Me contrataron para atender el bar en una fiesta en un chalet de ricos, gente de postín y pijos. No es que a esa gente le hagan falta mucha excusa para organizar un sarao. Era mi trabajo en esa época, soy un culo inquieto, un culo grande.
Un servicio de catering lo había preparado casi todo y yo no tenía mas que presentarme con la blusa blanca y la minifalda negra. Como detalle me había puesto medias de las de ligas y un conjunto de lencería negra muy muy reducido.
Algo rellenita, curvy le dicen, con mi larguísima melena rubia y los ojos azules jamas nadie ha dicho que yo sea fea, simplemente, una curvy, una gordi buena.
Incluso las tentativas de algunos de los invitados me adulaban y no por que no fueran atractivos o no tuvieran dinero que eso allí parecía abundar. Estaba claro que querían echarle el lazo a todo lo que se moviera.
Con el calor, a la caída de la noche de verano y el bebercio el ambiente se fue caldeando. Ellos con traje, tras trasegar una buena cantidad de alcohol, empezaron a perder las corbatas, las chaquetas e incluso los papeles.
Ellas, algunas muy muy operadas para mantener una juventud y una belleza que creían se les escapaba. Vestidas, apenas, con carismos trajes de noche, bien acompañadas por maromos jóvenes hiper musculados.
Otras, jóvenes con compañeros a los que definitivamente se les había escapado la edad, cualquier pretensión de belleza que hubieran podido tener en el pasado, una cintura delgada y hasta el pelo. Podrían llamarlos papis y en algún caso más flagrante abuelito.
Desde mi privilegiada posición en la barra podía ver algunos jugosos besos, algún magreo interesante. E incluso algún seno o culo expuesto cuando la poca tela del vestido que trataba de ocultarlo era apartada por las ávidas manos de alguno de los fulanos allí presentes.
No es que la fiesta llevara camino de convertirse en una orgia, vamos que más bien sí. Pero quien pudiera hacerse con los favores de un compañero sexual seguro que encontraría algún lugar discreto o no tanto en el que desahogarse. ¡Ah! creo que sí iba camino de bacanal o mucho me equivoco o esa era la definición.
Entre tanto ricacho y putita o putito destacaba una belleza morena y de ojos tan azules como los míos que iba esquivando hábilmente las insinuaciones y manoseos de quien se le acercaba.
La de pelo negro como ala de cuervo debía ser amiga de la dueña de la casa que se manoseaba con un jovencito en un rincón apartado del jardín. Mientras su marido le metía mano a los neumáticos melones de una rubia teñida y morena de rayos uva.
La lasciva morena que a primera vista no parecía demasiado retocada por los cirujanos, o es que estos habían hecho un gran trabajo, apenas se cubría con un sensual vestido negro a juego con su cabello.
Era ceñido, con la espalda desnuda hasta la hucha de un culito respingón y perfecto. Tenía un escote vertiginoso que le llegaba al ombligo sostenido por una sola cinta que le pasaba por detrás del cuello. Un largo tajo en la falda le descubría el muslo izquierdo casi hasta la ingle.
Solo me había pedido para beber refrescos durante la tarde. Con lo que se mantenía bastante mas serena que el resto de los asistentes. No sé si eran ilusiones mías pero pensaba que le echaba algunos vistazos al bien expuesto escote de mi blusa.
Debido al calor reinante tenía abiertos algunos botones mas de los requeridos, dejando ver bastante del nacimiento de mis pechos y buena parte del sensual sujetador negro de encaje.
Pronto los asistentes empezaron a extraviarse en dirección a los dormitorios o a perder parte de la ropa alrededor de la piscina con lo que mi trabajo también se relajó. Ya iban casi todos bien servidos de copas.
Hada, que así se me presentó, empezó a pasar mas tiempo sentada en la barra junto a mí comentando algunas de las jugadas mas sabrosas de la tarde.
– No es un nombre muy común.
– Ni el de Coronas, ya puestas. Es como si las dos hubiéramos elegido nuestros nombres o apodos.
– Pues tú has acertado con el tuyo eres toda una belleza digna de un ser sobrenatural.
La alagué con todo descaro.
Siguió relatando las incidencias de la fiesta incluido el baile en tanga que dos esculturales chicas. A juzgar por su pericia, gogos de discoteca realizaban junto a la piscina al ritmo de la música calentando al personal.
Hada me describió con pelos y señales los encantos de las dos mozas ya que las había visto mas de cerca. Lo que me indicaba que no era del todo inmune a sus gracias.
– ¿Te fijaste en las dos chicas de la piscina? Son muy guapas. Llevaban dos vestidos muy pequeñitos hace un rato.
– Si, han pasado por aquí a por sus copas. Muchas por cierto. A una de ellas le he visto el culito al completo. Estaba ahí mismo donde estás tú y se inclinó a atarse la sandalia. Un trasero muy bonito por cierto y parecía muy duro, pero seguro que el tuyo es mejor.
– Gracias por eso, creía que no te habías fijado.
– ¡Pues claro que me he fijado! Es imposible no apreciar tanta belleza.
– Bueno, a lo que íbamos. Hace un rato que se han quitado los vestidos y están bailando. No me extraña que le vieras el culo y seguro que algo más. Sus tangas solo son cordones, al fabricante se le olvidó poner la tela.
– Igual tengo que comprarme uno de esos para llamar tu atención.
– Tu no lo necesitas para eso ya me has atraído y mucho. Están bailando muy bien ahí delante, no sé si son bailarinas o gogos. Mira el grupo de espectadores que han juntado.
– Ahora solo tengo ojos para lo que tengo aquí delante.
Aprovechando que estábamos solas en ese momento le sonreí picara y le pregunté si a mí me describiría de igual manera.
– ¿Yo me merezco una descripción tan halagadora?
– De ellas he visto mucho más que de ti. Vas muy vestida para que pueda dar muchos detalles.
Devolviéndole la sonrisa me contestó que tendría que ver más de mí para poder hacerlo. Mientras uno de sus dedos jugueteaba con su escote abriéndolo hasta conseguir enseñarme el borde de la areola del pezón. No le costó mucho hacerlo por la poca tela de su vestido.
– Tu puedes ver más de mí cuerpo, hasta ahora, que yo del tuyo.
– Tal y como la gente está terminando con las existencias en un rato podría enseñarte todo lo que quieras.
– Me encantaría y no solo ver.
Haciendo una promesa que de verdad estaba deseando cumplir le dije que al ritmo que avanzaba la noche igual podíamos arreglarlo. Selló esa promesa con un beso suave en mis labios y una rápida caricia en mi culo. Puede que también deslizara la mano in poco más abajo, justo entre la falda y la blonda de la media, sobre la piel de mi muslo.
Creo que fue en ese momento cuando me dí cuenta del no tan pequeño secreto que la morena guardaba entre sus muslos. Hasta entonces la perfección de sus formas y la sensualidad de su voz me tenían despistada.
Por qué una sofisticada belleza como ella se había fijado en la camarera regordeta todavía es un misterio para mí. Quizá no había ninguna otra bisexual en la fiesta, pero lo dudaba. Puede que solo fuera tan superficial como todos los demás por allí y solo pensara en que yo era otra diversión sin compromiso.
Desde luego yo no estaba como para hacer esas cábalas, simplemente me gustaba con todos sus complementos. Si ella quería diversión yo aún más y estaba dispuesta a pasarlo de puta madre con ella. Iba a ser mi primera transexual.
Se fue en busca de un lugar discreto al que llevarme y a hacer un reconocimiento rápido mientras yo servía las últimas copas y apuraba botellas. Los dormitorios y los baños parecían ocupados y según me dijo por gente que no se preocupaba mucho de cerrar puertas.
La piscina y sus alrededores la dominaba yo desde mi puesto y veía como las dos golfillas, perdón, gogos después de dar el espectáculo, estaban en remojo bien arrimadas a sus respectivos amantes mucho más mayores que ellas. Y alrededor de ellos había mas parejas en diferentes estados de embriaguez, digo de desnudez.
Al final me llevó de la mano a un retirado rincón del jardín sobre la verde hierba y bajo una enorme luna llena. Donde por fin pude sacarle el elegante vestido comprobando que era casi lo único que tenía puesto aparte de sus sandalias.
Solo con soltar un broche tras su fino y elegante cuello la ligera tela se deslizó al suelo apenas retenida por sus cónicos pechos. Necesitaba un tanguita para sujetar una parte estupenda de su anatomía.
Y ahí cumplí con mi promesa de enseñarle mi cuerpo en un lento streep tease. Mi ropa fue cayendo despacio al suelo con la música de la fiesta que aún sonaba de fondo.
La falda sólo con un meneo de cadera dejó a su vista el reducido tanga que apenas tapaba los labios de la vulva y las medias que solo llegabana la mitad de mis muslos.
Mi blusa ya casi no tenía botones abrochados. Hada se había ocupado de irlos abriendo cada vez que venía a contarme algo de la fiesta. Así que deshacerme de ella y del suje no costó nada.
De inmediato me lancé sobre ella para comérmela enterita. Arrodillada en el césped entre sus largos muslos con sus rodillas sobre mis hombros contemplé el tesoro de su polla vertical y muy dura perfectamente depilada. Asomaba del encaje negro de un elegante tanga que había hecho a un lado.
Lentamente lamiendo la cara interna de sus muslos me fui aproximando al miembro con el sabor de su sudor en mi lengua. Me dediqué un buen rato a lamer sus huevos e incluso a jugar un rato con un dedo en su agujerito. Sabía que ella disfrutaría de su ano, y sus gemidos me indicaron que iba bien encaminada.
Seguí subiendo. Besando la suave piel por el plano vientre a sus durísimas tetas. Me encantaba lamer sus pezones que parecían querer salir de la masa que los contenía de puro duros. Lamer sus suaves axilas depiladas, haciéndola gemir acariciando esos poco explorados puntos erogenos.
Besar su fino cuello, incluso esa nuez que me había despistado hacía un rato. Hasta hacer contacto con los labios finos, que separándose solos al contacto de mi lengua golosa me dejaron entrar en su boca. Permitiendo que yo penetrase en su culo con dos dedos mientras nos besábamos con lujuria y mucha saliva.
Mantenía su duro rabo duro vertical, inquebrantable a fuerza de pura excitación. Pero lo lógico era aprovecharlo, no dejar pasar esa ocasión que podía ser única.
Mi propia calentura me llevó a subirme sobre su cadera y clavarme en su mástil, que fue entrando despacio, abriéndome y llenándome. Tan excitada estaba que no hizo falta más lubricación.
De esa forma podía agarrarme a sus tetas y ella amasaba las mías. O yo misma me cogía una y me la subía hasta que podía lamer mi propio pezón con mi lengua.
Hada también se incorporaba lo suficiente como para chupar mis pezones mientras agarraba con fuerza mi culo. Los venidos de ambas llenaban ese discreto rincón del jardín.
El nylon de mis medias rozaba sus costados dando una sensación genial. Se tomó su tiempo para correrse, para llenar mi coño de semen. Para entonces yo ya había disfrutado de unos cuantos orgasmos.
Puede que hubiera sido un chico, y tuvo que ser uno muy guapo. Pero para entonces ya sabía como hacer que una mujer se derritiera sobre, bajo o en ese rocoso pedazo de carne.
Ambas conservabamos los tangas, solo los apartamos, y quise usar el mío para limpiarme un poco. Pero retuvo mi muñeca para coger mi cadera y tirar de mi cuerpo hacia su carita. Dejando un reguero que semen y flujo sobre su vientre consiguió que dejara mi vulva al alcance de su lengua juguetona.
Ya me había corrido y varias veces, pero notar como su lengua recorría mi xoxito recogiendo su lefa y tocando el clítoris de vez en cuando consiguió que repitiera. Llegando a mi culo y clavando la sin hueso en mi ano. Quería su polla también allí pero ambas estábamos cansadas y aquello no reaccionaba.
Mis gemidos se confundían con el resto de los que se oían por todo el jardín y los que subían desde la piscina. Un poco mas allá oía los suspiros y gritos de otra pareja follando entre los arbustos mezclándose con los que yo arrancaba de mi amante y ella me hacía dar a mí.
Parece que todo el mundo había encontrado compañía de su gusto en aquella fiesta.
Viendo que todo el mundo estaba ocupado decidí que era el momento de desaparecer. Le propuse venirse a dormir a mi apartamento, no rechazó la oferta y no ha sido la única noche que hemos pasado juntas.