pegada a mi tanga por el semen, llegamos a casa, y mi esposo, se dirigió a dormir, yo tuve que lavarme la vagina, y después me acosté, sin embargo, mi esposo me dio la espalda, lo que me hizo, sentirme menos culpable por haberle sido infiel en la fiesta de la empresa.

Así transcurrieron los siguientes meses, cuando pasando semana santa, una tarde noche mi marido llego, asustado y con miedo, Verónica ven: que pasa amor, respondí, cometí un error y le hice una pérdida de 500.000 dólares a la empresa, quede atónita, mi esposo, continuo, me van a demandar, además Garces, al ser el subdirector, y como competí con él, por la subdirección seguro que se vengara, trataba de tranquilizarlo, pensaba en como ayudarlo, vender la camioneta, y casa, últimamente el dinero que obtengo como meretriz por mis encuentros han disminuido, porque he cogido como puta pero gratis, teniendo encuentros casuales con el mecánico, albañil, vecino, etc. Por lo que no obtuve ingresos. El celular de Joel, no dejaba de sonar era su jefe Anubis, pero mi señor no respondía, mencionaba ahora está en su departamento de Centro Histórico, vendrá por mí, no tardara, le dije mi amor, yo te voy ayudar, “no, Verónica, estoy perdido, voy a perder el patrimonio de la familia” “le dije, confía en mi” subí a la recamara, abrí mi closet, y me puse aquel mini vestido rosa, con el que fui cogida por mis yernos (ese relato ya lo conté) es muy pegado demasiado sensual que resaltaba mi figura, dejaba mis hombros al descubierto pero tiene mangas largas, cruzado del cuello, y deja la espalda descubierta, me puse una tanga rosa y tacones del mismo color dejaban descubiertos mis dedos, cabello suelto, uñas y labios rojos, era un verdadero manjar de Dios.

Sali de la recamara, iba bajando las escaleras, cuando mi marido, dijo: por amor de Dios Verónica luces espectacular, se le caía la saliva del solo verme, me cuestiono, nunca te había visto ese mini vestido, ¿Cuándo lo compraste? Y ¿Por qué no lo has usado?, sonreí, era una sorpresa para Navidad, pero ya no lo use, y en mi mente dije: ya lo usé con tus yernos, cuando me cogieron muy rico en nuestro lecho matrimonial. Mi esposo Joel, entendió el mensaje, para salvarlo, tendría que ir a coger con el jefe Anubis, y las palabras que había dicho sobre como obtuvo Garces la subdirección gracias a su esposa, parecían hacerle eco, y tener que tragarse sus palabras, ahora era su esposa la que lo salvaría. Me dijo: no, amor, no Verónica, no lo hagas, Le dije no tenemos opción, somos un matrimonio, tus problemas son míos, tengo que irme, dame la dirección del departamento de Anubis, me la dio y me despedí con un beso apasionado.

Al llegar aquel departamento, era de lujo, toque el timbre, supongo que me vio por la cámara y por el interruptor, me dijo adelante señora, ingrese, estaba vestido elegantemente, traje de color negro, zapatos, del mismo color, tenía un porte y presencia única, a pesar de su juventud era un hombre y empresario en toda la extensión de la palabra. Al entrar pude notar que le encanto la forma en que iba vestida. Fui directa, y le mencione: vengo por el problema de mi marido y me dijo: es muy grave, señora, tiene que pagarme o procederé legalmente. Le dije denos una prologa, venderemos nuestro patrimonio, pero ténganos paciencia, vamos a perderlo todo, entiéndanos jefe. El replico, no señora, negocios son negocios, Joel, me paga o se atiene a las consecuencias. Me levante y le dije: -¿Hay algo que pueda hacer para hacerlo reflexionar sobre su decisión, jefe Anubis, En ese momento levante mi vista fijamente hacia él, y me miro sorprendido, me dijo: ¿piensas pagarme con sexo, no mi amor, he tenido miles de mujeres, hermosas y jóvenes, porque crees que elegí a la esposa de Garces, ufff? Esa mujer es una delicia.

En consecuencia, entendí que no sería fácil, que mi exquisito cuerpo no bastaría para saldar la deuda, era un hombre acostumbrado a las mujeres jóvenes, hermosas y buenas. Por lo tanto, le dije hagamos un trato, le pagare con cuerpo y dinero, él se sorprendió, reflexiono y después de unos minutos, -dijo si acepto, pero ambos firmaran un contrato de confidencialidad, de lo contrario procederé legalmente en contra de tu esposo y no tendré compasion. No tenia opción, por lo que termine cediendo, en ese momento mi lujuria me hacia sentirme una puta pero que salvaria su patrimono. El jefe de mi marido saco su laptop comenzó a escribir, y despues imprimió la siguiente hoja, literal, dice lo siguiente:

“A partir de ahora, la señora Verónica Flores, se referirá al Licenciado Anubis Mendieta, como -Mi amor, mi vida- cada vez que lo vea y este a su vez se podrá dirigir a ella como -Puta, Zorra, Piruja, perra o cuanto sobrenombre obsceno que él quiera, ella estará obligada a hacer todo lo que él quiera que haga durante el sexo, como posiciones sexuales, lugares para tener sexo, sexo vaginal, anal y oral y masturbación. ella deberá decir lo que el le indique que diga durante el sexo sin rezongar. Durante la eyaculación el podrá venirse dentro de su vagina, su ano y su boca, además sobre su cara, sus senos, su espalda, su abdomen, su pelvis, sus nalgas y sus piernas. Ella deberá limpiarse o no el semen en su cuerpo según se lo indique el, y si eyacula en su boca de igual manera deberá tragarlo o escupirlo según las indicaciones de él, ella estará expuesta a fotografías y videos que él quiera tomarle, donde quiera tomarle y como quiera tomarle el, y podrá pedirle que ella en su casa o trabajo se tome un video masturbándose, además de audios diciendo lo que él quiera que ella diga, materia del cual él está comprometido a guardar solo para su uso personal, el podrá rayarle cualquier tipo de palabra o dibujo obsceno que él quiera”.

Ella tendrá que usar la ropa destinada para los encuentros sexuales con él, lo que incluye faldas cortas, ligueros, tangas, cacheteros, blusas cortas, legins, cualquier tipo de pantalón con un agujero en el área genital o en su defecto y si son ordenes de él tiene que presentarse sin ropa interior o solo vistiendo una gabardina. Además de que él podrá quedarse cualquier prenda de ropa de ella si así lo desea, en el caso de que él decida quedarse con una tanga de ella y usarlo para eyacular ahí y después le pida que lo use, ella deberá usarlo sin importar que esté seco o fresco el semen. Cabe aclarar de que en caso de que no cuente con alguna prenda de vestir solicitada por el, sera obligación del empleado Joel comprársela.

Otra de las actividades que ella está obligada es acatar la masturbación, el podrá masturbarse viéndola y frente a ella, podrá pedirle que ella lo masturbe, el podrá masturbarla a ella y podrá pedirle que ella se masturbe para su entretenimiento. Además, él podrá pedirle a ella que baile para el antes o después de tener relaciones sexuales, podrá indicarle si desea o no que se quite la ropa y ropa interior. Si el desea se lleve a cabo un trio o gangbang, ellos deben aceptar sin excusa y ella podrá ser penetrada por todos los hombres que participen al mismo tiempo por cualquiera de sus hoyos cabe aclarar que el hombre extra será únicamente su esposo Joel con posibilidad de que alguno de los dos adhiera a un extra desconocido. Joel podrá presenciar, todo tipo de actividad sexual que ellos lleven a cabo. En pleno uso de sus facultades, ambas parten aceptan los términos de este elaborado contrato, la deuda de 500 000 dólares, del señor Joel Arriola, será saldada en un tiempo a dos años, asimismo, se le otorga al señor Arriola, un incremento del 20 % en su sueldo.

Al terminar de leer el contrato quede atónita, pero a la vez satisfecha, sin duda el jefe Anubis, era un señor de negocios hasta para coger. Sin embargo, las actividades que me pedía, no serían difíciles de llevarlas a cabo, porque mi vida sexual, abarca todas las formas, posiciones que estipulaba ese contrato, además he practicado trios, gangbang, me trago el semen, lo único nuevo era follar frente de mi esposo, que sea un cornudo espectador, pero tendría que aceptar con tal de no irse a la ruina, y además obtuve un incremente en su sueldo. Acepte, firme y brindamos con un coñac, para después fundirnos un beso.

Bien puta, tu labor empieza hoy, me apoye en su brazo y rodeando mi cintura me llevo a su cuarto, y comenzó a masajear mis piernas, sintiendo una gran excitación con su masaje. Sentir sus manos fuertes en mis muslos me relajó y a la vez me fue excitando y al parecer a él también ya que se le notaba un gran bulto, se dio cuenta que le miraba ahí y dijo sonriendo: no lo puedo controlar, son cosas que pasan… me reí también y ya no hicieron falta palabras, se me acercó y besó mis labios. Puse mis manos en su pecho y apreté mis labios, él siguió besándome… lo hacía tan bien que abrí mi boca y su lengua penetró en ella, puso sus manos sobre mis senos y los acariciaba como si los moldeara, rodeé su cuello y nos entregamos a liberar toda la tensión sexual acumulada. Me recosté en la cama y él se puso sobre de mí entre mis piernas y nos besábamos con pasión. Verónica cuánto te deseo, desde el día de la fiesta de la empresa… y comenzó a besar mis hombros y después a besar sobre mi vestido mis senos muy ricos ahhh, suspiré al sentir sus labios sobre mi pezón. Se quitó su camisa y qué delicia sentir su abdomen marcado.

Posteriormente, nos besamos muy ardientemente mientras acariciaba su miembro, el cual se sentía muy duro. En consecuencia, me dirigí a bajarle el pantalón, al hacerlo un calzón negro donde se marcaba un tremendo miembro, como una buena puta, me los restregué en mi cara, después al quitar el calzón, salió un miembro grande, gordo, depilado, cabeza de hongo y sin prepucio. Me acerqué a su miembro erecto, lo tomé con una mano y lo metí en mi boca; tenía buen olor y sabor y empecé a chuparlo como solo yo sabía hacerlo. ¡Ah que rico mamas puta!, me dijo con una sonrisa en su rostro. El jefe de mi esposo bajó una mano y la colocó sobre mi cabeza, no me empujó, solamente seguía el ritmo que mi cabeza llevaba al mamarle su gigantesco pene. Durante un rato se la estuve chupando hasta que él me ordenó detenerme. Me dijo: puta, sirve un whisky, así lo hice y bebimos, mientras acariciaba mis senos, después de tres rondas, el se puso de pie, y yo sumisa me hinqué para continuar con la felación. Volví a meter su duro miembro en mi boca y de nuevo lo mamé.

Conforme pasaba el tiempo iba devorando el pene de Anubis, me cabía completo por unos segundos, se escuchaban estos ruidos; aaaa, aaag, yo tosía al sacar ese falo enorme, después lo mamé y lo acaricié con una mano, bajando hasta sus huevos; y me dijo; con tu otra mano mastúrbate perra, asi lo hice, con mi otra mano me daba auto placer metiendo tres dedos hasta el fondo de mi vagina la cual estaba tan mojada que entraban y salían con facilidad. Así me estuve un buen rato y luego tomé mis tetas y puse su pene en medio de ellas y lo masturbé de esa manera; el jefe de mi marido se agarraba la cabeza, loco de placer. Subi la intensidad de las mamadas, pero él muy astuto, me sujetaba la cabeza y después de un rato, cuando sentía que se iba a venir, me jalaba con fuerza del cabello para alejarme y que dejara de chuparlo; se esperaba unos segundos y diciéndome: “¡sigue mamando puta!” me empujaba para continuar con la felación. Me hizo detenerme unas cuatro veces; en una de esas me dijo: “quiero disfrutar de tus mamadas lo más que se pueda mamacita, me encanta como la chupas y quiero tener una gran venida y que te tragues toda mi leche” y me hacía seguirlo chupando; a veces me empujaba hasta el fondo, con su miembro llegando hasta mi garganta y me sostenía con fuerza la cabeza, sin importarle que yo manoteara porque sentía que me ahogaba; cuando eso pasaba, él me decía: “¡aguanta putita, aguanta, siente mi verga como te llega hasta el fondo; trágatela toda puta barata!”.

Después de unos momentos de estar chupando el pene, Anubis me tomó del cabello y me hizo detenerme. Me dijo: “espera puta o me voy a venir”. Me detuve, aunque no quería y entonces él me dijo: “ve a la cocina, trae un plato de sopa y fruta”. Obedecí en silencio, y fui a la cocina por mi comida. Cuando regresé con mi sopa el joven maduro me tenía otra sorpresa. Cuando coloqué mi plato en la mesa me dijo: “No, espera, no vas a comer ahí” y se levantó de su lugar. Fue por una pequeña maleta que estaba en su armario y que yo no había visto; la abrió y sacó un collar de cuero para perro con una cadena y también sacó un plato de los que sirven para darle de comer a los perros. Yo miraba asombrada y pensé: “¡Oh no, me va a humillar haciéndome comer en ese plato como perra!” Y no me equivoqué; el infeliz viejo se acercó a mí y me entregó el collar de perro; solamente ordenó: “póntelo”. Yo me le quedé viendo y estuve a punto de reclamarle y negarme, pero ya había firmado un contrato aparte de que ya estaba ardiendo de lujuria. Tragué saliva y tomé la correa con el collar, lo abrí y me lo coloqué en el cuello. Luego mi semental me dio el plato de perro y me dijo: “pon ahí tú la sopa”. Iba a comer cuando el mandamás de mi esposo me dijo: “¡Al suelo!” Entendí su orden, y aunque me enojaba mucho, me aguanté el coraje, tomé el plato de perro y lo bajé al suelo.

Anubis había tomado la correa del extremo opuesto al collar y me jaló como ordenándome que me bajara a comer. Le seguí el juego y me coloqué con las rodillas y las manos en el piso y me empiné para comer como perra. Iba a meter la cara en el plato de perro para sorber la sopa. Cuando dijo espera puta, y comenzó a orinar, me ordeno, tu también hazlo, me hinque hice a un lado mi tanga y salió orina de mi vagina. Mi dominador, que se había sentado en una silla sosteniendo el extremo de la cadena sonreía mientras me tomaba fotos con su celular y me dijo: “Haz como las perras, saca la lengua para tomar la sopa”. Aguantándome la humillación y el coraje hice lo que él quería, comí como perra lo cual para un humano es sumamente complicado. Después tuve que meter la cara en el plato de perro para sorber la sopa llena de orines. Cuando senti un fuerte golpe en mi cabeza, me estaba empujando con su pie, literal sentía ahogarme, me dejo varios segundos los cuales fueron eternos, nunca me habían humillado asi pero me sentía excitada, era una sensación extraña. Cuando por fin terminé la sopa, me acarició la cabeza como se acaricia a los perros, se levantó de la silla y me dijo: “buena chica, vamos por tu guisado”, entonces yo, que no quería seguir con ese juego le dije: “ya no tengo hambre”. Él se me quedó viendo con cara seria y me dijo: “no te estoy preguntando su tienes hambre perra, te estoy diciendo que vayas por tu pinche comida”.

Cuando llegamos a la cocina, él se detuvo junto a la estufa y se asomó a la cacerola en donde estaba un guisado. Colocó el extremo de la correa en su muñeca y tomó un pedazo de carne de la cacerola, lo partió con sus dedos y me dijo: “¡siéntate!”; yo me iba a subir a una silla y entonces Anubis hizo cara de desesperado y me dijo: “¿eres estúpida o qué? ¡como perra! ¡Eres mi perra hasta que yo te diga! ¿entiendes?”. Bajé la mirada y asentí con la cabeza; me senté como él quería, con las piernas debajo de los muslos y coloqué mis manos en mis rodillas; entonces él colocó sus manos a los lados y me dijo: “¡así!”, obedecí colocando las manos dobladas a los lados, se acerco y me dio unas cachetadas, despues, estando como perrita y Anubis me arrojó el pedazo de carne y me dijo: “¡atrápalo!”; yo abrí la boca, pero no pude atrapar la carne, que cayó al suelo; entonces él se rio burlonamente y dijo: “¡Ah de veras, lo que tienes de sabrosa lo tienes de pendeja!, a ver ahí va otro, ¡atrápalo!”; de nuevo abrí la boca, pero el pedazo de carne me pegó en la mejilla y cayó al piso. “¡Jajaja, estúpida, abre bien el hocico!” y me arrojó un tercer trozo de carne; este si pude atraparlo con la boca y lo mastiqué mientras él me acariciaba la cabeza y me decía: “buena perra, ya vas aprendiendo”. Al tiempo que me daba una bofetada, nunca me habían humillado de esa manera, sentía fastidio pero también una especie de excitación era una combinación mortal. Un juego que me prendía, sentirme una perra. Luego tomó un trozo de carne y lo tiró al piso y me ordenó: “¡anda, come!”. Casi no podía contener mi enojo, pero obedecí; me empiné para comer la carne como perra dándole la espalda a mi dueño.

A los pocos segundos sentí como el jefe Anubis subia mi mini vestido y bajaba la tanga hasta los muslos; supe lo que venía y de inmediato sucedió; sin ninguna preparación previa colocó su duro miembro en la entrada de mi culo y empujó, penetrándome con fuerza. “¡Aaaauch!”, grité al sentir la salvaje penetración y entonces mi semental dijo: “¡Eso es, aúlla como perra, puta!” y empezó un mete-saca salvaje en mi pobre culo, masacrándolo. “¡No hay me duele, piedad por favor!”, gritaba yo sin parar por la salvaje penetración, mientras ese joven maduro disfrutaba a más no poder. “¡Haz como perra puta, haz como perra, aúlla!”, me ordenó el jefe. Yo, con el dolor que me causaba no quería obedecer, pero entendí que sería mejor cuando empezó a pegarme con la propia cadena en las nalgas y me gritó: “¡Qua aulles te digo, perra!” “¡Aaaau!”, grité, tratando de imitar a una perra siendo cogida por los perros. “¡Eso es, eso es, eres mi perra puta, eres mi perra!”, me dijo mi semental mientras me cogía con fuerza y sin piedad. Fueron varios minutos de inmenso dolor que tuve que soportar hasta que de repente mi semental dejó su miembro dentro de mí, al cabo de unos minutos saco aquel miembro y me dijo: “limpia todo, esperas a que te llame y vienes perra”. Obedecí, me subí la tanga, bajé mi minivestido me levanté y limpié todo el batidillo que había quedado, sosteniendo la cadena que colgaba del collar que tenía en el cuello.

Cuando terminé de limpiar, ya empezaba a oscurecer y me senté a esperar a que “mi amo” me llamara; tardó unos diez minutos y me llamó; fui a su sala, en donde estaba el jefe de mi esposo sentado en una silla; me acerqué y él tomó la cadena que colgaba de mi cuello; se levantó y me dijo: “sígueme”; yo empecé a caminar detrás de él y entonces se detuvo y mirándome fríamente me dijo: “¿eres estúpida o qué? ¡como perra!”. Entendí que quería que lo siguiera en cuatro patas y me humillé haciéndolo; el infeliz de mi semental me condujo hasta su recámara; entramos y me dijo; eres una buena puta me dio cachetadas y me quito la correa, acto seguido me orino, “¡subete ese rico puti vestido que traes!” me ordenó de inmediato, yo lo hice y entonces él tomó mi tanga negra y la bajó; me dijo: “¡Me encanta tu vagina!”; acercó su cara a mi clítoris y comenzó a lamerlo mientras posaba sus dos manos sobre mis nalgas. De inmediato tuve una sensación de placer maravillosa, la lengua de mi macho era la de un experto, era evidente que ya había hecho eso muchas veces. No resistí la tentación de colocar mis manos en mis pechos y comencé a masajearme mis jugosas tetas. Anubis se dio cuenta de lo que hacía y se detuvo un momento para decirme: “¡Eso es puta, me encanta que te pongas cachonda, ya te estás mojando mamacita!” y era cierto, ya empezaba yo a sentir como mi vagina se lubricaba y como el calor empezaba a llenar mi cuerpo.

Yo respiraba profundo, mi amo metió dos, luego tres y luego cuatro dedos en mi panocha que a esas alturas ya se encontraba totalmente empapada; en mi culo había dos dedos y su lengua seguía lamiendo mi papaya, haciéndome gozar tanto que de repente sentí como una descarga eléctrica recorría mi cuerpo y fue una explosión de placer; gemí como loca: “¡aaaahm, aaaah, siii, aaaah diooos, dios, siii!” El orgasmo fue intenso y duradero, yo sentía que todo mi cuerpo estaba descontrolado y perdí el control de mis brazos y piernas, que se agitaban sin parar. Después de varios segundos, o minutos, no lo sé, terminé el orgasmo y caí rendida el piso, pues mi semental me había soltado y había dejado de lengüetearme. “¿Ves puta, ves lo que puedes gozar conmigo?; hiciste un gran trato conmigo, yo te prometo darte momentos como éste. “Muy bien; es mi turno, siéntate en mi verga”, me ordenó Anubis y yo obedecí; me levanté del piso, abrí las piernas y me clavé en su gordo pene; como estaba bien lubricada, no tuve ningún problema; él me tomó de la cadera y marcó el ritmo que quería; yo me moví subiendo y bajando, apretando la vagina para que mi dueño sintiera más placer. Poco a poco, él se fue recostando, y quede montada en mi macho, por lo que me daba unos ricos sentones, mientras nos besábamos, y el agarraba mis nalgas. Nuevamente hacia los movimientos circulares, -aa perra, vas hacer que me venga, que rico te mueves- mientras castigaba mis nalgas, me mordió muy fuerte mis pezones, -aaa cabron, despacio —lo que me hizo perder el ritmo. Nos acomodamos y nuevamente, lo monte, quería que la cogida fuera solamente vaginal, porque mi ano aun me ardía, yo me daba de sentones, aaa que rico.

Después de unos instantes, me dijo levántate y prepara unos tequilas, asi lo hice y tomamos un caballito (vaso pequeño bebido de un solo golpe) dijo otro y asi fueron cuatro rondas, ya me sentía algo mareada. Nuevamente, el jefe de mi marido me cargo, y yo me daba ricos sentones en ese miembro, después tomo mis piernas y las subio a sus hombros, -que rico cógeme así, le decía, no te detengas- nuestras carnes chocaban, su pene y mi vagina se unían en un solo frenesí,- me recargo en la pared y así me penetraba, duro muy duro, mi concha ya la sentía irritada, pedía un tiempo. Pero mi lujuria, no quería que paráramos, nos acostamos en la cama, él encima de mi penetrándome, besándome, saco su verga, y me empezó a mamar mi vagina, le escupió, puso una almohada atrás de mí, y aventó mis piernas hacia atrás, las tomo de mi femoral y comenzó a penetrar, duro y yo gemía -desgraciado que rico, me estas partiendo en dos- despues me tomo fuertemente de los tobillos, y asi me penetraba muy rico, minutos despues sonó mi celular, pero no hice caso. Dejo descansar mis piernas y vagina y puso su enorme miembro en mi boca, mientras yo intentaba no ahogarme.

Duramos así un buen rato, hasta que mi dueño me dijo: “voltéate y clávate de culo”; de nuevo obedecí; me volteé y su gorda verga me clavó por el culo; sentí un poco de dolor al principio, pero una vez que su verga entró por completo, mi ano se relajó y de nuevo comenzamos con el sube y baja y de repente yo movía la cadera en círculos, para que él experimentara más placer; y así fue; cada vez que yo movía las caderas en círculos, él me decía: “¡ah putaaa, aaaah, eso me gustaaa, asiii, muévelo putaaa, aaah!” y eso me gustaba, me daba sentones, duros y luego despacio, ese ritmo segui, después de un tiempo, me puse en cuclillas mis tacones, le daban una altura, muy rica a esa posición lo que permitía entrar mejor al pene a mi ano, aaa, me daba nalgadas y se escuchaba bien rico, como nuestras carnes chocaban, empecé a besarlo y baje las piernas, me movía rico, mucho y sentí nuevamente un dolor anal, pero quería seguir montada, Anubis, me mordió los pezones aaa desgraciado, y me abría el ano, mientras me penetraba, que rico.

Aaa, ya casi me vengo, menciono Anubis, -masturbarme-dijo con voz gruesa- le comencé a jalar su verga y también la chupaba hasta que salió su rico semen, era un leche olorosa, pegajosa, caliente y deliciosa, un poco entro en mi ojo y me lo irrito, el jefe de mi marido, con su pene, tomaba la leche y la llevaba a mi boca, lo empecé a mamar y me gustaba, Anubis dijo que rica, y con su miembro me pico un ojo, -que haces cabron le dije- mientras nos reíamos. Nos tiramos en la cama, con nuestros cuerpos sudados, llenos de fluidos, orines, que puta eres me decía, que rica. Gracias respondí, por un momento quedamos en silencio, cuando volvió a sonar mi número, eran mi esposo, pero, Anubis no me dejo responder. Nuevamente me orino, asi lo hice yo también, pero una bofetada interrumpio mi momento, puta, aquí no es baño. Me agarro del cuello, ahorcándome duro, y después me beso tiernamente, no entendia su cambio, eres un amor, una puta, asi me gusta tratarlas. Me moridio duro mi labio, hasta sangrarlo. Ahora sirvió, vodka, me hizo beberlo de un solo golpe, hacia cuatro veces, ya estaba ebria. Estábamos de pie, besándonos, acariciándonos, cuando me dio la vuelta y con sus dientes, desabrocho mi vestido el cual cayo al piso, quedándome solamente con mis tacones y medias. Se hinco, besaba mis muslos, hasta llegar a mis pies y besarlos por encima de las medias y también besaba mis tacones. -que sexi, que rica lencería usas-eres mucha mujer para Joel.

Ahora el se puso de pie y yo me hinque, comenzando a succionar su pene, el cual nuevamente, ya estaba erecto que duro, parecía piedra, le mordía el tronco, pero parecía no dolerle, lo saque y le di unas buenas mamadas al glande, -luego lo introduje de un golpe en mi boca- -aaag—solamente se escuchaba sentía ahogarme, lo saque de mi boca, y el muy cabron nuevamente, me pico los ojos con su miembro, perdón puta, es un clásico picar los ojos, sin poder ver solamente sentía como me daba de cachetadas con aquella verga. Después de unos instantes recupere la vista. Y me dijo trae el frutero, ya estábamos borrachos, tomo un plátano y lo dirgio a mi ano, ingresándolo, esta fruta se deshacía, era obvio, pero un pedazo si entro, un mes antes, mi suegro había ingresado fruta en mi ano y ahora era el jefe de mi esposo, dijo ahí déjalo, me levanto y de pie me comenzó a penetrar analmente, mientars me cogia, decía: “¡Lo que más me gusta de ti, es tu culo apretado puta!”, al tiempo que masacraba mi pobre ano con fuerza. Yo me derrumbé del dolor, quedé con la frente en el piso y los brazos a los lados; mis pechos bamboleantes casi tocaban el piso con cada acometida que mi semental le daba con dureza a mi culo levantado. Llegó un momento que lo único que se escuchaba eran sus gruñidos al cogerme: “¡ah, aaaah jmmmm!” y mis quejidos de dolor: “¡aaau, aaauuu, ay, aaaigh!” el plátano, se había embarrado en mi ano y su pene.

Saco su verga, llena de plátano, y dijo ahora una fresa, pero lo hizo tan rápido y de manera tan salvaje, sin darme tiempo de prepararme ni nada, que cuando metió con fuerza su tremendo miembro en mi ano sin lubricación, que aún con el bocado que tenía en el ano, no pude contener el grito de dolor que me causó: “¡Aaaagh!”, a lo que él me dijo: “me encanta cuando haces eso, como finges que te duele cuando la realidad es que te encanta que te la meta con fuerza y hasta el fondo” y entonces empezó a entrar y salir de mi culo sin piedad, con fuerza desmedida, sin importarle que esa fruta se fuera a introducir en mi cuerpo y que gritara desesperada por el tremendo dolor que me causaba: “¡Aaaaiii, nooo, ay por favor, me dueleee, aigh!”la fruta puede lastimarme, por favor, entiendelo, pero no le importaba, asi continuamos varios minutos, hasta que me dijo ponte en cuclillas y él se puso debajo de mi, me dijo: expúlsalo, intentaba, pero no podía, estaba realamnete muy preocupada, asi continuaba y nada, tenía miedo, solamente salían fluidos de mi ano, hasta que varios minutos, por fin pude expulsar la fresa, el muy cerdo, lo recibió en su boca, la mantuvo ahí, se levanto y me la paso, cometela ordeno, para después besarme,

Posteriormente, me acosto en su cama y quede abierta de piernas, de repente él sacó completamente su miembro de mi ano adolorido, solo para meterlo otra vez en mi vagina y entonces empezó a alternarlas, me la metía una vez en la vagina y una en el culo, uno y uno, uno y uno; mientras decía: “no sé qué tienes más rico, si el culo o la panocha. Después comenzó a alternar sus metidas, pero ahora lo que hacía era meterlo y sacarlo varias veces en la vagina y luego meterlo y sacarlo del culo varias veces. Era evidente que lo estaba gozando mucho y que no quería terminar, porque de repente se detenía unos segundos con el pene afuera, sin metérmelo y me decía: “no te muevas puta, quédate cómo estás”. Yo borracha y extasiada obedecía. Después seguía, me la metía en la vagina por varios minutos y luego cambiaba a cogerme por el culo. Esas embestidas me hicieron tener otro prolongado y rico orgasmo, -aaaa-mmmm —mientras mordía mis labios, salían mis liquidos que se desplazaban por mis muslos y por el miembro de mi amante, estaba totalmente extasiada y borracha, que no supe en que momento saco su miembro.

Cuando desperté de ese letargo de lujuria, sentí como su boca se acercaba a mi cuello y empezaba a besarlo; eso me produjo una extraña pero agradable sensación; la piel se me erizó y suspiré; mi macho cabrio me dijo: “esto te gusta, ¿verdad puta?, si todas las pinches viejas son iguales, les encanta coger, pero se hacen las santas” y continuó besándome; luego empezó a lamerme toda; comenzó por las orejas, metió la lengua en mi oído derecho y estuvo lengüeteándolo; eso comenzaba a excitarme mucho, sentí como mi piel se erizaba y mi vagina se empezaba a mojar, sobre todo cuando el jefe de mi marido mordisqueó el lóbulo de mi oreja mientras una de sus manos acariciaba mis tetas; involuntariamente empecé a mover las caderas como tratando de recibir un pene grande. Él continuó recorriendo con su lengua mi cuerpo, bajó por el cuello hasta mis tetas; ahí lamió, mordisqueó, besó y mamó de cada una de ellas durante un buen rato; acariciaba con una mano mi vientre, mis piernas y mi entrepierna, pero no llegaba a la vagina; si acaso un dedo pasó cerca de mis labios vaginales, pero sin llegar a nada más profundo. Me tenia totalmente a su merced, era una esclava sexual, y me encantaba y excitaba serlo, gemia como perra en celo.

Posteriormente, completamente tendida en la cama; el colocó ambas manos a los lados de mí y se inclinó, aplastándome con su peso mientras seguía moviéndose, entrando y saliendo de mí con fuerza salvaje; empezó a besarme el cuello y me dijo al oído: “entiéndelo puta, desde que tu esposo Joel adquirió esa deuda conmigo, eres mía y lo vas a ser hasta que yo me canse de ti o te mueras; te voy a coger como y cuando quiera y más te vale darme todo por la buena putita”. La penetración fue dura, salvaje, imponente; el largo pene de mi macho cabrio llegó hasta el fondo de mi vagina sin ninguna resistencia u oposición de mi parte, por el contrario, la lubricación excesiva de mi panocha le permitió meterlo hasta el fondo sin problema y comenzar el movimiento de entrar y salir de mí con fuerza y entonces ambos nos movimos cogiendo como animales; teniendo sexo duro y salvaje, sin pensar ni sentir nada más que eso, ganas de coger salvajemente. No tardé mucho en sentir otro delicioso orgasmo recorría mi cuerpo con una venida tremenda; mi cuerpo se estremecía y se movía sin parar, mi cadera se levantaba para recibir con gusto los embates de mi amante; el placer recorría mi cuerpo de arriba abajo y de regreso y grité sin cortapisas: “¡aaaah yaaa, asíii, dios mío, dios mío, aaaaha!”

No terminaba yo de gozar el tremendo orgasmo cuando Anubis sacó su miembro de mi vagina y tomándome de las caderas me giró para colocarme boca abajo mientras decía: “ahora gozaré otra vez de tu culo putita, sabes que me encanta” y sin más ni más, abrió con sus manos mi culo y me penetró con fuerza hasta el fondo; provocándome otra vez un inmenso placer al sentir ese tremendo animal entrando hasta mis entrañas. De nuevo ambos nos movimos de manera salvaje, gozando del sexo duro y sin tapujos; a los pocos minutos mi ano comenzó a sangrar, ya estaba muy castigado acto seguido mi dueño se vino, descargando toda su leche dentro de mí y llenándome las entrañas con su líquido; al mismo tiempo, como se habran dado cuenta yo soy multiorgasmica, y tuve otro orgasmo, pero se sintió diferente, delicioso e intenso, pero con más suavidad; no lo sé, es difícil describirlo. El jefe de mi señor y ahora mi dueño, cayó rendido a mi lado y solo dijo: “ah que buen palo puta”; yo seguía ensartada. Una vez que terminó, se quedó unos segundos sobre mí, casi me ahogaba con su peso; luego, mi amante rodó hacia un lado y se quedó acostado a mi lado, me dijo: “que rico coges puta, sigues apretada de la panocha; estoy seguro que a ti también te gustó, pero te haces la santa”. Yo me quedé callada. Anubis sacó un cigarro y empezó a fumar acostado junto a mí la cama; me ofreció uno y yo solo volteé la cara hacia otro lado. Todavía dijo burlonamente: “después de un buen palo, un buen cigarro”.

Quedamos un instante en la cama, cuando me dijo: bueno puta, esta cogida fue para que yo accediera a condonar la deuda, a partir de ahora cogeremos cuando lo desee, toma tus cosas y vete, déjame tu tanga, como recuerdo, se levanto y mi tanga la coloco en un armario donde había cientos de prendas intimas de mujeres, -amor son mis trofeos, dijo con voz de burla- como pude me vesti, y solicite un serivicio de taxi por aplicación. Antes de despedirme, me dijo; ten la factura de la deuda, confio en tu palabra y se que si no llegas a cumplir, exhibiré las fotos que te tome cuando te cogia y también el contrato que firmaste. Al salir me dio una nalgada y un apretón de vagina.

Eran las 5am, tome el taxi, olia a sexo, borracha, pero el joven accedió a subirme, al llegar a casar, abri la puerta y al entrar a la sala, mi marido me esperaba, -Veronica, por dios que te sucedió- solamente le dije, logre un acuerdo con tu jefe, te condenaron la deuda y ganaste un aumento en tu salario, déjame en paz, voy a bañarme y a dormir- Joel, no daba crédito a lo que escuchaba, y sin percatarse una sonrisa se esbozo en su cara, ya no perdería el patrimonio, ni tampoco, procederían legalmente en su contra. Todo a cambio de su mujer.

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