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Soy un hombre casado, tengo 44 años y siempre he tenido la curiosidad de probar estar con otro hombre, en el rol de pasivo. Explico que no soy alguien que ande viendo hombres por la calle o tenga un gusto por alguien guapo, no, me encantan y prenden las mujeres, pero en mi interior hay un deseo enorme de ser cogido como una de ellas por un hombre. Y a pesar de no tener un gusto específico en mis fantasías eróticas imagino estar con alguien alto (Yo mido 1.82), de preferencia fuerte y con un miembro grueso, largo y muy muy duro, que sea varonil y que sea activo al 100%.

Lo único que me he atrevido a hacer es meterme dildos, el más grande mide 22 cm, es grueso y de esos realistas, incluso tiene testículos. He aprendido a introducírmelo sin lastimarme, y lo disfruto mucho, pero no es lo mismo a tener a un macho que me esté cogiendo rico.

En fin, como decía, soy alto, con un buen físico a pesar de no ser musculoso; mis piernas son torneadas y mis nalgas redondas y bien paradas (Pueden ver mi foto de perfil)

En mis calenturas he comenzado a entrar a un chat gay y he tenido platicas muy cachondas con otros hombres, siempre busco que se anuncien como activos completamente, porque es lo que deseo. En una de esas pláticas comencé a tener más contacto con uno de ellos que desde el inicio me dijo que le gustaba mucho y que quería verme, me insistió hasta un punto que me convenció, además de que a mí también me gustó ya que es como me lo imaginaba en mis fantasías, así que acepté verlo un fin de semana que mi familia salió de viaje, de otra forma era muy difícil poder hacerlo.

Me decía que quería hacerme el amor, acariciarme, disfrutar mi cuerpo, hacerme su mujer, que el día que nos viéramos le gustaría mucho que usara una tanga de encaje, con una liga a medio muslo y zapatillas de punta desnuda. Eso me calentó mucho, ya que tengo lindos pies y sabía que con zapatillas iba a lucir mis nalgas, piernas y pies.

Soy de Querétaro, él es de otra ciudad y solo iba ir para estar conmigo, así que me pidió que escogiera un hotel bonito para hacer de ese día algo especial.

Elegí el hotel Hotsson, quedamos de vernos el viernes a las 6 de la tarde en el bar, para ir rompiendo el hielo y si nos animábamos subíamos a una habitación. Obviamente yo estaba súper nervioso, antes de ir lo dudé mil veces pero la calentura me ganó y ahí estuve. Como ya nos habíamos conocido primero por fotos y después por videollamada nos identificamos enseguida.

Nos saludamos como si fuéramos amigos y tomamos un par de copas, en ese tiempo él se mostró muy interesado pues hizo algunos roces conmigo, con su rodilla con la mía, por debajo de la mesa me acarició un par de veces una pierna y disimuladamente me dijo que era más atractivo en persona que en vídeo. Me dijo que subiéramos a una habitación la cual ya había reservado, le contesté que sí y nos dirigimos al elevador. Debo decir que todo ese tiempo yo estaba muy excitado, la respiración me faltaba y apenas podía disimular mis ganas de estar en la intimidad con ese macho que me deseaba.

Cuando entramos al elevador íbamos solos y él se acercó a mí por detrás y respiró muy cerca de mi nuca, lo que me prendió todavía más y me susurró “No te vas a arrepentir de estar conmigo, te voy a enseñar como hace el amor un hombre a su hembra” y me pasó su mano por la cintura, para después bajarla a mis nalgas, donde la dejó.

Apenas entramos a la habitación me giró, me abrazó de la cintura y me besó, mi respiración era totalmente entrecortada, lo abracé del cuello y respondí a su beso, fue delicioso, primero fue suave, disfrutamos nuestros labios, después nos los comenzamos a mordisquear y comenzamos a usar nuestras lenguas, mientras él me apretaba contra su cuerpo y comenzaba a bajar sus manos a mis nalgas y a repegarme contra su pene que ya se sentía duro.

Metió sus manos bajo mi ropa y sentí sus manos un tanto ásperas sobre mi piel, eso explotó mi mente y si hubiera habido un ápice de duda la disipó completamente; estaba ahí para ser cogida por mi macho, para que hiciera conmigo lo que quisiera.

Yo le había quitado la camisa y acariciaba su espalda que era ancha y fuerte, sus brazos musculosos y sentía su pecho fuerte contra el mío que ya también estaba desnudo. Cuando me quiso quitar el pantalón me retiré y le dije que me diera unos minutos, que iba a prepararme para él, así que entré al baño con la pequeña maleta en que llevaba unas bragas de encaje, una liga para el muslo y unas zapatillas, además de mi dildo, éste último por dos razones; La primera para preparar mi culo para recibir el de él sin que me lastimara, y el segundo porque cuando me lo meto y lo saco limpio mi intestino, aunque me había hecho un lavado previo no quería sorpresas desagradables durante nuestro encuentro.

Después de dejarme limpio y vestirme para él salí a la habitación, me había rasurado todo el cuerpo, me puse crema para tener la piel suave y con lo que me puse realmente me sentí una hembra deseable para mi hombre.

Ahí estaba, como una novia que por primera vez se va a entregar, prácticamente desnuda, solo con mis bragas, mi liga y esas zapatillas que estilizaban aún más mis piernas y mis nalgas, y toda la putería que estaba sintiendo por dentro, cachonda, lista y dispuesta a disfrutar a ese hombre y mi cachondez, iba dispuesta a obtener todo el placer que me fuera posible ¿Y él? Seguramente también, y en eso confiaba para que los dos gozáramos lo más posible de ese encuentro.

Él se había quitado la ropa y estaba recargado en la cabecera de la cama, qué delicia ver ese cuerpo desnudo y excitado por mí, sus piernas gruesas y fuertes resaltaban, qué ganas de tenerla pegadas las mías, su verga parada con una curva que hacía que apuntara hacia arriba, y su mirada sobre mi cuerpo desnudo. No pudo aguantar soltar un fuerte suspiro al verme, se levantó y fue hacia mí, me abrazó de nuevo muy fuerte por la cintura haciéndome sentir su verga pegada a la mía, que se mantenía medio oculta en la braguita que llevaba puesta, y esta vez su beso fue muy apasionado mientras sus manos comenzaron a recorrer primero suave mi cuerpo y después más fuerte.

Mis manos recorrían su espalda, sus nalgas paradas y firmes jalándolo contra mí para sentir su virilidad. Caímos a la cama revolcándonos en un nudo de caricias, besos, lamidas, chupadas. No hubo parte de mi cuerpo que no fuera disfrutado por él, desde mis pies cuando me quitó el calzado y lamió mis dedos, hasta mis oídos y cuello que besó y lamió haciéndome vibrar de placer, me manoseó completa, me hizo suya de pies a cabeza, completa.

También lo disfruté por completo en ese intercambio de caricias, acaricié todo su cuerpo, lamí, besé todo lo que estuvo a mi alcance. En cuanto pude tomé esa verga hermosa que me iba a hacer mujer por primera vez… y no la volví a soltar, acariciaba sus huevos, todo el tallo de su miembro lleno de venas que la hacían impresionante, su glande, lo lamí, lo metí a mi boca hasta donde podía tragar, dejándolo completamente babeado, lleno de mi saliva, me agarraba de sus ricas nalgas con la verga metida en mi boca para jalarlo y meterla lo más que cupiera en mi garganta. Ah!! fue delicioso.

Cuando llegó el momento de ser penetrada le pedí lo que tanto había planeado en mis fantasías, se sentó en la cama y yo me monté en él, puse su verga en la entrada de mi culo, dilatado y lubricado, listo para recibirla en su interior, lo besé en la boca mientras lentamente me sentaba sobre su verga y comenzaba a penetrarme, muy lento, quería sentir cada centímetro de esa carne caliente partiendo mi culo en dos, entrando en mí.

El placer iba en aumento, levanté mis brazos y me recargué en la pared para recibirlo completamente, dejando mis pezones a la altura de su boca, comenzó a lamerlos, a mordisquearlos aumentando el gozo que sentía, agarró mis nalgas y las apretaba, acariciaba mis piernas, mi cintura, mi espalda mientras seguía lamiendo mi pecho.

Yo me senté completamente sobre esa rica verga, que me llenaba por completo el culo, con sus huevos pegados a mis nalgas, así me quedé disfrutando en esa posición mientras volví a besarlo en la boca apasionadamente, disfrutando de las caricias que vertía sobre mi cuerpo con esas manos ásperas, duras.

Después comencé a cabalgarlo lento, sintiendo como su miembro entraba y salía de mí, lo sacaba por completo y volvía a introducirlo, qué placer recibía cada que volvía a entrar, después comencé a hacerlo más rápido, de manera frenética, sentía su respiración mientras nuestra frentes estaban recargadas una contra la otra, sintiendo cada uno la respiración entrecortada del otro, entre suspiros y gemidos de placer, palabras que nos susurrábamos; Qué rica puta me conseguí, me decía, qué nalgas tienes mami y que caliente eres, nunca había estado con alguien como tú tan cachonda ¿Te gusta mi verga, estás disfrutando lo cogida de tu macho? Puta, qué puta eres. Esas palabras me encendían aún más, no dejaba de decirme cosas sucias y tratarme como una buena perra.

Luego me volteó y me puso en cuatro, volvió a comerme el culo de manera riquísima, con su boca, con su lengua que ya entraba en él por lo dilatado que estaba. Yo estaba completamente empinada, con el culo hacia arriba y mis manos abriéndolo todavía más si es que se podía, se colocó detrás de mí con la verga completamente dura, la puso en la entrada de mi ano abierto y me la dejó ir de un empujón, hasta el fondo, hasta que sus huevos chocaron contra mis nalgas, salió y volvió a entrar en mí completamente, el placer fue tanto que mi verga se puso más dura, y a pesar de que hasta ese momento nunca me la había tocado ya que toda mi atención estaba en el placer que recibía en el resto de mi cuerpo, comenzó a explotar lanzando chorros de semen, haciéndome disfrutar de un orgasmo intenso, cosa que prendió aún más a mi amante, que me puso boca arriba, tomó mis tobillos y abriéndome las piernas me volvió a penetrar y a cogerme muy duro; Ésa es mi hembra, cachonda, puta disfrutando a su macho, me dijo. Así siguió hasta que se puso tenso y metiéndome la verga hasta el fondo soltó varios chorros de semen en mi interior, lo vi disfrutar tremendamente, sacó su miembro de mí y la dejó caer sobre mi abdomen, dejándome leche sobre él, lo tomó con sus dedos y un poco del que salió de mi culo y me lo dio en la boca, yo los chupé y disfruté su sabor de macho ¡Cuánto placer estaba recibiendo! Se agachó sobre mí y nos besamos, compartiendo el sabor de su leche.

Se acostó a mi lado y me abrazó, acariciando suavemente mis nalgas mientras nos seguíamos besando. En fin, quizá en otro relato les platique lo que siguió, ya que como dije en un principio, tenía el fin de semana libre.

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