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Tiempo de lectura: 4 minutos

Teníamos el auto en el mecánico. La idea era que mi marido lo pase a buscar cuando saliese de trabajar. Pero me llamó y me dijo:

M: Gorda, ¿podes ir a buscarlo vos por favor? Salgo más tarde

Y: Uh ¿en serio me decís?

M: Si por favor, no llego.

Y: Es que yo no entiendo nada.

M: Ya hablé con él, es solo retirarlo. Yo después le pago.

Y: Ok, si no me queda otra. ¿cómo se llama?

M: Roberto.

A las 17 h me puse una tanga blanca, un short blanco, un remerita sin corpiño y salí caminando para retirar el auto. La tarde estaba muy linda y calurosa. Cuando llegué estaba bastante transpirada. El sudor había mojado un poco mi remera.

Entré al taller y vi a un señor de unos 60 años. Llevaba puesto un jean bastante ajustado que dejaba notar un buen bulto. No tenía puesta remera por el calor que hacía allí. Su torso bien trabajado mostraba grandes músculos. A pesar de su edad estaba en muy buen estado.

Me miró de arriba a abajo sin perder detalle de mis pechos sueltos.

R: Adelante señora, pase

Y: Buenas tardes, vengo a buscar el Ford que dejó mi marido a la mañana.

R: Claro, por supuesto. Venga que se la muestro.

En ese momento pasó su brazo por mi cintura para acompañar el movimiento y con sus manos llenas de grasa me manchó mi blanca ropa.

R: ¡Uh disculpe señora, que torpe soy!

Y: No se haga problema.

R: ¿Cómo no me voy a hacer problema?

Tomó un trapo mojado y comenzó a frotarlo por mi espalda y mi cola. Sus intentos de limpiarme me estaban calentando mucho al punto que mis pezones lo evidenciaban. Al mojar mi fino short comenzó a divisarse mi pequeña tanga.

R: No sale. Le pido disculpas.

Y: No se haga problema en serio, después lo lavo.

R: Bueno venga, le muestro una cosita que no le expliqué a su marido.

Me acerqué al auto y me hizo poner frente al motor.

R: Estírese y ve allá atrás

Estirándome dejé mi culo a merced de Roberto. Sentí como me apoyaba su verga y confirmé lo que mis ojos habían visto. Su bulto era enorme y estaba totalmente duro.

R: Toque esa palanca, ¿la siente?

Y: Si, la siento muy bien.

R: No tiene que estar así dura. Hay que hacer algo con eso porque se puede romper.

Y: ¿Hay que cambiar esa pieza?

R: No, solo hay que hacerle una especie de masaje. Su marido va a entender, es como si tuviese que satisfacer a esa palanca ¿me explico?

Y: ¿Así?

Comencé a jugar con esa pieza del auto como si la estuviese masturbando. Roberto comenzó a refregar su pija en mi culo. La excitación de ambos ya era incontrolable.

R: ufff… si, siga siga… que bien lo hace ¿tiene experiencia?

Y: Algo, me gusta hacerlo con los hombres que están necesitados

R: No sabe lo necesitado que está este abuelo señora

Y: Uh pobrecito el abuelito. No puedo negarle ayudarlo.

Me di vuelta y comencé a besarlo. Tocaba todo su pecho con desesperación. El manoseaba mis tetas. Recorría por nuestros cuerpos fusionados una pasión incontrolable.

R: Pero que puta resultaste bombón

Y: No suelo hacer esto

R: ¡Reconocé que sos una puta! O por lo menos mi putita

Me agaché y le saqué la pija. Era enorme, venosa y gorda.

Y: Si voy a ser tu putita, no hablamos del precio del arreglo

R: No te preocupes, si me pagas en dos cuotas queda saldado

Comencé a chuparle la pija como buena puta que era. Recorría con mi lengua cada lugar de sus 26cms de pija. Masajeaba sus huevos. Ya no me reconocía.

R: ¡Seguí, seguí! ¡Quien bien la chupas bombón! ¡Nunca me habían dado una mamada como esta!

De repente escuché ruidos. Dejé el chupete de lado y al girar la cabeza vi a un señor de unos 40 años parado mirando el espectáculo y haciéndose una paja.

R: Te presento a mi hijo Federico. También es dueño del taller. Deberías pagarle a él también ¿no?

Me incorporé y desnudé quedando solo en tanga. Me agaché agarrando la pija del hijo, que no la tenía tan grande como el padre, pero cumplía. Dejé el culo apuntando a Roberto y comencé a chupar la pija del nuevo integrante de la fiesta.

Roberto aprovechó para correrme la tanga a un costado y empezó a jugar con su punta de lanza en mi concha. Yo estaba toda mojada, lo único que quería era que me la clave completa.

F: Clientas así dan gusto tener.

R: No le faltes el respeto. Ella paga como puede che.

Roberto comenzó a penetrarme rápidamente. Parecía un pendejo de 20 años moviéndose. Era una maquina sexual imparable.

Federico gemía sin importar que alguien pueda escuchar. De repente y sin avisar me acabó en la boca. Era mucha cantidad. Tragué lo más que pude. Una vez flácida, seguí mi juego con su papá. Mientras tanto Federico miraba y se la manoseaba.

R: ¿Ya acabaste? ¡Pareces hijo de otro querido! 4 horas la voy a tener a esta puta acá. Anda cerrando el taller vos.

Literalmente me tuvo 4 horas cogiéndome. Acabé 10 veces y él solo una en mis tetas y cara. Me llenó de leche.

Me limpié como pude. Me volví a poner la ropa dejándole la tanga de regalo a Roberto. Me dolía todo el cuerpo.

R: Que bien te portaste bombón. Pocas han soportado mi ritmo.

Y: ¡Sos un toro salvaje! ¡Indomable! Vas a tener que darle alguna lección a este

F: Este la próxima te rompe el orto querida.

Y: Primero vas a tener que intentar imitar a tu viejo, sino te vas a tener que conformar con mamadas.

R: Jajaja

Me subí al auto y antes de sacarlo le di un beso en la pija a Roberto desde la ventanilla.

Y: La semana que viene te vengo a pagar la siguiente cuota.

R: Dale putita, cuando quieras.

Me fui a casa y me bañé recordando la sesión increíble de sexo que había tenido.

Cuando llegó mi marido me preguntó si el mecánico me había dicho algo.

Y: El auto anda de maravilla. Lo dejó como un violín.

M: ¿Afinado?

Y: Si si jajaja Tiene un taller prolijo y limpio.

M: Si, es muy metódico. Trabaja muy bien.

Y: Me sorprendieron las herramientas que tiene, todo bien cuidado, ordenadas de mayor a menor, algunas muy grandes.

M: Dejate de joder, mira en lo que te fijas.

Y: ¡Bueno, el tamaño de la herramienta importa!

M: jajaja

Se rio sin saber que ya le conocía la herramienta a Roberto.

M: Ya le hice la transferencia. Me confirmó que le llegó

Me puse roja cuando escuché eso. ¡El hijo de puta le había cobrado a él y a mí también!

A la semana siguiente, fui al taller a pagar mi segunda cuota. ¡Las putas tenemos palabra!

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