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Perdidos (13): La nueva vida sexual de mamá
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Al día siguiente y por la mañana muy temprana, Judith despierta y cómo de costumbre va a la orilla del mar a practicar sus matutinales y diarios ejercicios de Yoga.

Jonathan, despierta unos minutos después, ya pensando en su madre, y la erección fue inmediata. Entonces la buscó con la mirada en el colchón en el que dormía plácidamente Jonás, y al no verla junto a su hermano, se dio cuenta que mamá ya se había levantado y que seguramente estaría junto al mar, realizando esas poses tan sensuales de las que él tanto disfrutaba verla hacer.

Entonces se apresuró a vestirse y salió a verla.

Jonathan se ubicó en el mismo lugar de cada mañana, y mientras el amanecer seguía su curso, él se deleitaba con el show matutinal que cada mañana le ofrecía su mamá.

Judith se tomó tranquilamente su tiempo para realizar sus ejercicios de relajación frente al mar, poniendo su mente totalmente en blanco y olvidándose del mundo y hasta de ella misma. Solo escuchaba el ruido de las pequeñas olitas del mar, la brisa y su propia respiración.

Conforme fue aclarando la mañana, Jonathan pudo notar cómo la oscuridad de la bombacha negra que llevaba puesta Judith desde el día anterior, se translucía en la calza rosada y bombacha y calza se metían en la zanja de su parado y hermoso culo.

Cuando ella por fin acabó sus ejercicios mañaneros de Yoga, se dio la vuelta y cuando quedó de frente a Jonathan, él comprobó cómo aquella calza y bombacha de mamá se metían en su zanjita delantera también.

Cuando ambos se ven a la distancia, madre e hijo se saludan con una sonrisa cómplice, y él sale a su encuentro para acortar el camino hacia ella.

Se saludan con un beso en los labios.

– ¡Estuviste hermosa con esas poses tan sensuales frente al mar, ¿Vamos? Le dice Jony tomándola de la mano.

– Gracias mi amor, pero son ejercicios de relajación y no poses sensuales ¡jajaja! ¿A dónde queres que mami vaya con vos? Le dice ella dulcemente.

– ¿Ejercicios de relajación? ¡te relajarán a vos, a mi mira cómo me ponen de duro! Le contesta su hijo ya con su clásica tonada de “macho semental” admirándose su erección por encima del pantalón.

– ¡Jajaja! Bueno bebé, pero mami ¿Qué tiene que ver con ese asunto tan masculino? Responde Judith en un tono picaresco.

– ¿Cómo que que tiene que ver mami con esto? ¿no pensás hacer nada al respecto? Comenta él en un tono ásperamente demandante.

– Bueno mi vida, tranquilo corazón, mami intenta tener un dialogo tierno, ameno romántico, tengamos alguna fantasía. Le dice dulcemente ella tratando que verdaderamente la trate con cariño, respeto, gratitud por lo que ella hacía por él.

– ¡Jajaja las fantasías ya las tuve cuando te espiaba cuando nadabas desnuda en el manantial, y olía tus bombachas sucias, ahora ya quiero ponértela bien de en serio! Le dice Jonathan.

– ¡Que cosa con vos che, parece que nunca trataste con una dama!… ¿así le hablabas a Camila?… ¿cómo hizo la pobre para aguantarte tanto tiempo?… ¡Te juro que, aunque seas mi hijo, cuando te escucho hablar así me das asco! Dice Judith resignándose a que, con Jonathan, no podrá tener la misma relación amorosa y dulce que con Jonás.

– ¡Ya te pedí que no te compares con Camila, no tiene nada que ver con vos, además si tanta fantasía querés, hagamos de cuenta que vos mi puta, a mí me encanta verte así!… ¿te parece ese jueguito? … mami, la novia de Jonacito, la puta de Jonathancito, ¿Eh? Le propone él mientras seguían caminando por la playa hacia la cueva de los encuentros sexuales de Judith con sus hijos.

– Está bien hijo, está bien. Responde ella resignada y algo triste por no poder cambiar la situación con Jonathan.

Ellos siguieron caminando, pero ya en silencio, entonces ella al ver cómo la trataba Jonathan, recordó cómo solía ser su ex marido con ella en la cama. Y reconocía que ser tratada cómo una puta, muchas veces la excitó, pero cuando recordaba que su marido al final la terminó cambiando por otra más joven que ella, y obviamente con menos hijos, eso la entristeció un poco. Pero se sonrió cuando se dio cuenta que por cómo venía la mano en esta historia, ninguno de sus hijos podría cambiarla por otra, en tanto que ella si que podría elegir con quien pasar esta noche en su cama.

Además, y volviendo al hecho de que Judith por ahí se sentía maltratada. Ella conocía perfectamente a cada uno de sus hijos, y sabía pues que Jony era un chico nervioso, y un tanto difícil de manejar, que ya en el pasado, y varias veces ella había tenido que hacer tratar por un psicólogo por este tipo de conductas nerviosas y hasta agresivas, pero en la isla, lejos de toda civilización, iba a tener que ser ella misma quien lidie con su problema.

Al llegar al lugar indicado, Jonathan, la hace apoyarse contra el acantilado dándole la espalda a él, abriendo sus piernas y echando atrás la cola. Es decir, en la misma posición en la que la había hecho ponerse al llegar a la cueva la vez anterior.

Entonces con sus dos manos la empieza a manosear con brusquedad, y algo de torpeza, nalgueándola, apretándole y amazijandole los pechos, manoseándole la vagina por encima de la calza rosada que llevaba puesta.

Judith, se sentía algo ultrajada, abusada y por que no violada. De hecho, sabía que en cierto modo estaba a punto de serlo, si es que ella no intentaba o lograba calmarlo un poco antes de que su hijo le pida que se desvistiera.

Era como si Jonathan estuviera siendo víctima de un síndrome de abstinencia sexual.

En un momento mientras era salvajemente manoseada en silencio por su hijo, Judith volteó su mirada para verlo, y le vio una mirada totalmente desencajada, una expresión de loco, sátiro, degenerado, que, si no era porque era su hijo, hubiera entrado en pánico y desesperación, pero el hecho de que su propio hijo fuera quien se ponía así con ella la excitaba bastante.

– ¡Esperá mi amor, esperá mi amor, tranquilo, tranquilo, mamá está acá para vos, mami no se va a ir, si te tranquilizas vamos a hacer muchas cosas lindas que las vamos a disfrutar mucho los dos, pero tranquilízate, calmate, respiremos profundo cómo hace mami cada mañana frente al mar. Le dice Judith abrazándolo tiernamente y besándolo en el rostro.

Y en efecto, su hijo se calma y la abraza tiernamente.

Transcurridos unos minutos entre dulces beso, caricias y abrazos, Jonathan consigue tranquilizarse.

Entonces, el chico le pide que entre a la cueva, y ambos entran de la mano y van hasta la “cama” allí Jonathan se sienta en el borde de aquella piedra rectangular, y le indica a su madre que se pare frente a ély que realice aquellas contorciones del Yoga que a él tanto le gustaban verla hacer.

– ¡Así puta de mierda abrita más de patas hija de puta, sacá más colita, eeeso, así, perra así, arqueá más el cuerpo, ¿a ver? Mostrame hasta donde te podés doblar… Uuuhh pareces de goma hija de puta que elástico tenes el cuerpo conchuda de mierda. Ahora sacate la ropita, quédate en bombacha y corpiño, ¿de conjuntito negro andás hoy? Le dice él observándola obedecerle en todo lo que le pedía su hijo.

– ¿Te gusta verme por las mañanas haciendo Yoga? Le pregunta Judith, acostándose en el piso boca abajo, flexionando sus piernas y torso para agarrarlas con las manos.

– ¡Que linda postura esa para irme arriba tuyo y hacerte el colu mamiii! Le dice él

– ¡Jajaja ¡¿te gusta lo que hace mamá?… y ¿a ver esta posición? Dice Judith, y forma un arco con su cuerpo dejando bien parada la cola, y abriendo las piernas.

– Sacata la bombacha y volvete a poner en esa posición. Le pide su hijo, desvistiéndose rápidamente.

– ¿Te gustó esa pose para cogerte a mamá hoy?, Le pregunta Judith sacándose la bombacha negra que llevaba ese día.

– ¡Si hoy vamos a coger así! Le dice su hijo, sentándose en el piso y entre sus piernas quedándole la concha de su madre justo a la altura de su boca.

– ¡Ahh, ahahah! Se quejó y jadeó Judith, cuando los primeros lengüetazos de su hijo rosaban con fuerza y pación su peluda y ya humeda concha peluda. Mientras Jonathan la lamía con pación y fuera de sí, al tiempo que con sus 2 manos le había bien las nalgas

– ¡Au, au, auuu aha! Se la oía a Judith intercalando aullidos y jadeos de placer, a punto de tener su primer orgasmo.

Entonces, Jonathan, se puso de pie, y aprovechando que Judith, no reaccionaba todavía de la semejante comida de concha que había recibido por parte de su hijo. Jonathan se paró detrás de ella, y empezó a sobarle su verga en la raja a su jadeante y aullante mamá que no podía dejar de temblar y casi convulsionar de placer, cuando la punta de aquella vara de carne rosaba la entrada de la concha y su clítoris.

Viendo que la temblequeante Judith en cualquier momento se dejaba caer al piso, su hijo la sujetó fuertemente de la cintura, y de un solo empujón le metió toda la verga en la concha.

– ¡Aaaah! Gritó fuerte Judith, de placer cuando lo sintió entrar a Jonathan tan adentro suyo.

Entonces Jonathan saca la verga de la concha de su madre, y con la mano la guía a su puerta de atrás, y se la clava casi hasta los huevos.

– ¡Aaah! Da un grito desgarrador Judith, que hace eco en aquella cueva, cuando lo siente entrar por atrás a Jonathan.

– ¡Jajaja! ¿tu culito era virgen? ¡perdón pensé que ya te lo había roto el capitancito! Dice Jonathan entre risas triunfales creyendo que le había desvirgado el culo a mamá.

El la sigue bombeando con fuerza, hasta descargarle todo el contenido de sus testículos en el interior de las entrañas de mamá.

– ¡Ah! Retumbó el ronco gemido de Jonathan en la cueva cuando tuvo su orgasmo.

Jonathan, soltó a su mamá, ella se dejó caer al piso, casi desvanecida, casi inconsciente, exhausta, complacida y un poco adolorida, por la tremenda cogida mañanera que le había propinado uno de sus hijos.

Jonathan, recupera energías, se vistió le echo una última mirada a su “puta”, que yacía en el piso, completamente desnuda, casi dormida con los pelos cubriéndole casi todo su rostro. Y sonriéndole se va de la cueva dejándola sola.

Jonathan mientras caminaba de regreso al campamento, iba todavía disfrutando de la semejante cogida que según él le había dado a Judith. Sentía que le había eyaculado hasta vaciar y secar sus cojones dentro de ese hermoso poto maternal, tan paradito y firme por causa del buen estado físico de la dama a sus muy activos 45 años.

Luego de entre dormirse varios minutos, Judith se despertó en el suelo de aquella cueva, sola y totalmente desnuda, y con unos retorcijones de panza que pensó que se cagaba ahí mismo.

Apenas pudo levantarse, salir de la cueva, caminar unos metros cercando aquel acantilado, y cuando sintió que no pudo retener más lo que llevaba dentro de sus entrañas, se agachó y una gran cantidad de semen y excremento salió enseguida de su culo tan salvajemente cogido por uno de sus hijos.

Ni bien pudo, se levantó, se lavó, fue a la cueva nuevamente, buscó su ropa, se vistió y emprendió el camino de regreso al campamento, cómo lo había hecho momentos antes su hijo.

Por el camino, ella iba pensando y reflexionando incrédula de la vida totalmente inesperada que estaba llevando en aquella isla, y de cómo estaba disfrutando de ser la “novia” de su hijo Jonás, y la “puta” de su hijo Jonathan, y cómo ellos se desesperaban por ella. Y ya se imaginaba una vida de constantes orgías diarias con sus 4 hijos, el resto de su vida en aquella isla. Lo que empezó cómo una tragedia, se había convertido en el cambio hacia una vida de ensueños, que jamás hubiera imaginado, ni deseado tener.

Al llegar Jonathan al campamento, lo vio su hermano Jonás y por la expresión de “niño feliz”, con la que Jonathan no pudo evitar mirarlo, Jonás que llevaba tiempo de no ver a su mamá esa mañana, supo que algo entre ellos 2 había pasado o mejor dicho había vuelto a pasar. Y un fuerte dolor en el pecho y estomago se apoderó de Jonás acompañados de pensamientos de odio y celo contra su hermano.

Un buen rato después Jonás por fin la ve venir a su mamá, ella lo vio a Jonás, y cómo conociendo perfectamente la expresión en la mirada de su hijo mayor, ella ni bien lo vio, fijó su mirada en el piso y lo saludó con un buen día y siguió de largo.

Jonás atrapado en sus celos de “macho Alfa” e indignado por el “desprecio” de su madre, dejó las tareas que estaba haciendo, y corrió tras ella.

Ni bien la vio, se le puso en frente y prácticamente forzándola, le dio un apasionado beso en la boca.

– Buen día ¿no? La sargentoneó Jonás.

– ¡Ya nos habíamos saludado! Atinó a decir su mamá, y con un gesto le señalo a Tomás, que había visto el semejante beso en la boca que su hermano mayor, le había dado a su madre.

Jonás le respondió con una sonrisa y Judith se puso roja de vergüenza. Mientras que Tomás se fue del lugar estupefacto.

Llegada la tarde, Jonás esperaba impaciente la invitación de su madre a “caminar”, porque mientras caminaban literalmente hablando, él necesitaba tener una charla con su mamá, para que sea ella misma quien le confirme si es que estaba pasando algo entre ella y su hermano Jonathan.

Cuando Judith terminó la limpieza y ordenó las cosas en la carpa y en la cueva que usaban de living comedor, finalmente invito a su hijo mayor a caminar cómo todas las tardes.

Ellos empiezan a caminar, y cuando se alejaron lo suficiente del campamento familiar, Jonás la abraza por la cintura y pone la palma de su mano en la cola.

– ¡Jonás, quiero que tengas más cuidado, hijo… hoy me besaste en frente de Tomacito!, ¡por favor hijito, manejemos todo este asunto con muchísima discreción! Protesta ella por lo ocurrido durante esa mañana.

– ¡Está bien mami, perdón, no lo había visto! mamá, yo quería que, ya que estamos hablando de este asunto, ¿vos y Jony ya…? Le pregunta Jonás.

– ¿No habíamos quedado en que así iba a ser? Le pregunta ella con una sonrisa pícara.

– ¡Si, pero… no pensé que iba a ser tan rápido!… ¿Cómo fue? Le dice Jonás celoso y sorprendido.

– ¿Cómo fue, que? Insiste ella.

– ¿Cómo fue todo?… ¿te lo propuso ¿cómo fue la intimidad? Le pregunta Jonás, celoso, curioso y rabioso.

– En realidad, una semana antes de su cumpleaños, me pidió su “regalito”, y bueno, se lo di la mañana del sábado cuando cumplió años. Le cuenta Judith.

– Y ¿cómo fue en la intimidad? Le pregunta nervioso él.

– ¡Ay Jonás! ¿Cómo me vas a preguntar eso? Protesta Judith sorprendida y avergonzada por la insistencia de su hijo mayor.

– ¿Te lo hace mejor que yo? Preguntó entristecido Jonás.

– ¡Jajaja, mirá la conversación que estamos teniendo! a ver, no mi amor, no es por ahí el tema. Ustedes son distintos, vos adorable, amoroso, caballero, gentil, tierno, en cambio él es más carnal, es distinto. Responde ella avergonzada, pero tratando de serle franca.

– Mamá, no respondiste a mi pregunta ¿Es mejor que yo en la cama? Insiste él.

– Ay hijo… no sé, son distintos. Insiste Judith, evitando favorecer a uno y desfavorecer a otro.

– Pero él es mejor ¿verdad? Insiste Jonás.

– A ver, ¿Quién es mejor en la cama, tu novia o yo? Pregunta Judith tratando de hacerle entender lo que le quería decir.

– ¡Vos!, bueno, ella era distinta, pero hacer el amor con vos es especial, creo que he tenido fantasías con vos durante mucho tiempo. Le dice Jonás.

– ¡Jajaja! ¿en serio?… ¿y las estás cumpliendo? Le pregunta ella.

– ¡Jamás me imaginé que iba a tener una oportunidad con vos! Así que creo que desde ese punto de vista ¡Si! Le responde él

Ellos siguen conversando animadamente hasta llegar a la cueva, ella en el camino, le pide que Jonathan no sepa que él sabe que la está compartiendo con el hermano, puesto que Judith le estaba fallando a Jonathan en haberle contado la verdad.

Al llegar a la cueva, ambos entraron, y se sentaron en el borde de la “cama” y siguieron conversando un rato más de esto y aquello entre algunas bromas y risas, hasta que ella lo abraza, lo besa.

– ¿Sabes que mami te ama? Le pregunta tiernamente Judith.

– ¿Cómo hijo o cómo hombre? Le responde Jonás.

– Cómo al hijo en el que encontré al hombre que jamás imaginé. Le contesta Judith, mirándolo a los ojos.

– Y ¿a Jonathan? Le pregunta Jonás.

– También lo amo. Responde Judith.

– ¿Cómo hijo o cómo hombre? Insiste Jonás.

– Es distinto mi amor. Vos sabés que mamá no puede hacer diferencias con ninguno de los 4. Le responde ella.

– Mamá, no estamos hablando de los 4 ahora, vos sabés a lo que me refiero con la pregunta. Le es sincero él

– ¿A que te referís? Le insiste la mamá.

– A que yo ya te “declaré mi amor” cómo hombre, ya te confesé que eras mi fantasía aun estando con Jessica, que me gustaba ir a tu cama solo para sentir tu olor mientras lo hacía con ella, por no poder estar con vos. Responde él

– ¡Ayyy, que divinooo, te amo!… ¿tanto la deseabas a mami… y ¿Por qué nunca me lo dijiste o insinuaste? Preguntó ella.

– ¡Jajaja! ¿me hubieras dado bola?, es decir si no fuera por esta situación del naufragio que nos aisló del mundo y nos sensibilizó a todos, ¿Te hubieras metido con tu hijo habiendo tantos hombres deseosos de tenerte? Reflexiona él.

– ¡Tenés razón hijo!, Es verdad, pero igualmente, ¡Mirá de lo que nos estábamos perdiendo! Le es sincera Judith.

Ellos empiezan a besarse y a acariciarse.

Jonás le saca la remera a su mamá y ella hace lo mismo con él.

Ambos se ponen de pie y mamá comienza a comerle el pecho a besos a su hijo que la acaricia, y con la mirada al techo disfruta de los besos de mamá.

Entonces ella empezó a bajar por su pecho, vientre. Se arrodilló frente a su hijo, desató el cinto del pantalón, desprendió el botón y le bajó la bragueta, para luego dejarle caer los pantalones.

Judith al ver la semejante erección que traía ya su muchacho, se relamió los labios y le sacó el pene del calzoncillo y la pija de Jonás casi rosaba los labios de Judith, quien se quedó inmóvil unos instantes admirándola.

– ¿La tengo más grande que Jony? Le pregunta nervioso Jonás.

– ¡Shhh!… ¿Por qué lo traés a Jony a este momento tan nuestro? cuando estoy con él disfruto de lo que me da él, y cuando estoy con vos, disfruto de lo que me das vos… ¿A caso yo te pregunto si mi concha es mejor que la de Jessica, o si te doy más placer que ella? Le pregunta Judith.

– No mamá, pero ¿no te gustaría saberlo? Le pregunta él.

– ¡No, porque no me importa, porque me siento segura de mi misma, y porque cómo viene la mano, ella no te va a volver a ver…! Dice Judith cuando la interrumpe su hijo.

– ¡Ahí está el tema, Jessica no me va a volver a ver, pero yo voy a tener que competir con todos mis hermanos por vos! Le dice Jonás.

– ¡Jajaja, mi amor!, no compitas por lo que ya ganaste, más bien dejá que todos disfrutemos de esta oportunidad única que se nos dio. Le responde ella amorosamente y termina de decir estas palabras, abre su boca, saca la lengua y comienza a lamer la pija de su hijo.

– ¡Ah mamá, ahhh, no te preocupes por ella, no sabe lo que es complacer a un macho cómo vos. Le dice Jonás entre gemidos de placer al sentir el roce de la lengua en que humedecía su pija y el aliento de la boca de Judith, que al mismo tiempo con su calidez la secaba.

– ¡Jajaja, mira que mami no sabía cómo chuparla! Le enseñaste vos. Comenta ella sin dejar de lamer tiernamente la dura verga de su hijo mayor.

– ¡Pero aprendiste rápido, y ahora sos la mejor! Le responde Jonás entre temblequeos de placer.

– Mami quiere sentir tu boca y lengua en su concha. Le pide Judith incorporándose y sacándose la bombacha negra que todavía traía puesta.

Entonces una vez los dos completamente desnudos, él la acuesta boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, en la rocosa “cama” que había en la cueva aquella, y se pone sobre ella para hacer un 69, pero Judith parecía no comprender el concepto del 69, por lo que su hijo le tuvo que explicar.

Jonás estaba fascinado con la inexperiencia, con la “virginidad” de su madre en la cama, ¿Quién pudiera jactarse de desvirgar a su madre? Se preguntaba Jonás ante semejantes situaciones que vivía con Judith en la cama. Y es que él le enseñó a mamársela, él le estrenó el poto, y ahora él le estaba enseñando una nueva posición para el sexo oral y para darse placer mutuamente. ¿Cuántos pueden decir yo me cojo o yo me cogí a mi madre, y de esos, cuantos pueden jactarse de prácticamente haber “desvirgado” a su mamá?

Pues si es que él no fue el que la desvirgó, solo fue porque no fue quien le rompió su himen en la primera vez, pero por lo demás, Jonás estaba siendo el primero en todo en la cama, y de la mano de su hijo mayor era que Judith estaba descubriendo todo un mondo en la cama, que ella jamás había imaginado que existía.

Ambos, empezaron a practicarse sexo oral mutuamente, la excitación de Jonás al pensar en la inocencia de su dulce y bella madre en la cama, hizo que le empezara a comer la concha con verdadera pasión y desenfreno, haciendo que ella ya no pudiera mamársela, y solo se dedicara a retorcerse, gemir y jadear, del inmenso placer que le daba la brutal comida de concha que le estaba pegando una vez más el mayor de sus 4 cachorros.

Consciente de que su mamá ya estaba muy fuera de sí con su calentura y que estaba totalmente entregada al placer que él le estaba dando, cómo para seguírsela mamando al mismo tiempo. Jonás la puso de pie, la arrinconó contra una de las “paredes” de aquella cueva, le separó las piernas y él se sentó en el piso entre sus piernas abiertas, quedándole la cara a la altura de la concha peluda de su mamá, y mientras Judith se sujetaba de las rocas de aquel muro, su hijo volvía a comerle salvajemente la concha, mientras ella Gemía, jadeaba, y cuando se empezó a aproximar a su orgasmo hasta lloraba de placer.

Al oírla llorando de placer, Jonás acompañaba sus lamidas de concha, con una suave masturbación, con dos dedos.

– ¡Aaah, hijo, hijo mio, me me me meo otra vez, vas a hacer que mamá se mee de placer otra veeez!, Grita Judith, teniendo su orgasmo entre gemidos, jadeos llanto y una larga meada que se le hace imposible contener meándose sobre la boca, pecho y piernas de su hijo quien disfruta de aquella “ducha dorada” que le estaba dando su mamá con aquel incontenible meo que se estaba echando sobre él.

– ¡Ag, aaag! Solo gemía Jonás mientras recibe el meo caliente que salía de la peluda concha de Judith, y su hijo lo bebía encantado. Mientras ella arañaba las rocas y se afirmaba contra ellas, a medida que su orgasmo se intensificaba, su vejiga se vaciaba sobre su hijo y su tembloroso cuerpo se debilitaba.

Entonces, Jonás se pone de pie inmediatamente, y ayuda a su madre a recostarse de manera transversal en aquella roca que usaban de cama, y juntando del piso la ropa de él y la de ella, y haciéndola un bollo, improvisa un almohadón que lo coloca de bajo del vientre de Judith que, al estar acostada bocabajo, queda con su cola parada, y apuntando a su verga cuando él, se coloca detrás de ella y entre sus piernas abiertas.

Con su verga bien dura, la rozó por varios minutos en la concha de su madre, que estaba totalmente empapada por los flujos y la meada que se había echado con el orgasmo.

El muchacho pronto vio que con el constante rose de la verga con la concha, Judith comenzó a “despertar” y gemir de placer.

Y entonces, sin pensarlo 2 veces, de un solo empujón la clavó en la entrada de atrás de Judith, quien, al sentirlo entrar por su culo, arqueó su espalda y dio un fuerte grito de placer más que dolor;

– ¡Aah! Pudo oírse retumbar el eco del sonoro quejido de ella al ser ensartada por el poto, por la verga de su hijo quien la empezó a bombear con pación y desesperación.

– ¡Ah, ahhh, aaaah! Gemía Jonás, al sentir que su verga se hundía toda en las entrañas de su mamá y sus cojones rebotaban contra la vagina.

– ¡Ay, aaah! Gritaba ella sintiéndose taladrada por atrás por el hierro caliente de su Jonacito

– ¡Te amo, maaa, te amooo! Decía él entre gemidos de placer mientras se acercaba a su orgasmo.

– ¡Yo más, sos el mejor que tuve en la cama, nunca nadie me había hecho mear cómo me meo con vos mi amor! Le grita ella entre alaridos de placer.

– ¡Ahhh! Grita Jonás al descargar toda la leche de su verga en las profundidades del vientre y entrañas de su mamá al oírle a Judith diciendo esas ultimas “palabras mágicas”.

Ambos quedaron exhaustos, además, Judith no solo había andado desde temprano cómo todos los días, más la doble caminata que ahora tenía. Porque tenía que ir hasta aquella cueva no solo con Jonás, sino que ahora se había sumado Jonathan, y también su vida sexual se estaba incrementando. Por lo que se sentía muy cansada y madre e hijo se durmieron profundamente hasta que casi oscureció por completo.

Fue entonces que la fresca brisa del anochecer entró en la cueva y la despertó a Judith, quien despertó de inmediato a su hijo Jonás, se vistieron y emprendieron camino al campamento familiar.

Estaba anocheciendo y nublándose, y a medida que caminaban lo más rápido posible, las primeras gotas empezaron a caer sobre ellos.

En un momento, Judith, empezó a sentir que tenía que sacar de su vientre la leche que su hijo le había echado en sus entrañas, por lo que tuvieron que detenerse en el camino, par que ella cagara.

– ¡Aah, te juro que, entre vos y tu hermano, parece que resolvieron el problema de mi estreñimiento! … ¡Yo que estaba tan preocupada porque se me habían terminado las pastillas!… ahora cada vez que ustedes me hacen la colita, me hacen cagar re bien! Comenta ella mientras cagaba agachada y su hijo lo sostenía.

– ¿Le entregaste también la colita a Jonathan? Le pregunta indignado Jonás.

– Si bebé, pero a vos fue al primero que se la di. Le responde Judith enjuagándose la cola con agua que le quedaba a la última botella que tenía en la mochila.

Ambos siguen camino al campamento, pero esta vez ya van corriendo, pues ya llovía con gran fuerza.

Al llegar al campamento familiar, los muchachos estaban algo preocupados, menos Jonathan, quien supuso que después de una buena cogida habrá venido una buena siesta.

Cómo esa noche llovía tanto, la familia cenó temprano y se fueron a dormir hasta el día siguiente.

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