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Una noche con mi cuñada
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Había contado cómo fue la primera vez que tuve relaciones con mi cuñada, esta es de cómo fue nuestra segunda vez.

Era por el mes de agosto del año pasado, las primas de mi esposa nos invitaron a un paseo de tres días por las playas (una de ellas estaba por graduarse). Mi cuñada Camila no pudo sacar permiso en su trabajo así que se iba a quedar sola. Faltaba una semana para el viaje y tuve que cancelar mi permiso dado que tenía que exponer dar charlas sobre un nuevo proyecto a los clientes de la compañía; como era de esperarse mi esposa se enojó conmigo y no me dejo tocarla durante toda esa semana.

El jueves por la mañana mi esposa, sus primas y la hija de mi cuñada se fueron en avión hasta la playa, pasarían se quedarían hasta el domingo en la mañana. Ese día en la noche llegué tan cansado del trabajo que no me percaté de si Camila estaba o no en su departamento. El viernes por la noche, luego del trabajo, al llegar observé que mi cuñada estaba en su departamento. Sin ánimos para prepararme algo de cenar decidí pedir a domicilio y por no ser descortés le llamé a mi cuñada a preguntarle si deseaba algo de cenar.

Yo: Cuñadita, cómo me le va, voy a pedir algo de cenar ¿desea algo?

Camila: Justo estaba por llamarte a lo mismo.

Yo: Listo, yo invito. En cuento llegue le paso a dejar.

Camila: Vale, nos vemos acá.

Como de costumbre pedí unos mariscos con una botella de vino tinto, para festejar que me fue bien con los nuevos clientes. Pasé a dejarle su pedido a Camila.

Yo: Cuñadita, aquí esta su pedido; y si se anima también tengo vino, porque voy a festejar lo bien que me fue en el trabajo.

Camila: Venga pase… a menos que vaya a cenar con alguien más, mira que mi hermana me dijo que lo cuide por si acaso. Además, no va a festejar solo, que feo sería eso.

Con la cena se nos acabó el vino y para finalizar brindamos con sendas copas lo último que quedaba; en ese momento le llegaron fotos del viaje que le mandaba su hija. Nos acercamos para ver, luego nos pusimos a revisar las fotos de una fiesta a la que fuimos un mes antes. Me gustan mucho los vestidos que se pone Camila (siempre se compra uno nuevo para cada fiesta), y el de esas fotos no fue la excepción.

Mi esposa me contó que habían ido a comprar el vestido para el grado de su prima, así que le dije a Camila que quería verla con ese vestido, que me hiciera el honor de ser el primero en verla.

Yo: Que tal le queda el vestido que se compró para la graduación?

Camila: Me queda precioso, como siempre (decía mientras reía, con un ego sensual).

Yo: A ver, quiero ver, quiero ser el primero que tenga el privilegio de verla con ese vestido.

Luego de algunas insistencias, accedió a ponerse el vestido. Mientras ella se vestía recordé de cuando tuvimos sexo por primera vez, no sé si Camila también lo recordó, pero la noche no podía ser mejor, los dos solos sin ningún apuro.

Para que terminara de ponerse su vestido tuve que ayudarla con el cierre de la espalda, tenía la tentación de meter mis manos dentro del vestido y tocar todo su cuerpo, pero no me atreví, y también quería ver primero cómo le quedaba. Se veía tan linda, sexy y excitante. Era un vestido semi escotado, apegado al cuerpo para resaltar sus caderas, pero con un doblez en la cintura que le daba cierto toque de discreción. Conseguí que se pusiera los tacos y diera un par de vueltas para verla mejor. Es una mujer muy hermosa, sus delgadas piernas y sus senos grandes resaltan más el vestido.

Yo: Cañadita, que linda que le queda el vestido, muy hermosa. No me lo tome a mal, pero sin vestido se vería mejor. (Camila solo sonreía)

Camila: Vas a tener que ayudarme a quitármelo porque el cierre de la espalda no lo alcanzo -su tono de voz era muy insinuante.

Me acerqué a su espalda, antes de bajar el cierre le acaricié los hombros, su cuello y lentamente le besé la espalda. Camila solo cerraba los ojos y se movía para facilitarme el acceso. Rápidamente le di vuelta y le di un profundo beso, con mis manos en su cintura la apreté contra mi. Creí que iba a rechazarme pero al contrario, me besaba con pasión, su lengua buscaba a la mía, y después ya tenía mi lengua dentro de su boca; jugábamos con los labios, mientras subía su vestido para tener sus nalgas en mis manos, esas nalgas bien paraditas porque seguía puesta los tacos.

Para entonces mi pene estaba muy duro. Apretaba a Camila contra mi cuerpo para que sintiera mi pene.

Camila: Hoy tenemos toda la noche, no hay apuros.

Yo: Sí cuñadita, quiero tenerla toda, en todas las poses… por todos los lados.

Camila: Mmmm, como que por todos los lados, me sorprendes cuñadito, no creí eso de ti.

Yo: Hay tantas cosas que podemos aprender el uno del otro.

Camila empezó a quitarse el vestido pero la detuve, le dije que aún no, que quería tenerla así, que esa noche íbamos a estresar ese vestido como se debe. Luego de decirle eso, me quitó la correa, bajó mi bragueta y tomó mi pene entre sus manos. Me quité todo el pantalón y la tomé de la mano y me fui hasta el sofá. Me senté en el sofá un poco acostado para que mi pene esté lo más dispuesto posible.

Yo: Ven cuñadita, quiero tener mi pene dentro de tu boquita.

Camila se subió al sofá, se puso en cuatro y empezó a besar mi pene. Poquito a poco fue chupando primero la cabeza, el tronco y se metía los huevos en su boca. Mi pene estaba más que duro. Se metió mi pene en su boca hasta donde pudo, como midiendo hasta dónde se lo podía poner, luego todo fue espectacular, se lo metía y sacaba, lo chupaba. Sin duda ella quería demostrar todas sus habilidades.

Camila: Que rica verga. Que envidia a mi hermana, poder comerse esta verga todas las noches.

Yo: usted nomas me dice cuñadita, que para las dos hay.

Con mis manos en sus nalgas, hice a un lado la tanga, y le metí los dedos en su vagina que ya estaba bien mojadita. Empecé a dedear su clítoris, a lo que Camila gemía pero no podía gritar porque tenía mi pene en su boca.

Esta vez no podía dejar pasar la fantasía que tenía de hacer el 69 con ella, y así, sin que sacar mi pene de su boca la amarque y me recosté en el sillón, con su vagina en mi cara. Como dicen por acá, me comí esa panocha (vagina), mordía suavemente sus labios, su clítoris, hasta que tuvo un orgasmo. Camila dio un grito, sin miedo a que la escuchen, su vagina se puso más mojadita y sus nalgas se contraían. Luego de eso, empezó a chupar más rápido mi pene. Yo empecé a jugar con mi dedo en su ano, insinuando que quería meterlo en su culito.

Camila: Quiero que termines. Quiero tu lechita en mi boca. Méteme el dedo en mi culito.

No pude aguantar más y terminé, Camila se lo tragó todo, tenía la cabeza de mi pene en su boca y con su mano me masturbaba sacando toda la leche, como decía ella.

Los dos exhaustos nos acostamos en el sofá. Yo sin pantalón y ella aún con el vestido, subido hasta la cintura y con los senos fuera del escote.

Camila: quiero que me respondas algo, pero sé sincero.

Yo: claro cuñadita, como siempre.

Camila: quién te lo chupa mejor, mi hermana o yo.

Yo: en qué predicamento me pones. Voy a ser honesto, ambas tienen sus habilidades, pero a mi esposa no le gusta comer mi leche, es más, una vez intentó pero no pudo. Pero si hay algo más, y que me pone bien cachondo, es el morbo de verte a ti, mi cuñada, comiéndose mi pene.

Decirle eso puso mi pene a punto de nuevo. Esta vez Camila se montó y empezó a cabalgar, con sus senos que rebotaban de su escote, se inclinaba para que los chupara y volvía a cabalgar. La abracé y me paré, luego le puse en el sofá con sus piernas abiertas y le metía mi verga hasta donde más daba. Su vagina, aunque mojatita, se sentía lo apretado que entraba mi pene. Sus lindas tetas iban de lado a lado, sus gemidos me ponían más excitado, y verla así con ese vestido nuevo. Era como me la había imaginada, con sus piernas abiertas y luego en mis hombros, viéndola a la cara y a su panocha; ambos viendo como mi ene entra y sale de su vagina, con el ruido que hacía al chocar mi cuerpo con sus nalgas. Ya a punto de terminar, saqué mi pene para que mi leche salga, cayendo sobre su vestido.

El resto de la noche fue de sexo, nos fuimos a la ducha. Lo hicimos ahí. Luego nos recostamos en su cama para dormir y al despertar Camila bajo hasta mi pene para chuparlo, esta vez lo ensalivó bien para luego montarlo y cabalgar hasta terminar dentro de ella.

Lástima que no pudimos quedarnos todo el día también, ya que debíamos ir a alcanzar a mi esposa y sus primas a la playa. El día de la graduación, las primas de mi esposa (y hasta mi esposa), elogiaban lo hermoso que es el vestido de mi cuñada, mientras yo y Camila cruzábamos miradas y nos reíamos.

Luego contaré el tercer y último encuentro (por el momento) con mi cuñada.

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