Después de la primera vez que me entregué a otro por necesidad lejos de sentirme culpable era para mí un refugio espiritual cuando mi marido me insultaba o llegaba borracho, bastaba con cerrar mis ojos y recordaba paso a paso lo que hice con Rafael, desde el momento de mi llegada a su casa hasta que salí de la misma, como si fuera una película en mi cabeza, la regresaba una y otra vez, poniendo en cámara lenta los mejores momentos, en los que gocé más, incluso percibiendo aromas de esa mañana lo que me hacía mojarme muy rico, también haciendo “close up” en el instante en que Rafael me metía toda su verga en mi vagina mojada después de haberla ensalivado.
Mi marido seguía tomando, tal vez un poco menos, pero no había cambio en su conducta, a mí ya no me importaba mucho porque tenía un paraíso intelectual y al verlo agresivo en mis adentros pensaba “cornudo, si supieras que cogidota me dieron y que sabrosa verga me comí” Sin embargo, esos recuerdos con el paso del tiempo fueron desapareciendo poco a poco y ya no tenían el efecto de las primeras semanas, Crispín (es mi marido para los que no leyeron mi primer relato) en algunas ocasiones que llegaba sobrio se ponía romántico y me hacía el amor, pero yo ya no lo disfrutaba por varias razones, la primera porque sólo duraba 10 minutos y lo hacíamos debajo de las cobijas en la clásica posición del misionero, la segunda porque no había sexo oral de su parte y yo no me atrevía porque me iba a cuestionar si se lo hacía, la tercera es que él terminaba y se olvidaba de mí y yo me quedaba bien prendida.
Así fueron como 3 veces en un mes y yo extrañaba una buena cogida. Cierto día fui a la tienda de Doña Mago y me preguntó cómo iba mi relación, le dije que igual, ella me comentó que le habían pedido una muchacha y me preguntó que si no me animaba a hacer el servicio, yo la verdad por educación le dije que lo iba a pensar y que le avisaba, pero no quería volverlo a hacer porque me daba miedo que esta vez si me vieran y fuera a tener problemas y es que mi pueblito era muy chico y todo mundo se conocía.
Esa noche mi marido quiso hacerme el amor y yo me metí a bañar tenía toda la intención de gozar con mi marido, ya en la recámara me quité la toalla y me quedé desnuda, él le ponía más atención al partido de futbol que estaban pasando en la televisión que a mí, yo me puse una tanga que había comprado y mi marido ni se dio cuenta, me acosté junto a él y me dijo –Espérame que no ves que estoy viendo el juego. Me dio coraje y me dormí, mi marido ya no hizo nada por despertarme.
En la mañana él se fue y ni siquiera se despidió, yo llevé a los niños a la escuela y de regreso me quedé con la señora de la tienda y le dije que si aceptaba el servicio, ella me dijo que ese día le hablaba al señor que se lo había pedido y tal vez la cita era para el día siguiente, yo le pregunté que si no era el mismo de la otra vez y me dijo que no, que era otro.
Me fui a mi casa y pensé “si mi marido no me atiende, alguien más lo hará” así pasó todo el resto del día y ya por la noche imaginaba que me la iba a pasar súper. Me desperté temprano le hice el lonch a mi marido y a mis hijos, se fue Crispín y un poco después llevé a mis hijos a la escuela ya de regreso pase con la señora de la tienda y le dije que estaba lista, ella me dijo que me esperaban a las 11:00 y me dio la dirección, me dijo que era un hotel que llegara a la habitación 202, me dieron nervios de que alguien me pudiera ver entrando al hotel, pero eran más mis ganas de sexo que el miedo, como apenas eran las 9:00 me fui a mi casa a desayunar y después me metí a bañar.
Disfruté mucho el asearme para alguien que no conozco, me enjaboné todo mi cuerpo, pero le daba más cuidado a mis tetas que son algo grandes pensando en que me las iban a chupar todas, mi cintura que como ya les había dicho es estrecha y contrasta con mi gran culo, también me enjaboné con entusiasmo mis nalgas que son grandes y redondas creo que es mi mejor atractivo y por último mi vagina después de haberle dado una depilada, en pocas palabras fue servicio completo, je je.
Cuando salí del baño y entre a la recámara me quité la toalla y me miré en el espejo de cuerpo entero y la verdad me vi hermosa, no sé porque mi marido no aprovecha la buena hembra que tiene en casa, me puse la tanga que había comprado y que le mostré a mi esposo y que ni la vio, la había comprado en un catálogo a una vecina en pagos junto con un bra del mismo color que hacían juego, yo no uso pero la había comprado para excitar a mi esposo, cuando me la puse me gustó como se me veía, se me metía completamente entre mis nalgas dejando solo a la vista el triangulito de arriba, me hacía ver mis nalgas más redonditas de lo que las tengo y más paradas, mis piernas también lucían más largas y torneadas, el bra me apretaba un poco y hacía saltar mis tetas que se veían hermosas como si se quisieran salir, me puse encima un vestido y me arreglé para salir, muy poco maquillaje y sólo labial en los labios para no dar sospechas. Salí pedí un taxi y me llevo justo afuera del hotel, le pedí al chofer que diera una cuadra más que ahí no era, para cuidar que alguien me viera.
Me bajé del taxi volteé a un lado y a otro me aseguré que nadie me viera y empecé a caminar al llegar a la entrada volví a mirar a todos lados y entré, pregunté a la recepcionista cual era la habitación 202 y me indicó cual, también me dijo que ya me estaban esperando, caminé por un pasillo y al llegar a la habitación toqué y me abrió un tipo alto, moreno, de complexión robusta sin llegar a ser gordo y con barba, me saludó y me pidió que me pasara, (nada que ver con Rafael) estuve a punto de salir corriendo por lo imponente de la personalidad del señor, pero pensé que iba a quejarse con Doña Mago y no me convenía quedar mal, total me aguante pasé y me senté en un sofá que había en la habitación, el señor se presentó me dijo que se llamaba Miguel y me ofreció algo de tomar, yo estaba tan nerviosa que le acepté una cerveza para ver si me tranquilizaba un poco, en lo que nos tomamos la cerveza me platicó que era viudo y que tenía un taller mecánico, pero que algunas veces contrataba muchachas para desahogarse sexualmente.
Después se acercó y me besó yo correspondí al beso, se notaba una desesperación o necesidad de sexo ya que casi me quería comer, eso me calentó mucho, metía su lengua en mi boca con desesperación, mordía mis labios muy rico, su mano rápidamente busco mis nalgas y empezó a sobarlas y apretarlas con fuerza, beso mi cuello y poco a poco fue bajando hasta llegar a mis chiches las cuales sacó del bra y las lamió con alegría y entusiasmo, como son muy grandes las chupaba por un lado y por otro, después le dio su exclusividad a cada uno de mis pezones, los cuales se paraban de tan caliente que ya estaba, su barba me picaba por todos los lugares donde me recorría, era una experiencia que no había sentido, se sentía rico sentir esa sensación en mi piel.
Después de un rato me cargo como si fuera una muñeca y me aventó a la cama, me pidió que me quitara el vestido, yo me paré y me quité el vestido quedándome sólo en tanga y bra, Miguel se quedó petrificado viéndome de arriba abajo y me dijo estás buenísima, ese tanga te queda fabulosa y que par de nalgas te cargas, ahora sí que Doña Mago me mandó algo bueno, le voy a dar una propina extra.
Miguel me bajó la tanga con los dientes y al ver mi panochita de inmediato se clavo en ella, así de feroz como me besó ahora me comía la concha, metía la lengua por todos lados, daba ligeros mordiscos a ambos lados, por momentos boca y nariz estaban dentro de mí, yo en la luna retorciéndome de placer sintiendo esa embestida en mi cosita, al contrario de Rafael esta vez era más salvaje y con mucha intensidad, Miguel me pidió que me pusiera en cuatro, yo accedí rápidamente pensando que ya me iba a penetrar, pero él siguió chupando, parecía que le fascinaba mamar la vagina, después dio un cambió de dirección y me empezó a lengüetear el ano, al principio me saque de onda, pero sentía igual de rico que en la vagina o tal vez más, yo lo estaba disfrutando mucho, él trataba de meterme su lengua y eso se sentía genial, pasado un rato ya tenía yo ganas de que me metiera la verga así que me volteé y le bajé el pantalón y me llevé una gran sorpresa, tenía una vergota grande y gruesa, me asusté pensé que me iba a lastimar, pero ya no podía hacer nada, se la empecé a mamar pero no me cabía en la boca, hice un esfuerzo y me la comí, creo que sólo la cabeza porque si estaba grande.
Después cambié de estrategia y mejor se la chupé por los lados y me bajé a los huevos, la verga la sentía pesada en mi cara yo creo que la cabeza rebasaba la frente, finalmente se acostó y me dijo que me sentara en ese monstruo, yo lo hice con mucho cuidado, empecé lento, pero era tan grande que no entraba, fui soltando un poco más de peso y sentí como se abría mi panocha me levantaba un poco y me volvía a bajar lento, así estuve unos minutos, pero sentí seco y me quité para darle una ensalivada y no me doliera tanto, continué con mi tarea y seguí igual lento, hubo un momento que Miguel se desesperó y me dio un jalón y entró toda esa verga yo sentí que me partía en 2, pero ya la tenía adentro así que con dolor y todo empecé a cabalgar ese tronco.
Sentía una mezcla de dolor y placer que jamás había sentido al paso de los minutos ya mi puchita se había acostumbrado al grosor de ese pedazote de carne y subía y bajaba con un ritmo que Miguel me marcaba agarrándome de las caderas, pasado un tiempo me pidió que ahora me montara al revés para ver mis nalgotas que era lo que más le había gustado de mí, obedecí en el momento y me volví a sentar en esa delicia, esta vez ya no me costó trabajo, creo que ya me tenía bien abierta y al estar cabalgando me decía “Que hermosas nalgotas” “que bonito culote” y yo ya caliente le decía te gusta, él me contestaba que sí, después me dijo-Muévete perra.
Eso me calentó más de lo que estaba y me seguí dando de sentones en su verga. Ya después me pidió que me pusiera en 4 y me ensartó muy rico, siguió diciéndome cosas sucias.
–Que buena puta eres. Decía y yo le contestaba, sí y él seguía como loco metiendo y sacando su enorme arma, yo feliz.
Descubrí que me gustaba que me gritaran cosas feas y mi vagina feliz de recibir ese castigo, por último me dio una acelerada muy rica y ya cuando se iba a venir me dijo que me volteara y así lo hice, casi sincronizados me aventó toda la leche en la cara, la que sentí caliente y escurriendo, Miguel se desplomo en la cama agitado y satisfecho, yo me limpié con una toalla que estaba ahí y después fui al baño a terminar de limpiarme me sentía sucia, pero satisfecha. Miguel me pago y salí del hotel nuevamente como agente secreto cuidándome de todos lados para que no me vieran.
En el camino pensaba en que si mi marido en la noche quería tener sexo, iba a notar lo abierta que me había dejado Miguel, pero confiaba en que llegara borracho. Llegué de regreso con Doña Mago y le informé que ya había quedado su encargo, ella se sonrió y me dijo cuando gustes ya sabes…
Fue la segunda vez que le fui infiel a mi marido, esta vez ya no me dio ningún remordimiento, tal vez estaba disfrutando este pasatiempo, hubo una tercera y última vez que hice cornudo a mi marido antes de venirnos a Estados Unidos, espero poder contárselas muy pronto, porque escribo a escondidas y no quiero que él se entere, si escribo aquí es para desahogarme y recordar.