¿Qué tan excitante puede ser el sexo no consentido?
Yo solía correr en el parque por las noches, lo hacía para relajarme de mi trabajo y mis ocupaciones. Solo un top y leggings para sentirme a gusto.
Cierta noche, salí un poco mas tarde de lo normal por mi trabajo. Siendo viernes, el parque estaba más solo que de costumbre.
Pase por una vereda cubierta de árboles que hacía difícil ver. De repente, sentí una mano que me cubrió la boca y me empujó hacia donde la vegetación era mas espesa.
Tres jóvenes me sostenían contra el piso; no tendrían más de 20 años y tenían aliento alcohólico.
Uno de ellos me agarraba las manos, otro las piernas, me impedían moverme. El tercero subió mi top despacio, cómo abriendo un regalo; dejó al descubierto mis senos que por el clima fresco, mostraban mis pezones erectos; acercó su boca y los empezó a chupar, lentamente.
Sus amigos me voltearon y me pusieron a gatas. Mis pechos quedaron colgando; uno de ellos sacó una navaja y me la puso en el cuello.
-No grites, ni te muevas.- me dijo y se metió bajo de mi y siguió regocijándose con mis pechos. Oí un cierre abrirse y un poco después, bajaron mis leggings de un tirón; estando a gatas, mi culo y mi vulva estaban a su merced. Unos dedos comenzaron a explorar mi vagina; mi cuerpo reaccionaba al trabajo en mis senos, la adrenalina y la situación, me empezaron a mojar. Un cilindro caliente me acariciaba de abajo hacia arriba, recogiendo mis jugos y esparciéndolos por toda la raja de mis nalgas; entre más me acariciaba de esa forma aquella verga dura, más me excitaba; la puso entre mis nalgas y era tanta la húmeda, que se estaba masturbando con ellas. El otro se sacó la verga y se masturbaba mirando.
El que estaba detrás de mi, enfiló su falo en mi entrada y comenzó a empujar; lo hacía despacio, disfrutando el abrazo de mi cuerpo. Yo la sentía enorme, gruesa, larga; sentía que ya había ocupado todo mi espacio y aún seguía empujando. Sus huevos chocaron con mi entrada y el suspiró de placer. Cuando la sentí toda adentro, no pude evitar un temblor en mi cuerpo, los desgraciados me estaban provocando un orgasmo. Su bombeo era lento, bufaba cada vez que se metía, porque estaba muy estrecha.
Me estaba viendo cuando sentí esa verga hincharse dentro de mi; el bombeo no cambio seguía siendo lento, el quería prolongar su placer. Se metió hasta adentro y se quedó quieto.
-No acabes dentro… no uso ningún control… – le supliqué.
Al oírlo, bufó y empezó a inyectar su semilla; perdí la cuenta de cuantos chorros escupió dentro de mi. Aún duro, se salió y me lo acercó a la cara.
-límpialo bien… – me ordenó mientras me lo metía en la boca.
Sentí otro falo invadiendo mi intimidad; los falos en mi boca y vagina me excitaron y comencé a tener otro orgasmo.
-le está gustando… – dijo el que estaba debajo de mi.
Mi pechos y pezones estaban muy sensibles de tanto chuparlos y de los orgasmos.
El otro entró más fácil y bombeaba más rápido. El roce de su verga dentro de mi y en mi clítoris, estaban logrando hacer mi orgasmo más largo. Se recargó en mi espalda, me mordía los hombros y el cuello; nunca creí que me excitaría tanto el tener tantas vergas al mismo tiempo.
Gimió en mi oído, mientras expulsaba su leche dentro de mi; era tanto lo que tenía dentro que comenzaba a escurrir por mis muslos; el olor era penetrante.
Se salió de mi y me puso su falo en la boca y me hizo limpiarlo; cambiaron lugares y el tercero ocupó mi vagina.
El último se extasiaba penetrándome y manoseando mis pechos; los usaba para hacer la penetración más profunda.
Mi vagina estaba irritada y me dolía el bombeo. No tardó mucho en eyacular dentro.
Estaba yo exhausta; el primero tenía la verga medio parada y se volvió a meter en mí. Ya no podía yo más, el esfuerzo de los orgasmos y el haber recibido 3 falos me impedía moverme. El solo bombeo un poco y comencé a sentir un chorro candente; el suspiró profundamente.
-con esto, ya no quedas embarazada… – me dijo mientras orinaba dentro de mi.
Nunca había sentido algo como eso, el líquido caliente salía de mi rozando mi clítoris, provocando, masturbando; no pude evitar venirme otra vez.
Al verlos alejarse, me levante con esfuerzo; agradecí que mi ropa no estuviera desgarrada. Descubrí algo nuevo en mi; pero, como decirle a mi novio lo que quería experimentar una vez más…