Eran casi las 11 de la noche cuando llegué a su casa. Toqué la puerta y él me esperaba. Solo tenía una franela y un bóxer, con los pies descalzos, así apareció frente a mí cuando abrió la puerta.
Yo iba con una falda negra, suéter y sandalias verdes pero sin ropa interior.
Me recibió con su sonrisa franca, limpia y su cara de enamorado.
Yo entré, cerró la puerta e inmediatamente lo besé, el me abrazó duro y de una vez bajo sus manos hasta mis nalgas. Metió sus manos bajo mí suéter y saco el suéter.
Yo también saque su franela y yo solo decía – "aquí estoy mí amo" "aquí estoy mí amo, para ti, para servirte"
Inmediatamente me arrodille, hice una reverencia baje mí cabeza hasta el piso y besé sus pies, lamí sus dedo, subí con besos y lamidos por una perna y por la otra hasta llegar allí, su polla que ya se veía abultada debajo del bóxer. Me apresuré a quitárselo para poder meterla en mí boca. Vi y sentí como fue creciendo dentro de mi boca. Mí amo disfrutaba.
Lo escuchaba decir – "así es zorra, mí puta, mí perra, así es, no pares"
Estuve allí de rodillas frente a él, con su polla en mí boca, la cual me lamí, mamé como un niño a su teta. Yo la tragaba toda, la sacaba y metía, luego él tomo con su mano halaba mí cabello y ponía fuerza para que yo lo hiciera con mayor firmeza velocidad. Ya no podía más, ya no controlaba ni mi salivación.
Mí amo paró y me tomó de las manos, ya mis rodillas no soportaban más y me ayudó a parar.
Me dio apenas un besito en los labios y me preguntó si deseaba tomar algo. Inicialmente tome agua y luego tomé un rico vino que me ofreció, mientras le contaba algo que vi mientras llegaba a su casa.
Se interesó por mí salud y luego me acerque para besar sus labios. Para agradecer que se preocupara por mí.
Inmediatamente me tomó de la mano y me llevó escaleras arriba a su habitación.
– Quiero que te acuestes allí boca abajo… yo obedecí y él tomó mis muñecas y las ató a unas cadenas que estaban a los extremos de la cama, luego sentí que me azotaba con unas tiritas de cuero. Era suave pero firme, cada pausa aumentaba mí ansiedad. Él me decía que me amaba pero que debía hacerlo, por haberlo desobedeciendo, pues no fui puntual, que debía enseñarme a ser una buena puta, una buena sumisa. Yo lo acepté, mí amo no debe pasar por ese momento desagradable de esperarme.
Yo recibí 20 azotes y la piel de mí espalda ya estaba roja, mis nalgas ya dolían, yo gemía y mi amo me decía, – “¿aprenderás a ser puntual? ¿No volverás a llegar tarde?”. – “Lo prometo amo, lo prometo”
Luego de eso me soltó, me colocó una toalla encima y me abrazó para que no sintiera más el frío del aire acondicionado. Mis pezones estaban muy duros y sentí como pegaban de su pecho.
Mis lágrimas surgieron entre el amor a mí amo y la sensibilidad de sentirme castigada.
Mí amo me consoló yo empecé a besarlo y besarlo, lo lleve hasta la cama. Él se sentó y yo lo empuje quedando medio acostado con los pies en el piso, su polla se veía más parada que nunca. Lamí su polla y la mamé, luego me subí a la cama, él se subió también totalmente y continué mamando. Por momentos la metía toda en mi boca, hasta el punto que me producía arcada y la piel se me erizaba toda, salía y entraba de mi boca, tanto que en un momento mí amo tomo mí cabeza y la enterró más aún en su polla. Lo escuché gemir, de pronto sentí su leche en mí boca. Salió tan fuerte que la tragué sin pensarlo.
Subí hasta su pecho me recosté sobre él y dormimos unos minutos, creoo! – “Te amo amo. Soy tuya, tu puta, tu perra, tu zorra, soy lo que tu desees que yo sea”, le dije antes de que el sueño nos ganara.