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Lo que deja la mitología (final)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Continuando el relato anterior. Al llegar a la carpa, su cuerpo bien formado, con fibra por doquier, lucia esa malla usada cuando recién arribamos al camping, observo que el sol había hecho maravillas en esa anatomía escultural, dándole un color, por ahora rojizo.

Al entrar, hicimos otras rondas de cerveza bien helada, la iluminación que teníamos en la carpa, no fue necesaria, aun la luz de la luna bañaba el interior por el mosquitero que oficiaba de ventana, que dejaba ver tanto final de sus piernas como su continuación, esa hermosa y respingada cola, abstraído en admirar ese paisaje tan bien esculpido por la naturaleza (y el gym), la deseaba, me puse a recapacitar en lo que estaría pensando, tan callada, tal vez tenga vergüenza por haber tenido sexo con su hermano, de tanto pensar no me percate de su monologo.

-Titu, ¿no me escuchas? Te decía (mirándome a los ojos si ningún pudor) que había pasado un momento nunca antes experimentado con nadie, lo pase muy bien.

-Yo también lo he pasado de maravillas, besas espectacular, tibia y húmeda, te sentí en mi boca, tan suave, ni que hablar del resto hermanita, lo haces delicioso, una mujer extremadamente sensual y erótica, que lo hace muy bien.

-Quiero que sepas y lo tengas claro, hoy fue la mejor sesión de sexo que he tenido.

– ¿en serio? Tuviste un par de novios, me vas a decir que ninguno…

-Sí, he tenido varias relaciones, es cierto, tal vez la inexperiencia o quizás las ganas de tener sexo cada vez que podía, debido a la revolución de hormonas por la edad. A juicio de verdad, de las tres parejas que he tenido y he mantenido sexo, ninguna esta, ni estará a la altura de lo que me hiciste sentir hoy. Con vos, se despertó mi demonio sexual.

– ¿Es para tanto? solo me deje llevar por la pasión y el amor que te tengo, (riendo) me estas alimentando el ego hermanita, si me llego a caer de ahí arriba me rompo un hueso.

Reímos por un rato, hablando tonterías y bebiendo un poco más.

Dispuestos a dormir, nos recostamos en una suerte de colchones que improvisamos.

Mi cerebro está repleto de pensamientos, en su gran mayoría cargados de lujuria, me estaba desconociendo.

Recostada de lado la abrace, acerco la redondez firme de su trasero, que hizo contacto con mi sexo, haciendo que este comience a cobrar vida nuevamente, se dio cuenta, ejerciendo cada vez más presión, mi corazón latía a ritmo acelerado, parecía escapar de mi garganta.

Mientras tanto, su respiración se hacía más agitada, dejando escapar de su boca algún gemido tímido, me deje llevar por la pasión y la lujuria vehemente que me envolvía, presione mi sexo contra sus glúteos, empujo más y más sus nalgas contra mi erección.

Con olor a sexo invadiendo la carpa comencé unas suaves caricias sobre su cuerpo, deteniéndome y atendiendo especialmente sus pechos, sus gemidos ahora eran más audibles.

Se puso boca hacia arriba, a la vez que iba privando a su cuerpo de la poca ropa que traía puesta, quedando con su bella desnudez totalmente expuesta, hizo lo mismo con mis shorts.

Sensual como es ella, se puso a gatas, apoyada en sus cuatro miembros, giró dejando su trasero apuntando hacia mí, atinando solamente a besar y recorrer con mi lengua su rosada vagina, desde el clítoris hasta el periné, fue bajando la cabeza hacia el piso a la vez que cruzo los brazos para apoyarla en ellos, ofreciendo por completo y con más comodidad para mí, en toda su plenitud la cavidad vaginal, pudiendo así saborear los fluidos que emanaba, con más comodidad.

Como ocultar mi excitación ante tan grandiosa vista, hasta el paraíso anal, entre rosado y un tono amarronado me elevaban las hormonas al máximo.

Sin dudar ni un segundo, me lance al orificio anal con una lengua impaciente y deseosa de vulnerarlo, al sentir la punta de ella, dio un respingo arqueando la espalda, ya era imposible detener los gemidos de placer. La vi tomar con sus manos la almohada y apretarla suavemente, relajo el esfínter para facilitarme la tarea.

-Brother, si lo vas a hacer por favor con cuidado, aun nadie pudo traspasar esa fortaleza.

-Entonces no hermanita…

-Cállate y seguí, soy toda tuya. (Me ordeno)

Abocado nuevamente a la tarea que llevaba a cabo, introduje la punta de mi lengua, entraba y salía, por momentos jugaba en su exterior, cuando veo que me alcanza algo, era una crema que había llevado por si el sol le quemaba la piel, leo la etiqueta y decía, leche de ordeñe, entendí inmediatamente de que se trataba, abrí el envase poniendo dos dedos dentro, para sacar un poco del contenido y pasarlo suavemente en derredor de la que iba a ser la entrada y anfitriona de mi sexo.

Pude ingresar mi dedo pequeño para ir dilatando las fibras del esfínter, cuando estuve seguro que ya no le molestaba, fui ingresando otro y así hasta llegar al dedo pulgar.

-Ya basta de dedos, ahora quiero sentirte dentro mío y que me llenes de tu esperma caliente.

Dijo esto a la vez que sus manos fueron directo a sus glúteos para separarlos, quedando apoyada solamente con la cabeza en la almohada.

-Te encanta ver esto, estoy deseosa de recibirte.

Que delicioso fue disfrutar de esa vista, no sé si me pareció o en realidad pasaba, creí por un momento ver como palpitaba, a la vez que su vagina despedía fluidos, la carpa se impregno de mucho más olor a sexo.

Saque nuevamente más crema que oficiaba de lubricante, depositándola en el orificio, apoye el glande y sin más comenzaron las delicadas embestidas, con un poco de dificultad, comenzó a penetrar hasta quedar toda la punta dentro, me detuve un rato para que se acostumbrara.

– ¿Te encanta esto? Se siente hermoso, no te detengas ni tengas pena, estoy dispuesta a recibirte todo.

Note un dejo de dolor en el tono de voz y sus manos presionando con fuerza y firmeza la almohada, haciendo caso a su pedido, unte el resto de mi pene con crema para que cumpla la función de la forma menos dolorosa posible, aunque ya estábamos fundidos el uno con el otro.

Ejercí presión en una forma lenta pero continuada, las paredes de su vagina se encargaron de cubrir la erección del pene ingresando, hasta que los testículos toparon con la suave piel de sus glúteos avisando que había llegado al final del recorrido, estaba todo adentro, deteniéndome para que tomara un respiro y pudiese gozar del momento.

Pigu paso sus dedos por los testículos, parecía una acróbata, para acariciarlos un rato, dejando su faena esa misma mano se deslizo a su entrepierna acariciando la anatomía externa de su vulva; aprovechando el momento de éxtasis, separe la hendidura de sus glúteos comenzando con el movimiento para que pueda sentir en su apretado agujero la esponjosidad y firmeza de mi pene.

-Siento entrar y salir, tus testículos pegando en mi vagina, creo desfallecer de placer, el fuego que comenzó en mi agujero lo siento ahora en toda mi piel, por favor, que esto dure, que no termine jamás, quiero mucho más.

Arqueo su cuerpo acompañando con un vaivén de caderas, hacia adelante y atrás, buscaba el orgasmo, bombee despacio, sin prisa, pero sin pausa, constante, entraba y salía de su hermoso culo.

Según me dijo después, sintió como si un rayo atravesara su cuerpo, el que dio un par de convulsiones, aumentando el ritmo de su vaivén contra el pene, no lo puedo precisar, pero no creo haya pasado mucho tiempo, antes de llegar a su orgasmo.

Fue una eyaculación simultánea, ambos llegamos al clímax juntos, nuestros líquidos se mezclaron, los míos, que invadieron con frenesí sus entrañas al igual que los de mi hermana intentando bañar todo mi sexo.

Cayo desplomada al piso de la carpa, acompañe su cuerpo con el pene aun dentro, con delicadeza lo saque escuchando un gutural…

-No lo saques por favor, nunca había experimentado tan hermosa sensación, agradezco que haya sido con vos, que seas el primero, pero… cuanto que me perdí.

-Me hiciste asustar tonta, pensé que te habías desmayado.

Ambos reímos, nos abrazamos besándonos, otra cerveza y van…

-Tener sexo oral y vaginal fue para mí, lo que naturalice, aunque estoy siempre dispuesta a innovar, de hecho querido hermano, te lo acabo de demostrar, como también te voy a demostrar que puedo crear e inventar posiciones, más, las que figuran en el Kama Sutra, te prometo ser tu perra, si querés, para siempre, en mi corta vida nunca había sentido entrar un pene en mi culito, porque tuve miedo, cuando vi tu delicadeza para hacer el amor, pensé, es el indicado, fíjate que de un momento a otro y casi sin pensarlo, estaba disfrutando de mi iniciación en el sexo anal, siempre lo voy a recodar como el orgasmo más lindo, tierno y exquisito que tuve en mi vida sexual.

Nuestra estadía en la playa fue corta pero jugosa, pasamos los días teniendo sexo en cuanto loco lugar apareciera y de las formas más inconcebibles, pero siempre disfrutando cada uno del cuerpo del otro.

Creo, la gente pensaba que éramos marido y mujer, nos vieron tan enamorados e inseparables que no le dejamos lugar a dudas.

Pero, siempre hay un pero, se terminó lo mejor, acabaron las mini vacaciones, hicimos las maletas, acomodamos la carpa emprendiendo el camino hacia nuestro hogar, el que transcurrió todo normal.

Recién llegados al departamento, procedimos a la limpieza, hacer compras para tener alimentos en casa y sobre todo preparar la cena.

Luego de cenar, fui a mi cuarto para descansar, me acosté desnudo como me gusta, quedando dormido enseguida debido al cansancio adquirido por el viaje.

El sol de la mañana bañaba mi rostro cuando desperté, las cortinas de la ventana entreabierta flotaban por la brisa cálida que pasaba por ella, rodé en el colchón hacia mi lado derecho viendo algo que me sorprendió, mi hermana yacía en su sueño a mi lado, con la única cobertura de la sabana tocando su piel, que dicho sea de paso, olía muy rico.

Me levante lo mas silencioso posible, cerré las cortinas para que la luz no la moleste, me dispuse a preparar algo para desayunar; mientras iba a la cocina pensaba que preparar, como siempre, no supe ser original, calenté agua, con una temperatura de 80 grados aproximadamente, cargue el termo con ella, En el mate puse tres cuartas partes de yerba y la bombilla; en un plato, galletitas de miel que son sus preferidas; fui a la habitación con una bandeja y lo preparado dentro, suavemente la desperté.

-Buen día dormilona, me parece que se equivocó de cama anoche.

-No mi Rey, ningún equivocarse, quería dormir con mi hombre.

-A si mírela usted a la señorita, cama pequeña y dos personas… mala combinación, lo que da por resultado dolores varios con el correr del tiempo, ¿un matecito con sus galletas preferidas?

-Por supuesto camarero, era justo lo que ordene.

Reímos por un rato entre mate y mate. Al terminar el desayuno le comente que en un rato tenia que ir a la casa de unos amigos para arreglar una cena pendiente, lo que no objetó.

Mi día transcurrió entre visitas de cortesía y para arreglar el encuentro de la barra.

Al regresar a casa, me esperaba una rica cena hecha por la más bella.

-Buenas noches señorito, quiere darse un baño antes de cenar, puede hacerlo tranquilo, falta para la cena.

-Como no señorita, ya que usted manda, yo obedezco.

-Bañáte tranquilo hermano, ya esta preparada tu ropa en el baño.

-Ho, (cara de sorpresa y en broma) me debo estar por morir.

-Para nada, como vos me “atendiste” tan bien en las vacaciones, quiero retribuirte.

-Te amo hermanita.

Apure el baño para no retrasar la cena, cuando salgo me encuentro con la mesa servida, nos sentamos, cenamos opíparamente un espectacular pollo al horno con papas y verduras, acompañado con un vinito tinto que lo terminamos haciendo sobremesa.

Lavamos juntos la vajilla y la acomodamos en sus respectivos lugares.

Preparamos café, uno para cada uno, lo llevamos al balcón para sentarnos al fresco en dos sillas de camping.

-Hermano querido, hoy te tengo una sorpresa, creo te va a gustar.

-A si, decime que sería esa sorpresa.

-Si te lo digo dejaría de ser sorpresa… (Risas)

-Que chistosita la niña.

Hablamos de cómo nos fue el día, nuestros amigos, la vida en sí misma.

Al primer bostezo, dijimos de ir a dormir, lo que aceptamos los dos.

-Perdón hermanito, pero debo hacer esto…

Me cubrió los ojos con un pañuelo guiándome, a lo que intuí por el camino que hacíamos, era mi cuarto, al paso iba apagando las luces, entramos, saco la venda y lo que vi me sorprendió.

Era en efecto mi cuarto, ya no había una cama pequeña, ahora había dos camas pequeñas juntas y dos colchones pequeños transformados en grande, que hábilmente cosió para que así fuera.

Se desnudo y entro bajo las sábanas. Golpeando con una mano el lado libre dijo.

-Ven, solo faltas tú, (risitas) parece el título de una canción.

Me saqué también toda la ropa y me acosté también; sin dejarme terminar de reposar mi cuerpo en la cama, se abalanzó sobre mí, besándome tanto o más cariñosamente que en nuestras vacaciones. Tendido de espaldas subió sobre mi cuerpo a horcajadas, uso mi pelvis como cojín, y con su vagina frotaba el miembro, el que estaba ya mirando hacia arriba y palpitando, intentó hacerlo perder dentro de su cálida y sedosa cueva, cosa que no se lo permití, con una mano atrape las suyas, con la otra, su cintura e invertí la situación, cosa que no me costo mucho por las diferencias de peso y contextura.

Una vez que ella estaba de espalda y sentado sobre sus piernas, estirando los brazos hacia atrás le tomo los tobillos, me abro paso hacia los pies de la cama llegando a ponerme de rodillas entre sus piernas, los eleve ubicando cada uno de ellos sobre mis hombros, acerque mi sexo al suyo lentamente y pude observar su cara de ganas.

Cuando hicimos contacto, sin dudar y debido a la humedad de su vagina, de un solo envión mi miembro se perdió tomando contacto con sus paredes apretadas, arrancando un gran gemido de placer.

Debido a la posición, me pareció tocar el fondo vaginal con la punta de mi pene, eso hizo en mí, elevar la excitación a un punto imposible de describir, generando una duda en el tiempo que tardaría en eyacular.

Sus caderas se movían en forma circular, hacia adelante y atrás, hacia los costados, gran juego de esas sabrosas caderas que me hicieron enloquecer, frenéticamente arremetí contra su vagina, tan complaciente, benevolente, aguantaba mis acometidas furiosas.

En un instante nos encontramos los dos en un solo grito de placer con mis gotas de sudor bañando su piernas, solo se escuchaba el ruido de una vagina encharcada de fluidos y el resto de sus gemidos que iban apagándose de a poco.

Saque mi miembro de a poco, desde mi posición privilegiada podía ver como salía perdiendo de a poco su dureza, al acabar de evacuar ese bello lugar, observaba como hilos de semen salían de la base vaginal haciendo un recorrido lento desde la desembocadura pasando por el periné, el agujero estrenado días atrás en la carpa, para terminar, descansando sobre las sabanas tan pulcras y puesta hacia un rato sobre el mullido colchón, mudo testigo de lo ocurrido.

Ya recostados y en descanso, me dijo…

-Sabes una cosa…

No la deje terminar.

-Lo único que sé, es que quiero toda una vida con vos, ser para vos y lo seas para mí, compartir lo que nos quede por vivir, con aciertos, errores, buenas, malas, con dinero, sin dinero, pero junto a vos.

Pasaron los años, ambos nos recibimos en nuestras respectivas carreras, nos fuimos a vivir a España, Pigu, tuvo la suerte de poner una veterinaria de pequeños animales y le va muy bien, yo fui contratado en un canal televisivo como columnista de historia y mitología.

Hace varios años estamos en pareja, con el anonimato permitido por el desarraigo.

Hoy fue día de buenas noticias, me dieron la conducción de un noticiero, Pigu, para el año que viene tiene a cargo una catedra como profesora en la facultad de veterinaria y nos confirmaron que esta entrando en el tercer mes de embarazo.

Todavía le sigo preguntando si la lectura de mis libros fue responsable de nuestra historia, nunca me respondió…

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